miércoles, 30 de octubre de 2013

Capítulo 104



“Y según avance el tiempo, recuérdame. Recuerda todo lo que hemos llegado a ser. Te he visto llorar, te he visto sonreír. Te he mirado mientras dormías. Me encantaría ser el padre de tus hijos. Estaría toda la vida contigo. Conozco tus miedos y sé que eres mía. Tuvimos nuestras dudas, pero ahora estamos aquí… Good bye my lover, good bye my friend, you have been the one… you have been the one for me” – Good bye my lover/ James Blunt.



Esa noche ___________ se fue.

No queda nada en los cajones. Ni un rastro de que ella estuvo aquí. De la misma manera se ha ido con ella, con Elisabeth, llevándoselo todo una vez más. Y ahora mismo no queda nada más que un estúpido, observando la habitación vacía en medio de la madrugada, en medio de una lluvia fuerte que puede con todo New York, que destroza todo New York.

Ni siquiera podía moverse, ni asimilar lo que acababa de suceder. Ni intentar entenderlo. Estaba desorientado. Con la mirada perdida hacia el horizonte. Se había perdido él, y había perdido la batalla que había jurado no perder nunca. Las había perdido a las dos al mismo tiempo.

La maldita habitación no tardó en llenarse de humo. Y de llanto. Sollozos altos. Palabras fuertes que resonaban en cada una de las cuatro paredes. Y pensamientos vivos que le hacían daño. Y recuerdos que le hacían cicatrices imborrables. Ése era exactamente el poder que ________ Peterson tenía sobre él. Su primer amor. Su único amor. Ésa noche le había abandonado una vez más, pidiéndole por favor que no la siguiera cuando ella diera la espalda. Que por favor le entendiera, que debía alejarse de él para poder encontrar la tranquilidad que tanto deseaba. Y tenía razón. Y eso exactamente era lo que a Justin le destrozaba por dentro. Y es que había visto venir esto, antes de que ambos se conocieran. Se sabía de memoria el final que ambos tendrían, mucho antes de que ambos hicieran el amor. Y eso… era lo que más le dolía.

Ahora estaba malditamente roto. Sin ningún camino que seguir. Destruido. Las lágrimas se le habían acabado, y ahora su cabeza dolía después de haber gritado tanto. No sabía que pensar o a donde dirigir sus pensamientos después de ese momento. No tenía un motivo claro. No tenía nada claro. Era mucho peor que un niño perdido, y es que él lo era el doble porque nunca había podido ser uno.


Su cabeza daba vueltas, debido a la cantidad de cigarrillos que había fumado y al ambiente pesado. Estaba mareado. Y al cerrar los ojos, podía ver con claridad el rostro de ____________ con Elisabeth en los brazos. Repitiendo las mismas palabras que hace un rato le había destrozado tanto.

Y a pesar de que le había ofrecido una y mil soluciones, ella ya tenía una propia.

Quizá alejarnos sea lo mejor.

Y lo era. Tal vez lo era. Pero que duro era aceptarlo.

¿Qué quieres de mí?

Le había preguntado él, a punto de ponerse de rodillas. Su voz estaba ronca de haberle ofrecido tantas soluciones. Hasta una posible mudanza, otro cambio en él mismo, lo que sea con tal de que estuviera con él por el resto de su vida.

Lo siento… ella se disculpó una vez más, mirándole destruido. Mirándole llorar. Y aunque él no pudiera entenderlo ahora, a ella también se le había venido el mundo abajo.

Quédate, quédate por favor, rogó él. Pero vamos, lo sabía muy bien, nada funcionaría después de haber escuchado que debía dejarlo.

Y era duro saber que ahora mismo no tenía a nadie. 


Que cada persona en el mundo que había conocido, terminó alejada de él de alguna manera. Era duro saber que era él el problema. Que él siempre había sido el problema. Que él y su maldito pasado siempre estarían presentes. Pero ahora mismo no era un buen momento para restregarse a él mismo que las cosas hubieran sido mucho mejor en la vida de cualquiera, si él jamás hubiera aparecido en sus vidas.
Aunque ahora mismo era así como se sentía.

Buscó en la cajetilla de cigarros.

Demonios, solo quedaba uno.

Lo tomó entre sus dedos y lo encendió con facilidad, exhalando todo el humo posible para mantener el fuego viviendo en el extremo del cigarrillo.

Y fumó… fumó mucho. Fumó mucho más de lo que en algún momento había fumado. Y de la misma manera en la que el humo se consumía, y desaparecía de su vista, de esa manera ella había desaparecido de su vida. Suave salía de su boca, suave como la piel de ___________, como ella, como su forma de hacer el amor o de decirle Te amo.

Oh maldita sea… todo le hacía recordarla.

Sentía sus ojos humedecerse con facilidad. Ella había vuelto a su memoria.

Sin embargo sabía una cosa. Algo que le hacía sentir mejor, de alguna manera. Él ya había pasado por esto una vez. ¿Qué eran dos veces de lo mismo? Su corazón ya había sido roto una vez por la misma persona, y aunque las condiciones no habían sido las mismas, el dolor era exactamente igual.

Y debía superarlo. Porque de eso si estaba seguro. A pesar de que ella ya no estaba más, de que le había dejado por culpa del incierto futuro que les esperaba y del pasado que todavía hacía sombra en ellos, los días seguirían pasando, el sol seguiría saliendo, y ahí afuera todo seguiría igual. Y ahí afuera, solo habían roto un corazón más, de los que estarían por romperse.

Y lloraría…

Y seguiría llorando, probablemente hasta quedarse dormido, probablemente hasta que el sol le acariciara el rostro y tuviera que dormir por la obligación de la naturaleza. Y probablemente lloraría hasta entender que esto que había acabado para siempre. Y lloraría… porque dentro de él se negaba a aceptar que todo había terminado de esa manera. ¿Quién lo diría? Tenía un anillo de bodas esperando por ella, pero en cambio ahora estaba solo… tratando de entender que lo que un día habían tenido, no lo tendrían nunca más.

++

El resto de los días fueron una maldita pesadilla para ambos.

Ella, que no salía para nada y seguía solamente la rutina diaria que el trabajo le exigía. De la oficina al departamento, del departamento a la oficina. No había una sola noche en la que no terminara llorando como una tonta, en medio de la oscuridad. Y solo Dios sabía cuánto le extrañaba. Cuando deseaba escuchar su sentido del humor, su risa, sus manos, su forma de ver la vida.

Había pasado exactamente una semana, y aunque sabía que era totalmente injusto, no le había dicho a nadie, ni siquiera a Justin, la dirección en la que ella y Elisabeth se encontraban. Planeaba pronto mudarse a un lugar mejor, en alguna otra ciudad en la que pudiera tener a Justin lejos de ella. Sin embargo, sabía que de todas formas tendría que tener una relación con él, por Elisabeth. Y ella tampoco había dejado de preguntar por él, y por la mudanza repentina que ambas habían tenido. Y aunque todo eso preocupada de cierta forma a __________, lo que le reconfortaba era saber que estaba haciendo lo correcto. En lo que iba de la semana, no había recibido ninguna llamada anónima, o había sentido algo sospechoso tanto fuera o dentro del edificio. Podía decirse que su vida iba normal, alejada de Justin y cualquier tema que pudiera hacer recuerdo a su nombre. ¿Era esa la vida que necesitaba? Por supuesto que lo era. Estaba decidida a seguir sus días así, porque después de todo había tomado una decisión madura. Iba a tener otro hijo, el cual merecía crecer con una vida normal y pacífica. Estaba segura de que Justin, cuando se enterase, le comprendería perfectamente, y tal vez en ese momento sabría muy bien por qué __________ hizo lo que hizo en el momento en el que tuvo que hacerlo.

Con el móvil en la mano, después de siete días frustrantes, se atrevió a encenderlo. El color en la pantalla de su móvil le heló la piel. Sabía que a continuación le llegarían llamadas perdidas y millones de mensajes de Justin, Emily y tal vez Travis. Vamos, había pasado una semana, las cosas se habían calmado y era momento de afrontar cualquier situación que se le presentase.

Un minuto después, su celular empezó a sonar con la música característica de un mensaje de texto. Sonó dos veces. Tres. Cuatro. Así hasta hacerse más de diez. Hasta hacerse quince. Ella cerró los ojos despacio, soltando aire por la boca, y prometiéndose a ella misma que nada la haría cambiar de opinión.
Lo primero que pudo observar fue un mensaje de texto de… Justin. Su corazón se heló por completo, y sus manos se humedecieron. Ver su nombre en una pantalla causaba muchas cosas en ella. Pudo notar que los mensajes siguientes también eran de él. Había un par de Travis y cuatro de Emily.

Dándose fuerza a ella misma, empezó a leer.




¿Dónde estás? ¿Crees que no estoy preocupado por ti? Maldición ________, al menos tengo derecho a saber en dónde te estás quedando con Elisabeth. 


____________ suspiró. Aquel mensaje había llegado un día después de la noche en la que ella le había dejado. A continuación habían varios mensajes más.



Entiendo tus razones. Cualquier humano con cerebro en este mundo se alejaría de mí. Pero no hagas esto conmigo __________, dime dónde estás. Necesito saber que están bien. 

Segundo mensaje. Ahora mismo se sentía la persona más culpable del mundo por haber desaparecido toda una semana. Joder, se había portado como una maldita ridícula por no decirle en donde estaban. 

Por alguna razón sé que estás bien, por eso mismo tal vez todavía no he ido a buscarte a cada rincón de New York. No hagas esto tan difícil, Peterson. Lo nuestro acabó… pero tengo derecho a saber en dónde demonios te has metido.

Y otro. 

Respóndeme.

Y otro…

¡Maldición, dime dónde estás!

Y muchos más que contenían lo mismo. Después de aquellos mensajes, que terminaron siendo aproximadamente diez, seguían los de Travis. Al leer pudo deducir que Justin ya le había contado todo. 


También la estaba buscando. También le preguntaba dónde estaba y suplicaba por saber su paradero. ___________ tragó saliva. En todo su egoísmo por sentirse mejor, no había pensado en ellos y en lo mal que se lo estarían pasando… 


Emily también se había sumado. Le había enviado un par de mensajes, preguntándole como se encontraba y disimulando, obviamente, que también lo sabía todo. 


Y de pronto se acabaron los mensajes. No habían más que de Emily, rogando por qué le contara todo, pero Justin no envió ningún otro. No hasta después de tres días, donde quedaba todavía uno último que ella no había leído. Era de ese mismo día, hace unas cuantas horas. 



Sé dónde estás. ¿Recuerdas que dije que te buscaría por cada rincón de New York? Esa ha sido mi misión en toda la semana, hasta dar en donde te encontrabas. Y… te diría que todo está yendo bien conmigo, pero no es verdad, esto me está matando. La cama es más grande sin ti ¿sabías? Y misteriosamente he descubierto que puedo dormir en ella, sabiendo que hace unos días la compartía contigo. ¿Ya puedo volver a verte? Prometo no intentar nada que pueda incomodarte, solo necesito ver a Elisabeth. Saber que está bien y saber que me extraña tanto como yo lo hago. Responde esto si puedo verte hoy. Y deja de jugar a las escondidas, porque sabes que yo sí podré encontrarte. 

Sollozando, dejó el móvil a un lado para poder quitarse las lágrimas de las mejillas. Estaba llorando desconsoladamente. Fuerte y sincero. Sentada sobre el váter de su baño, se colocó ambas manos sobre el rostro y sollozó una vez más.

¡Basta! Se dijo a ella misma entre gritos interiores. Se limpió la nariz, y en un acto desesperado, que ni siquiera ella pudo entender bien, cogió el móvil entre sus manos y tecleó con rapidez. 


Elisabeth te extraña. Puedes venir hoy, si así lo quieres, ya que ya sabes dónde encontrarme. 

Él no tardó en responderle en un mensaje de texto. ¿Por qué ninguno de los dos se atrevía a llamar? 


Estaré ahí por la noche. 



++

Narra Justin:

____________ abre la puerta del pequeño cuarto. 

De inmediato logro divisar a Elisabeth correr hacia mis brazos, y al hacerlo, la cargo y la sostengo por largo tiempo. Su olor me inunda, haciéndome sentir en casa. Me abraza fuerte, apretándome el cuello, mientras yo acaricio su cabello. Elisabeth empieza a hablarme sobre las cosas que ha hecho esta semana, sobre lo raro que es que ambas se hayan ido de mi lado… sobre lo raro que es todo por lo que está pasando. Yo asiento, siguiéndole el hilo a su conversación. En el fondo, ella nos mira. ____________ está sonriendo suavemente, observándonos a los dos. Tiene los brazos cruzado y se ve… se ve muy bien. Va vestida casualmente, con un jean y una blusa gris de tirantes, el cabello en una coleta y cayendo por la espalda. Alza la mano izquierda, saludándome mientas levanta la barbilla. Yo también la saludo de la misma manera. 


- Entra. – se atreve a hablar por fin. Camina hacia nosotros y cierra la puerta por detrás.

Los primeros minutos, se queda petrificada sobre la madera maciza de la puerta. Puedo sentir su mirada directa a mí, y aquello me hace sentir vivo. He pasado una maldita semana sin ella. Y aunque ahora todo parezca totalmente superado en mí, vuelvo a sentir la desesperación que sentí aquella noche… cuando todo terminó. 

Elisabeth me distrae. Jala de mis manos y tengo que entrar en la habitación de _________, envuelta en su olor. En su precioso olor. Eli me enseña un par de juguetes nuevos, que no he visto, y que obviamente no le he regalado yo. Le gustan muchísimo, mientras habla de ellos sus ojos brillan con intensidad. Me uno a su juego. Me los presta por unos minutos y se ríe al verme jugar con ella. He extrañado tanto esta sensación. Esta de sonreír con ella, por un motivo sencillo. 

Dentro de mí la melancolía vuelve a abrirse al saber, que ésta sería la manera en la que pasaríamos el resto de nuestros días. Que cada vez que yo volviera a verlas, las cosas estarían así o cada vez peor. Que ___________ estaría distante, en algún punto de éste u otro departamento, observándome jugar con Elisabeth. Y después de ello, yo terminaría yéndome. Y de esa manera las cosas terminarían… como ya empezaban a terminar ahora.

Escucho unos pasos detrás de mí, es ___________. Elisabeth se distrae, jugando con un par de cosas detrás de ella, y un gran silencio se abre entre los tres. No puedo evitar, aunque lo intento con todas mis fuerzas, voltear hacia ella. Al sentir mis ojos sobre su cuerpo, _________ tiembla. Traga saliva y me sonríe. 

- ¿Cómo estás? – le pregunto, tratando de ser amable. Me siento tan bien de poder controlar todo esto. Estoy calmado, sin la necesidad de pedirle que por favor regreso conmigo… 

- Bien… - ella alza los hombros. – He conseguido mientras tanto.

- Yo puedo ayudarte a conseguir un lugar mejor.

- No… esto… - ___________ miró alrededor. – es temporal. 

Trago saliva. Mi cuerpo se tensa, necesito preguntarle tantas cosas… pero en cambio solo espero a que ella explique todo a lo que se refiere.

- No es el mejor momento para hablar ahora. – ella señala a Elisabeth con la mirada y yo asiento, todavía sin entender. 

- Vas a irte de la ciudad, ¿verdad? – deduzco. Endurezco la mandíbula y no puedo tener el valor de mirarla. No tengo el valor de saber si lo que he deducido es verdad.

- ¡Mira! – me dice Elisabeth, a mi costado. Me muestra una peculiar muñeca de pelo rubio, con un vestido colores. - ¿Te gusta? – me pregunta entusiasma. Hundo el rostro, notando que tiene muchos juguetes que no he visto nunca. – Está de lujo. – respondo, haciéndola sonreír.

- ¿Dónde ha conseguido todo esto? – volteo la mirada hacia __________.


Ella hunde la mirada en el suelo, tensa, preocupada. Finalmente siento que suelta aire, y se alista para poder enfrentarme.

- Max se los ha regalado. 

- Oh… - susurro. Guardándome mi expresión en lo más dentro de mí. __________ se queda quieta en su sitio, esperando obviamente otra actitud en mí. Pero hago caso omiso a su petición, y en cambio trato de concentrarme en jugar con Elisabeth. Aunque mi cabeza está en otra parte, sé que solo Elisabeth podría salvarme a _________ y a mí de una discusión más.

Los minutos han pasado rápido.

Le he prometido a Elisabeth que estaría aquí cada vez que ella lo pidiese, y que ________ me lo haría saber. Está tan grande. Puedo notar que se está empezando a parecer a __________ mucho más. Y está preciosa. Tiene el cabello más largo, y esos vestidos que su madre le pone le quedan perfectamente bien.

Al salir de la habitación, _________ está puesta de pie, observando los edificios en la ventana. Está puesta de espaldas, por lo que no puede verme. Y por lo que me permite observarla, sin ningún remordimiento. Suspira. Yo doy paso hacia atrás. Pero todavía no puede notarme, así que me concentro porque esto valga la pena. Mis ojos bucan un punto al que yo pueda aferrarme, y así lo hago, subiendo lentamente la mirada desde su pies hasta llegar a su cintura. Es mi chica. Todavía lo es. Y aunque sé que encontrará a muchos hombres mejores que yo, tendrá mis manos tatuadas en su piel así como su nombre reposa en la mía. Me centro en su espalda. Puedo imaginármela desnuda. Desnuda para mí. La he tocado tantas veces que podría jurar que he trazado un camino en ella. Y su cuello, suave, delicioso. Me pertenece. Al igual que cada parte de su boca.

- ¿Ya te vas? – ella se voltea, haciendo que tenga que cerrar y abrir los ojos al mismo tiempo. Puedo notar que se ha percatado de que he estado aquí, mirándola, por un largo tiempo.

- Sí… tengo cosas que hacer.

- Vale, puedes venir cuando quieras.

- Elisabeth tiene algo que decirte, algo que hemos quedado ella y yo.

- Seguro me lo hará saber.

Asiento. Volvemos a quedarnos en silencio. ¿Cómo es posible que hace una semana ambos éramos los mejores amigos y ahora no podíamos decirnos nada?

- ¿Te estás viendo mucho con Max? – frunzo el ceño suavemente. Mi tono de voz no delata celos, pero sus ojos sí delatan sorpresa. – No estoy preguntándote esto como una especie de reclamo, solo me sorprenden los regalos para Elisabeth.
Ella se queda callada, buscando una respuesta.

- Él se los dio directamente a ella, no pude decirle que no a Elisabeth una vez que ella había visto todas esas cosas…

- Vale. No te preocupes, así son los niños. – le sonrió. Ella hace lo mismo. Puedo notar por unos segundos que está mirando mis labios, lo que está pensando en ese momento la hace sonrojar muchísimo. – Tengo que irme. – repito, ella asiente rápidamente, con aire desilusionado en su mirada. Me duele saber, que estoy haciendo justo lo que ella no quiere que haga, pero que a la vez sabe que debo hacer.

Me acerco a ella a pasos lentos y cuando estoy lo suficientemente cerca, beso su mejilla derecha rápidamente. Sin ningún sentimiento extra. Aunque todo dentro de mí solo me está ordenando que acabe con todo el maldito hielo que ella y yo estamos creando entre nosotros. Su olor me evade. Huele tan bien, maldición. Pero logro mantener la concentración y me instinto interior hace que me separe de ella justo a tiempo. Estoy libre de ella. Me alejo, despidiéndome con la mano, abriendo y cerrando la puerta de su departamento. Y una vez fuera, me invaden las ganas de pasarme las siguientes horas fumando como lo he venido haciendo durante las últimas noches sin ella.

++

Estacionó la Harley Davidson, pero no se atrevió a bajar de ella. Con las gafas de sol puestas, se concentró en observar por el retrovisor todo lo que estaba sucediendo. De vez en cuando se movía para poder seguir la imagen. En el espejo, un Audi del año estaba estacionado bajo el edificio de Emily Prescot. Hace días que no sabía de ella. No tenía el suficiente valor para poder llamar o tal vez ir a por ella, una de esas noches que tanto había extrañado tenerla en sus brazos. Tenía que aceptarlo, lo había jodido todo de la peor manera posible. Y ahora… observaba fijamente, como el hombre dentro del Audi, besaba a Emily en la boca, devorándosela con ganas.

Sabía de esto.

Sabía que Emily había renunciado a muchísimos pretendientes de autos caros y buen calzado, por estar con él. Con un tipo ordinario con una vieja Harley Davidson, y que encima, se portaba como un cerdo con ella. Lo que estaba observando ahora, era como sus consecuencias se veían reflejadas en aquella imagen. Se lo había buscado.

Golpeó el espejo retrovisor, haciendo que este girara con brusquedad. Ahora no podía ver nada, más que la rabia irradiando en cada parte de su rostro. Giró las llaves de la moto y la hizo rugir fuerte. La poca gente de su alrededor se volteó a mirarlo. Pero aquella gente le interesaba demasiado poco como para preocuparse. Él solo quería que Emily clavara su mirada en él por última vez. Así que la hizo rugir más. Más y más. Hasta notar que ella y el tipo que estaba con ella en el Audi, se voltearon a mirarlo. Emily abrió los ojos, tapándose los labios con ambas manos. Pudo notar la furia de Travis, al sentir a sus fríos ojos azules a través de esas gafas de sol. Y quiso con toda su alma retenerlo, abrazarlo, calmarlo a base de besos… pero era muy tarde.

Lo siguiente que pudo ver, fue como Travis se acercaba a ellos, rugiendo sobre la Harley Davidson. Empedernido, aceleró con fuerza y calculó para que el extremo final de su moto chocara con la puerta en la que estaba el tipo que acompañaba a Emily, aboyando el auto. Y volvió a rugir la moto, acelerando con fuerza a quién sabe dónde. Y desapareciendo, hasta quién sabe cuándo.

++

- ¿Piensas mudarte a Washington? – preguntó Max, al otro lado de la línea.

- No lo sé… es algo que tendré que pensar seriamente. Todavía necesito hablar esto con Justin.

- Sí, claro, es entendible. – afirmó Max. Guardó silencio y minutos después de atrevió a hablarle. – Peterson… la empresa no quiere perderte, haces muy bien tu trabajo y he estado hablando con uno de los jefes de personal, dicen que no habría problema en que te trasladen a Washington. Así seguirías teniendo el mismo puesto.

- Por Dios… ¿es en serio? – preguntó ________, totalmente entusiasmada.

- Completamente. – reafirmó. – Lo único que necesito es que viajes conmigo y, obviamente, con un grupo más del personal del banco, a San Francisco este fin de semana. Sabes muy bien lo difíciles que son los jefes de banco en esa ciudad, necesitan evaluarte… pero no será la gran cosa, solo lo necesario. Lo harás bien.

Y aquello sonaba tan tentador.

- Por supuesto que sí, acepto. – dijo ella sin pensarlo dos veces.

- Será un buen viaje, Peterson. – Max sonrió al otro lado de la línea. Dentro de sus pensamientos, sabía muy bien por qué este viaje sería bastante bueno para ella. Y por qué lo sería para él. Y es que muchas cosas estarían a punto de descubrirse en ese corto fin de semana. Y ella… se lamentaría una y mil veces haber aceptado aquella oferta. – Un muy buen viaje. 



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miércoles, 23 de octubre de 2013

Capítulo 103


"Algunas personas se van sin haber dejado algo a cambio. El problema es que él lo había dejado absolutamente todo". 



La mañana siguiente ella despertó más temprano de lo usual.

Merodeaba por el pasillo de habitaciones, con un short gris de algodón y una blusa de tirantes, en dirección a la cocina. Una vez estando ahí husmeó en el refrigerador, en busca de algo que pudiera gustarle. Y uh, joder, no había nada que le llamara la atención. Tenía un loco antojo a pastel de chocolate con algo salado. Cerró el refrigerador y su espalda reposó sobre éste. Estando ahí unos segundos, con la mente en blanco, sus ojos pudieron divisar al hombre que dormía en los muebles de la sala.

Justin respiraba despacio. Su pecho desnudo, junto con la mitad de su brazo, subía y bajaba con tranquilidad. Su rostro era blando, su cabello perfecto y sus labios húmedos y semi-abiertos. Tenía puesto un pantalón de chándal de color negro que _________ no supo cómo apareció en sus piernas. Ella ladeó la cabeza, todavía mirándolo. ¿Era posible que ese hombre estuviera enamorado de ella? A veces lo podía creer y otras veces no. Tenía tantos defectos y a la vez tantas virtudes. Era perfecto e imperfecto en el mismo nivel, y aquello era lo que le hacía todavía más atractivo. Además del cambio que había logrado tener como persona, aunque de todas formas todavía conservaba un poco de ese Justin problemático y un tanto grosero. Ése Justin un tanto… ¿inmaduro? Y… de nuevo venía a __________ la misma duda que había embargada ayer en ella. ¿Estaba preparado para verla embarazada? Sí… él se lo había dicho muchas veces, pero aquel compromiso conllevaba más que solo palabras. Se trataba de un embarazo. Una persona más viviendo con ellos. Mucha más responsabilidad. ¿Él estaba preparado para todo eso?
____________ tragó saliva. Fue acercándose a él a pasos lentos, todavía reflexionando en su cabeza. ¿Podía culparlo? Él jamás había recibido cariño de parte de sus padres, probablemente ella había sido la primera en amarlo de verdad. Y de todas formas, con Elisabeth estaba haciendo un gran trabajo. Era un gran tipo con ella y ambos habían congeniado tan bien. Por Dios, ¿de qué se quejaba? Tal vez solo reinaba en ella la misma duda de siempre… ¿sería Justin capaz de amar a alguien más? ¿por qué lo creía imposible? Le había visto lograr tantas cosas y ahora… ¿dudaba de él de esa forma?

Justin se movió de un lado para otro en el sofá, helando la piel de ___________, que se encontraba de rodillas, muy cerca de él. Ahora mismo su mente ya no argumentaba nada en especial, solo se había dedicado a mirarlo. Justin era tan fuerte y tan débil a la vez. Anoche lo había demostrado de una forma que en parte, le había hecho temblar. Ella era su todo, como él era su complemento.

Sin decir una palabra más en su cabeza, se inclinó para besar a Justin en los labios. Éste tardó varios segundos en despertar y notar que ____________ lo besaba, y al hacerlo, apretó la nuca de ella con la mano derecha. Apretándola a él. Teniéndola para él como tanto le gustaba. Abrió un poco la boca, acomodándose entre la de ________. Y ésta soltó una risita tonta al notar que Justin ya había despertado. Y él también sonrió, pero sin perder el tiempo, su boca se abrió todavía más, logrando atrapar entre sus dientes el labio inferior de ___________. Mordiéndoselo.

- Mnh… - gimió ella, despacio. Se retorció en su sitio al sentir el típico cosquilleo que Justin provocaba en ella cuando la tocaba. – Basta… - logró gemir _______. – al separarse de él pudo notar que los ojos de Justin estaban abiertos, mirándola. Tragó saliva al reconocer el matiz de ellos. Lo conocía tan bien que podía deducir que estaba un tanto excitado.

- Buenos días. – canturreó él. Mirándole la boca. Sin descaro. Fijamente. Ardiendo muchísimo y pensando bastantes cosas fuera de lugar.

- Me has hecho sangrar. – mintió ________, cogiéndose el labio inferior con los dedos.

- ¿En serio? – preguntó un Justin alarmado. – Déjame ver. – le pidió, colocando su mano sobre la de __________ y quitándola de entre sus labios. Al dejarlo en bandeja, no dudó un segundo en volver a acercársele. Ella tembló en su sitio al sentir su mirada tan intensa sobre su boca… por Dios, ¿por qué estaba tan excitado? Y lo peor es que estaba contagiándole el mismo estado. Cuando Justin volvió a besarla en la boca, ella sintió detenidamente como sus braguitas se mojaban de poco en poco. La sensación la hizo moverse en su sitio y sin saber cómo, en un par de segundos se encontró enredada entre el cuerpo de Justin. Piernas y brazos. Boca. Lengua. Gemidos. Dios… todo era tan intenso. – N… o… no estás sangrando. – Justin tragó saliva, haciendo uno de los mayores esfuerzos de su vida a separarse de ella para poder hablarle. Los centímetros le torturaban. – Pero yo puedo hacerte sangrar, si eso quieres.

- Basta, no… - ___________ negó con la cabeza. Tenía el rostro ardiendo. Ardiendo en todo tipo de sensaciones y una de ellas, la más mordaz, era que quería desnudar a Justin en ese jodido momento. Su cuerpo ardía en llamas y podía deducir que se trataba por tener cada parte del cuerpo de Justin bajo el suyo, en pleno contacto.

- ¿Me has perdonado? – le susurró él, acariciando la piel de __________ por debajo de los shorts.

- No, solo quise venir a verte y me has besado.

- ¿Yo te besé? Eres tú quién apareció aquí.

- ¿Entonces no querías un beso?

- Quiero mucho más que eso.

Un silencio. ¡Maldita tortura! Su vientre ardía en deseo. Toda ella ardía en deseo puro y denso.

- No sabes lo mal que me pone no dormir contigo. – él volvió a tragar saliva. En su mirada, ella pudo notar el reflejo de lo afectado que de verdad eso le tenía. Y verlo afligido por no dormir con ella era… era malditamente tentador. - ¿tú no me extrañas?

- No mientras sigamos discutiendo.

- Estaba ebrio. – Justin escondió la mirada en el cuello de ________. – No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero puedo recordar muy bien que no sucedió nada entre esa mujer y…

- Leí la nota Justin, no tienes que expli…

- Sí. Tengo que explicarte porque eres mi chica. Mereces una explicación de toda la maldita tontería que hice la otra noche.

- ¿Y piensas que es tan sencillo creerte?

- Estamos juntos ¿verdad? Necesitas confiar en mí.

Ella se quedó callada por unos segundos, bajando la mirada de la misma manera que Justin lo había hecho hace unos segundos. Al hacerlo pudo tener contacto con los labios carnosos de él. Esta tendría que ser una de las cosas más duras que le había tocado hacer jamás, hacerse la difícil con él cuando en verdad lo que quería era enredarse entre las sábanas con él.

- Yo confié en ti. – habló él. Claro y lo suficientemente fuerte como para que la piel de ___________ se helara. De inmediato ella levantó la mirada, con los ojos muy abiertos, él supo que aquel no había sido el mejor comentario que había podido hacer.

- No empieces, por favor.

- Solo quiero que esto funcione de verdad. – sugirió Justin, esta vez mucho más seguro de lo que decía. – Yo puedo creer en ti, ¿pero tú no en mí?
__________ guardó silencio.

- Pasó hace tanto tiempo, Justin.

- Solo respóndeme, necesito escuchar que confías en mí.

- Yo…

- Dímelo, por favor.

- Confío en ti. – ambos subieron la mirada. Ella se mordió el labio inferior, observando cómo Justin asentía con la cabeza, con una sensación de satisfacción en la mirada.

- Eso es, nena. – una sonrisa preciosa adornó los labios de Justin. Y ella no tardó en derretirse ante tal acto. No sabía qué tipo de poder utilizaba con ella, pero la tenía cautivaba en tan solo un par de palabras.

Los centímetros entre ambos desaparecieron mucho más rápido que antes. Y fue él quién apretó la nuca de _________ una vez más, besándole la boca con desesperación. Devorándola con dureza. Dejando entrar su lengua lentamente para luego invadir a ____________ completamente. Tanto, hasta hacerla gemir sobre él.

- Justin… - gimió ella, colocando sus manos sobre el pecho de su novio y separándolo un poco. Dio respiro al tenerlo lejos.


- Lo siento. – se disculpó él, al tanto de lo que acababa de hacer con ___________. Prácticamente la había dejado sin oxígeno. – Es lo que pasa cuando duermo sin ti. – admitió una vez más. A ___________ no tardaron en subírsele los colores, pero de una manera menos inocente que antes. Estaba ruborizada y no exactamente por estar avergonzada. Quería escuchar más… mucho más.

- ¿En serio? – ella alzó una ceja, mordiéndose ligeramente el labio inferior. Sabiendo exactamente lo que estaba a punto de causar, se inclinó y su nariz hizo contacto con la barbilla de Justin. Su respiración causó muchísimo más que solo un pequeño cosquilleo en toda la piel de él. Que se retorcía en su sitio, apretando fuerte el culo de ___________ con las manos. Y aquello se debía, a que también había una erección grande y dura entre sus pantalones, que deseaba hacerle sentir.

- Haremos que esto funcione, gatita. – le susurró él, después de juntar todas las fuerzas necesarias para poder vocalizar. __________ asintió, concentrada en su ardua faena. Pasó a estirar los labios y besar el cuello de Justin, y éste gimió grave y duro, en respuesta. – Dios… ___________.

- No eres el único al que le afecta dormir solo. – susurró ella contra su oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja.

- No tienes idea de lo que dices, preciosa.

- ¿Por qué no?

- Anoche me he portado mal.

- ¿Otra vez?

Él puso los ojos en blanco.

- Creo que sabes a que me refiero.

Ella guardó silencio, tratando de indagar en las palabras de Justin. Tratando de entender a qué se refería. Y no tardó mucho en darse cuenta de en qué sentido iban sus palabras. Oh… ahora entendía porque había amanecido tan excitado…

- Entré a nuestra habitación para sacar esto. – Justin bajó la mirada, señalando con ella los pantalones de franela. – Y te vi… durmiendo… y te ves tan malditamente bien mientras lo haces. – él tragó saliva. ___________ sintió como cada centímetro del cuerpo de Justin se endurecía todavía más. – Tuve que hacer algunas cosas inapropiadas… - ladeó la cabeza, pasando su lengua de arriba hacia abajo, por entre sus propios labios. – Y contenerme para no hacértelo en plena madrugada, supuse que solo te cabrearías más conmigo.

Y cuanto se equivocaba.

- Pero ahora no estoy cabreada.

Él sonrió. Con esa sonrisa tan provocativa y malditamente sensual que emanaba sexo por doquier. Era tan guapo.

- Siempre es bueno escuchar lo que quieres, _________.

- Sabes que no soy buena en esto.

- Eres fantástica. Solo dímelo, vamos, cuéntame qué es lo que quieres.

_____________ se mordió un labio. Dentro de ella deseaba tantas cosas. Dentro de ella, solo quería hacerle el amor y acabar con todo ese juego torturador. Estaba mojada, ardiendo por ese hombre que lo único que deseaba antes de hacérselo, era que ella le recitara lo que quería recibir.

- Quiero hacer el amor. – susurró __________. Perdió el miedo en aquellas primeras palabras, solo porque de verdad estaba deseando tanto a Justin en ése momento. – Contigo. Ahora mismo, Justin…

- ¿Lo necesitas?

- Sí… muchísimo.

- ¿Por qué?

- Porque… porque te necesito dentro de mí, ahora… ahora mismo.

Él levantó una ceja, sonriéndole.

- Dime el ritmo.

_____________ tragó saliva.

- Escógelo tú.

- Buena elección, nena.

Pasó a besarla tan desenfrenadamente como pudo, enredando sus manos entre sus shorts y su piel. Llegando a tocar la ropa interior de __________ con los dedos, y estirándosela con uno de ellos. Ella se revolvió en su sitio, ayudándole a que pudiera desnudarla… cuando de pronto, un sonido bastante conocido se hoyó desde la habitación de los dos. ___________ se detuvo, dejando a Justin con los labios abiertos y listo para besarla de nuevo. Era el sonido de su celular.

- ¿Vas a contestar? – Justin frunció el ceño.

- Puede ser de la oficina. - _________ hizo una mueca, disculpándose con él, que cambió de actitud al ver a su chica colocarse de pie y correr hasta la habitación en donde se encontraba su móvil. ¿Podía ser cierto? ¿Lo estaba dejando por una llamada telefónica? ¿Es que acaso había perdido dotes?
Escuchó a ___________ contestar la llamada, imitándola a base de muecas, mientras se ponía de pie y caminaba hacia la cocina.

- Hola Max. – saludó __________, con el móvil en la mano derecha. Se trasladó desde la habitación hasta la cocina, donde Justin ya tomaba de la caja de jugo de naranja.

- Dile que estabas a punto de tener sexo conmigo.
____________ abrió los ojos, mortificada.

- ¿Hoy día? – ella trató de mantener el hilo de la conversación. – claro que sí, no tengo problema en estar ahí en unas horas.

- ¿Qué? – preguntó Justin, dejando la caja de jugo de naranja sobre la encimera de la cocina.

- Vale, suena muy bien… - _________ puso los ojos en blanco ante la actitud de Justin, prestándole atención a lo que Max le decía en la otra línea.

- ¿Qué demonios suena muy bien? – preguntó Justin.

- Bien. Nos vemos en unas horas. - ___________ apretó el botón rojo, terminando la llamada. – Eres un niño. – le reprochó ella, negando con la cabeza.

- ¿Por qué siempre yo? Estábamos muy bien hasta que ese imbécil llamó. Y por cierto, todavía tienes que contarme qué demonios estaba haciendo aquí la otra noche en la que…

- ¿En la que tú viniste ebrio?

Justin se quedó callado, mirándola sin oportunidad de argumentar algo en su defensa.

- ¿Qué quería contigo esta vez? ¿Quiere verte, verdad? Es gracioso ver como ese gilipollas todavía no te supera.

- ¡Es mi jefe!

- Vale, vale… como tú digas… no quiero discutir por esto… - él negó con la cabeza. En su mirada podía notarse perfectamente lo afligido que estaba. – Estábamos a punto de reconciliarnos.

Ella asintió a lo que Justin le decía, y no pudo evitar soltar una sonrisa sincera al escucharlo estar tan preocupado por las discusiones que últimamente tenían. Se le acercó dando saltos y enredó el cuello de Justin entre sus manos.

- No voy a perdonarte que me hayas dejado totalmente empalmado en el sofá.

- El plan era ése. – sonrió ella, besándolo en los labios. – Tengo que ir a tomar una ducha, encárgate de Eli ¿sí?

Él asintió, observando en silencio como ella volvía a besarle la boca y desaparecía, en un vaivén delicioso de caderas, en dirección a la habitación. Su mirada se quedó en la misma dirección por un determinado tiempo. __________ era tan… tan hecha a su medida. Parte de ellos solo le hacía sentir que debía mejorar para hacer funcionar aquella relación que los mantenía unidos desde hace tanto tiempo. Sin embargo, algo dentro de él quemaba en culpa. ¿___________ debía saber acaso sobre Tentation? Sentía que ocultárselo solo aglomeraba un problema más grande. Un problema… que estaría a punto de estallar.







Según la secretaria personal de Max, éste todavía no aparecía en la oficina. Lo cual a _________ se le hacía extraño, pues él mismo había quedado con ella en una hora determinada.

Estaba entusiasmada, la llamada de Max de hace unas horas, se había basado en comentarle sobre una nueva oferta de trabajo que él amablemente había conseguido para ella. De verdad había cambiado su actitud, y empezaba a parecerse a aquel Max que __________ conocía, antes de ser novia de Justin. Cruzó las piernas, sentada sobre la butaca de su escritorio. Aprovechó para sacar el móvil y marcar el número de su mejor amiga.

Emily contestó la llamada.

- Hola nena. – le saludó ella, con la voz debilitada y casi en susurros.

- ¿Qué sucede contigo?

- Estoy enferma. – mintió Emily en la otra línea. Estaba acostada sobre su cama desde la última vez que había visto a Travis. Y no pretendía cambiar su estado de ánimo, no había nada que la motivara.

- Oh… ¿desde cuándo?

- Ayer, eso creo.

- Te visitaré, eso te animará. – se burló _________.

- No, joder, no lo hagas, parezco un maldito zombie.

- ¿Tan mal estás?

- Sí… pero no hablemos de eso, ¿Cómo estás tú? ¿Elisabeth? ¿Justin?

- Bien… Eli está bien. - __________ guardó silencio por unos segundos.

- ¿Y Justin?

- También. Pero… Emily, tengo tanto que contarte.

- ¿Qué ha pasado con él?

- Con él nada, pero hay una mujer… es que… no lo sé, las cosas entre nosotros se han complicado mucho últimamente.

- ¿Una mujer? ¿Es la misma zorra con la que Justin estuvo hace un tiempo…

En ese momento, la puerta de la oficina de ________ se abrió de improvisto. Ella dio un salto en sitio.

- Tengo que colgarte, hablamos después – se disculpó ____________ contra el teléfono, mientras se acomodaba en la butaca. Puso el móvil sobre su escritorio y subió la mirada, con una sonrisa a medias, que iba dedicada a Max.

- Hola. – saludó él amablemente. Se acercó a __________ y le besó la mejilla derecha. Un olor denso y cautivador se desprendió de él. – Gracias por venir, esto es importante.

- No te preocupes. - _________ levantó los hombros despacio.

Max asintió, tomando asiento en una de las butacas que se encontraban frente al escritorio de _________. Él se acomodó, con los ojos clavados en el suelo y con una mirada bastante incómoda. ¿En qué estaba pensando? De pronto subió la mirada hacia ella, que esperaba con atención lo que él estaba a punto de decirle.

- Sé que debes estar pasando por un momento muy duro…

- ¿Qué? - ___________ hundió el rostro. Con el ceño fruncido, trató de entender a lo que él se refería.

- Me he enterado lo que ha pasado con tu madre.

Los ojos de ___________ se abrieron todavía más, su piel terminó de helarse y no supo a qué punto mirar para no sentirse obstaculizada por la nostalgia. De pronto tenía un nudo grueso en la garganta que no le permitía seguir hablando.

- ¿Cómo te has enterado? – susurró ella, ahora con los ojos envueltos en lágrimas.

- Lo siento mucho… por Dios, no quería que lloraras.

- Estoy bien, Max. Ella y yo no éramos muy cercanas que digamos. Siempre tuvimos nuestras diferencias.

- Te entiendo… - él asintió, mirándola afligido. – Solo quería que supieras que tienes mi apoyo para lo que necesites. Ya sabes, estas cosas últimamente pasan todos los días. – negó con la cabeza, demostrando indignación en cada parte de su rostro. – Creo que sabes muy bien que estoy en contra de todos esos criminales.

- Perdona… ¿qué? - _________ frunció el ceño una vez más. Esta vez sin entender nada.

- La forma en la que murió tu madre, __________. El crimen en Estados Unidos está cada vez peor.

Ella se quedó callada esta vez, buscando una forma inteligente de responderle. ¿Cómo le explicaba que ella había sido ajena en saber cómo había muerto su madre? Solo había llegado a saber, gracias a la madre de Emily, que Jennifer había fallecido. Pero no sabía más. Desconocía la historia completa. Desconocía los detalles. Y si ella no los sabía, ¿Cómo es que Max estaba al tanto?

- Siento ser tan crudo con todo esto.

- ¿Cómo sabes sobre lo de mi madre, Max? – preguntó ella, sin poder guardarse un segundo más todas las dudas que tenía dentro.

- Está en las páginas de cada diario. – respondió él, hundiendo el rostro. – Mira… ¿por qué no mejor lo olvidamos y…

- ¿Qué diarios? – intervino ella. Muchísimas dudas se habrían en su mente en ese momento. ¿Dónde demonios había estado metida todo esos días como para no haber leído sobre la muerte de su madre? – Por favor, ¿De qué diarios estás hablando?

- Está en todas partes ¿vale? Pensé que lo sabías, se trata de tu propia familia.

- No tuve el valor de saber cómo es que mi madre había muerto. - ___________ bajó la mirada. – Fue un error mío y por favor… no te metas en esto.

Él levantó ambas manos, en defensa.

- Está bien, Peterson… lamento si te hice volver a algo que no querías. Es solo que… va en contra mío también. Los criminales que asesinaron a tu madre además eran ladrones de banco. Joder… mencionarlo me enferma. – dijo Max, con una expresión de repugnancia en el rostro.

Pero al observar a __________, su rostro cambió completamente. Supo entonces que había dicho las palabras equivocadas en el momento equivocado. Se sintió culpable interiormente por ver a __________ de esa manera. Ahora parecía asustada, perdida, como si el color hubiera desaparecido de su rostro. Ni siquiera tenía fuerzas para hablar. Y si pudiera hacerlo tal vez estaría asustada de formular la pregunta que tanto temía hacer. No podía cierto… no podía ser cierto nada de lo que le estaba contando. De todas formas estaba sacando conclusiones muy apresuradas ante algo que la había marcada de por vida.

- Tú sabes lo que sucedió en el pasado ___________. Lo que pasó con el mejor amigo de Justin y las cosas que hice. Y quiero que sepas que no me arrepiento en lo absoluto de haber tratado de atraparlos. Está en mí ir contra los criminales. Simplemente no podía permitir que tú estuvieras con uno. – se detuvo, tragando saliva. – Lo que ha pasado con tu madre es terrible.

- Necesito saber… - __________ cerró los ojos con fuerza, volviéndolos a abrir en el acto. – Necesito saber quiénes… quiénes la han asesinado.
Él negó con la cabeza, acercándose a ____________ a través del escritorio. Quedó tan cerca a su rostro, pero el estado en el que ella se encontraba ni siquiera permitió notarlo.

- Por favor ya no pienses en eso. – le rogó, observándola asustada y con la mirada perdida.

- Dímelo. Por favor… por favor solo dímelo. – suplicó ___________, mirándolo a los ojos. Haciéndolo sentir una parte de su desesperación.

- Yo… yo no sé de estas cosas Peterson, solo he leído en algunos periódicos que se trata de una banda o mafia de criminales. Han existido antes y ahora mismo han vuelto, es todo. – teniéndola cerca, acarició lentamente la mejilla izquierda de __________. – no creo que aquello vaya mortificarte demasiado, por favor… - suplicó él también. Verla de esa manera le jodía mucho. – su nombre es Tentation.







Justin apretó a Elisabeth contra él, que observaba las caricaturas muy concentrada. Y mientras lo hacía, Justin no pudo evitar notar cuanto estaba creciendo. Elisabeth estaba preciosa. Su cabello había crecido, su cuerpo se había estirado, y cada día se parecía mucho más a ella. Mucho más a __________. En momento como esos, donde tenía a Eli con él, pasando ese rato padre a hija que muchas veces había pasado con ella, se preguntaba qué hubiera pasado con él si jamás hubiera descubierto de su existencia. Si jamás hubiera tenido esa discusión tan fuerte con __________ y si jamás hubiera llegado a entender que también tenía corazón para amar a una persona más. Ahora en cambio vivía pendiente de esa niña preciosa de 3 años que le hacía recordar tanto a _____________.

Él sonrió y volteó el rostro tratando de concentrarse en las caricaturas, y cuando realmente empezaba a hacerlo, escuchó el sonido de las llaves introducirse en las cerraduras.

- ¿Mami? – Eli levantó la mirada hacia Justin.

- Ajá. – respondió él, inclinándose para besarla la frente. Se puso de pie, dejándola sobre la cama y pasó a salir hacia el exterior de la habitación.

Lo que sus ojos pudieron ver fue a una ____________ envuelta en lágrimas, que limpiaba cada una de ellas con brusquedad. Tenía el maquillaje corrido y su mandíbula temblaba. Todo ella era un manojo de nervios. Hace tanto tiempo que no la veía llorar con tanta fuerza, como aseguraba lo había hecho hace unos minutos.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó él, completamente alarmado. De inmediato fue a observar el cuerpo de ____________, de pies a cabeza, tratando de indagar en sus ideas lo que había pasado con ella.

__________ guardó silencio, sollozando despacio, pasó a limpiarse las lágrimas una vez más.

- Maldición… ¿Qué mierda ha pasado? – volvió a cuestionarle él. Esta vez imaginándose lo peor. Con tan solo recordar que ella había estado con Max hace unos minutos.

- Tenemos que irnos que de aquí. – susurró ella, mirándole fijamente. En sus ojos solo podía verse la desesperación acumulada. Su propio estado acabaría con ella. – Tenemos que irnos cuanto antes… - balbuceó, acercándose a él a pasos lentos.

- ¿Qué ha pasado?

- ¡Esa maldita mafia, Justin! ¡Eso está pasando! – gritó fuerte. – Han asesinado a mi madre… - se puso ambas manos sobre el rostro, sollozando en silencio.

Justin tragó saliva. Sintió que su corazón se partía en pedazos pequeños al verla de esa manera. Toda su piel se había enfriado por observar aquella escena que le desgarraba. _____________ lo sabía todo… ____________ lo sabía todo y eso solo podía significar una cosa…

- Vamos a estar bien. – le aseguró Justin, acercándose a ella y abriendo sus brazos para poder encerrarla en ellos. Pero __________ se separó, antes de poder hacer contacto con él.

- ¿Vamos a estar bien? - ________ ladeó la cabeza. - ¿De verdad crees que vamos a estar bien estando aquí? – preguntó aumentando su ironía.

- Jamás dejaría que algo les pasara.

- Eso lo dices ahora, pero ellos están aquí… y sé… sé por alguna razón que algo saldrá mal. – le reclamó. Justin tragó saliva, sintiendo a flor de piel cada palabra hiriente de que ________ había pronunciado.

- ¿Piensas que no podría protegerte mejor que Travis?

- ¡Maldición, Justin! - _____________ levantó ambos brazos. - ¡Basta de esto! – gritó frustrada. - ¡No tiene nada que ver Travis, es por nosotros! – ella frunció el ceño y tragó saliva antes de poder decir algo apresurado. Se dio media vuelta, bajando la mirada para observar su vientre. No ____________, no era el mejor momento para decírselo ahora… no podía permitir que la historia se repitiese. – Necesitamos irnos de aquí cuanto antes. – cerró los ojos, dejando que las lágrimas se apoderasen de ella una vez más. Abajo, acariciaba suavemente su vientre con la palma de su mano derecha. Y sentía… sentía muy bien que no podía concebir que Tentation otra vez arruinase su vida de tal forma.

Él no quiso decirle más. Conociéndola como la conocía, sabía que su terquedad podría con todo. Así que pasó a acercarse a ella por detrás, abrazándola por la cintura. Sus fuertes brazos la acogieron suavemente, hundiendo su rostro en el hombro derecho de __________. Movió un poco la cabeza, para poder estirar sus labios y besar la mejilla de ella, y susurrarle un par de cosas…

- Vamos a estar bien, por favor… créeme.

- Créeme tú a mí… - suplicó ____________ con un hilo de voz. – Si han asesinado a mi madre es porque seguramente también me quieren a mí…

- ¿Y de verdad crees que yo dejaría que eso pasara? – Justin frunció el ceño. – No les tengo miedo. - ___________ se limpió las lágrimas una vez más y sin darle un respuesta concreta, dio uno pasos hacia adelante, separándosele.

- Tengo que sacar a Elisabeth de aquí. Ya lo he decidido.

- Joder… por favor, solo escúchame esta vez…

- No puedo, no voy a hacerlo…

- ¡Solo escúchame! – gritó él, con una fuerza brutal, que hizo que ___________ cerrara los ojos. A veces era necesario usar ese tono de voz con ella, que parecía no aceptar ninguna solución. – He visitado a mi madre en prisión. – él endureció la mandíbula, buscando un punto al cual que mirar, para no avergonzarse del todo. – Lo que me ella me dijo fue que el día en el que el edificio Tentation fue tomado, un grupo de ellos estaba en otro lugar y que…

- ¿Tú sabías de esto?

_____________ abrió los ojos. Y no cabía en sí de sorprendida…

- Yo… yo no quise decírtelo porque…

- Mierda… - susurró ella, cerrando los ojos. - ¿Me has estado mintiendo todo este tiempo?

- No fue así. Estás confundiendo las cosas, mi amor…

- No me llames así. – la respiración de ella empezó a agitarse gravemente. Estaba tan cabreada, asustada y desesperada al mismo tiempo. – No vuelvas a llamarme así nunca más.

- Por favor… solo estás confundiendo las cosas ____________. – trató de explicarle él. Sus ojos también se nublaron de un llanto denso que estaría por venir. – Sabía que si te decía esto terminaríamos de esta manera y no quiero discutir más...

- No vamos a discutir más. – ella lo miró a los ojos. Drástica. Fría. Como nunca había sido con él. – Porque esto se acabó.

Y porque sabía que aquella era la mejor decisión para él, para Elisabeth, para ella… y para quién estaría por venir. Y porque aunque le dolía muchísimo aceptarlo, sabía que todo lo que comenzaba, en algún momento y por alguna razón, siempre llegaba a su fin. 




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IMPORTANTE: Necesito que lean este -> Twitlonger, en relación con el libro TENTATION y con el final de la novela :) Cada vez menos para decir adiós... 
Si leíste, dale click al botón "Twittear" ¡Muchas gracias! <3 


Capítulo 103


"Algunas personas se van sin haber dejado algo a cambio. El problema es que él lo había dejado absolutamente todo". 



La mañana siguiente ella despertó más temprano de lo usual.

Merodeaba por el pasillo de habitaciones, con un short gris de algodón y una blusa de tirantes, en dirección a la cocina. Una vez estando ahí husmeó en el refrigerador, en busca de algo que pudiera gustarle. Y uh, joder, no había nada que le llamara la atención. Tenía un loco antojo a pastel de chocolate con algo salado. Cerró el refrigerador y su espalda reposó sobre éste. Estando ahí unos segundos, con la mente en blanco, sus ojos pudieron divisar al hombre que dormía en los muebles de la sala.

Justin respiraba despacio. Su pecho desnudo, junto con la mitad de su brazo, subía y bajaba con tranquilidad. Su rostro era blando, su cabello perfecto y sus labios húmedos y semi-abiertos. Tenía puesto un pantalón de chándal de color negro que _________ no supo cómo apareció en sus piernas. Ella ladeó la cabeza, todavía mirándolo. ¿Era posible que ese hombre estuviera enamorado de ella? A veces lo podía creer y otras veces no. Tenía tantos defectos y a la vez tantas virtudes. Era perfecto e imperfecto en el mismo nivel, y aquello era lo que le hacía todavía más atractivo. Además del cambio que había logrado tener como persona, aunque de todas formas todavía conservaba un poco de ese Justin problemático y un tanto grosero. Ése Justin un tanto… ¿inmaduro? Y… de nuevo venía a __________ la misma duda que había embargada ayer en ella. ¿Estaba preparado para verla embarazada? Sí… él se lo había dicho muchas veces, pero aquel compromiso conllevaba más que solo palabras. Se trataba de un embarazo. Una persona más viviendo con ellos. Mucha más responsabilidad. ¿Él estaba preparado para todo eso?
____________ tragó saliva. Fue acercándose a él a pasos lentos, todavía reflexionando en su cabeza. ¿Podía culparlo? Él jamás había recibido cariño de parte de sus padres, probablemente ella había sido la primera en amarlo de verdad. Y de todas formas, con Elisabeth estaba haciendo un gran trabajo. Era un gran tipo con ella y ambos habían congeniado tan bien. Por Dios, ¿de qué se quejaba? Tal vez solo reinaba en ella la misma duda de siempre… ¿sería Justin capaz de amar a alguien más? ¿por qué lo creía imposible? Le había visto lograr tantas cosas y ahora… ¿dudaba de él de esa forma?

Justin se movió de un lado para otro en el sofá, helando la piel de ___________, que se encontraba de rodillas, muy cerca de él. Ahora mismo su mente ya no argumentaba nada en especial, solo se había dedicado a mirarlo. Justin era tan fuerte y tan débil a la vez. Anoche lo había demostrado de una forma que en parte, le había hecho temblar. Ella era su todo, como él era su complemento.

Sin decir una palabra más en su cabeza, se inclinó para besar a Justin en los labios. Éste tardó varios segundos en despertar y notar que ____________ lo besaba, y al hacerlo, apretó la nuca de ella con la mano derecha. Apretándola a él. Teniéndola para él como tanto le gustaba. Abrió un poco la boca, acomodándose entre la de ________. Y ésta soltó una risita tonta al notar que Justin ya había despertado. Y él también sonrió, pero sin perder el tiempo, su boca se abrió todavía más, logrando atrapar entre sus dientes el labio inferior de ___________. Mordiéndoselo.

- Mnh… - gimió ella, despacio. Se retorció en su sitio al sentir el típico cosquilleo que Justin provocaba en ella cuando la tocaba. – Basta… - logró gemir _______. – al separarse de él pudo notar que los ojos de Justin estaban abiertos, mirándola. Tragó saliva al reconocer el matiz de ellos. Lo conocía tan bien que podía deducir que estaba un tanto excitado.

- Buenos días. – canturreó él. Mirándole la boca. Sin descaro. Fijamente. Ardiendo muchísimo y pensando bastantes cosas fuera de lugar.

- Me has hecho sangrar. – mintió ________, cogiéndose el labio inferior con los dedos.

- ¿En serio? – preguntó un Justin alarmado. – Déjame ver. – le pidió, colocando su mano sobre la de __________ y quitándola de entre sus labios. Al dejarlo en bandeja, no dudó un segundo en volver a acercársele. Ella tembló en su sitio al sentir su mirada tan intensa sobre su boca… por Dios, ¿por qué estaba tan excitado? Y lo peor es que estaba contagiándole el mismo estado. Cuando Justin volvió a besarla en la boca, ella sintió detenidamente como sus braguitas se mojaban de poco en poco. La sensación la hizo moverse en su sitio y sin saber cómo, en un par de segundos se encontró enredada entre el cuerpo de Justin. Piernas y brazos. Boca. Lengua. Gemidos. Dios… todo era tan intenso. – N… o… no estás sangrando. – Justin tragó saliva, haciendo uno de los mayores esfuerzos de su vida a separarse de ella para poder hablarle. Los centímetros le torturaban. – Pero yo puedo hacerte sangrar, si eso quieres.

- Basta, no… - ___________ negó con la cabeza. Tenía el rostro ardiendo. Ardiendo en todo tipo de sensaciones y una de ellas, la más mordaz, era que quería desnudar a Justin en ese jodido momento. Su cuerpo ardía en llamas y podía deducir que se trataba por tener cada parte del cuerpo de Justin bajo el suyo, en pleno contacto.

- ¿Me has perdonado? – le susurró él, acariciando la piel de __________ por debajo de los shorts.

- No, solo quise venir a verte y me has besado.

- ¿Yo te besé? Eres tú quién apareció aquí.

- ¿Entonces no querías un beso?

- Quiero mucho más que eso.

Un silencio. ¡Maldita tortura! Su vientre ardía en deseo. Toda ella ardía en deseo puro y denso.

- No sabes lo mal que me pone no dormir contigo. – él volvió a tragar saliva. En su mirada, ella pudo notar el reflejo de lo afectado que de verdad eso le tenía. Y verlo afligido por no dormir con ella era… era malditamente tentador. - ¿tú no me extrañas?

- No mientras sigamos discutiendo.

- Estaba ebrio. – Justin escondió la mirada en el cuello de ________. – No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero puedo recordar muy bien que no sucedió nada entre esa mujer y…

- Leí la nota Justin, no tienes que expli…

- Sí. Tengo que explicarte porque eres mi chica. Mereces una explicación de toda la maldita tontería que hice la otra noche.

- ¿Y piensas que es tan sencillo creerte?

- Estamos juntos ¿verdad? Necesitas confiar en mí.

Ella se quedó callada por unos segundos, bajando la mirada de la misma manera que Justin lo había hecho hace unos segundos. Al hacerlo pudo tener contacto con los labios carnosos de él. Esta tendría que ser una de las cosas más duras que le había tocado hacer jamás, hacerse la difícil con él cuando en verdad lo que quería era enredarse entre las sábanas con él.

- Yo confié en ti. – habló él. Claro y lo suficientemente fuerte como para que la piel de ___________ se helara. De inmediato ella levantó la mirada, con los ojos muy abiertos, él supo que aquel no había sido el mejor comentario que había podido hacer.

- No empieces, por favor.

- Solo quiero que esto funcione de verdad. – sugirió Justin, esta vez mucho más seguro de lo que decía. – Yo puedo creer en ti, ¿pero tú no en mí?
__________ guardó silencio.

- Pasó hace tanto tiempo, Justin.

- Solo respóndeme, necesito escuchar que confías en mí.

- Yo…

- Dímelo, por favor.

- Confío en ti. – ambos subieron la mirada. Ella se mordió el labio inferior, observando cómo Justin asentía con la cabeza, con una sensación de satisfacción en la mirada.

- Eso es, nena. – una sonrisa preciosa adornó los labios de Justin. Y ella no tardó en derretirse ante tal acto. No sabía qué tipo de poder utilizaba con ella, pero la tenía cautivaba en tan solo un par de palabras.

Los centímetros entre ambos desaparecieron mucho más rápido que antes. Y fue él quién apretó la nuca de _________ una vez más, besándole la boca con desesperación. Devorándola con dureza. Dejando entrar su lengua lentamente para luego invadir a ____________ completamente. Tanto, hasta hacerla gemir sobre él.

- Justin… - gimió ella, colocando sus manos sobre el pecho de su novio y separándolo un poco. Dio respiro al tenerlo lejos.


- Lo siento. – se disculpó él, al tanto de lo que acababa de hacer con ___________. Prácticamente la había dejado sin oxígeno. – Es lo que pasa cuando duermo sin ti. – admitió una vez más. A ___________ no tardaron en subírsele los colores, pero de una manera menos inocente que antes. Estaba ruborizada y no exactamente por estar avergonzada. Quería escuchar más… mucho más.

- ¿En serio? – ella alzó una ceja, mordiéndose ligeramente el labio inferior. Sabiendo exactamente lo que estaba a punto de causar, se inclinó y su nariz hizo contacto con la barbilla de Justin. Su respiración causó muchísimo más que solo un pequeño cosquilleo en toda la piel de él. Que se retorcía en su sitio, apretando fuerte el culo de ___________ con las manos. Y aquello se debía, a que también había una erección grande y dura entre sus pantalones, que deseaba hacerle sentir.

- Haremos que esto funcione, gatita. – le susurró él, después de juntar todas las fuerzas necesarias para poder vocalizar. __________ asintió, concentrada en su ardua faena. Pasó a estirar los labios y besar el cuello de Justin, y éste gimió grave y duro, en respuesta. – Dios… ___________.

- No eres el único al que le afecta dormir solo. – susurró ella contra su oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja.

- No tienes idea de lo que dices, preciosa.

- ¿Por qué no?

- Anoche me he portado mal.

- ¿Otra vez?

Él puso los ojos en blanco.

- Creo que sabes a que me refiero.

Ella guardó silencio, tratando de indagar en las palabras de Justin. Tratando de entender a qué se refería. Y no tardó mucho en darse cuenta de en qué sentido iban sus palabras. Oh… ahora entendía porque había amanecido tan excitado…

- Entré a nuestra habitación para sacar esto. – Justin bajó la mirada, señalando con ella los pantalones de franela. – Y te vi… durmiendo… y te ves tan malditamente bien mientras lo haces. – él tragó saliva. ___________ sintió como cada centímetro del cuerpo de Justin se endurecía todavía más. – Tuve que hacer algunas cosas inapropiadas… - ladeó la cabeza, pasando su lengua de arriba hacia abajo, por entre sus propios labios. – Y contenerme para no hacértelo en plena madrugada, supuse que solo te cabrearías más conmigo.

Y cuanto se equivocaba.

- Pero ahora no estoy cabreada.

Él sonrió. Con esa sonrisa tan provocativa y malditamente sensual que emanaba sexo por doquier. Era tan guapo.

- Siempre es bueno escuchar lo que quieres, _________.

- Sabes que no soy buena en esto.

- Eres fantástica. Solo dímelo, vamos, cuéntame qué es lo que quieres.

_____________ se mordió un labio. Dentro de ella deseaba tantas cosas. Dentro de ella, solo quería hacerle el amor y acabar con todo ese juego torturador. Estaba mojada, ardiendo por ese hombre que lo único que deseaba antes de hacérselo, era que ella le recitara lo que quería recibir.

- Quiero hacer el amor. – susurró __________. Perdió el miedo en aquellas primeras palabras, solo porque de verdad estaba deseando tanto a Justin en ése momento. – Contigo. Ahora mismo, Justin…

- ¿Lo necesitas?

- Sí… muchísimo.

- ¿Por qué?

- Porque… porque te necesito dentro de mí, ahora… ahora mismo.

Él levantó una ceja, sonriéndole.

- Dime el ritmo.

_____________ tragó saliva.

- Escógelo tú.

- Buena elección, nena.

Pasó a besarla tan desenfrenadamente como pudo, enredando sus manos entre sus shorts y su piel. Llegando a tocar la ropa interior de __________ con los dedos, y estirándosela con uno de ellos. Ella se revolvió en su sitio, ayudándole a que pudiera desnudarla… cuando de pronto, un sonido bastante conocido se hoyó desde la habitación de los dos. ___________ se detuvo, dejando a Justin con los labios abiertos y listo para besarla de nuevo. Era el sonido de su celular.

- ¿Vas a contestar? – Justin frunció el ceño.

- Puede ser de la oficina. - _________ hizo una mueca, disculpándose con él, que cambió de actitud al ver a su chica colocarse de pie y correr hasta la habitación en donde se encontraba su móvil. ¿Podía ser cierto? ¿Lo estaba dejando por una llamada telefónica? ¿Es que acaso había perdido dotes?
Escuchó a ___________ contestar la llamada, imitándola a base de muecas, mientras se ponía de pie y caminaba hacia la cocina.

- Hola Max. – saludó __________, con el móvil en la mano derecha. Se trasladó desde la habitación hasta la cocina, donde Justin ya tomaba de la caja de jugo de naranja.

- Dile que estabas a punto de tener sexo conmigo.
____________ abrió los ojos, mortificada.

- ¿Hoy día? – ella trató de mantener el hilo de la conversación. – claro que sí, no tengo problema en estar ahí en unas horas.

- ¿Qué? – preguntó Justin, dejando la caja de jugo de naranja sobre la encimera de la cocina.

- Vale, suena muy bien… - _________ puso los ojos en blanco ante la actitud de Justin, prestándole atención a lo que Max le decía en la otra línea.

- ¿Qué demonios suena muy bien? – preguntó Justin.

- Bien. Nos vemos en unas horas. - ___________ apretó el botón rojo, terminando la llamada. – Eres un niño. – le reprochó ella, negando con la cabeza.

- ¿Por qué siempre yo? Estábamos muy bien hasta que ese imbécil llamó. Y por cierto, todavía tienes que contarme qué demonios estaba haciendo aquí la otra noche en la que…

- ¿En la que tú viniste ebrio?

Justin se quedó callado, mirándola sin oportunidad de argumentar algo en su defensa.

- ¿Qué quería contigo esta vez? ¿Quiere verte, verdad? Es gracioso ver como ese gilipollas todavía no te supera.

- ¡Es mi jefe!

- Vale, vale… como tú digas… no quiero discutir por esto… - él negó con la cabeza. En su mirada podía notarse perfectamente lo afligido que estaba. – Estábamos a punto de reconciliarnos.

Ella asintió a lo que Justin le decía, y no pudo evitar soltar una sonrisa sincera al escucharlo estar tan preocupado por las discusiones que últimamente tenían. Se le acercó dando saltos y enredó el cuello de Justin entre sus manos.

- No voy a perdonarte que me hayas dejado totalmente empalmado en el sofá.

- El plan era ése. – sonrió ella, besándolo en los labios. – Tengo que ir a tomar una ducha, encárgate de Eli ¿sí?

Él asintió, observando en silencio como ella volvía a besarle la boca y desaparecía, en un vaivén delicioso de caderas, en dirección a la habitación. Su mirada se quedó en la misma dirección por un determinado tiempo. __________ era tan… tan hecha a su medida. Parte de ellos solo le hacía sentir que debía mejorar para hacer funcionar aquella relación que los mantenía unidos desde hace tanto tiempo. Sin embargo, algo dentro de él quemaba en culpa. ¿___________ debía saber acaso sobre Tentation? Sentía que ocultárselo solo aglomeraba un problema más grande. Un problema… que estaría a punto de estallar.







Según la secretaria personal de Max, éste todavía no aparecía en la oficina. Lo cual a _________ se le hacía extraño, pues él mismo había quedado con ella en una hora determinada.

Estaba entusiasmada, la llamada de Max de hace unas horas, se había basado en comentarle sobre una nueva oferta de trabajo que él amablemente había conseguido para ella. De verdad había cambiado su actitud, y empezaba a parecerse a aquel Max que __________ conocía, antes de ser novia de Justin. Cruzó las piernas, sentada sobre la butaca de su escritorio. Aprovechó para sacar el móvil y marcar el número de su mejor amiga.

Emily contestó la llamada.

- Hola nena. – le saludó ella, con la voz debilitada y casi en susurros.

- ¿Qué sucede contigo?

- Estoy enferma. – mintió Emily en la otra línea. Estaba acostada sobre su cama desde la última vez que había visto a Travis. Y no pretendía cambiar su estado de ánimo, no había nada que la motivara.

- Oh… ¿desde cuándo?

- Ayer, eso creo.

- Te visitaré, eso te animará. – se burló _________.

- No, joder, no lo hagas, parezco un maldito zombie.

- ¿Tan mal estás?

- Sí… pero no hablemos de eso, ¿Cómo estás tú? ¿Elisabeth? ¿Justin?

- Bien… Eli está bien. - __________ guardó silencio por unos segundos.

- ¿Y Justin?

- También. Pero… Emily, tengo tanto que contarte.

- ¿Qué ha pasado con él?

- Con él nada, pero hay una mujer… es que… no lo sé, las cosas entre nosotros se han complicado mucho últimamente.

- ¿Una mujer? ¿Es la misma zorra con la que Justin estuvo hace un tiempo…

En ese momento, la puerta de la oficina de ________ se abrió de improvisto. Ella dio un salto en sitio.

- Tengo que colgarte, hablamos después – se disculpó ____________ contra el teléfono, mientras se acomodaba en la butaca. Puso el móvil sobre su escritorio y subió la mirada, con una sonrisa a medias, que iba dedicada a Max.

- Hola. – saludó él amablemente. Se acercó a __________ y le besó la mejilla derecha. Un olor denso y cautivador se desprendió de él. – Gracias por venir, esto es importante.

- No te preocupes. - _________ levantó los hombros despacio.

Max asintió, tomando asiento en una de las butacas que se encontraban frente al escritorio de _________. Él se acomodó, con los ojos clavados en el suelo y con una mirada bastante incómoda. ¿En qué estaba pensando? De pronto subió la mirada hacia ella, que esperaba con atención lo que él estaba a punto de decirle.

- Sé que debes estar pasando por un momento muy duro…

- ¿Qué? - ___________ hundió el rostro. Con el ceño fruncido, trató de entender a lo que él se refería.

- Me he enterado lo que ha pasado con tu madre.

Los ojos de ___________ se abrieron todavía más, su piel terminó de helarse y no supo a qué punto mirar para no sentirse obstaculizada por la nostalgia. De pronto tenía un nudo grueso en la garganta que no le permitía seguir hablando.

- ¿Cómo te has enterado? – susurró ella, ahora con los ojos envueltos en lágrimas.

- Lo siento mucho… por Dios, no quería que lloraras.

- Estoy bien, Max. Ella y yo no éramos muy cercanas que digamos. Siempre tuvimos nuestras diferencias.

- Te entiendo… - él asintió, mirándola afligido. – Solo quería que supieras que tienes mi apoyo para lo que necesites. Ya sabes, estas cosas últimamente pasan todos los días. – negó con la cabeza, demostrando indignación en cada parte de su rostro. – Creo que sabes muy bien que estoy en contra de todos esos criminales.

- Perdona… ¿qué? - _________ frunció el ceño una vez más. Esta vez sin entender nada.

- La forma en la que murió tu madre, __________. El crimen en Estados Unidos está cada vez peor.

Ella se quedó callada esta vez, buscando una forma inteligente de responderle. ¿Cómo le explicaba que ella había sido ajena en saber cómo había muerto su madre? Solo había llegado a saber, gracias a la madre de Emily, que Jennifer había fallecido. Pero no sabía más. Desconocía la historia completa. Desconocía los detalles. Y si ella no los sabía, ¿Cómo es que Max estaba al tanto?

- Siento ser tan crudo con todo esto.

- ¿Cómo sabes sobre lo de mi madre, Max? – preguntó ella, sin poder guardarse un segundo más todas las dudas que tenía dentro.

- Está en las páginas de cada diario. – respondió él, hundiendo el rostro. – Mira… ¿por qué no mejor lo olvidamos y…

- ¿Qué diarios? – intervino ella. Muchísimas dudas se habrían en su mente en ese momento. ¿Dónde demonios había estado metida todo esos días como para no haber leído sobre la muerte de su madre? – Por favor, ¿De qué diarios estás hablando?

- Está en todas partes ¿vale? Pensé que lo sabías, se trata de tu propia familia.

- No tuve el valor de saber cómo es que mi madre había muerto. - ___________ bajó la mirada. – Fue un error mío y por favor… no te metas en esto.

Él levantó ambas manos, en defensa.

- Está bien, Peterson… lamento si te hice volver a algo que no querías. Es solo que… va en contra mío también. Los criminales que asesinaron a tu madre además eran ladrones de banco. Joder… mencionarlo me enferma. – dijo Max, con una expresión de repugnancia en el rostro.

Pero al observar a __________, su rostro cambió completamente. Supo entonces que había dicho las palabras equivocadas en el momento equivocado. Se sintió culpable interiormente por ver a __________ de esa manera. Ahora parecía asustada, perdida, como si el color hubiera desaparecido de su rostro. Ni siquiera tenía fuerzas para hablar. Y si pudiera hacerlo tal vez estaría asustada de formular la pregunta que tanto temía hacer. No podía cierto… no podía ser cierto nada de lo que le estaba contando. De todas formas estaba sacando conclusiones muy apresuradas ante algo que la había marcada de por vida.

- Tú sabes lo que sucedió en el pasado ___________. Lo que pasó con el mejor amigo de Justin y las cosas que hice. Y quiero que sepas que no me arrepiento en lo absoluto de haber tratado de atraparlos. Está en mí ir contra los criminales. Simplemente no podía permitir que tú estuvieras con uno. – se detuvo, tragando saliva. – Lo que ha pasado con tu madre es terrible.

- Necesito saber… - __________ cerró los ojos con fuerza, volviéndolos a abrir en el acto. – Necesito saber quiénes… quiénes la han asesinado.
Él negó con la cabeza, acercándose a ____________ a través del escritorio. Quedó tan cerca a su rostro, pero el estado en el que ella se encontraba ni siquiera permitió notarlo.

- Por favor ya no pienses en eso. – le rogó, observándola asustada y con la mirada perdida.

- Dímelo. Por favor… por favor solo dímelo. – suplicó ___________, mirándolo a los ojos. Haciéndolo sentir una parte de su desesperación.

- Yo… yo no sé de estas cosas Peterson, solo he leído en algunos periódicos que se trata de una banda o mafia de criminales. Han existido antes y ahora mismo han vuelto, es todo. – teniéndola cerca, acarició lentamente la mejilla izquierda de __________. – no creo que aquello vaya mortificarte demasiado, por favor… - suplicó él también. Verla de esa manera le jodía mucho. – su nombre es Tentation.







Justin apretó a Elisabeth contra él, que observaba las caricaturas muy concentrada. Y mientras lo hacía, Justin no pudo evitar notar cuanto estaba creciendo. Elisabeth estaba preciosa. Su cabello había crecido, su cuerpo se había estirado, y cada día se parecía mucho más a ella. Mucho más a __________. En momento como esos, donde tenía a Eli con él, pasando ese rato padre a hija que muchas veces había pasado con ella, se preguntaba qué hubiera pasado con él si jamás hubiera descubierto de su existencia. Si jamás hubiera tenido esa discusión tan fuerte con __________ y si jamás hubiera llegado a entender que también tenía corazón para amar a una persona más. Ahora en cambio vivía pendiente de esa niña preciosa de 3 años que le hacía recordar tanto a _____________.

Él sonrió y volteó el rostro tratando de concentrarse en las caricaturas, y cuando realmente empezaba a hacerlo, escuchó el sonido de las llaves introducirse en las cerraduras.

- ¿Mami? – Eli levantó la mirada hacia Justin.

- Ajá. – respondió él, inclinándose para besarla la frente. Se puso de pie, dejándola sobre la cama y pasó a salir hacia el exterior de la habitación.

Lo que sus ojos pudieron ver fue a una ____________ envuelta en lágrimas, que limpiaba cada una de ellas con brusquedad. Tenía el maquillaje corrido y su mandíbula temblaba. Todo ella era un manojo de nervios. Hace tanto tiempo que no la veía llorar con tanta fuerza, como aseguraba lo había hecho hace unos minutos.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó él, completamente alarmado. De inmediato fue a observar el cuerpo de ____________, de pies a cabeza, tratando de indagar en sus ideas lo que había pasado con ella.

__________ guardó silencio, sollozando despacio, pasó a limpiarse las lágrimas una vez más.

- Maldición… ¿Qué mierda ha pasado? – volvió a cuestionarle él. Esta vez imaginándose lo peor. Con tan solo recordar que ella había estado con Max hace unos minutos.

- Tenemos que irnos que de aquí. – susurró ella, mirándole fijamente. En sus ojos solo podía verse la desesperación acumulada. Su propio estado acabaría con ella. – Tenemos que irnos cuanto antes… - balbuceó, acercándose a él a pasos lentos.

- ¿Qué ha pasado?

- ¡Esa maldita mafia, Justin! ¡Eso está pasando! – gritó fuerte. – Han asesinado a mi madre… - se puso ambas manos sobre el rostro, sollozando en silencio.

Justin tragó saliva. Sintió que su corazón se partía en pedazos pequeños al verla de esa manera. Toda su piel se había enfriado por observar aquella escena que le desgarraba. _____________ lo sabía todo… ____________ lo sabía todo y eso solo podía significar una cosa…

- Vamos a estar bien. – le aseguró Justin, acercándose a ella y abriendo sus brazos para poder encerrarla en ellos. Pero __________ se separó, antes de poder hacer contacto con él.

- ¿Vamos a estar bien? - ________ ladeó la cabeza. - ¿De verdad crees que vamos a estar bien estando aquí? – preguntó aumentando su ironía.

- Jamás dejaría que algo les pasara.

- Eso lo dices ahora, pero ellos están aquí… y sé… sé por alguna razón que algo saldrá mal. – le reclamó. Justin tragó saliva, sintiendo a flor de piel cada palabra hiriente de que ________ había pronunciado.

- ¿Piensas que no podría protegerte mejor que Travis?

- ¡Maldición, Justin! - _____________ levantó ambos brazos. - ¡Basta de esto! – gritó frustrada. - ¡No tiene nada que ver Travis, es por nosotros! – ella frunció el ceño y tragó saliva antes de poder decir algo apresurado. Se dio media vuelta, bajando la mirada para observar su vientre. No ____________, no era el mejor momento para decírselo ahora… no podía permitir que la historia se repitiese. – Necesitamos irnos de aquí cuanto antes. – cerró los ojos, dejando que las lágrimas se apoderasen de ella una vez más. Abajo, acariciaba suavemente su vientre con la palma de su mano derecha. Y sentía… sentía muy bien que no podía concebir que Tentation otra vez arruinase su vida de tal forma.

Él no quiso decirle más. Conociéndola como la conocía, sabía que su terquedad podría con todo. Así que pasó a acercarse a ella por detrás, abrazándola por la cintura. Sus fuertes brazos la acogieron suavemente, hundiendo su rostro en el hombro derecho de __________. Movió un poco la cabeza, para poder estirar sus labios y besar la mejilla de ella, y susurrarle un par de cosas…

- Vamos a estar bien, por favor… créeme.

- Créeme tú a mí… - suplicó ____________ con un hilo de voz. – Si han asesinado a mi madre es porque seguramente también me quieren a mí…

- ¿Y de verdad crees que yo dejaría que eso pasara? – Justin frunció el ceño. – No les tengo miedo. - ___________ se limpió las lágrimas una vez más y sin darle un respuesta concreta, dio uno pasos hacia adelante, separándosele.

- Tengo que sacar a Elisabeth de aquí. Ya lo he decidido.

- Joder… por favor, solo escúchame esta vez…

- No puedo, no voy a hacerlo…

- ¡Solo escúchame! – gritó él, con una fuerza brutal, que hizo que ___________ cerrara los ojos. A veces era necesario usar ese tono de voz con ella, que parecía no aceptar ninguna solución. – He visitado a mi madre en prisión. – él endureció la mandíbula, buscando un punto al cual que mirar, para no avergonzarse del todo. – Lo que me ella me dijo fue que el día en el que el edificio Tentation fue tomado, un grupo de ellos estaba en otro lugar y que…

- ¿Tú sabías de esto?

_____________ abrió los ojos. Y no cabía en sí de sorprendida…

- Yo… yo no quise decírtelo porque…

- Mierda… - susurró ella, cerrando los ojos. - ¿Me has estado mintiendo todo este tiempo?

- No fue así. Estás confundiendo las cosas, mi amor…

- No me llames así. – la respiración de ella empezó a agitarse gravemente. Estaba tan cabreada, asustada y desesperada al mismo tiempo. – No vuelvas a llamarme así nunca más.

- Por favor… solo estás confundiendo las cosas ____________. – trató de explicarle él. Sus ojos también se nublaron de un llanto denso que estaría por venir. – Sabía que si te decía esto terminaríamos de esta manera y no quiero discutir más...

- No vamos a discutir más. – ella lo miró a los ojos. Drástica. Fría. Como nunca había sido con él. – Porque esto se acabó.

Y porque sabía que aquella era la mejor decisión para él, para Elisabeth, para ella… y para quién estaría por venir. Y porque aunque le dolía muchísimo aceptarlo, sabía que todo lo que comenzaba, en algún momento y por alguna razón, siempre llegaba a su fin. 




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IMPORTANTE: Necesito que lean este -> Twitlonger, en relación con el libro TENTATION y con el final de la novela :) Cada vez menos para decir adiós... 
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