Minutos y minutos pasaron. Se había quedado tendido sobre los cojines, con los ojos cerrados. Sin embargo, ni siquiera el estado que lo embargaba lo había hecho cometer uno de los peores pecados de su vida. Se había negado a tener sexo con aquella mesera de bar, que le había ofrecido una y mil cosas en una sola noche. Probablemente las cosas hubieran sido muy diferente hace algunos años, probablemente ahora no estaría acostado sobre el diván de su propia casa, aliviado de no haber cometido ninguna locura. Y eso solo le hacía entender cuan loco estaba por _____________. Cuan enamorado estaba. ¿Eso era peligroso? ¿Había perdido el gusto por otras mujeres? Mnh… no lo sabía, y realmente era algo que debía analizar. Aquella castaña le había parecido muy guapa, ¿por qué mentir? Pero algo en ella, algo en todas las mujeres del mundo, le hacían saber que jamás tendría suficiente. Que jamás obtendría lo que querría con ninguna de ellas. Porque lo que quería, lo tenía ya y eso era suficiente.
La mañana llegó rápido y el sol salió tan radiantemente como pudo. Quizá se debía a la tormenta de anoche, la tormenta que Justin y ___________ habían ocasionado.
Para ella también era un buen día. Para ella, nada había sucedido anoche. Su rostro era diferente y ahora movía las caderas de un lado para otro, cepillándose los dientes frente al espejo. Radiante. Preciosa. Dejó el cepillo de dientes sobre el lavador y salió del baño personal. Frente a ella se extendía un espejo que le permitía verse de pies a cabeza. Tenía un muy buen aspecto e iba bastante guapa para la oficina, más de lo normal. Se dio un visto bueno y salió de la habitación.
Mientras ____________ abría el refrigerador y marcaba un número en el móvil, Justin despertaba de un amargo sueño. Sus ojos todavía estaban pesados y solo eso le bastaba para saber el aspecto que traía. Sin embargo, la vista no era para nada de mal gusto. Al contrario, podía divisar a su chica en tacones, envuelta en una falda tubo color negro, un saco del mismo color y una blusa de tirantes crema. Se veía tan natural, como cualquiera otro día. Como si nada hubiera sucedido anoche. ¿Eso era una buena señal? Justin se puso de pie, todavía bastante somnoliento.
- Sí, ella se ha acostumbrado bastante a ti. – dijo ___________ entretenida con el móvil. Cerró el refrigerador, con una caja de leche en su mano libre. – Vale, tienes llaves. Solo serán unas horas. Ajá…
vale, gracias. – colgó la llamada y dejó el móvil a un lado. Delante de ella tenía unos ojos marrones mirándola implorando, pero parte de su juego era no caer, ni siquiera mirarle, ignorarle por completo.
Así que eso hizo… siguió caminando por toda la cocina, aún sabiendo que Justin la miraba en busca de alguna explicación. ¿Alguna hablaría en algún momento?
- ___________... – susurró él, después de unos minutos. Pero ella seguía moviendo cosas de un lado para otro sobre la encimera de la cocina. Mientras lo hacía no dejaba de verse tan atractiva. Tan sencilla. – Nena… - volvió a llamarle él. Pero __________ no parecía escucharle y no parecía querer argumentar algo. Así que mientras ella se daba la vuelta para colocar la caja de leche en el refrigerador, Justin apareció tras su cuerpo en el acto. ___________ se volteó.
- Suéltame. – le dijo al sentir ambas manos de Justin sobre sus caderas, evitando que ella escapara. Y aunque __________ sabía que debía esforzarse por permanecer cabreada, esos ojos marrones y esa boca húmeda y rosada, rompía sus esquemas.
- No voy a soltarte. – le contradijo él. Ambos se miraron, intensamente, tratando que intimidar al otro. En ciertas cosas se parecían tanto. – Escúchame, por favor.
- Apestas.
- ___________, por favor.
- Te voy a decir algo, a partir de ahora has como si Elisabeth y yo no existiéramos ¿está bien? Justo y como lo hiciste anoche.
- Lo lamento, de verdad… yo…
- Olvídalo.
- ¡Escúchame! – gritó él.
- ¡Escúchame tú a mí! – gritó ella también. Ambos se quedaron callados después de alzar las voces, lo único que podía escucharse eran sus respiraciones agitadas. – Sé que nunca has tenido respeto por nadie, pero era tu hija quién te estaba viendo ebrio anoche. No yo, ni ninguno de tus jodidos amigos ¿de acuerdo? Era una niña de tres años que ojalá nunca sepa lo que fuiste en algún momento.
Solo sus miradas fueron quiénes hablaron en ese momento. Y ella estaba muriendo por dentro. Sabía muy bien que lo que acababa de decirle a Justin era totalmente desgarrador, podía verlo en sus ojos en ese momento. Le había dolido mucho, como a ella, escuchar esas palabras. Pero sabía que tenía razón, sabía que ella era la única persona que podía hacerlo entrar en razón aunque a veces fuera ella quién sufriera más. Sabía que ella parte de su autocontrol, parte de lo que lo mantenía siendo la persona que ahora era… La única que podía hacerlo volver a la tierra, y elevarlo de vez en cuando... Sin embargo, verlo con los ojos húmedos le partía el corazón en pedazos pequeños. Él no lloraba…
- Perdóname. – susurró él. ___________ tragó saliva. Por dentro se gritaba palabras de aliento para poder mantenerse en la misma recta en la que había empezado.
- La niñera vendrá en unos minutos. – dictó ___________. Se dio media vuelta y soltó aire. Escuchó a Justin suspirar de la misma manera, tras ella. Y él sabía muy bien que no había nada que pudiera hacer en ese momento. Lo había jodido todo de una manera espectacular. Y solo le había bastado emborracharse una sola noche. – Iré a la oficina.
“La oficina”…
Aquello solo hizo que la mente de Justin se nublara de imágenes de Max Nichols. ___________. En su departamento. Ahora que lo recordaba… ¿qué hacía anoche con ella?
Y hervía en ganas por preguntárselo. Pero vamos, lo sabía, solo ganaría mucho más problemas. ¿Pelear por ese tipejo? Estaba claro que ___________ no quería nada con él. No lo había hecho en el pasado y mucho menos ahora.
La observó sentado sobre el diván, moverse de un lado para otro. Viendo a Elisabeth, cogiendo un bolso, abrigándose y finalmente llegando a la puerta. El momento de despedirse había llegado y con él, ninguno de los dos sabía que era lo que podía pasar.
Ella se dio media vuelta, dispuesta a salir, pero antes él alzó la voz…
- También iré a la oficina unas horas. – le comentó. __________ se giró y asintió al mismo tiempo. En ese lapso pudieron mirarse de nuevo, era inevitable no adivinar lo que el otro estaba pensando en ese momento. Podía percibirse a kilómetros. Se querían. Se querían ahora. – Gati…
- No me llames así. – rogó ___________. Y él asintió, sin querer darle la contra una vez más. Debía aceptarlo, había cometido un error que debía pagar a su manera.
Sentado sobre el diván, solo pudo mirar como ___________ desaparecía del departamento. Y él se quedaba en medio de un silencio grande que solo le hacía pensar más. Todo lo que __________ le había dicho estaba en su mente y lo escuchaba una y otra vez. Era la única persona en el mundo que podía decirle las cosas de frente. Era aquel antídoto que necesitaba algunas veces, cuando sentía que no había control en él. Era el paraíso en el que debía hundirse de vez en cuando. Sin embargo, escucharla también le había hecho sacar muchas conclusiones. Lo había estropeado todo lo suficiente como para que __________ sintiera que ni siquiera podía tener respeto por Elisabeth. Y es que… tal vez jamás se haría una idea de cuánto quería a esa niña. De cuanto había aprendido a amarla. No solo había sido el hecho de haber pasado tantas cosas con ella, sino la conexión que ambos tenían.
Y aunque en ese momento había sentido en alguna parte de su corazón, que había estado a punto de perderlas… aquello solo había sido el comienzo de lo que pronto vendría.
Al menos pasarse la mañana frente a un computador le haría olvidarse de muchas cosas.
_____________ tecleaba y trabaja concentrada en lo que Max le había encargado hace ya una hora y media. En lo que iba el tiempo, había llamado a la niñera para verificar si todo estaba en orden en el departamento. Había evitado preguntar por Justin, porque sabía que aquello iba a perturbarle y ahora mismo necesitaba olvidarse de todo ese problema. Ya era demasiado con todo lo que había sucedido con su madre, ahora Justin…
- ¿Peterson? – Max se asomó por el borde de la puerta. En él había un rostro bastante amable.
- ¿Sí? - ____________ levantó el rostro.
- ¿Me dejas sentarme un momento? – preguntó él, señalando con la mirada los asientos que ella tenía frente a su pequeño escritorio. Y a __________ no le quedó otra opción que aceptar. Minutos después tenía a Max Nichols mirándola con una expresión diferente. ¿En qué pensaba mientras la veía? De pronto pudo saberlo, cuando lo escuchó formular lo siguiente. – ¿Estás bien?
- Sí. ¿Por qué? - ____________ sonrió.
- Te noto diferente. No lo sé, ¿tuviste algún problema anoche?
- Si te refieres a lo de Justin, de verdad siento mucho que estuviera así… él…
- Él es así. – la interrumpió Max. ___________ se quedó sin poder hablar o decir algo inteligente. Tenía tanta razón. Justin… él era así. Simplemente. Sin explicaciones. ¿Cuándo terminaría de acostumbrarse?
- Ha tenido algunos problemas, es todo.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
______________ asintió.
- ¿Eres feliz?
Ella no pudo evitar mover las manos del teclado y concentrarse del todo en Max. ¿Qué clase de pregunta era esa? Por supuesto que lo era. Lo tenía todo. Todo lo que en algún momento había deseado. Sin embargo sabía que habían muchas cosas por las que tendría que pasar para saber que en la vida nada es perfecto.
- Más que nunca. – contestó ella con seguridad.
- ¿Eres feliz junto a él? ¿De verdad? – Max frunció el ceño.
- Justin es más de lo que tú te puedes imaginar.
- Sí… - Max bajó la mirada. – Sí, lo siento… debe ser así. Te felicito ¿sabes? Él es un tipo duro, pero contigo simplemente es… es como si fuera otro.
- ¿Por qué quieres hablar de él?
- No lo sé, jamás imaginé que terminarías con un hombre como él. – Max se puso de pie y se acomodó el fino saco. Tenía en mente decirle muchas cosas más. Y la verdad es que no imaginaba como ella había podido preferir a Justin, antes que a él. Max era un tío diferente, probablemente no tenía ni la mitad de las agallas que Justin había tenido para pasar por todo lo que había pasado. Probablemente solo era un idiota que en toda su vida lo único que había conseguido era dinero. Pero, hasta ___________ podía notarlo. La diferencia era grandísima. Max tenía todo lo que una mujer podría querer. Buena pinta, un buen trabajo, clase… Se preguntaba… ¿Qué habría pasado si en vez de huir con Justin, se hubiera quedado con Max?
El móvil de ____________ empezó a vibrar sobre su escritorio, la foto de Justin estaba en la pantalla.
- Voy a…
- Sí, claro. No te preocupes. – le dijo él. Se fue de la oficina y a los pocos segundos, solo estaban ___________ y la llamada que había entrado.
No sabía si debía contestar o solo dejar que un tiempo más pasara. Ella solo había tratado de distraerse trabajando un poco, pero ahora que lo notaba, solo habían pasado algunas horas desde que habían discutido por segunda vez. Todo seguía intacto. Quizá si contestaba discutirían una vez más. Dios… él era tan impredecible. Y ella contribuía mucho en el acto.
Dejó que la llamara una vez más. Su móvil sonaba dentro de la oficina y ____________ lo pensó dos veces antes de responder.
- Hola. – le dijo ella, con la voz apagada. Al otro lado él se quedó callado por un buen tiempo. __________ solo pudo saber que estaba al otro lado de la línea cuando escuchó su suave respiración.
- Te amo. – dijo él con la voz en alto. Solo entonces ella pudo saber que él también se había pasado toda la mañana pensando en la discusión que habían tenido. Por Dios, se sentía tan culpable. Podía imaginárselo, pegado al teléfono, con los ojos cerrados y buscando fuerzas para poder decírselo todo. Lo conocía tan bien. Sabía que aquello no era nada fácil para él. Pero ahí estaba. Otra vez. Haciendo lo correcto.
- Tal vez podríamos hablar de esto cuando llegue a…
- Te amo, ____________. – repitió Justin. – Te amo a ti y la amo a ella. A nuestra hija.
Los ojos de ____________ se humedecieron por completo. Quiso decirle algo, pero sabía que rompería en llanto cuando empezara a hablar…
- No quiero que digas nada por favor. Solo ven a Jazz Zone en un par de horas.
- Pero estoy trabajando…
- Ven por mí, por favor mi amor.
“Mi amor”…
Aquella palabra resonó en sus oídos, elevándola. No podía negarse. Tal vez debía dejar que las cosas sucedieran. No más peleas… tal vez sí era momento de una reconciliación.
- Ahí estaré.
______________ se frotó los brazos. A medida que iba caminando por las calles de New York, recibía varios comentarios en voz alta que algunos hombres le decían. No veía la hora de por fin llegar al club de Jazz en el que Justin todavía tocaba algunos fines de semana. Más que un trabajo, era algo que disfrutaba hacer muchísimo. Lo había visto varias veces entretenerse mientras tocaba el piano o la guitarra y perderse todavía más cuando cantaba alguna canción de sus favoritas. Y verle era un deleite, era un completo lujo. Tenía un talento inigualable y en cada frase que soltaba cantando, todo el mundo podía deducir cuanto amaba lo que hacía.
Abrió las puertas de cristal del club de Jazz y dentro sus ojos se perdieron en medio de una multitud de personas. ¿Era posible? Eran apenas las doce de la mañana y el club estaba lleno. Sin saber muy bien de qué se trataba todo eso, buscó a Justin con la mirada, pero este no estaba en ninguna parte. Así que decidió entrar al club y meterse entre las personas que estaban sentadas en medio de las mesas circulares. Y ahora que podía notarlo, todos la miraban de una manera particular y murmullaban a su alrededor. Esto empezaba a hacerle pensar muchas cosas… cuando de pronto, el club de jazz oscureció y solo pudo verse un reflector sobre el pequeño escenario. Varias mujeres gritaron emocionadas y ________ solo intentó colocarse a un lado, sin entender muy bien qué es lo que estaba pasando.
Y de pronto apareció él. Con una camisa blanca, unos pantalones de franela negra, zapatos italianos y un peinado diferente. Estaba… joder, estaba guapísimo. Eso también podían notarlo las mujeres que lo habían ido a ver exclusivamente a él ese día. Y es que solo había bastado anunciar que daría un concierto en Jazz Zone para que el lugar se llenara de tal forma.
Justin se aclaró la garganta y acomodó el micrófono que tenía frente a él, para que este pudiera encajar con la caja de la guitarra que tenía en la mano derecha. Se sentó sobre el pequeño banco y no fueron necesarias las palabras para saber que aquella canción iba para _________. La miró y la boca de ella se abrió ligeramente, ¿qué estaba a punto de hacer?
Él empezó a rasgar la guitarra y de pronto su voz estaba en todos los amplificadores.
(Escuchar - Wake me up)
Y mientras cantaba, y mientras cada palabra salía de su boca y llegaba a los oídos de todos, no dejaba de mirarla ni un solo segundo. Y pudo notar que la mandíbula de __________ temblaba y que pronto se pondría a llorar. Mientras la canción seguía, ella fue cubriéndose los labios, riéndose por la letra de la canción y las cosas que le hacía recordar y se enjugó las lágrimas cuando escuchó el coro por segunda vez. Y se sonrió al notar que Justin había cambiado la segunda estrofa de la canción, mencionando a Maroon Five, su Mustang, y el balcón donde él solía subirse y visitarla sin antes avisar. Y él también sonrió al verla reírse en su sitio. Y ambos mantuvieron la mirada aún más intensamente cuando Justin recitó una de las partes finales. “Creo que odias el olor a tabaco, siempre intentas que lo deje, tú bebes tanto como yo y eso que yo me emborracho mucho”… y él puso los ojos en blanco al terminar aquel verso. Y lo siguiente que pudo ver fue como ____________ volvía a limpiarse las lágrimas que cubrían sus mejillas, pero a la vez ya no podía hacer nada para evitar llorar. Lloraba y reía. Y se veía preciosa. Y Justin cantó el final de la canción, y la gente se puso de pie para aplaudirlo, y lo mejor de todo fue que ella también le aplaudió. E intentaba hacer que las lágrimas no salieran de sus ojos, pero era totalmente imposible. Ya no podía contenerse, ni tampoco podía seguir fingiendo que todo estaba bien. Le necesitaba. Lo amaba demasiado, a pesar de sus errores, de sus jodidos defectos… él era tal y como era porque en alguna parte del mundo iba a encontrar a esa mujer que amaría cada uno de sus detalles. Y esa mujer estaba ahí. Mirándole cantar.
_____________ tecleaba y trabaja concentrada en lo que Max le había encargado hace ya una hora y media. En lo que iba el tiempo, había llamado a la niñera para verificar si todo estaba en orden en el departamento. Había evitado preguntar por Justin, porque sabía que aquello iba a perturbarle y ahora mismo necesitaba olvidarse de todo ese problema. Ya era demasiado con todo lo que había sucedido con su madre, ahora Justin…
- ¿Peterson? – Max se asomó por el borde de la puerta. En él había un rostro bastante amable.
- ¿Sí? - ____________ levantó el rostro.
- ¿Me dejas sentarme un momento? – preguntó él, señalando con la mirada los asientos que ella tenía frente a su pequeño escritorio. Y a __________ no le quedó otra opción que aceptar. Minutos después tenía a Max Nichols mirándola con una expresión diferente. ¿En qué pensaba mientras la veía? De pronto pudo saberlo, cuando lo escuchó formular lo siguiente. – ¿Estás bien?
- Sí. ¿Por qué? - ____________ sonrió.
- Te noto diferente. No lo sé, ¿tuviste algún problema anoche?
- Si te refieres a lo de Justin, de verdad siento mucho que estuviera así… él…
- Él es así. – la interrumpió Max. ___________ se quedó sin poder hablar o decir algo inteligente. Tenía tanta razón. Justin… él era así. Simplemente. Sin explicaciones. ¿Cuándo terminaría de acostumbrarse?
- Ha tenido algunos problemas, es todo.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
______________ asintió.
- ¿Eres feliz?
Ella no pudo evitar mover las manos del teclado y concentrarse del todo en Max. ¿Qué clase de pregunta era esa? Por supuesto que lo era. Lo tenía todo. Todo lo que en algún momento había deseado. Sin embargo sabía que habían muchas cosas por las que tendría que pasar para saber que en la vida nada es perfecto.
- Más que nunca. – contestó ella con seguridad.
- ¿Eres feliz junto a él? ¿De verdad? – Max frunció el ceño.
- Justin es más de lo que tú te puedes imaginar.
- Sí… - Max bajó la mirada. – Sí, lo siento… debe ser así. Te felicito ¿sabes? Él es un tipo duro, pero contigo simplemente es… es como si fuera otro.
- ¿Por qué quieres hablar de él?
- No lo sé, jamás imaginé que terminarías con un hombre como él. – Max se puso de pie y se acomodó el fino saco. Tenía en mente decirle muchas cosas más. Y la verdad es que no imaginaba como ella había podido preferir a Justin, antes que a él. Max era un tío diferente, probablemente no tenía ni la mitad de las agallas que Justin había tenido para pasar por todo lo que había pasado. Probablemente solo era un idiota que en toda su vida lo único que había conseguido era dinero. Pero, hasta ___________ podía notarlo. La diferencia era grandísima. Max tenía todo lo que una mujer podría querer. Buena pinta, un buen trabajo, clase… Se preguntaba… ¿Qué habría pasado si en vez de huir con Justin, se hubiera quedado con Max?
El móvil de ____________ empezó a vibrar sobre su escritorio, la foto de Justin estaba en la pantalla.
- Voy a…
- Sí, claro. No te preocupes. – le dijo él. Se fue de la oficina y a los pocos segundos, solo estaban ___________ y la llamada que había entrado.
No sabía si debía contestar o solo dejar que un tiempo más pasara. Ella solo había tratado de distraerse trabajando un poco, pero ahora que lo notaba, solo habían pasado algunas horas desde que habían discutido por segunda vez. Todo seguía intacto. Quizá si contestaba discutirían una vez más. Dios… él era tan impredecible. Y ella contribuía mucho en el acto.
Dejó que la llamara una vez más. Su móvil sonaba dentro de la oficina y ____________ lo pensó dos veces antes de responder.
- Hola. – le dijo ella, con la voz apagada. Al otro lado él se quedó callado por un buen tiempo. __________ solo pudo saber que estaba al otro lado de la línea cuando escuchó su suave respiración.
- Te amo. – dijo él con la voz en alto. Solo entonces ella pudo saber que él también se había pasado toda la mañana pensando en la discusión que habían tenido. Por Dios, se sentía tan culpable. Podía imaginárselo, pegado al teléfono, con los ojos cerrados y buscando fuerzas para poder decírselo todo. Lo conocía tan bien. Sabía que aquello no era nada fácil para él. Pero ahí estaba. Otra vez. Haciendo lo correcto.
- Tal vez podríamos hablar de esto cuando llegue a…
- Te amo, ____________. – repitió Justin. – Te amo a ti y la amo a ella. A nuestra hija.
Los ojos de ____________ se humedecieron por completo. Quiso decirle algo, pero sabía que rompería en llanto cuando empezara a hablar…
- No quiero que digas nada por favor. Solo ven a Jazz Zone en un par de horas.
- Pero estoy trabajando…
- Ven por mí, por favor mi amor.
“Mi amor”…
Aquella palabra resonó en sus oídos, elevándola. No podía negarse. Tal vez debía dejar que las cosas sucedieran. No más peleas… tal vez sí era momento de una reconciliación.
- Ahí estaré.
______________ se frotó los brazos. A medida que iba caminando por las calles de New York, recibía varios comentarios en voz alta que algunos hombres le decían. No veía la hora de por fin llegar al club de Jazz en el que Justin todavía tocaba algunos fines de semana. Más que un trabajo, era algo que disfrutaba hacer muchísimo. Lo había visto varias veces entretenerse mientras tocaba el piano o la guitarra y perderse todavía más cuando cantaba alguna canción de sus favoritas. Y verle era un deleite, era un completo lujo. Tenía un talento inigualable y en cada frase que soltaba cantando, todo el mundo podía deducir cuanto amaba lo que hacía.
Abrió las puertas de cristal del club de Jazz y dentro sus ojos se perdieron en medio de una multitud de personas. ¿Era posible? Eran apenas las doce de la mañana y el club estaba lleno. Sin saber muy bien de qué se trataba todo eso, buscó a Justin con la mirada, pero este no estaba en ninguna parte. Así que decidió entrar al club y meterse entre las personas que estaban sentadas en medio de las mesas circulares. Y ahora que podía notarlo, todos la miraban de una manera particular y murmullaban a su alrededor. Esto empezaba a hacerle pensar muchas cosas… cuando de pronto, el club de jazz oscureció y solo pudo verse un reflector sobre el pequeño escenario. Varias mujeres gritaron emocionadas y ________ solo intentó colocarse a un lado, sin entender muy bien qué es lo que estaba pasando.
Y de pronto apareció él. Con una camisa blanca, unos pantalones de franela negra, zapatos italianos y un peinado diferente. Estaba… joder, estaba guapísimo. Eso también podían notarlo las mujeres que lo habían ido a ver exclusivamente a él ese día. Y es que solo había bastado anunciar que daría un concierto en Jazz Zone para que el lugar se llenara de tal forma.
Justin se aclaró la garganta y acomodó el micrófono que tenía frente a él, para que este pudiera encajar con la caja de la guitarra que tenía en la mano derecha. Se sentó sobre el pequeño banco y no fueron necesarias las palabras para saber que aquella canción iba para _________. La miró y la boca de ella se abrió ligeramente, ¿qué estaba a punto de hacer?
Él empezó a rasgar la guitarra y de pronto su voz estaba en todos los amplificadores.
(Escuchar - Wake me up)
Y mientras cantaba, y mientras cada palabra salía de su boca y llegaba a los oídos de todos, no dejaba de mirarla ni un solo segundo. Y pudo notar que la mandíbula de __________ temblaba y que pronto se pondría a llorar. Mientras la canción seguía, ella fue cubriéndose los labios, riéndose por la letra de la canción y las cosas que le hacía recordar y se enjugó las lágrimas cuando escuchó el coro por segunda vez. Y se sonrió al notar que Justin había cambiado la segunda estrofa de la canción, mencionando a Maroon Five, su Mustang, y el balcón donde él solía subirse y visitarla sin antes avisar. Y él también sonrió al verla reírse en su sitio. Y ambos mantuvieron la mirada aún más intensamente cuando Justin recitó una de las partes finales. “Creo que odias el olor a tabaco, siempre intentas que lo deje, tú bebes tanto como yo y eso que yo me emborracho mucho”… y él puso los ojos en blanco al terminar aquel verso. Y lo siguiente que pudo ver fue como ____________ volvía a limpiarse las lágrimas que cubrían sus mejillas, pero a la vez ya no podía hacer nada para evitar llorar. Lloraba y reía. Y se veía preciosa. Y Justin cantó el final de la canción, y la gente se puso de pie para aplaudirlo, y lo mejor de todo fue que ella también le aplaudió. E intentaba hacer que las lágrimas no salieran de sus ojos, pero era totalmente imposible. Ya no podía contenerse, ni tampoco podía seguir fingiendo que todo estaba bien. Le necesitaba. Lo amaba demasiado, a pesar de sus errores, de sus jodidos defectos… él era tal y como era porque en alguna parte del mundo iba a encontrar a esa mujer que amaría cada uno de sus detalles. Y esa mujer estaba ahí. Mirándole cantar.
Justin bajó del escenario. De inmediato James, su asesor de muchos años, le alcanzó.
- ¿Qué ha sido todo eso? – le preguntó animado. La verdad es que toda esa presentación sorpresa le favorecía. Los ingresos que tendrían serían increíbles.
- Dijiste que no habría problema si…
____________ apareció justo al costado de James. Le miraba fijamente, sin esconder nada en aquella mirada. Quería decirle tantas cosas. James también notó la presencia de aquella mujer que había llamado la atención de todos cuando había llegado.
- Estaré adentro, gran trabajo. – le dijo James, buscando una manera inteligente de irse. Y poco después había escapado de los dos. Y poco después solo habían quedados ambos, mirándose…
Todo lo que Justin había planeado decir, por si las cosas salían mal, se había ido de su mente en un instante en el que sus ojos se habían perdido completamente en ______. Iba tan malditamente guapa, podía notarlo también por las miradas de casi todos los hombres tras ella. Y demonios, deseaba quejarse, pero no era el momento. Debía actuar romántico, educado… tal y como ella quería en ese momento.
- ¿Te ha gustado? – le preguntó Justin, con una sonrisa ilusionada en los labios. Sin embargo, su interior rogó mil veces porque miraba fijamente la boca de ____________, húmeda se veía terriblemente irresistible. Cuanto había deseado besársela desde ayer.
______________ asintió ante su pregunta.
- Era una sorpresa… - se quedó callado al ver las manos de ______________ estirarlas hacia él. Se quedó algunos segundos observándolas, hasta que las cogió, todavía sin entender, y ella lo arrastró poco a poco, sin que nadie más pudiera verlos, hasta la puerta del baño de mujeres del club. Justin negó con la cabeza y sonrió al mismo tiempo, cuando pudo notar lo que ____________ trataba de transmitirle. Además, tenía esa sonrisa sensual en los labios que solo le inducía a pensar cosas nada sanas. Esa mujer nunca dejaría de sorprenderlo. Se dejó llevar por ella, sin importar que en ese momento alguna persona los haya visto ya. Dejó que ___________ abriera la puerta del baño y lo hiciera entrar junto a ella. - ¿ahora tú vas a sorprenderme? - ____________ cerró la puerta del baño y rápidamente aplastó ambas manos sobre el pecho de Justin, pegándolo a la pared. Este se sostuvo de las caderas de ella y sus ojos se vieron inquietados por observar el escote que su chica traía, además también de acariciar sus piernas por debajo de la falda tubo.
- También te amo. - le dijo __________ mientras subía y bajaba sus manos por el cuello de él. Justin tragó saliva. Su cuerpo empezó a tensarse muchísimo. Tenerla tan cerca era un maldito pecado. – Por favor perdó…
- Hey, tú no tienes por qué disculparte conmigo. He sido yo quién ha cometido un error. – le dijo concentrándose en sus ojos. – Y no volverá a suceder nunca más. – prometió. Sus manos volvieron a hundirse entre las piernas de ____________. Sintió como ella pegaba su cuerpo al suyo, rozando sus senos redondos sobre su pecho. – todas las parejas tienen problemas. – Justin alzó los hombros. Con la mano izquierda acarició suavemente el mentón de ________, rozando sus dedos con delicadeza. La hizo mirarlo, y fue uno de esos momentos sublimes que ellos solían tener. Joder, amaba tanto las reconciliaciones. – Te cantaría todas las canciones que me pidieses, te lo juro. Pero no volvamos a discutir así de nuevo. – Justin miró a la boca de ________, deteniéndose en las partes que más deseaba probar. Estaba aguantando demasiado. – Creo que… - él se aclaró la garganta. Tuvo que hundir la mirada en el piso para que las palabras pudieran salir de su boca. Maldita timidez, nunca la perdería cuando se trataba de confesarle algo a su chica. – Creo que no hay una persona en el mundo que te necesite más que yo. – susurró con la mirada en el suelo y presionando fuerte el puño izquierdo. – He pensado toda la maldita mañana en una manera inteligente de hacer que me perdones y espero… espero haberlo logrado, porque puedo hacerlo una vez más sino funcionó.
- Ha funcionado. – le dijo ella, presionando ambas manos sobre las mejillas de Justin y haciendo que este subiera la mirada. Y entonces no había más timidez en él, al contrario, sentía un gran alivio al saber que ahora todo había vuelto a ser como antes y en cambio, ahora deseaba más que nunca comerse la boca de _________ con desesperación. La tenía tan cerca, que podía escuchar su respiración y sentir su aliento. Escuchó el eco de la voz de ___________ disculparse una vez más, pero en cambio él estaba concentrado en la forma en la que ____________ sobaba ambas manos sobre su pecho. Era irritante no poder hacerle el amor en ese lugar. Y Dios… esa falda… - ¿Me estás escuchando? – ella enarcó una ceja.
- Ese brillo labial te queda muy bien.
Oh… él también estaba de vuelta.
- No seas tonto.
- ¿Lo puedo probar? – Justin ladeó la cabeza, sin dejar de mirar la boca de __________ ni un solo segundo. Incluso ella se ruborizó por la intensidad de su mirada. Asintió lentamente, fijándose como los labios de Justin se acercaban a ella cada vez más. Rompiendo la distancia. Desapareciendo los centímetros. Los labios de Justin tocaron los suyos con delicadeza, sin ningún rastro de desesperación. Casi asemejándose a un roce. Incluso ________ estiró un poco más sus labios para poder besarlo más intensamente, pero él no perdía el ritmo. Suave. Preciso. Cuando terminó de besarla, Justin se separó, se quedó unos segundos con los ojos cerrados y se relamió los labios. Su lengua moviéndose circularmente hizo que _____________ pensara mal una y mil veces. Todo lo que ese hombre podía causar en ella era muchas veces tan atrevido. – Me encanta el durazno.
Ella se mordió un labio. Estiró el brazo derecho y enredó este en el cuello de Justin, atrayéndolo.
- ¿Estás seguro que no quieres probar una vez más? – le preguntó una ____________ deseosa de sentirlo besarla con mucho más ganas.
- Te sorprenderías de saber qué es lo que quiero probar ahora.
Joder… ______________ se retorcía en su sitio y los juegos que su mente le hacía no ayudaban en lo absoluto.
- ¿Qué quieres probar ahora?
- ¿Cuándo te volviste así, Peterson? Antes eras más reservada. – se burló él, sonriendo de una manera encantadora.
- Tú me has vuelto así.
- Estoy orgulloso de mi trabajo.
- Sí, y ahora mismo quiero escuchar que es lo que quieres probar.
Justin ladeó la cabeza, aún con esa sonrisa deliciosa en los labios. Sostuvo a ____________ de las caderas e hizo que las posiciones cambiaran. Ahora fue ella quien quedó sobre la pared.
- Uhm… déjame pensarlo. – Justin se sobó la barbilla, despacio. – Son muchas cosas… - dijo y sus ojos cambiaron de matiz al dejar el juego. Detuvo sus dedos sobre su barbilla y ahora estaba tenso, mirando cada parte del cuerpo de _____________ completamente concentrado. Su mirada se detuvo en los senos de ella. – Mnh… veamos. – canturreó él. Sus manos se aplastaron sobre los hombros de __________, quitándole el saco negro por las mangas. Segundos después el saco estaba en el suelo y su pecho y sus hombros habían quedado descubiertos. Una oleada de calor se pasó por su cuerpo, no podía controlarse. Toda ella estaba en llamas, sintiendo cada segundo la manera en la que Justin pasaba sus dedos por entre sus piernas. Tocando por debajo de la falda. – Creo que esto es lo primero que necesito probar. – le aseguró Justin. Pasó a inclinarse sobre ella, haciendo que su boca llegara a altura de sus senos. Abrió bien la boca y la apretó, besando la piel de ____________. Besando sus senos, e introduciendo su nariz en medio del espacio entre ellos. Al escucharla gemir, su mente ideó otras cosas. De verdad deseaba tanto satisfacerla de todas las maneras posibles e imposibles. Se había convertido en una necesidad.
Así que estiró la lengua y lamió de arriba hacia abajo, toda su piel. Y al sentir el contacto tibio, supo que había sido todo.
Los gruesos dedos de Justin cogieron los extremos de la blusa de tirantes de __________, subiéndosela. Quitándosela. La vista se le nubló al verla semidesnuda. Pero estaba tan desesperado que no deseaba perder más tiempo, así que tocó su espalda, palpando con locura hasta llegar al broche de su sujetador. Era un experto en ella, y sabía hasta que tipo de sujetadores usaba, por lo que desabrocharlo nunca era un problema. Soltó el sujetador, que cayó por los hombros de __________ lentamente, hasta quitárselo. Sus senos quedaron en bandeja para él, que empezó a masajearlos con ambas manos, mientras arriba comía su boca con una fuerza tremenda. E introducía su lengua, haciendo que la de ella también participe en el acto. Poco a poco fue dándose cuenta de que los pezones de _____________ se habían erizado entre sus dedos. Los acarició y estiró uno de ellos con los dedos.
- Oh… - gimió ___________, suave. Música para los oídos de Justin. Y mientras estiraba sus pezones, sus ganas fueron inevitables, por lo que pasó a inclinarse para meterse uno de sus senos en la boca. Apretó la lengua, y chupó. - ¡Joder! – gritó ella, convulsionando en su sitio. Lo único que pudo hacer fue enredar sus dedos en el cabello de Justin, que chupó con más fuerza al sentirla también arañándole la espalda. Pero él no se detuvo, y continuó con el otro seno, chupándolo y pasando su lengua con anterioridad. – Ah… Justin, van a… van a escu…
- Esto lo has pedido tú. – logró gemir él, entre jadeos desesperados. Y ____________ lo sabía tan bien como conocía a Justin que ahora era muy tarde para detenerlo, tanto para él como para ella.
- ¿Qué ha sido todo eso? – le preguntó animado. La verdad es que toda esa presentación sorpresa le favorecía. Los ingresos que tendrían serían increíbles.
- Dijiste que no habría problema si…
____________ apareció justo al costado de James. Le miraba fijamente, sin esconder nada en aquella mirada. Quería decirle tantas cosas. James también notó la presencia de aquella mujer que había llamado la atención de todos cuando había llegado.
- Estaré adentro, gran trabajo. – le dijo James, buscando una manera inteligente de irse. Y poco después había escapado de los dos. Y poco después solo habían quedados ambos, mirándose…
Todo lo que Justin había planeado decir, por si las cosas salían mal, se había ido de su mente en un instante en el que sus ojos se habían perdido completamente en ______. Iba tan malditamente guapa, podía notarlo también por las miradas de casi todos los hombres tras ella. Y demonios, deseaba quejarse, pero no era el momento. Debía actuar romántico, educado… tal y como ella quería en ese momento.
- ¿Te ha gustado? – le preguntó Justin, con una sonrisa ilusionada en los labios. Sin embargo, su interior rogó mil veces porque miraba fijamente la boca de ____________, húmeda se veía terriblemente irresistible. Cuanto había deseado besársela desde ayer.
______________ asintió ante su pregunta.
- Era una sorpresa… - se quedó callado al ver las manos de ______________ estirarlas hacia él. Se quedó algunos segundos observándolas, hasta que las cogió, todavía sin entender, y ella lo arrastró poco a poco, sin que nadie más pudiera verlos, hasta la puerta del baño de mujeres del club. Justin negó con la cabeza y sonrió al mismo tiempo, cuando pudo notar lo que ____________ trataba de transmitirle. Además, tenía esa sonrisa sensual en los labios que solo le inducía a pensar cosas nada sanas. Esa mujer nunca dejaría de sorprenderlo. Se dejó llevar por ella, sin importar que en ese momento alguna persona los haya visto ya. Dejó que ___________ abriera la puerta del baño y lo hiciera entrar junto a ella. - ¿ahora tú vas a sorprenderme? - ____________ cerró la puerta del baño y rápidamente aplastó ambas manos sobre el pecho de Justin, pegándolo a la pared. Este se sostuvo de las caderas de ella y sus ojos se vieron inquietados por observar el escote que su chica traía, además también de acariciar sus piernas por debajo de la falda tubo.
- También te amo. - le dijo __________ mientras subía y bajaba sus manos por el cuello de él. Justin tragó saliva. Su cuerpo empezó a tensarse muchísimo. Tenerla tan cerca era un maldito pecado. – Por favor perdó…
- Hey, tú no tienes por qué disculparte conmigo. He sido yo quién ha cometido un error. – le dijo concentrándose en sus ojos. – Y no volverá a suceder nunca más. – prometió. Sus manos volvieron a hundirse entre las piernas de ____________. Sintió como ella pegaba su cuerpo al suyo, rozando sus senos redondos sobre su pecho. – todas las parejas tienen problemas. – Justin alzó los hombros. Con la mano izquierda acarició suavemente el mentón de ________, rozando sus dedos con delicadeza. La hizo mirarlo, y fue uno de esos momentos sublimes que ellos solían tener. Joder, amaba tanto las reconciliaciones. – Te cantaría todas las canciones que me pidieses, te lo juro. Pero no volvamos a discutir así de nuevo. – Justin miró a la boca de ________, deteniéndose en las partes que más deseaba probar. Estaba aguantando demasiado. – Creo que… - él se aclaró la garganta. Tuvo que hundir la mirada en el piso para que las palabras pudieran salir de su boca. Maldita timidez, nunca la perdería cuando se trataba de confesarle algo a su chica. – Creo que no hay una persona en el mundo que te necesite más que yo. – susurró con la mirada en el suelo y presionando fuerte el puño izquierdo. – He pensado toda la maldita mañana en una manera inteligente de hacer que me perdones y espero… espero haberlo logrado, porque puedo hacerlo una vez más sino funcionó.
- Ha funcionado. – le dijo ella, presionando ambas manos sobre las mejillas de Justin y haciendo que este subiera la mirada. Y entonces no había más timidez en él, al contrario, sentía un gran alivio al saber que ahora todo había vuelto a ser como antes y en cambio, ahora deseaba más que nunca comerse la boca de _________ con desesperación. La tenía tan cerca, que podía escuchar su respiración y sentir su aliento. Escuchó el eco de la voz de ___________ disculparse una vez más, pero en cambio él estaba concentrado en la forma en la que ____________ sobaba ambas manos sobre su pecho. Era irritante no poder hacerle el amor en ese lugar. Y Dios… esa falda… - ¿Me estás escuchando? – ella enarcó una ceja.
- Ese brillo labial te queda muy bien.
Oh… él también estaba de vuelta.
- No seas tonto.
- ¿Lo puedo probar? – Justin ladeó la cabeza, sin dejar de mirar la boca de __________ ni un solo segundo. Incluso ella se ruborizó por la intensidad de su mirada. Asintió lentamente, fijándose como los labios de Justin se acercaban a ella cada vez más. Rompiendo la distancia. Desapareciendo los centímetros. Los labios de Justin tocaron los suyos con delicadeza, sin ningún rastro de desesperación. Casi asemejándose a un roce. Incluso ________ estiró un poco más sus labios para poder besarlo más intensamente, pero él no perdía el ritmo. Suave. Preciso. Cuando terminó de besarla, Justin se separó, se quedó unos segundos con los ojos cerrados y se relamió los labios. Su lengua moviéndose circularmente hizo que _____________ pensara mal una y mil veces. Todo lo que ese hombre podía causar en ella era muchas veces tan atrevido. – Me encanta el durazno.
Ella se mordió un labio. Estiró el brazo derecho y enredó este en el cuello de Justin, atrayéndolo.
- ¿Estás seguro que no quieres probar una vez más? – le preguntó una ____________ deseosa de sentirlo besarla con mucho más ganas.
- Te sorprenderías de saber qué es lo que quiero probar ahora.
Joder… ______________ se retorcía en su sitio y los juegos que su mente le hacía no ayudaban en lo absoluto.
- ¿Qué quieres probar ahora?
- ¿Cuándo te volviste así, Peterson? Antes eras más reservada. – se burló él, sonriendo de una manera encantadora.
- Tú me has vuelto así.
- Estoy orgulloso de mi trabajo.
- Sí, y ahora mismo quiero escuchar que es lo que quieres probar.
Justin ladeó la cabeza, aún con esa sonrisa deliciosa en los labios. Sostuvo a ____________ de las caderas e hizo que las posiciones cambiaran. Ahora fue ella quien quedó sobre la pared.
- Uhm… déjame pensarlo. – Justin se sobó la barbilla, despacio. – Son muchas cosas… - dijo y sus ojos cambiaron de matiz al dejar el juego. Detuvo sus dedos sobre su barbilla y ahora estaba tenso, mirando cada parte del cuerpo de _____________ completamente concentrado. Su mirada se detuvo en los senos de ella. – Mnh… veamos. – canturreó él. Sus manos se aplastaron sobre los hombros de __________, quitándole el saco negro por las mangas. Segundos después el saco estaba en el suelo y su pecho y sus hombros habían quedado descubiertos. Una oleada de calor se pasó por su cuerpo, no podía controlarse. Toda ella estaba en llamas, sintiendo cada segundo la manera en la que Justin pasaba sus dedos por entre sus piernas. Tocando por debajo de la falda. – Creo que esto es lo primero que necesito probar. – le aseguró Justin. Pasó a inclinarse sobre ella, haciendo que su boca llegara a altura de sus senos. Abrió bien la boca y la apretó, besando la piel de ____________. Besando sus senos, e introduciendo su nariz en medio del espacio entre ellos. Al escucharla gemir, su mente ideó otras cosas. De verdad deseaba tanto satisfacerla de todas las maneras posibles e imposibles. Se había convertido en una necesidad.
Así que estiró la lengua y lamió de arriba hacia abajo, toda su piel. Y al sentir el contacto tibio, supo que había sido todo.
Los gruesos dedos de Justin cogieron los extremos de la blusa de tirantes de __________, subiéndosela. Quitándosela. La vista se le nubló al verla semidesnuda. Pero estaba tan desesperado que no deseaba perder más tiempo, así que tocó su espalda, palpando con locura hasta llegar al broche de su sujetador. Era un experto en ella, y sabía hasta que tipo de sujetadores usaba, por lo que desabrocharlo nunca era un problema. Soltó el sujetador, que cayó por los hombros de __________ lentamente, hasta quitárselo. Sus senos quedaron en bandeja para él, que empezó a masajearlos con ambas manos, mientras arriba comía su boca con una fuerza tremenda. E introducía su lengua, haciendo que la de ella también participe en el acto. Poco a poco fue dándose cuenta de que los pezones de _____________ se habían erizado entre sus dedos. Los acarició y estiró uno de ellos con los dedos.
- Oh… - gimió ___________, suave. Música para los oídos de Justin. Y mientras estiraba sus pezones, sus ganas fueron inevitables, por lo que pasó a inclinarse para meterse uno de sus senos en la boca. Apretó la lengua, y chupó. - ¡Joder! – gritó ella, convulsionando en su sitio. Lo único que pudo hacer fue enredar sus dedos en el cabello de Justin, que chupó con más fuerza al sentirla también arañándole la espalda. Pero él no se detuvo, y continuó con el otro seno, chupándolo y pasando su lengua con anterioridad. – Ah… Justin, van a… van a escu…
- Esto lo has pedido tú. – logró gemir él, entre jadeos desesperados. Y ____________ lo sabía tan bien como conocía a Justin que ahora era muy tarde para detenerlo, tanto para él como para ella.
Los dedos de Justin bajaron hasta la cremallera de la falda de tubo de ____________. La bajaron rápidamente y subieron la falda de ella, descubriendo sus piernas por completo. Ahora en cambio solo se notaban sus braguitas rosadas completamente para él. Y lucían tan inocentes, teniendo a Justin mirándoles. Era como la presa y el cazador. O mucho peor.
- Creo que sabes muy bien que es lo que quiero probar ahora, ¿verdad? – preguntó él, gimiendo. Bajó la mirada en dirección a su erección y sintió como esta se movía entre sus pantalones. – Mierda. – se quejó para sí solo. Escuchó a _____________ gemir en aprobación, lo cual le hizo subir la mirada para observar su estado de éxtasis. Su cuerpo estaba tenso y caliente, justo como el de Justin. – Ojalá con esto puedas perdonarme del todo. – volvió a decirle, desesperándola todavía más.
Justin se separó unos centímetros de ella y posó sus rodillas sobre el suelo. La boca de _____________ se abría con cada imagen que sus ojos le transmitían. Se mordió un labio al sentir el cambio entre el frío viento y el cálido aliento de Justin, ahí abajo. Lo observó inspeccionando, besándoles los muslos y colocando sus gruesas manos sobre sus caderas. Y cerró los ojos, solo para dejarse llevar por lo siguiente que sentiría. Sin poder ver nada, logró percibir como Justin bajaba sus braguitas mojadas por entre sus piernas, dejándolas hasta la altura de sus rodillas.
- Voy a hacer que te corras en mi boca, ______________.
Ella tuvo que cerrar los ojos con fuerza y morderse la boca por dentro, para poder evitar gritar ante semejante sensación. La lengua de Justin invadió su clítoris con intensidad, lamiendo de arriba hacia abajo y en el punto exacto. El punto de su jodido éxtasis. De su perdición. Estaba tocando ahí y la sensación era increíble. Podía sentirse en otra dimensión, completamente perdida por el tacto húmedo de la lengua de su novio. Dios mío. Era perfecto. Sabía de qué manera tocarla y cómo lograr que se corriera con facilidad.
_____________ arqueó el cuerpo y enredó sus dedos en el cabello de Justin, empujando su cabeza hacia su feminidad. Haciendo que Justin la penetre con la lengua todavía más. Y aunque parecía imposible, todavía podía llegar a otros límites. Y él lo sabía muy bien. Al abrir los ojos, la imagen de _____________ semidesnuda, cubierta de sudor, despeinada, tensa y gimiendo, hizo que solo deseara verla corriéndose. Corriéndose muchísimo. Así que guardó la lengua, saboreándolo todo y abrió la boca lo suficiente como para poder chupar.
- ¡Dios, Justin! – gritó ella con fuerza. En su mente ya no gobernaba la preocupación de si alguien podía estar escuchándolos. Era totalmente mínimo. El momento era de los dos y así sería por siempre.
_____________ trató de elevar más las caderas, algo dentro de ella empezaba a surgir. Algo intenso. Algo caliente que empezaba a gobernar cada centímetro de su cuerpo. Desde los pies hasta la cabeza. Estaba a punto de correrse. Lo sentía venir, denso entre su vientre.
- Detente… - le rogó ________. – voy a co…a correrme… Jus…Justin… Oh, Dios… - se mordió fuerte los labios, hasta sentir el sabor metálico de la sangre en la punta de su lengua. Abrió bien la boca al sentir su orgasmo a flor de piel.
- Grita ___________, hazlo. – le ordenó Justin, sabiendo muy bien que eso era ella lo que necesitaba para desahogarse. Se estaba haciendo daño mordiéndose el labio y eso de todas formas no calmaría su estado. - ¡Hazlo! – gritó él desde abajo.
Ella volvió a resistirse, pero la sensación era incontrolable. Necesitaba desahogarse. Se estaba… se estaba corriendo.
- ¡OH! – soltó _____________. Gimió una vez más, y sus jadeos aumentaron. – Maldición ¡Justin! – gritó tan fuerte como pudo. Abajo su orgasmo cubría todas las expectativas de Justin, que de inmediato se puso de pie. Se desnudó en segundos y cogió su miembro con las manos, masajeándolo mientras veía a su novia correrse. De arriba hacia abajo. Apretó duro, hasta llegar al glande, y volvió a subir. Sus venas estaban más gruesas que nunca. Dios… jamás había necesitado tanto esto. Sin embargo ver ____________ corriéndose era más que suficiente. Jugó con su gruesa polla, y poco después notó la mirada de _____________ sobre ella. Y poco después, las manos de ____________ se encargaron de abrazar su erección. Y aunque esperaba que ella lo masajeara de igual manera, ____________ pasó a introducir su erección dentro de su cuerpo.
- Joder, nena… - Justin cerró los ojos. Se sintió completamente perdido por durante segundos. Completamente desorientado, y logró recuperar la conciencia cuando vio a ___________ moverse, mientras la besaba la boca con delicadeza. De vez en cuando se detenía para poder respirar y decirle…
- Te amo… - susurró ella, chocando su nariz con la de Justin. – Dios, te amo tanto. – volvió a decirle. Él abrió los ojos, se moría por ella. En momentos como esos podía comprobarlo mejor que nunca. Se moría por esa mujer. Maldita sea, de verdad estaba loco por ella y por cada detalle que tenía con él. Estaba loco por cada vez que ella le decía te amo y lo pronunciaba de una manera tan sublime, dulce y seductora a la vez. Lo elevaba tanto y hacía amarla más. Todavía más.
De pronto se escucharon dos toques a la puerta.
Ambos se detuvieron en seco y ____________ tapó la boca de Justin con las manos.
- ¿Hay alguien adentro? – preguntó alguien detrás de la puerta, mientras volvía a dar dos toques.
_____________ se apretó los labios, mirando de Justin. Y este no pudo evitar reírse en voz baja al ver la expresión de ____________. Le faltaba un poco para empalidecer por completo, pero también se reía, lo cual era gracioso.
- Sí, enseguida…
- Use otro baño. – gritó Justin, agudizando la voz y tratando de asimilarla a la de una mujer. ____________ abrió la boca.
- ¿Qué haces? – le preguntó en susurros.
Algunos pasos se escucharon desde afuera y de pronto la mujer que había estado tocando la puerta, ya no estaba más.
- Se ha ido, ¿lo ves? Funcionó. – la apretó de la cintura y le besó la boca con delicadeza. – Ha sido un muy buen polvo.
- Oh… ya eres tú de nuevo. - __________ ladeó la cabeza, sonriéndole irónicamente.
- ¿Me extrañaste? Sé que amas mi lado pervertido. – volvió a besarle la boca una vez más.
Sonriéndole. ______________ también le correspondió el beso, acomodando sus brazos sobre los hombros de Justin. – Lamento tanto haberte hecho el amor aquí… no pude aguantarme.
____________ soltó una risita al escucharlo.
- Ese uniforme te queda de puta madre ¿lo sabes?
- Me lo han dicho antes.
- ¿Quién?
Ella volvió a sonreír al mirarlo. Lo que sus ojos podían registrar era a ese hombre guapísimo muerto de celos. El mismo Justin de siempre, y aquello solo le hacía sentir que las cosas estaban bien entre ellos una vez más.
A punto de besarse de nuevo, el móvil de Justin sonó entre sus pantalones.
- ¿No vas a contestar?
- Quiero besarte.
- Pero… - Justin le besó la boca de improvisto.
- Ahora sí. – con una sonrisa en los labios, Justin pasó a sacar su móvil de entre los bolsillos traseros de su pantalón. El número que vio en la pantalla no se le hizo conocido en un primer momento y solo hasta que ____________ se inclinó para verlo de igual manera, él pudo por fin saber de quién se trataba.
Contestó de inmediato.
- ¿Kate? ¿Qué sucede? – preguntó Justin, que miró a __________ con expresión confundida.
- Siento… siento mucho molestarlo yo…
- ¿Estás bien? – volvió a cuestionarle Justin.
- No. – Kate; la niñera, tragó saliva. Dentro del departamento, veía a Elisabeth ver la televisión cómodamente. Admiraba mucho su tranquilidad, porque en cambio ella tenía los nervios de punta. – Necesito que venga de inmediato.
- ¿Ha pasado algo con Elisabeth? – la voz de Justin cambió de matiz al preguntar por su hija. Su cuerpo se tensó por completo y por primera vez… después de tanto tiempo, sintió el miedo recorrerle todo el cuerpo. – Joder, dímelo ¿ella está bien?
_____________ frunció el ceño, abriendo los labios suavemente. Su corazón también se había helado en ese momento.
- Lo está. – contestó Kate. – soy yo… he recibido llamadas amenazantes todo el maldito día. – dijo con la voz entrecortada. Tenía los ojos cerrados y las manos sobre la boca, evitando que Eli pudiera escucharla llorar. – No puedo seguir aquí. – confesó. – No sé quiénes son… se lo juro, pero han amenazado con venir y llevarse a Elisabeth. – esta vez no pudo evitar llorar al decir las últimas palabras. Se había encariñado tanto con esa niña y el escuchar en aquellas llamadas anónimas que planeaban llevársela, le había helado el corazón. – Y… - Kate guardó silencio. Parte de lo que había pasado durante las últimas llamadas, le había hecho volverse paranoica. Ahora miraba cada esquina del departamento con terror, como si aquellos que la habían estado llamando pudieran escucharla u observar lo que hacía. Pero debía decírselo. – Y ellos… ellos también quieren asesinarlo.
- Creo que sabes muy bien que es lo que quiero probar ahora, ¿verdad? – preguntó él, gimiendo. Bajó la mirada en dirección a su erección y sintió como esta se movía entre sus pantalones. – Mierda. – se quejó para sí solo. Escuchó a _____________ gemir en aprobación, lo cual le hizo subir la mirada para observar su estado de éxtasis. Su cuerpo estaba tenso y caliente, justo como el de Justin. – Ojalá con esto puedas perdonarme del todo. – volvió a decirle, desesperándola todavía más.
Justin se separó unos centímetros de ella y posó sus rodillas sobre el suelo. La boca de _____________ se abría con cada imagen que sus ojos le transmitían. Se mordió un labio al sentir el cambio entre el frío viento y el cálido aliento de Justin, ahí abajo. Lo observó inspeccionando, besándoles los muslos y colocando sus gruesas manos sobre sus caderas. Y cerró los ojos, solo para dejarse llevar por lo siguiente que sentiría. Sin poder ver nada, logró percibir como Justin bajaba sus braguitas mojadas por entre sus piernas, dejándolas hasta la altura de sus rodillas.
- Voy a hacer que te corras en mi boca, ______________.
Ella tuvo que cerrar los ojos con fuerza y morderse la boca por dentro, para poder evitar gritar ante semejante sensación. La lengua de Justin invadió su clítoris con intensidad, lamiendo de arriba hacia abajo y en el punto exacto. El punto de su jodido éxtasis. De su perdición. Estaba tocando ahí y la sensación era increíble. Podía sentirse en otra dimensión, completamente perdida por el tacto húmedo de la lengua de su novio. Dios mío. Era perfecto. Sabía de qué manera tocarla y cómo lograr que se corriera con facilidad.
_____________ arqueó el cuerpo y enredó sus dedos en el cabello de Justin, empujando su cabeza hacia su feminidad. Haciendo que Justin la penetre con la lengua todavía más. Y aunque parecía imposible, todavía podía llegar a otros límites. Y él lo sabía muy bien. Al abrir los ojos, la imagen de _____________ semidesnuda, cubierta de sudor, despeinada, tensa y gimiendo, hizo que solo deseara verla corriéndose. Corriéndose muchísimo. Así que guardó la lengua, saboreándolo todo y abrió la boca lo suficiente como para poder chupar.
- ¡Dios, Justin! – gritó ella con fuerza. En su mente ya no gobernaba la preocupación de si alguien podía estar escuchándolos. Era totalmente mínimo. El momento era de los dos y así sería por siempre.
_____________ trató de elevar más las caderas, algo dentro de ella empezaba a surgir. Algo intenso. Algo caliente que empezaba a gobernar cada centímetro de su cuerpo. Desde los pies hasta la cabeza. Estaba a punto de correrse. Lo sentía venir, denso entre su vientre.
- Detente… - le rogó ________. – voy a co…a correrme… Jus…Justin… Oh, Dios… - se mordió fuerte los labios, hasta sentir el sabor metálico de la sangre en la punta de su lengua. Abrió bien la boca al sentir su orgasmo a flor de piel.
- Grita ___________, hazlo. – le ordenó Justin, sabiendo muy bien que eso era ella lo que necesitaba para desahogarse. Se estaba haciendo daño mordiéndose el labio y eso de todas formas no calmaría su estado. - ¡Hazlo! – gritó él desde abajo.
Ella volvió a resistirse, pero la sensación era incontrolable. Necesitaba desahogarse. Se estaba… se estaba corriendo.
- ¡OH! – soltó _____________. Gimió una vez más, y sus jadeos aumentaron. – Maldición ¡Justin! – gritó tan fuerte como pudo. Abajo su orgasmo cubría todas las expectativas de Justin, que de inmediato se puso de pie. Se desnudó en segundos y cogió su miembro con las manos, masajeándolo mientras veía a su novia correrse. De arriba hacia abajo. Apretó duro, hasta llegar al glande, y volvió a subir. Sus venas estaban más gruesas que nunca. Dios… jamás había necesitado tanto esto. Sin embargo ver ____________ corriéndose era más que suficiente. Jugó con su gruesa polla, y poco después notó la mirada de _____________ sobre ella. Y poco después, las manos de ____________ se encargaron de abrazar su erección. Y aunque esperaba que ella lo masajeara de igual manera, ____________ pasó a introducir su erección dentro de su cuerpo.
- Joder, nena… - Justin cerró los ojos. Se sintió completamente perdido por durante segundos. Completamente desorientado, y logró recuperar la conciencia cuando vio a ___________ moverse, mientras la besaba la boca con delicadeza. De vez en cuando se detenía para poder respirar y decirle…
- Te amo… - susurró ella, chocando su nariz con la de Justin. – Dios, te amo tanto. – volvió a decirle. Él abrió los ojos, se moría por ella. En momentos como esos podía comprobarlo mejor que nunca. Se moría por esa mujer. Maldita sea, de verdad estaba loco por ella y por cada detalle que tenía con él. Estaba loco por cada vez que ella le decía te amo y lo pronunciaba de una manera tan sublime, dulce y seductora a la vez. Lo elevaba tanto y hacía amarla más. Todavía más.
De pronto se escucharon dos toques a la puerta.
Ambos se detuvieron en seco y ____________ tapó la boca de Justin con las manos.
- ¿Hay alguien adentro? – preguntó alguien detrás de la puerta, mientras volvía a dar dos toques.
_____________ se apretó los labios, mirando de Justin. Y este no pudo evitar reírse en voz baja al ver la expresión de ____________. Le faltaba un poco para empalidecer por completo, pero también se reía, lo cual era gracioso.
- Sí, enseguida…
- Use otro baño. – gritó Justin, agudizando la voz y tratando de asimilarla a la de una mujer. ____________ abrió la boca.
- ¿Qué haces? – le preguntó en susurros.
Algunos pasos se escucharon desde afuera y de pronto la mujer que había estado tocando la puerta, ya no estaba más.
- Se ha ido, ¿lo ves? Funcionó. – la apretó de la cintura y le besó la boca con delicadeza. – Ha sido un muy buen polvo.
- Oh… ya eres tú de nuevo. - __________ ladeó la cabeza, sonriéndole irónicamente.
- ¿Me extrañaste? Sé que amas mi lado pervertido. – volvió a besarle la boca una vez más.
Sonriéndole. ______________ también le correspondió el beso, acomodando sus brazos sobre los hombros de Justin. – Lamento tanto haberte hecho el amor aquí… no pude aguantarme.
____________ soltó una risita al escucharlo.
- Ese uniforme te queda de puta madre ¿lo sabes?
- Me lo han dicho antes.
- ¿Quién?
Ella volvió a sonreír al mirarlo. Lo que sus ojos podían registrar era a ese hombre guapísimo muerto de celos. El mismo Justin de siempre, y aquello solo le hacía sentir que las cosas estaban bien entre ellos una vez más.
A punto de besarse de nuevo, el móvil de Justin sonó entre sus pantalones.
- ¿No vas a contestar?
- Quiero besarte.
- Pero… - Justin le besó la boca de improvisto.
- Ahora sí. – con una sonrisa en los labios, Justin pasó a sacar su móvil de entre los bolsillos traseros de su pantalón. El número que vio en la pantalla no se le hizo conocido en un primer momento y solo hasta que ____________ se inclinó para verlo de igual manera, él pudo por fin saber de quién se trataba.
Contestó de inmediato.
- ¿Kate? ¿Qué sucede? – preguntó Justin, que miró a __________ con expresión confundida.
- Siento… siento mucho molestarlo yo…
- ¿Estás bien? – volvió a cuestionarle Justin.
- No. – Kate; la niñera, tragó saliva. Dentro del departamento, veía a Elisabeth ver la televisión cómodamente. Admiraba mucho su tranquilidad, porque en cambio ella tenía los nervios de punta. – Necesito que venga de inmediato.
- ¿Ha pasado algo con Elisabeth? – la voz de Justin cambió de matiz al preguntar por su hija. Su cuerpo se tensó por completo y por primera vez… después de tanto tiempo, sintió el miedo recorrerle todo el cuerpo. – Joder, dímelo ¿ella está bien?
_____________ frunció el ceño, abriendo los labios suavemente. Su corazón también se había helado en ese momento.
- Lo está. – contestó Kate. – soy yo… he recibido llamadas amenazantes todo el maldito día. – dijo con la voz entrecortada. Tenía los ojos cerrados y las manos sobre la boca, evitando que Eli pudiera escucharla llorar. – No puedo seguir aquí. – confesó. – No sé quiénes son… se lo juro, pero han amenazado con venir y llevarse a Elisabeth. – esta vez no pudo evitar llorar al decir las últimas palabras. Se había encariñado tanto con esa niña y el escuchar en aquellas llamadas anónimas que planeaban llevársela, le había helado el corazón. – Y… - Kate guardó silencio. Parte de lo que había pasado durante las últimas llamadas, le había hecho volverse paranoica. Ahora miraba cada esquina del departamento con terror, como si aquellos que la habían estado llamando pudieran escucharla u observar lo que hacía. Pero debía decírselo. – Y ellos… ellos también quieren asesinarlo.
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PD: No podré subir capítulos durante esta semana. Tendré exámenes y viajaré el viernes hasta el próximo miércoles :( pero les dejaré unos adelantos de lo que pasará en el capítulo 14 y 15, aquí en mi Twitter -> @skynothelimit, no pueden perdérselos :D
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