viernes, 18 de octubre de 2013

Capítulo 102

Narra Justin: 


Presiono el acelerador con fuerza. Nuestros cuerpos se balancean debido a la inercia y ella todavía no deja de mirarme. Sé que más allá de estar solamente cabreada, está además buscando respuestas que aún no puedo darle. Intento ignorar sus ojos sobre los míos, pero es imposible evitar mirarla…

- ¿Puedes decirme que está pasando? – me pregunta una vez más. He escuchado la misma pregunta por tres veces ocasiones seguidas.

- No es nada, creo que Kate tiene problemas. – levanto los hombros, tratando de parecer natural. _________ sigue mirándome y al voltear para entender su expresión, puedo darme cuenta de que no se ha creído en lo absoluto lo que acabo de decirle. – Nena… - estiro mi mano derecha, logrando alcanzar la pierna izquierda de __________. Mis dedos recorren su piel desnuda, erizándola en cada paso. – No pasa nada, de verdad. – mirando su boca, yo mismo trato de convencerme de lo que acabo de decirle.

Sin embargo, me es difícil concentrarme en otra cosa que no sea el sonido de la voz de Kate completamente asustada, y sobre todo… lo último que soltó antes de colgar la llamada “También quieren asesinarlo a usted”… mi mente se nubla. Demonios, necesito pensar. Necesito decirle esto a Chaz y a Travis, antes de que las cosas se salgan de control.

- Kate nunca ha tenido problemas con Eli. – susurra ella, con la frente pegada a la ventanilla del auto. Trago saliva. ___________ es persistente, sabe que en el fondo tengo mucho por decirle. Me conoce tan bien…

El camino directo a casa se hace corto debido a la velocidad del Mustang. Minutos después, el edificio de nuestro departamento está frente a nosotros. ___________ se apresura a subir y llega mucho más rápido que yo. Está preocupada… y verla de esa manera solo me hace recordar a cómo estaban las cosas hace un año atrás, cuando Tentation la buscaba. Cuando Tentation estaba tras sus pasos y había tenido que hacer tantas cosas para poder escapar. Solo entonces puedo darme cuenta de que no debo decirle absolutamente nada sobre lo que está pasando. Hemos vivido esta problema tan intensamente todo este tiempo, ella no tiene por qué volver a pasar por lo mismo… no lo merece. 

Kate abre la puerta del departamento, sus ojos están muy abiertos y hay cierta expresión de desesperación en su rostro. Tiene a Elisabeth entre sus brazos y de inmediato me adelanto para recibirla y tenerla entre los míos. Kate se queda callada, simplemente mirándome. Mirando a _________. Mirando a Elisabeth.

- Lo siento mucho… - susurra, disculpándose. En su brazo izquierdo cuelga un bolso grande donde ha guardado sus cosas.

- ¿Qué ha pasado? – pregunta ____________, todavía dispuesta a saber la verdad.

Kate me mira directamente a los ojos, hablándome con la mirada. Sabe muy bien que le he pedido que no le comente nada a _____________ sobre lo que ha sucedido.

- Mi familia ha tenido un grave problema, es todo.

- ¿Estás bien? – pregunta ___________, frunciendo el ceño.

- Sí, de verdad. – Kate intenta sonreír, fallando en el intento. – Llámame de nuevo si necesitas mi ayuda. – frota su mano derecha en el hombro de ___________ y se apresura a entrar al ascensor, desapareciendo minutos después.

En el pasillo solo nos hemos quedado los tres. _____________ está todavía mirando las puertas del ascensor, se ha quedado plasmada ante la actitud de Kate.

- ¿Sabes que esto muy raro, verdad? – me dice, pensando en voz alta.

- Seguro tiene algunos problemas.

- ¿Crees que necesite de nuestra ayuda? - se muerde un labio y… Oh Dios, necesito besarla, se ve tan sutil cuando se muerde sola. Estoy a punto de responderle, pero ella se distrae y se acerca a nosotros. - ¿Cómo estás, preciosa? – le pregunta a Eli, besándole la mejilla izquierda. Está posicionada muy cerca de mí y logro sentir su olor. Dulce, sencillo. El olor de su piel es delicioso y me hace recordar lo que hace unos momentos estábamos haciendo… - ¿Por qué no entran? - ____________ enarca una ceja, ahora puesta sobre el umbral de la puerta. Nos sonríe a ambos. Elisabeth sonríe también, abrazándome el cuello y ___________ entra por el pasillo, canturreando alguna canción y bailando al mismo tiempo.

Me toma unos segundos despertar de este sueño… en el que ___________ baila y canta una canción, ahora preparando algo en la cocina. Y donde Elisabeth baja de mis brazos, corre por el pasillo de habitaciones, moviendo sus dos coletas, y va hasta su habitación. Se toma un tiempo y regresa con un papel coloreado a base de crayones.

- ¿Para mí? – enarco una ceja, Elisabeth asiente y me entrega la hoja de papel justo en mis manos. Tomo asiento en el sillón, colocándola a ella sobre mi regazo. Mi corazón da un vuelco cuando veo el dibujo que ha hecho para mí.

- Mami, tú y yo. – dice señalando el dibujo. Se esconde en mi pecho cuando me ve observándolo con detenimiento. Y sin entender cómo, me he quedado quieto mirando el dibujo por un largo tiempo.

No recuerdo haber hecho esto con mis padres; o ver a Ryan, Travis o Chaz hacer lo mismo los suyos. Quizá sea esa la razón por la cual un dibujo puede ponerme tan malditamente sensible. Un dibujo y verla a ella, tan inocente, haciendo algo para quien nunca fue capaz de hacer lo mismo. Sentada sobre mi regazo, me abraza fuerte, intimidada por si podría o no gustarme lo que ha hecho para mí…

- ¿Así luzco, de verdad? – enarco una ceja y señalo con los dedos el dibujo que me representa. – Por Dios, soy tan guapo.

Ella asiente con la cabeza.

- Mami es bonita. – me dice ahora, señalando a ___________ sobre el dibujo. No puedo evitar sonreír al verla ilustrada en esa hoja de papel. Hasta en un dibujo pintado por una niña de tres años, es sexy.

- Es muy…muy bonita. – susurro también. Y ambos nos quedamos un buen rato observándola. – Pero tú… - cojo el dibujo con mis manos y lo aparto de nosotros, cogiendo a Elisabeth y hundiendo mis labios en su cuello. Ella estalla en risas. – Tú eres preciosa. – le digo, uniéndome a sus risas. – Es la mejor obra de arte que he visto en toda mi vida. – me detengo y traigo de nuevo la hoja de papel, entre mis manos. Elisabeth se reincorpora, todavía riendo y colorada por las cosquillas.

- ¿Sí te gusta? – me mira con los ojos llenos de ilusión, mientras sus manos se entrelazan.

- Me encanta. – inclinándome, le doy un beso en la frente. – Ven, vamos a enseñarle esto a tu madre.

Elisabeth coge la hoja de papel entre sus manos y sin previo aviso, la subo sobre mis hombros. La escucho dar un grito que me hace reír y a continuación cojo sus manos, pero ella me cubre la vista al tener la hoja de papel con una de ellas.

- Cógete fuerte. – le advierto, todavía riendo. – A tu madre la va a dar algo cuando nos vea así.
Intento caminar con la vista cubierta, dando un paso tras otro lentamente. No tardamos nada en llegar a la cocina, donde ____________ está puesta de espaldas, buscando algo entre los estantes. Al sentir la sombra de alguien tras ella, se voltea de inmediato.

- ¡Justin! – grita ella al ver a Elisabeth sobre mis hombros.

- Ella te quiere mostrar algo. – le digo. Eli estira las manos y le da la hoja de papel. ___________ nos mira, negando con la cabeza. Es como si fuera madre de ambos. Mira el dibujo de Elisabeth y de inmediato su rostro cambia. Ahora es más suave. Lo mira detenidamente, mientras va cubriéndose la boca poco a poco.

- ¿Te gusta, mami? – pregunta Elisabeth. Y ambos, tanto ella como yo, podemos notar que a ___________ no solo le ha gustado el dibujo, sino que además… la ha hecho llorar.

- Es lo más bonito que he visto en toda mi vida. – balbucea con los ojos envueltos en lágrimas. Se pone en puntillas y besa a Elisabeth en la mejilla.

- Nena… ¿por qué estás…

- Déjame. No lo sé. - ___________ se limpia las lágrimas rápidamente y se voltea, colocándose de espaldas.

Bajo el cuerpo de Elisabeth de entre mis hombros, poniéndola en el suelo. Y lo siguiente que mis manos cogen son los hombros de _____________, girándola para tenerla cara a cara.

- ¿Puedo saber que está pasando contigo últimamente? – ella intenta evadirme, mirando otro lugar que no sean mis ojos.

- Estoy bien, solo… estoy un tanto… sensible. – se restriega la nariz, recuperando la compostura.

- ¿Es por lo de ayer? – frunzo el ceño, realmente preocupado por saber qué es lo que todavía le molesta. Y podría apostar cualquier cosa, al decir que hay algo que no me está diciendo. 

- No, no… - niega rápidamente. 

- ¿Te ha venido la regla?

____________ sonríe.

- Supongo que pronto, tal vez por eso estoy así.

- Cosas de mujeres…- abro bien los ojos, frotando mis manos sobre sus hombros. - ¿estabas preparando algo? – muerdo mi labio inferior. – Espera… ¿tú estás preparando algo?

- He mejorado, Justin.

- Sí pero…

- Confía en mí, puedo hacer las cosas bien cuando de verdad quiero hacerlas. – se pone de espaldas y yo apoyo mi barbilla sobre su hombro izquierdo.

- Dímelo a mí. – susurro contra su oído. – Puedes hacer muchas cosas bien cuando te lo propones… especialmente con esas manos. – canturreo despacio, poniéndole un poco de doble sentido a nuestra conversación.

- ¡Pervertido! – me reprende, volteando su rostro para encontrarse con el mío. - ¿Por qué estoy enamorada de ti?

- Me deseas. Me amas. Qué sé yo. Soy prácticamente irresistible.

Ella pone los ojos en blanco. 

- Y bien… ¿qué vas a preparar con esas manos?

- Es que si sigues diciéndome eso no podré 
preparar nada.

- Mnh… te pone.

Vuelve a poner los ojos en blanco, dejándome descansar sobre su hombro. Y nos mantenemos quietos y callados mientras tanto. La observo cocinar, siguiendo al pie de la letra los pasos que relata una revista de cocina. Y es que de otro modo ella no podría cocinar, pero lo hace muy bien hasta ese momento. 

Solo en ese instante, mi mente puede por fin debatir sobre el problema que Kate ha tenido en toda la mañana. Las malditas llamadas frecuentes. Y todo encaja tan perfectamente, como si cada paso estuviera planeado. La muerte de la madre de ________, los robos, las llamadas… incluso la información que mi madre me ofreció sirve. Todo está tan malditamente claro. Puedo saber que son ellos, tanto como puedo saber que me quieren a mí. Pero hay todavía muchas cosas que no me quedan claras. Hay todavía tantas cosas que no puedo adivinar, sin antes tener todo el problema en mis manos. ¿Cómo han localizado mi casa? ¿Cómo han obtenido mi número? Hay piezas que no quedan claras, sin embargo hay algo que puedo deducir de todo esto, y es que alguien está siguiendo nuestros pasos. Que alguien…que uno de ellos está entre nosotros.

El pensamiento enfría mi piel. 

Después de todo, aquellas llamadas no han significado más que una simple advertencia. Y ____________ es lo suficientemente inteligente como para sospechar que algo extraño está pasando si le pido que nos mudemos en este momento, al menos por un tiempo. Joder… ¿qué debo hacer?

- ¿Me has escuchado? – me pregunta, con una sonrisa en los labios.

- Sí… - miento. ___________ pone los ojos en blanco.

- Que veas qué está haciendo Elisabeth. – me repite, concentrada en su faena. 

Asiento, antes dándole un beso en el cuello como despedida. Mientras camino por el pasillo, buscando a Elisabeth, saco el móvil y busco el número de Travis en la lista de contactos. Él tiene que saber toda esta mierda cuanto antes… pero al hacerlo, noto la falta de mi billetera en el bolsillo trasero de mi pantalón. Intento hacer memoria rápida de donde he podido dejarla, pero no puedo saber exactamente donde he podido dejarla o tal vez… olvidarla. 

- ¡Papi! – me llama Elisabeth, desde su habitación. Estando a un paso de ella, entro y la miro sobre el suelo, con muchas hojas de papel y varios crayones de colores esparcidos por el suelo. - ¡Mira! – me dice entusiasmada. 

En sus manos trae varios dibujos más que me entrega con ilusión en los ojos. Me siento sobre su cama, chocando los pies con algunas tazas de té y haciéndolas sonar. Ella me reprende, diciéndome que tenga más cuidado y las recoge del suelo. 

- Wow… ¿los has hecho tú? – le pregunto con una sorpresa divertida. Ella me sonríe, contenta. Pasos las hojas de papel, una tras otra. En un dibujo está _________, con un vestido y un bolso; en otro estoy yo, con pantalones y una cazadora azul. Hay muchos en los que aparecemos los tres y hay uno en el aparece Travis y Emily. Puedo reconocerlo por la moto que ha dibujo a su costado; y puedo reconocerla a ella por el color de su cabello. Sin embargo… hay un dibujo que llama todavía más mi atención. Un dibujo fuera de lo normal y extrañamente, no logro identificarme a mí, a ________ o alguien que Elisabeth conozca. Lo que veo eriza mi piel. – Nena… - susurro, atrayéndola hacia mí. - ¿Quiénes son ellos?

Le pregunto. Ella solo sube los hombros, sin saber qué decirme. Y probablemente no tenga idea de a quiénes ha dibujado en aquella hoja de papel. Aquella, donde hay muchos hombres vestidos de negro, reunidos en un edificio, con el ceño fruncido y dinero en las manos. 







Narrador Omnisciente: 


En su mirada solo estaba el reflejo de toda la ira acumulada que sentía en ese momento. Sus manos estaban adornadas por venas gruesas y protuberantes que solo demostraban bien su estado de ánimo. Y renegaba de nuevo.

- Maldita sea, contéstame. – dijo en voz alta. El semáforo que estaba frente a él le ordenaba que bajara la velocidad. Intentó llamar a Travis un par de veces más, pero este no respondía. Y sus nervios aumentaban. ¿Dónde demonios podía estar?
Apretó el acelerador de nuevo, volando en medio de las calles de New York. 

Había tenido que decirle a __________ que había surgido un problema en su trabajo y que no podía ser inmune a él. Y aunque ella no había quedado totalmente satisfecha con la excusa de Justin, al menos no había optado por preguntarle más. En cuanto a Elisabeth, ella guardó aquellos dibujos en el mismo cofre mediano que conservaba desde hace ya mucho tiempo. Le había prometido a Justin no enseñárselos a ___________ jamás. Pues aunque esa niña no tuviera idea de quiénes eran esas personas, sentía algo dentro de ella que le hacía saber que dibujarlos no era lo correcto. Los había visto en algún momento y aquella imagen se había quedado guardada en su memoria para toda la vida. 

Justin volvió a golpear el timón.

No podía permitirlo. Con él habían hecho absolutamente todo, tenía hasta el más sucio recuerdo guardado en su mente. No estaba libre de recordar esas escenas en cualquier momento. Y cuando lo hacía, casi siempre terminaba borracho en algún bar o fumando un cigarrillo. Pues para personas como él, era demasiado tarde intentar borrar las cicatrices que permanecían en la base de sus recuerdos. Recuerdos que protagonizaba su padre, recuerdo que protagonizaba Tentation…
Encendió el último cigarrillo. El auto tenía un hedor repugnante, tanto que le hacía recordar aquellas noches cuando se perdía en olor del cigarro solo para olvidar a ______________.

- ¿Qué sucede? – Travis respondió en la otra línea. Justin trató de mantener la calma y no soltar algún sermón por no haberle contestado antes. 

- Estoy frente a tu edificio, ábreme la puerta. – sentenció y colgó la llamada. 

Bajó del Mustang y en pocos minutos se encontró en el último escalón del edificio en donde Travis vivía. Localizó rápidamente su departamento, y justo como le había dicho, la puerta estaba abierta.
Dentro del departamento también estaba Chaz. Tenía una lata de RedBull en la mano derecha y recibió a Justin con una sonrisa, y una de sus frases imprudentes de siempre.

- Mira quién está aquí, ¿te han soltado la correa por esta noche? – preguntó riendo. Justin se limitó a entrar al departamento, tirar la colilla de cigarro, y quedarse callado hasta que Chaz terminara de bromear con él. – Esto tiene que ser un milagro. – continuó Chaz.

Travis también decidió quedarse callado. Solo le había bastado observar el semblante duro de Justin como para entender que algo le sucedía.

- ¿Quieres una cerveza? – le ofreció Chaz. 

- No. – respondió Justin, exhalando el humo del cigarro. 

- ¿Tampoco tomas ahora?

- ¿Podrías cerrar la maldita boca por una vez en tu vida? – le preguntó Justin, dando rienda suelta a su irritación. Miró a Chaz, callándolo con la mirada. Aquellos ojos marrones se volvieron helados y sus jadeos se volvieron mucho más pesados que antes. Su mano izquierda se hizo un puño.

Los dos hombres que estaban dentro del departamento además de Justin, se quedaron callados.

- ¿Qué mierda te sucede? – le cuestionó Chaz.
Y Justin se dio vuelta, tratando de relajarse. Aunque sabía muy bien que lo único que podría relajarlo ahora era fumar un poco más.

- Quieren asesinarme. – empezó Justin. – La niñera de Elisabeth ha recibido llamadas amenazantes toda la maldita mañana y le han dicho que quieren matarme. – se dio media vuelta y tiró el cigarrillo al suelo. – Saben muy bien que aquello me tiene sin cuidado, pero esto no es como hace unos años. – cerró los ojos lentamente, respirando con cuidado. Cuando abrió los ojos, tuvo que hundir la mirada en el suelo para no delatar sus sentimientos. – Esta vez no estoy solo. – susurró. – Tengo una familia. – dijo en voz alta.

- No va a pasarles nada. – Travis alzó la mirada hacia Justin.

- Tú no puedes tener el control de lo que ellos puedan hacer. – le contestó este.

- Lo hice hace algunos años, puedo hacerlo ahora.

Los tres se quedaron callados.

- ¿Estás seguro de que Tentation tiene que ver en esto? – preguntó Chaz, en medio de los dos.

- Con lo que me ha dicho mi madre tuve suficiente como para entender que se trata de ellos. – Justin subió la mirada, deteniéndola en Travis, que tenía cierto aire de autosuficiencia por lo que acababa de decirle a Justin.

- Deberías sacarlas de ese departamento cuanto antes. – sugirió Travis. Pero el tono de su voz no parecía ser el de un simple consejo. Denotaba más bien querer tener el control.

- Crees que saberlo todo, ¿verdad? – Justin ladeó la cabeza. Empezaba a cabrearle internamente la actitud de Travis.

- Solo quiero ayudar. Así como lo hice cuando tú no estabas.

- Ahora estoy aquí y te puedo asegurar que no necesitamos de tu ayuda.

- Tal vez tú no… - Travis se acercó a pasos lentos, disminuyendo la distancia y aumentando la adrenalina de sus palabras. No sabía muy bien si quería herirlo o tan solo quería ayudar como tanto le decía. – Pero ________ y Elisabeth sí me necesitan.

Justin soltó una media sonrisa, burlándose con la mirada de las palabras de Travis.

- ¿Así que quieres hacerte el héroe una vez más?

- Solo quería hacerte recordar quién las protegió cuando tú estabas revolcándote con una maldita rubia.

Justin volvió a ladear la cabeza. Tal vez sí había llegado al departamento de Travis por un poco de ayuda de su parte, pero ahora mismo solo deseaba partirle el rostro. Golpearlo tanto como para hacerle olvidar todo lo que le había dicho. Sus ojos azules denotaban ira, tanto como los marrones de Justin. Quería hundirlo con palabras que eran ciertas y que Justin jamás terminaría de superar. Tenía razón, él sí había estado cuando Justin no sabía si quiera de la existencia de Elisabeth… y aunque todo eso parecía pasado, las heridas seguían en carne viva, esperando por un poco perdón. Ellos dos nunca terminarían bien del todo, siempre habría algo que terminaría haciéndolos herirse el uno con el otro.

- ¿Lo has olvidado ya? – le preguntó Travis. Dentro de él, ya estaba convencido de que lo único que quería era revivir el pasado, golpeando con palabras.

- Joder Travis, ¿quieres calmarte? – intervino Chaz.

- Déjalo hablar… ¿qué más tienes para decirme? – Justin le sonrió a Travis. Ambas miradas chocaron, ocasionando una descarga fuerte - Vamos Travis, abre la maldita boca y dímelo todo, aunque de todas formas sabré que eres un hijo de puta que siempre vivirá inmerso en el pasado. Pero te digo algo, gran imbécil, debes saber que lo que pasó hace dos años ya terminó. _____________ está conmigo, ______________ duerme conmigo y Elisabeth lleva mi sangre, porque es mi hija. – lo miró a los ojos, sabiendo que aquello que le había dicho había dolido más de lo que él estaba dispuesto a soportar. – Porque ni siquiera sirvió que la protegieras durante años para que ella te considerara un padre. – Justin ladeó la cabeza, disfrutando de cada palabra que soltaba. – Y ____________... ella nunca supo valorarte como algo más, porque siempre estuvo acostumbrada a mí. – otro silencio se abrió entre los tres. Chaz cerró los ojos, sabiendo lo que estaba por venirse. – Supéralo Travis, no eres nadie para ellas.

Travis golpeó fuerte el rostro de Justin, haciéndolo tambalearse en su sitio. Y este se volvió en su lugar con lentitud, cubriéndose el pómulo derecho, justo donde Travis había golpeado. Al estar en su lugar, endureció el puño izquierdo.

- ¿Te duele que te digan la verdad? – esperó unos segundos antes de abalanzarse hacia Travis, golpeando todavía más fuerte contra la nariz de este.

La lata de Red Bull calló al suelo y Chaz corrió hacia Justin y Travis, tratando de separarlos. Pero Justin seguía golpeando. Una. Dos. Tres veces. Su puño empezaba a arder, mientras Travis también intentaba defenderse, golpeando el estómago de Justin con toda la fuerza posible, hasta ahogarlo un par de segundos.

- ¡Maldita sea, detente! – gritó Chaz, cogiendo a Justin de los brazos. Lo hizo ponerse de pie, todavía con Travis en el suelo.

La escena se asemejaba mucho a… Joder… los recuerdos aparecían en la mente de Justin, jugándole una mala pasada. Golpear a Travis solo hacía que su memoria reviviera la peor noche de su vida, aquella donde él y __________...

Justin cerró los ojos. Se separó de ambos y puso ambos brazos sobre su cabeza, tratando de borrar la imagen. Su paso nunca lo dejaría vivir tranquilo y menos ahora, que tenía al hombre que lo había separado de __________, en el suelo… pero debía calmarse.

- Espero que te haya quedado claro. – le dijo Justin por última vez. Sus hombros subían y bajaban, debido a su respiración agitada. – No quiero verte cerca de _____________, ¿me entiendes? – Justin levantó su dedo índice. Escuchó a Chaz renegar un poco más, diciéndole que dejara de hablarle a Travis, y finalmente optó por irse de aquel departamento, donde sabía que si seguía metido, terminaría por moler a golpes a una de las personas que más daño le había hecho.







- Hola preciosa. – le dijo Travis. Hundió la cabeza, debido al hipo ocasionado por los varios tragos que se había tomado. – Mierda, no sabía que conocías mi casa. – ladeó la cabeza y estiró las manos. – Entra. – le invitó.

Emily también sonrió, un tanto incomoda por notar como es que Travis se encontraba. Desde que lo conocía jamás había tenido la oportunidad de verle ebrio. Y es que no solamente lo estaba, sino que además apestaba a humo de cigarrillo y estaba desnudo de cintura para arriba.

- ¿Cómo estás? – le preguntó él, cerrando la puerta de su departamento. – Oh joder, lamento que todo esté tan desordenado. – levantó los hombros, riéndose.

Su pequeño departamento estaba repleto de colillas de cigarrillo y latas de cerveza por doquier.

- No hay problema. – mintió ella. Se sentó sobre el sofá y más tarde él estaba a su costado. Seguía fumando, aún cuando ella le había repetido muchísimas veces que odiaba el olor. Y ahora mismo Emily se estaba llevando una impresión diferente de él, una que en el fondo sabía que encontraría de parte de Travis.

- ¿Quién te dio la dirección de mi departamento? – le cuestionó él.

- Travis, ¿podrías dejar de fumar?

- Nena, es mi casa ¿lo sabías?

Ella tragó saliva.

- ____________ me dijo donde vivías. ¿Te ha molestado que viniera?


- ________________... – Travis asintió con la cabeza. – Siempre _____________. – tragó saliva, exhalando humo. - ¿Acaso nunca dejará de estar metida en mi vida?

- ¿Qué ha pasado con ella?

- La detesto. – le contestó él. – La odio. – mintió. – A él y al hijo de puta que tiene su lado. 


Emily se quedó callada. No podía seguir soportando el humo saliendo de la boca de Travis. Aquella boca que deseaba besar, pero que sabía que no era el momento adecuado. Estaba tan borracho… y aun así le parecía tan malditamente indefenso…

- Tengo que irme. – susurró ella.

- Quédate. – le pidió él. Y en realidad lo deseaba tanto. – Quédate, hagamos el amor… - se arrastró por el sofá, llegando al extremo en el que Emily se encontraba, para poder besarle el cuello.

- N…No… - se quejó ella. Si saber cómo, sus ojos ya estaban cerrados y su respiración empezaba agitarse notoriamente. Ése era el poder de Travis Maslow. – Ahora no Travis, estás borracho…

- Te quiero ahora Emily. – Travis alzó la voz. Hizo fuerza en sus brazos y logró acostar a Emiy sobre el sofá, colocándose sobre ella. Emily gimió, quejándose, pero a la vez deseando tanto un toque más proveniente de los labios de Travis. – Quédate, maldita sea. – aquello había sonado como una orden. Y ella también lo había sentido de esa manera. Las palabras de Travis habían llegado incluso a atemorizarle, y no sabía exactamente si aquello le había gustado.

- Suéltame, por favor.

- ¿Qué pasa si no lo hago?

- ¡Maldición, suéltame! – gritó ella, bajo su cuerpo. - ¡Estás borracho Travis!

- Sí ¿Y?

- Suéltame o voy a llamar a la policía.

- ¿Crees que eso me da miedo?

- ¡Joder, basta! – Emily estampó ambas manos sobre el pecho de Travis, empujándolo. Pero este hizo todavía más fuerza, logrando alcanzar la boca de Emily con la suya, besándola contra su voluntad. Los ojos de ella se llenaron de lágrimas, viéndose encerrada por él y viéndose además… decepcionada. - ¡Déjame en paz! – gritó esta vez enfurecida. Empujó a Travis con fuerza, haciéndolo caer al suelo, mientras ella corrió hasta la puerta.


Se acomodó el vestido caro que traía puesto y aunque los tacones le molestaban, era parte de su dignidad no quitárselos. Miraba desde arriba a aquel hombre que pensaba que podría significar algo en su vida. Y estaba decepcionada con ella misma, por haber hecho el amor con el tantas veces, cuando siempre había jurado jamás enamorarse de un tipo como él. Borracho, problemático, lleno de tatuajes y que tenía la nicotina impregnada a él. Llorando, abrió la puerta del departamento y se fue de ahí antes de que Travis pudieran acercársele una vez más. Solo entonces pudo saber que todo este tiempo había estado haciendo lo incorrecto. Travis no era para ella. Ni ella para él. Lo que había significado para ambos, no era más que un juego sucio en el que los dos… sabría que esa sería la única forma de terminarlo.









______________ se puso las pantuflas mientras se colocaba de pie. Arrastró los pies en silencio para no despertar a Elisabeth y se dirigió hacia las afueras de la habitación. Alguien tocaba la puerta insistentemente. Aunque Justin todavía no aparecía, se le hacía totalmente extraño que fuera él quien estuviera tras esa puerta, pues este siempre conservaba las llaves del departamento. Sin pensarlo más, abrió la puerta despacio y dejando un pequeño espacio para poder hablar. Sus ojos se centraron en la persona que estaba fuera. Era una mujer envuelta en una falda tejana y una blusa de tirantes. Tenía el cabello castaño hasta la cintura, e iba bastante maquillada. _____________ no pudo deducir nada en cuanto su mirada, parecía bastante inocente y tenía algo en sus manos que a ____________ le pareció muy conocido.

- Mnh… ¿Aquí vive Justin Bieber? – preguntó la castaña, con el ceño fruncido. Miraba por sobre el cuerpo de ___________, tratando de localizar a Justin.

_______________ abrió bien los ojos, todavía sin entender nada. Aunque ver a ese mujer vestida de esa forma y preguntando por su hombre le atemorizaba de cierta forma.

- ¿Tú eres…?

- Lo siento, es que quisiera hablar con él personalmente.

- Justin no está, pero puedes hablar conmigo.

La castaña negó con la cabeza, bastante incomoda.
- ¿Cree que si vengo mañana podré hablar con él?

- No, la verdad no. – negó __________ inmediatamente. – ¿Podrías decirme por favor quién eres? – ladeó la cabeza, mirando a la mujer de pelo castaño con bastante detenimiento.

Esta pareció ponerse nerviosa al saber que empezaba a entrar en presión.

- Que es tarde guapa, no tengo toda la noche para hablar contigo. – insistió ______________.

- Él… él ha olvidado su billetera anoche en nuestro bar. – la mujer estiró los brazos, mostrándole la billetera a __________.

Ella observó el objeto en sus manos. Parte de su cuerpo se alivió al escuchar la palabra “bar”. Al menos no era lo que ella estaba pensando… Justin había pasado la noche en un bar y eso no algo por qué alarmarse.

- Vale, puedes dármela que yo me encargo de dársela.

- Uhm… me gustaría dársela personalmente, por favor. – la castaña apretó la billetera entre sus manos.

- Mira, si tienes algo que decirle me lo puedes decir a mí.

La mujer se quedó callada. Lo pensó unos minutos y pasó a estirar sus manos con el objeto entre ellas.

- No quería ser pesada, ahí está. – dijo entregándole la billetera a ____________. Se dio media vuelta y caminó moviendo las caderas hacia las escaleras. Le dio una última mirada a ________ y desapareció.

_____________ cerró la puerta del departamento. Se paseó por el departamento con la billetera de Justin en las manos, pensando muy bien en qué iba a decirle a este cuando llegara. Necesitaba una buena explicación, aunque estaba decidida a no armar otro lío como el de la mañana. Ya habían discutido bastante.

Mientras caminaba hasta la habitación, una hoja de papel doblada en dos calló desde la billetera hasta el suelo. ____________ se detuvo, retrocedió algunos pasos y cogió el papel. Aquello la hizo hacer revisar que todos los documentos de Justin se encontrasen dentro de la billetera y al terminar, se animó a abrir el papel que se había caído desde un principio. Era una nota. Cuatro líneas. Y muchas palabras que hicieron que el corazón de _____________ de un vuelco.



“Hola Justin. Sé que probablemente no me recuerdas, pero yo a ti sí puedo recordarte. Dejaste tu billetera sobre mi cama anoche y quise venir y dejártela personalmente porque además moría de ganas por verte de nuevo. Anoche fue especial para mí. Quería saber si podíamos encontrarnos de nuevo en el mismo lugar. Sobre mi cama. Un beso, Stella







Justin introdujo las llaves del departamento en la cerradura. Traía una caja de Pizza hawaiana, la preferida de Elisabeth, y esa había sido la razón de su demora. Entró y notó que las luces de la cocina se encontraban encendidas, al igual que las luces de su habitación. Se dirigió al primer ambiente para asegurarse de que ____________ estuviera dentro. Y… efectivamente lo estaba. 

Sus ojos estaba
n irritados y tenía ceño fruncido. Estaba llorando y lo había estado haciendo durante los últimos minutos. Reconocía muy bien aquella mirada y hasta podía escuchar esas palabras que todavía no dejaba salir. Alarmado, dejó la caja de pizza sobre la encimera de la cocina y corrió hasta donde estaba __________. Intentó colocar sus manos sobre los hombros de ella, pero esta se apartó. 

- ¿Por qué lloras? – le preguntó preocupado. 

- Te han dejado una nota. - ____________ ladeó la cabeza, tirándole el papel por sobre el pecho. Al hacerlo, caminó lejos de Justin para poder estar fuera de su alcance.

Justin frunció el ceño, sin entender nada, observó que en la encimera de la cocina también estaba su billetera. Aquella que pensó que había perdido. Abrió el papel doblado por la mitad y ligeramente mojado por lo que él suponía eran las lágrimas de __________. Con el ceño fruncido y la mente blanco, leyó todo el silencio. Y su semblante iba cambiando de estado a medida que las letras iban creando palabras. Oh Mierda… esto no podía estar sucediéndole. Su piel se enfrió y cerró los ojos al terminar de leer aquella nota. Ni siquiera tuvo fuerzas como para mirar a _____________. Porque aunque él sabía muy bien que anoche no había sucedido nada con aquella mujer, no estaba seguro de si ______________ podía creer eso… y menos, viéndola llorar como lo estaba haciendo. 

- Quería hablar contigo personalmente. – balbuceó ____________. Justin cerró los ojos, arrugando el papel entre sus manos. – Aunque creo que en esa nota te ha dicho todo.

- _____________, déjame expli…

- Sí, vamos. Explícamelo todo como siempre lo haces. – le dijo abriendo los brazos. – He escuchado tus malditas explicaciones por durante tanto tiempo que ahora no me sorprende en lo absoluto que quieras arreglarlo todo con tan solo palabras.

- Por favor… - suplicó él. Su voz se debilitó al sentir la palabras que ___________ acababa de decirle. - Nena… créeme yo…

- Eres un idiota. – las mejillas de ellas volvieron a humedecerse rápidamente. Estaba llorando tanto… - Eres un maldito idiota. – se cubrió el rostro con ambas manos, sollozando con fuerza ahora que sabía que él no podía mirarla. Pero él no se quedó en su lugar, caminó a pasos rápidos hasta llegar a estar frente a _________. Hasta llegar a escuchar su respiración agitada y sus sollozos, todavía más intensamente. Y mierda, cuanto dolía. Cuanto detestaba verla así. Sin desearlo había cerrados ambos puños. Deseando tanto no hacerle el daño que siempre le hacía. Era tan estúpido, tan imperfecto. Justo lo que ella no merecía, estaba reflejado en cada uno de sus actos. Estaba reflejado en él. 

- _____________... – susurró él, mirándola llorar. Tragó saliva y se llenó de fuerza para poder seguir hablándole. – Mi amor, solo escúchame. – le pidió suplicante. Jamás había sentido el miedo expresarse tan bien como en aquel momento. Estaba tan asustado… - Anoche estaba jodidamente borracho, pero puedo asegurarte que no pasó nada entre esa mujer y yo. – le explicó. Se atrevió a subir ambas manos y acaricias los hombros de _____________ con los dedos. Ella no lo detuvo. Ella no hizo nada para hacer que Justin no la tocara. Ella ni siquiera lo miró, o dejó de llorar, solo se mantuvo quieta. – Soy capaz de muchas cosas ___________, pero jamás te engañaría con otra mujer. – suplicó, hablando son seriedad. Estaba diciendo las palabras que jamás había pensado vocalizar en algún momento de su vida. - ____________... – le llamó una vez más. Pero __________ todavía seguía con el rostro cubierto, sin decirle nada. Y él no sabía si aquella era una buena señal o tan solo lo estaba empeorando todo. – Por favor, dime algo. – le rogó desesperado. Maldición, sus ojos habían empezado a humedecerse por la sensación amarga que sentía por hacerle daño una vez más. Se supone que era él quién debía hacerla feliz, quién debía dárselo todo… quién debía amarla más que nadie en el mundo, pero en su historia era también la persona que más le había hecho sufrir. – Háblame… ____________, háblame por favor… - con los nervios a flor de piel, cogió ambos brazos de ___________, obligándola a quitar ambas manos de su rostro. 

Y pudieron mirarse. Y pudieron sentir cada uno la desesperación del otro. Y Justin pudo darse cuenta de que también estaba llorando. Llorando por una mujer. Por la mujer que lo tenía tocando fondo. Que lo tenía tan afectado de todas las maneras posibles. Estaba loco por ella. Loco por escucharla quererlo y por jamás dejarla ir. 

- Tú más que nadie sabe que yo era un tipo despreciable. – Justin subió ambas manos por el cuello de __________, hasta llegar a sus mejillas. – Mírame, por favor. – le rogó, apretando las mejillas de ella. – Que mi mundo era una maldita mierda. Pero estoy aquí y en lo único que puedo pensar ahora es en no perderte nunca.
_____________ volvió a sollozar, esta vez mirándole. Abrió la boca, sintiendo que tal vez podría decirle algo… pero Justin acercó la suya, besándole los labios lentamente. Se hizo un silencio corto entre los dos, hasta que él se separó, notando que __________ no había movido la boca en todo el lapso.

Con los ojos cerrados, ella intentó hablar.

- ¿Cuánto tiempo más seguiremos discutiendo? – le preguntó _________. 

- Nunca más. – Justin apretó las mejillas de ella entre sus manos. – Nunca más ___________, te prometo que…

- No… no, por favor… no me prometas nada. – ella abrió los ojos, encontrándose con las lágrimas de Justin. El rostro de él estaba asustado, desesperado, indefenso. Parecía un niño. Un niño perdido que necesitaba ser correspondido. – Escúchame… - le pidió ella. – Quizá deberíamos…

- ¿Deberíamos qué? – intervino Justin. Dentro de él sabía muy bien las palabras que ____________ le diría. Aquello solo le atemorizaba mucho más. – Por favor no…

- Unos días. Solo… solo… serán unos días.

- No… no ___________, no mi amor… - él negó con la cabeza, clavando su mirada en el suelo. Su respiración se hizo todavía más agitada y no quiso volver los ojos de nuevo hacia los de __________. Porque sabía que entonces perdería el control y terminaría gritando. – No voy a hacer esto. – insistió. – No voy a alejarme de ti _______________. 

- Déjame entender todo esto por unos días. - ___________ buscó su mirada y solo al encontrarla supo lo afectado que Justin se encontraba. Ella misma abrió la boca al notar lo desorientado que él se encontraba. Estaba aguantándose las lágrimas, tenía el rostro colorado y su mandíbula temblaba. 

- ¡No voy a hacerlo! – gritó él esta vez. - ¡No! – gritó todavía más fuerte, haciendo que ____________ retrocediera unos pasos hacia atrás, chocando contra los estantes de la cocina. – Por favor… créeme… créeme ________, no podría serte infiel mi amor… nunca lo haría. – le dijo esta vez, mirándola a los ojos. Demostrándole cuan asustado estaba. – No puedo vivir sin ti. 

- No digas eso…

- ¡NO PUEDO VIVIR SIN TÍ! – gritó fuerte y claro. Sus venas aparecieron marcadas por sobre su garganta. Tenía el semblante ardiendo en desesperación, en miedo, en pánico. – Sé que… sé que merezco lo peor, pero por alguna razón estoy aquí contigo, teniéndolo todo, y no quiero perderlo. No quiero perderte. No puedo perderte. 

Y ella se quedó callada. Y ambos se quedaron callados. Mirándose. Y ___________ sabía muy bien que sentía exactamente lo mismo que él sentía por ella. Que no podía perderle. Que lo necesitaba en cada segundo de su vida, por más extraño que esto pareciese. Y aunque aquel razonamiento, vencía totalmente todos los fundamentos que adversos… ella todavía necesitaba buscar explicaciones. Todo estaba pasando tan rápido que de repente sentía que alejarse era lo mejor… que dejarlo era lo mejor. Al menos por un tiempo. 

- Intentémoslo. - __________ pasó su mano derecha por el rostro de Justin. – Veamos… veamos qué pasa si…

- He vivido dos años sin ti ____________. Sé lo que pasa cuanto no estás. 

La miró a los ojos, esta vez sin llorar, sin demostrar nada más que sinceridad en su mirada. ¿Cómo le explicaba que sin ella lo perdía todo? El autocontrol, las ganas de vivir… lo perdía todo. Si la perdía, se perdía él. Sin ella, cada día se convertía en un problema. Y el problema, era que ella era su única solución. 

- ¿Por qué quieres dejarme? – se atrevió a preguntarle él. Aunque interiormente, se atemorizaba de escuchar la respuesta. 

- Digamos que estar contigo trae bastante por asimilar. Tan solo quiero tiempo para pensar… pensar esto…

- ¿Pensar en nosotros? 

____________ asintió con la cabeza.

- No tienes que alejarte de mí para hacer eso. – susurró él, ahora mucho más calmado. – Solo debes creerme ___________. No podría estar con otra mujer, cuando lo único que necesito es a ti. 


Él volvió a inclinarse sobre ella, besándole los labios. Esta vez _________ sí movió la boca, acomodándose entre la boca de Justin. Sintiendo entre su lengua el sabor de sus lágrimas. Segundos después, fue ella quien decidió separársele lentamente, dejando a Justin invadido por las ganas de continuar probando sus labios.


- Necesito dormir. – le propuso. – Mañana hablaremos de esto. – colocando ambas manos sobre el pecho de Justin, lo separó de ella, dándole espacio para poder irse.

Él asintió, mirándole alejarse de él y caminando hasta la habitación.

- ¿Quieres dormir sola? – se atrevió a preguntarle Justin, sabiendo exactamente la respuesta que ella le daría. 

_____________ asintió y sin decirle nada más, entró en la habitación, cerrándola después de unos segundos. Estando dentro, se dedicó a pensar en muchas cosas. En Justin. En ella. No sabía con exactitud si por lo que ambos estaban pasando, solo era uno de los típicos líos que las parejas tenían, o si aquello solo le estaba demostrando que lo suyo debía terminar. Porque muchas veces no necesitabas terminarlo todo con palabras, sino con tan solo hechos. No sabía con exactitud si aquellas peleas durarían para siempre. Si tendría que dormir sola otra noche más por haber discutido con él o si tendría que dormir preocupada porque Justin no aparecía. O si tendría que estar pendiente todos los días de su vida por si Justin no pasaba la noche con otra mujer, y si ésta lo seguía buscando… no sabía con exactitud si él podría estar preparado para lo que ella tenía para decirle. Y a decir verdad, ella tampoco sabía si lo estaba. Una vez, hace un año, él había tomado aquella noticia terriblemente mal. Y ahora… ¿Estaba preparado para enterarse de que ____________ estaba embaraza de nuevo?
 





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4 comentarios:

  1. Me Mato esta super WOW rayis esta embarazada de nuevo hay que emocion que sea un mini Justin te imaginas?

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  2. kajsdaksdj conchaa, amo tu novela dios, siguela

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  3. wooow increibleeee siguelaaa!!! me encantaaa!!!

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