jueves, 25 de julio de 2013

Capítulo 86


El banco federal abría las puertas exactamente a las ocho y media de la mañana, solo para personal autorizado. Incluyendo seguridad y los hombres de limpieza. Diez minutos después, empezaba la hora de atención. Son solo cinco personas quiénes se aglomeraron en la entrada esperando que las puertas se abriesen. La calle parecía normal, hacía bastante frío y los autos corrían. Una cámara de seguridad apuntaba la entrada del banco federal, estática y con una luz parpadeante. Había silencio, mucho silencio. De pronto el sonido del móvil de unos de los que esperaba a fuera del banco, empezó a sonar. Este contestó y se separó un poco del resto de gente. Ahora solo podía escucharse a este, discutiendo con una mujer que quizá era su novia. Los minutos pasaron, una mujer de edad avanzada empezó a quejarse porque el banco no habría sus puerta y tenía incontables cosas que hacer. Otro hombre hizo lo mismo. Hasta que por fin, un guardia de seguridad quitó ambos seguros por dentro de las mamparas blindadas del banco. Se disculpó por la tardanza y los hizo a pasar a todos, colocándose fuera de la puerta, vigilante. 


Pero una mujer, de las cinco personas, se quedó fuera.

- Creo que necesito ayuda. – el oficial bajó la mirada. Una mujer exuberante le hablaba a pocos pasos de su cuerpo. Tenía unos jeans apretados, un suéter favorable y un escote demasiado bueno para ser verdad. Se quedó impactado por el color de sus labios, rojo, fuerte, deseable, y sus ojos mirándole con inocencia - ¿puede entenderme? – preguntó ella, enarcando una ceja. 

- Sí… hablo otros idiomas además del francés. – sonrió él, tímido, sintiéndose como un adolescente y su primera cita para el baile. 

- Oh, muchas gracias. – ella alzó los hombros, dedicándole una sonrisa pacifica. – sabe… tengo algunos problemas para ubicarme, soy turista. – negó con la cabeza y bajó ambas manos hacia el bolso que traía cruzado hacia la espalda. Fingiendo torpeza, sacó de él un folleto pequeño donde aparecía la Torre Eiffel. - ¿me podría traducir esto? Lamento si estoy interrum…

- No, no lo hace. – negó él. Tragó saliva al notar que la exuberante chica se había pegado varios centímetros más a su cuerpo, con la intención claro, de prestar atención a la traducción que él haría. – por supuesto que puedo traducirlo. En la escuela siempre fui muy bueno en los idiomas. – soltó una sonrisa, bastante orgulloso.

- ¿Enserio? – ella abrió la boca. - ¿y hay más oficiales que tengan el mismo talento que usted? – le preguntó, mirándolo enternecida.

- ¿Aquí? No… - negó con la cabeza, despectivo. – este banco solo me tiene a mí.

Ella se quedó callada, asintiendo atenta con la cabeza. Eso era todo lo que necesitaba.

- Creo que solo un oficial es suficiente. - ______________ volvió a sonreírle. 

El oficial cogió el folleto en sus manos. Miró de reojo a ____________, que había cambiado completamente el semblante. Parecía más rígida, incluso nerviosa. 

- ¿Pasa algo? – se atrevió a preguntarle. Pero al mirarla, quizá pudo entender a qué se debía su cambio de actitud. 

Una camioneta roja blindada hasta en el motor apareció casi en las narices de ambos. El sonido de las cuatro llantas acelerando y el motor que dejó de rugir en seco, le sacudieron el cuerpo, haciéndolo entrar en tensión y viéndose necesitado de sacar el arma que guardaba en sus bolsillos. Miró a ____________ de reojo, la inocente turista que había ido en busca de un oficial que conociera más de un solo idioma, y… oh mierda, cerró los ojos, lamentándose y sintiéndose como completo imbécil al cual habían engañado con facilidad. 

Mientras tanto, _______________ se había quitado aquel suéter de lana abultado, bajo él escondía un fusil calibre 25. Apuntó decidida al oficial, que también le apuntaba a ella, pero antes de poder hacer algo en su defensa, observó como un disparo traspasaba el hombro derecho de aquel hombre, derribándolo. Lo siguiente que vio fue a Justin aparecer en seguida. La máscara anti plagas no le permitía verle en su totalidad, pero el simple hecho de saber que estaba le hacía sentir segura. No era momento de entrar en pánico, aunque sus nervios estuvieran de punta. 

Respiró hondo. 

- Cógela. No tenemos tiempo. – le dijo él, en gritos. _____________ asintió de inmediato, se puso la máscara que Justin le entregaba y sacó la mochila que había traído encubierta bajo su suéter. Hasta entonces solamente habían perdido un minuto en desconcentración. Algo que no debía seguir pasando. 
Se colocó al lado de Justin y apuntó hacia el frente cuando este abrió ambas puertas del banco.

- ¡Abajo todo el mundo! - gritó él con fuerza. Dio dos disparos hacia el techo, alertando a las personas y caminó según su itinerario planeado, hacia las dos esquinas más cercanas donde se ubicaban las cámaras de seguridad. Les disparó y segundos después las escuchó explotar. - ¡Este un maldito asalto! – gritó. 

Los gritos de dos mujeres se escucharon retumbantes. Todas las personas que se encontraban se colocaron de rodillas al suelo y con ambas manos sobre la cabeza al ver el fusil de Justin apuntando en sus narices. 

________________ tragó saliva. Se apartó de él y fue, según lo acordado, a las dos esquinas en donde se encontraban las demás cámaras de seguridad. Disparó con rapidez y bastante puntería. El corazón latía desesperado dentro de ella, haciendo que su respiración se viera entrecortada. 

Cerró los ojos, abriéndolos de inmediato y dándose a ella misma las jodidas agallas que necesitaba para terminar de una vez por todas esta mierda. Alzó la mirada y observó por los tejidos de la máscara anti plagas a sus siguientes víctimas. Corrió rápido hasta la fila de cajas e inclinó el fusil hasta el rostro de la primera cajera, que sollozaba contra el piso. 

- ¡Dame el maldito dinero! – gritó _______________. El extremo del arma rozaba contra la mejilla de la chica asustada. Esta se puso de pie, con ambas manos en el aire, sollozando con fuerza y temblando ante lo que tenía al costado. ________________ se fijó en su rostro, la recordaba, se trataba de Jasmine Raven. Observó cómo abría la pequeña caja fuerte ubicada bajo su escritorio. 

- Van a atraparlos. – susurró Jasmine, en medio de lágrimas y palabras ahogadas. _____________ apretó los labios. 

- El dinero, ahora. – volvió a pedir a _______________, esta vez en un tono duro e intimidante. Jasmine cerró los ojos. – conozco sobre ti. – las palabras salían de su boca y chocaban en Jasmine como grandes golpes. – sé de tu hija. Así que dame el maldito dinero antes de que…

Jasmine cogió el dinero de entre la caja antes de que ________________ terminara la frase y lo metió completamente dentro de la mochila. Sin dejar absolutamente nada. Envuelta en lágrimas, volvió a colocarse sobre el suelo al sentir el fusil de _________________ sobre ella. 

- Nunca sabrás lo que es tener una hija. – le dijo sin siquiera mirarla. Tragándose todo el maldito sufrimiento. Dándole de la misma medicina. 

¿Pero es que acaso ella sabía un poco sobre lo que ______________ estaba viviendo? Aquellas palabras la hicieron quedarse inmóvil en el mismo lugar, respirando entrecortado y analizándose lentamente. 


- ¡Te dije que no hablaras! – gritó Justin, por otra parte. Dio otro disparo hacia arriba, haciendo que las personas ahí presentes volvieran a sollozar con fuerza. - ¡maldita sea! – gritó aturdido. Tragó saliva y buscó con la mirada a _____________. Ésta también lo miraba había empezado a mirarlo. Y por alguna razón, se había quedado estática en un solo lugar. – joder… - susurró para él mismo. El tiempo pasaba. Cada segundo imprescindible iba desapareciendo. 
Los minutos asignados para la primera cajera ya habían terminado. Seguía la segunda, su tiempo determinado estaba empezado y _______________ no se movía. Solo unas palabras permanecían en su cabeza, golpeando fuerte… “Nunca sabrás lo que es tener una hija”… 

- No puedo hacer esto. – gritó ______________. Sin saber cómo, se le habían empapado los ojos en lágrimas. 

- Maldita sea, ahora no por favor… puedes hacer esto… ¡joder! – gritó él. 

Ella tragó saliva. Su cuerpo estaba quieto, su mente nublada y cada sentido empezaba a bifurcarse. Todos los nervios y tensiones se habían acumulado en una sola sensación. No podía hacer esto… no podía… su interior se había cerrado en esa idea. No podía… 
Él corrió rápido hasta las siguientes cajas. Si ella no podía hacer esto, iba a terminarlo por sí solo, antes de que el tiempo se acabara.

- ¡Abre la jodida caja! – gritó. La cajera más joven abrió, temblando y sollozando silenciosamente. Metió el dinero acumulado dentro de la mochila. – acuéstate. – le ordenó él, con el fusil en la mano. Miró rápidamente hacia el reloj en su muñeca. – mierda… - se quejó. Esto no tenía que pasar. Intentó no salirse de control. No había tiempo para nada. Los minutos que había acordado para salir de ahí se habían acabado. - ¡Mierda! – gritó irritado. Todavía quedaban dos cajas más, pero no podía correr el riesgo… no esta vez. Cogió la mochila y corrió hasta donde ______________ se encontraba, todavía inmóvil. – vámonos de aquí, no hay tiempo para nada. – le dijo rápidamente. Entrelazó sus manos con las de ella, para así ayudarla a correr hasta la salida trasera. Pero antes de poder salir, sus oídos fueron testigos de un sonido que él conocía muy bien… las sirenas de policía. 

Sin detenerse ni un segundo, corrieron hasta la segunda camioneta blindada con propagandas de servicios anti plagas. Subieron a ella rápido, tirando las armas y el dinero en el asiento trasero. Justin presionó el pie sobre el acelerador como nunca lo había hecho antes. 

- No te quites la máscara todavía. – le ordenó él, cuando pudo verla desesperada tratando de quitársela. 

_____________ asintió despacio, lo miró de reojo… y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, empapando sus mejillas. 

- Lo siento, por favor… por favor perdóname. – rogó ella con la voz debilitada. – no he podido hacerlo… yo… - tragó saliva y sollozó fuerte, golpeando su muslo derecho con sus manos. – lo he arruinado todo. 

Él soltó un suspiro. La adrenalina había bajado grandemente y ahora por fin se podía decir que podía pensar con tranquilidad. Observó el retrovisor, ningún auto adornado con alguna sirena sobre él le estaba persiguiendo. Pero quiso seguir conduciendo un poco más hasta perderse completamente. Hasta que nadie pudiera encontrarlos. Y así lo hizo, o al menos… eso pensaba él.

Paró la camioneta en seco y se quitó la máscara anti plagas, hasta ese momento, ________________ lo había hecho también, así que pudo besarla tanto como quería y con la misma desesperación que irradiaba su anterior adrenalina. Su lengua choco con la de ella, aturdido, cabreado… sí, también lo estaba, pero su hambre por ocasionar problemas estaba siendo calmado por los besos que necesitaba darle. Por la manera en la que necesitaba comer su boca y olvidarse de ese incidente que había puesto en riesgo sus vidas. Pero estaban ahí, perdidos en alguna calle de Paris, besándose después de haber cometido un pecado juntos…

- Ya pasó nena. – le susurró, arropando sus mejillas con las manos. Le limpió las lágrimas. – armaremos otro ¿vale? Lo lograremos esta vez. 
Pero ella se quedó callada, mirándole a los ojos… y él hizo lo mismo, por los últimos minutos que les quedaban juntos. 

A continuación, seis patrullas policiales aparecieron en la misma calle en la que la camioneta blindada se encontraba. Dos por cada esquina. Sin escapatoria. Sin ningún lugar a donde huir esta vez. 

- ¡Policía estatal de Paris… – gritó un hombre por el micrófono, en un perfecto acento francés. – …Están rodeados!

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sábado, 20 de julio de 2013

Capítulo 85

Narra Justin:

Enciendo un cigarrillo. El humo cubre mi rostro, acariciándolo y meciéndolo. Miro a través de la ventana. Paris se extiende delante de mí como una fotografía en una postal. Los autos pasan debajo y la ciudad me sonríe acogiéndome como de costumbre. Este lugar me hace sentir poderoso. Cierro los ojos. He estado aquí tantas veces haciendo la misma mierda de siempre. En la misma posición. Observando el mismo paisaje. En las mismas circunstancias. Con los mismos autos a gran velocidad y con la misma luna. Y las mismas estrellas. Y la misma gente. La misma ciudad. Probablemente el único que ha cambiado aquí soy yo.

Froto mi mano derecha sobre el borde de madera de la ventana abierta de par en par. Dejo salir humo suavemente, abriendo la boca y elevándola hacia las nubes. ¿Qué hora es? Es que este lugar nunca me permitirá dormir tranquilo. No podría hacerlo además sabiendo que nuestras vidas dependen de esta misión.

Trago saliva. Los minutos pasan. El ruido de las bocinas y de la agitada ciudad azotan mis pensamientos… estoy tenso, muy tenso. Tal vez cansado. Confundido. Una mezcla de todo. Una jodida mezcla de todo que me perturba y no me permite pensar con tranquilidad. Solo necesito hacerme una pregunta para saber que puedo manejarlo. ¿Estoy listo para volver? ¿Estoy realmente listo para entregarme en esto una vez más?

El viento hace que el humo toque mi rostro una vez más. La sensación es placentera. Me deja con los ojos cerrados por unos segundos, envolviéndome en su olor. Joder… jamás pensé que volver fuera tan difícil. ¿Puedo hacerlo? Sé que es parte de mí. Que una parte de mi naturaleza me pide a gritos que vuelva a experimentar la misma sensación que hace años no he sentido. Pero puedo decir algo con mucha seguridad, y es que en todo este tiempo no he necesito sentirla. _______________ ha sido suficiente para mí. Ha sido el refugio que necesitaba. En todos los años que pasé robando y ganándome líos por la calle, no llegué a imaginar que solo necesitaba de una persona para poder sentar cabeza. Y mucho menos que esa persona sea una mujer tan diferente a mí y con diferentes proyectos a los míos. Pero pasó. Y ahora mismo no regresaría mi maldito pasado sino fuera por ella. Porque si no hubiera sido por mí, no estaría envuelta en esto. Maldición, lo único que le pedí a ese tipo que está haya arriba fue que a ti no te tocaran. ¿Fue tan difícil cumplir por lo único que he rezado? Mi fe se rige en ti, ________________. No puedo dejar que te hagan daño. Que te utilicen de esta forma tan vulgar. Eres mi chica. Eres mi mujer. Nunca fui de fierro cuando estaba tratando de decirte “te quiero”; Nunca fui de fierro cuando te fuiste. Ni lo fui la vez en la que regresaste. Nunca voy a ser de fierro si se trata de ti. Explícame… ¿Qué mierda pasará conmigo si te pierdo?

Cierro los ojos. El cigarrillo se ha consumido. Lo dejo caer por la ventana, observando desaparecer sus cenizas a medida que el aire va golpeándolo.

¿Qué hora es?

Camino a pasos lentos en la oscuridad de la madrugada, tocando con los dedos lo que puedo alcanzar y tratando de localizarme con el tacto de estas. Llego a sentir la cerradura de la habitación en la que está _________________ todavía dormida. Está abierta a medias, así que no me hace falta moverla. Empujo la puerta, haciéndola rechinar y trato de entrar entre el pequeño espacio. Una vez dentro, me quedo mirando a _____________ dormir por unos segundos. Por fin está descansando… es la única idea que me reconforta.

Avanzo a pasos lentos hacia ella, logrando posicionarme cerca. Está dormida boca abajo y su espalda sube y baja suavemente. Tiene las sábanas azules enredándole las piernas, pero solo hasta las rodillas. Mojo mis labios. Es preciosa. Y ha hecho tanto… tanto por mí, por Elizabeth… lentamente tomo asiento sobre la esquina de la cama. Mis dedos automáticamente deciden viajar por la piel de ella, de arriba hacia abajo, tocando su pierna izquierda.


“Maldita sea, tú no mereces todo esto”

Endurezco los pómulos a medida que las palabras se van enredando en mi mente. Solo entonces mis pensamientos dan un giro que hace tiempo estaba necesitando dar. ¿Qué coño me pasa? ¿Desde cuando empiezo a tener miedo a esos hijos de puta? Soy Justin Bieber, he hecho cosas de las que me arrepiento… pero justo hoy, no me da la gana de hacerlo.

Un instinto se abre en mí. Como si la maldita mierda regresara a mi cuerpo. Sinceramente, no me interesa. La necesito. Necesito un poco de frialdad. Quiero hacerlo por ella. Quiero acabar con esto por ella.
Me pongo de pie, todavía observándola descansar plácidamente sobre nuestra cama. Su inocencia me llena de fuerza. Tengo un motivo por el cual voy a volverme un hijo de puta otra vez, y créeme, no estoy para nada arrepentido. Lo quiero.

Me alejo, dejando nuestra habitación. Afuera las cosas siguen igual, solo que ha empezado a helar más, mucho más, tal vez igual que mi corazón, que también está empezando a transformarse.

El cilindro de gas está sobre la mesa. Enciendo un cigarrillo más. ¿Cuánto he fumado hoy? A saber. Repito el típico proceso, dejando salir humo de mi boca con facilidad.

Vamos a hacer esto fácil Justin. Se han metido con tu chica, hasta el fondo. Han hecho con ella lo que han querido. Pueden amenazarla sin tu maldito consentimiento y hacerla llorar, llorar descontroladamente. ¿Vas a seguir permitiendo todo esto? ¿Hay algo que te joda más que ver como otros tíos se aprovechan de tu chica? Todos aquí conocemos la respuesta… Entonces… ¿Qué estoy esperando para reventarlos a todos y cada uno de ellos?



Narrador omnisciente:

Se fijó en el reloj de su móvil. Apuntaban las seis de la mañana. A su lado Justin había desaparecido. Solo el desorden de las sábanas podía afirmar que había abandonado la cama hace ya bastante tiempo. ______________ se sobó los ojos, todavía tenía la vista borrosa por lo cansada que se encontraba. Pero definitivamente sus ojos no se equivocaban, a su lado no había nadie y mucho menos Justin.

Su corazón empezó a latir con fuerza, colocándose mucho más alerta. Miró a ambos lados de la habitación, por suerte pudo divisar los pantalones de Justin tirados sobre el suelo. “Está aquí” pensó. Ya antes había vivido esta escena hace unos años atrás y había sido secuestrada por Tentation, pero recordarlo en este momento no era para nada favorable. Debía mantener la calma, seguramente se encontraba en el baño o en algún lugar del pequeño departamento. No tardó en arrastrar las sábanas con ella, enredándoselas en el cuerpo como pudo y caminando a pasos lentos sobre el suelo. Abrió la puerta de la habitación, sigilosa. Afuera todavía estaba bastante oscuro debido al clima lluvioso, pero a sus ojos no le hicieron falta demasiada luz para lograr ver a Justin de pie y sin camisa, fumando un cigarrillo puesto de espaldas. 

Miraba concentrado hacia la pared que estaba cerca de las grandes ventanas ahora cerradas. Pero exactamente no era el color mostaza de la pared lo que había llamado la atención de ______________. Era lo que había en ella. Pegadas por todas partes, cientos de fotos se extendían en toda la pared. Aparentemente ordenadas en un criterio que solo Justin conocía. Algunas de ellas contenían grandes cruces rojas que cubrían la foto entera y otras, debajo de ellas, contenían una descripción de dos o tres líneas. Mujeres de treinta años. Hombres de cuarenta. Niños. Diferentes tomas. Diferentes ángulos. Riendo. Fotos del tamaño de una identidad personal y de tamaños distintos. Cada una de esas fotos tomaba posición sobre un mapa grande que describía toda la calle central. El mapa había sido trazado incontables veces en calles distintas y con diferentes locaciones, pero un lugar en especial estaba bastante apretujado entre palabras y números: El banco general de Francia. Más allá, también podía divisarse a lo lejos, una locación que había sido encerrada en un círculo rojo con una flecha del mismo grosor: la estación de policías. 

La boca de _______________ se abrió, observándolo todo con exactitud. Era el material que había visto en el almacén hace varias horas. Podía decir que le atemorizaba algunas veces, tenía una mente brillante. Única. Podía hacer lo que quisiese con ella, y ya lo había hecho durante bastantes años. 

Lo observó fumando varios minutos, mientras con otra mano sobaba su barbilla, manteniendo la concentración. __________ avanzó sigilosamente detrás de él, logrando adelantarse varios pasos antes de que hablara, tomándola por sorpresa. 

- El banco general de Francia está a cinco cuadras de la estación de policía más cercana. – estiró el brazo derecho y señaló con el dedo índice las líneas trazados por él mismo sobre el mapa, como si hubiera sentido a ___________ aparecer desde ya hace mucho – es posible que si alguien llega a tocar la alarma de seguridad solo tengamos aproximadamente diez minutos para salir ahí. Pero he decido que es más seguro reducir el tiempo a cinco, no quiero correr riesgos contigo ________________, es la primera vez que vamos a hacer esto. – soltó el cigarrillo de sus manos, dejándolo caer al suelo, todavía dándole la espalda y observando el mapa. – Jasmine Raven ha sido cajera del banco por más de diez años. Conoce el lugar, y yo también la conozco a ella. – Justin se aclaró la garganta. Sí, había sido un tanto hijo de puta muchas veces. Encima de todo, mujeriego. No quería entrar en detalles. - ¿su punto débil? Sencillo, tiene una hija en la secundaria Boucher. Menciónasela, y te dará todo el dinero posible en las manos. Se encuentra en la primera caja, yendo por la izquierda. Las demás son todas de la misma especie. No he podido obtener información de ninguna, pero es sencillo poder adivinar de qué manera caen. Son jóvenes. Ella, por ejemplo. – señaló otra foto sobre la pared. – sus padres viven en California, lo único que pude averiguar hace cuatro años fue que su madre sufría de una enfermedad relacionada con la columna, no sé muy bien de qué se trata, pero basta con mencionársela y cederá en el acto. Las demás es más de lo mismo, como te dije, son jóvenes, y solo hace falta mostrarles un arma para que te dejen el dinero en bandeja. – se detuvo, observando las fotos extendidas al frente suyo. Buscando, como si estuviera olvidando un detalle importante. – el tema de la seguridad es mucho más importante. Existen cinco cámaras ahora mismo, estuve registrando la zona exteriormente, y no han agregado ninguna otra. Las ubicaciones son básicas, cada una de ellas se encuentra en distintas esquinas y una en el exterior, exactamente a la derecha de la puerta principal. Solo hay una excepción con una de ellas, que está camuflada en el escritorio del gerente. Mnh… por ese hijo de puta no tienes que preocuparte, es jodidamente cobarde y no hará nada en absoluto cuando vea un arma frente a sus ojos. Así es como funciona un gerente general de un banco importante. – levantó los hombros, recordando varias escenas pasadas, aguantándose sin querer una risa nostálgica. – lo siguiente son los tíos de seguridad. No sé exactamente si han renovado personal, aunque es lo más seguro. No creo que utilicen los mismo oficiales de hace cuatro años. Así que… joder… no pude averiguar demasiado sobre ellos. – dijo lamentándose. Detrás de él formó un puño con las manos. Un detalle faltante, era exponer a __________ a cualquier cosa. – umnh… no lo sé… - negó con la cabeza, mientras sus ojos cansados divisaban su obra una vez más. – mierda, lo olvidaba… hay una salida al exterior que utilizaremos. – se acercó al mapa y trazó con los dedos el recorrido que empezaría a narrar. – lo único que tenemos que hacer es…

- Justin…

- Pasar por aquí. – trazó. – y llegar hasta la última puerta del pasadizo. Da hasta la calle. Una vez ahí…

- Justin, escúchame. – le pidió una voz detrás de él.

- ¿Qué? – le preguntó volteándose por fin. Su rostro debilitado por el cansancio, llenó de ternura el corazón de ___________. Verlo tan decaído y por ella…

- ¿Has dormido? – sus ojos se entornaron, logrando mirar los de Justin, que la esquivaron con rudeza. 

- No necesito dormir. – mintió. – joder ____________, ¿no te das cuenta? no tenemos nada hecho, no sabes absolutamente nada sobre este maldito banco y su maldita gente… necesitas estar enterada para así…

- Necesitas descansar. – mordió su labio inferior y estiró ambos manos hacia el rostro de él. Sus dedos tocaron sus mejillas. Justin cerró los ojos al sentir el contacto de su piel caliente sobre la suya, fría y cansada. 

- Estoy bien. – dijo con los ojos cerrados. Segundos después, los había abierto de nuevo. – solo… solo quiero que todo esto salga bien ¿vale? He hecho esto con otras personas antes, pero contigo quiero tenerlo todo controlado, no me perdonaría que algo saliera mal por mi maldita culpa. Ya he hecho varias cosas mal… solo… solo quiero hacer esto bien. 
Solo esta vez.

- Gracias por hacer todo esto. – sus miradas se encontraron. – eres tan… tan inteligente… - sus manos volvieron a acariciar el rostro de Justin con delicadeza. Hundiéndolo en su tacto. – estoy impresionada.

- Esto es lo que soy. – dijo él, levantando los hombros. Tragó saliva al mismo tiempo y sus ojos se clavaron en el suelo. – esto es todo lo que soy. 

- Y es de lo que estoy enamorada.

Él cerró los ojos, negando con la cabeza, sintiéndose perdido entre las palabras de ______________.

- He robado aquí antes. – Justin alzó la mirada. – sé lo suficiente, pero si me das unas horas puedo inspeccionar más y…

- Basta, por favor, estás muy cansado. Mírate. – dijo ___________, tratando de hacerlo entrar en razón. Hizo que la mirara, y soltó un suspiro 
finalmente. – lo haremos bien ¿sí? te lo prometo.

- Sí… - susurró él, con la voz debilitada. Asintió con la cabeza y mojó sus labios. Algo en su interior golpeaba fuerte, jamás había sentido tanto miedo en toda su vida. Estaba corriendo demasiado peligro, a lo cual estaba acostumbrado, pero no con ella en riesgo. ¿Estaba haciendo lo correcto? Maldita sea… era demasiado tarde para echarse para atrás, solo había una cosa por hacer. – que empiece el juego.


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Capítulo 84

Narra Justin:
Mis ojos observan desde afuera. ____________ está conteniendo las lágrimas, con la mandíbula temblorosa y con los ojos húmedos. A su costado, la doctora le indica que hay varias probabilidades sobre el estado de Travis. Que podría estar en ese estado por horas, como podía estar por días, semanas o hasta meses. La vista se me humedece a mí también, no puedo evitarlo… de verdad… de verdad no puedo. Trago saliva e intento recobrar la calma al observar que la doctora se aproxima a la puerta e intenta abrirla. Doy unos cuantos pasos hacia atrás y la saludo con la mirada al verla salir y entrar a otro quirófano.

Entonces dentro no quedan más que ______________ y Travis. Ella lo mira con los mismos ojos húmedos y llenos de melancolía. Coge su mano. Está llorando. Está llorando fuerte. Y probablemente cualquiera que viera a Travis en ese estado lo estaría. No es él, en definitiva. No es el Travis gilipollas que te saca de quicio. Es un Travis hecho mierda por Tentation.

Lamento no poder estar aquí para ayudarte” puedo escuchar sus palabras a través del vidrio que adorna la puerta del quirófano. “Tengo que irme…” dice una vez más. “Esto no tenía que pasar, lo siento mucho…”
Esto no tenía que pasar. Solo entonces mi mente logra retornar hace varios años atrás. Donde una noche llena de lluvia y una mujer que corría por las calles sin dónde ir, sube a mi auto. Le pregunto su nombre, me lo da y yo le doy el mío. Y todo sucede tan rápido. Y me enamoro de ella tan rápido. ¿Quién no podría hacerlo? Sin embargo, hace varios años atrás todo parecía tan sencillo. Después de saber de mí y a lo que me dedicaba, logró aceptarme… el problema es si yo debí aceptar quedarme con ella para que viviera en este mundo de mierda en el que viviré día tras día. ¿Ella merecía tu mierda, Justin? ¿Merecía vivir todo esto? Claro que no. No merecía conocerte, enamorarte o si quiera volverte a ver. Y tú lo sabías, gran hijo de puta. Lo sabías tan bien. Mira como están las cosas ahora gracias a ti…

Nunca quise que esto pasara, nunca quise ser parte de esto” – susurra _____________ dentro del quirófano. Pero sus palabras se escuchan entre gritos dentro de mí. Me quedo quieto observándola. Es preciosa. Es tan bonita… ¿por qué no la dejé ir cuando tuve la oportunidad? El sentimiento y la idea misma de dejarla con otro hombre me hacen endurecer los puños. Y aunque no lo quisiera ____________, siempre vas a ser mía. Siempre vas a estar aquí, presente, tatuada, conmigo, a donde sea que vayas. Siempre vas a ser parte de este hombre que ya no sabe si sin ti, va a poder vivir tranquilo. Mis ojos se centran en los labios de ____________, que bajan a la altura de la mano de Travis y se la besa con delicadeza. Susurra algo más, pero no logro descifrarlo esta vez. Es que durante estos segundos solo he podido pensar en una cosa: debo acabar yo mismo con todo esto. Debo enfrentarme a Tentation yo solo y sin ayuda de nadie, mucho menos de ___________, que no tiene por qué pagar por mi pasado. Debo enfrentarme a mi maldita familia, volver a volverlos, volver a saber de ellos y humillarme ante sus jodidas rodillas para pedirles que dejen a _____________ en paz.

Me aparto de la puerta del quirófano y mi espalda queda unida a la pared siguiente. Fría y dispuesta. Son varios los segundos en los que paso observando mis manos sin saber qué hacer, pues he encontrado la respuesta a todos mis problemas… debo enfrentarme a mi propia familia. Mis ojos se humedecen. Y trago saliva. Duro. Aguantándome las ganas de llorar. Mis puños se forman una vez más, indicándome el estado en el que me encuentro. Algún día tenía que llegar este jodido momento.

La puerta del quirófano se abre y _____________ sale de ahí, fregándose la nariz. Mira a ambos lados del pasillo, encontrándome a mí en el izquierdo. Nos miramos. Solos unos segundos nos ayudan a entender el estado del otro.

- Me he despedido de él. – gira la cabeza hacia la puerta, donde observa a Travis a través del cristal. – no sé cuándo vuelva a verlo.

- No te irás a ninguna parte. – le digo de inmediato. Mi voz se ha vuelto gruesa. – iré yo solo a Paris, arreglaré toda esta mierda y tú no tendrás por qué intervenir. – ordeno, cabreado conmigo mismo.

- Justin…

- No quiero escucharte ¿vale? He tomado una decisión, quiero que la respetes.

- Solo déjame decirte algo, por favor…

- ¡No irás, maldita sea! – grito y camino
en dirección opuesta a ___________. Mis pasos retumban duros sobre el suelo.

Ella no vuelve a intervenir. Puedo sentir su mirada en mi espalda, observando cada paso que doy y cada respiración que dejo salir, completamente acelerada. Me giro. Como lo había deducido, está mirándome. Sus ojos inocentes y llenos de fe en mí me derriten al punto de soltar los puños. Mi pecho se relaja. Solo ha bastado mirarla para poder cambiar mi ánimo.

- ¿Ya podemos hablar? – me susurra, con una sonrisa pequeña y dulce en los labios. Asiento con la cabeza y mis ojos se hunden en el suelo. – no voy a dejarte ir solo, pensé que ya lo habías entendido… no voy a permitir que te pase lo mismo que a Travis tan solo por mi culpa.

- ¿Y si sucede contigo?

Las palabras arden en mi garganta. Mierda. No. No… tú no ______________...

Se acerca a mí a pasos lentos. Su proximidad hace que suba la mirada a ella. Tenerla tan cerca nunca ha sido de mis mayores fuertes. Soy débil. Soy muy débil. Sostenemos la mirada por un tiempo indeterminado. Me quedo quieto. Como un niño pequeño observando de lo que se trata el mundo. Su respiración toca la mía. Estamos tan cerca. Somos tan débiles.

- Tal vez juntos siempre fuimos peligrosos. – susurra. Se inclina, tocando mis labios con los suyos. No logro cerrar los ojos, en realidad no quiero hacerlo… así que observo con desesperación como ______________ se derrite sobre mis labios y los mueve a su gusto. – tal vez por eso no debemos estar separado nunca. – encierra mis rostro con ambas manos y hace que nuestras bocas se unan cada vez más intensamente. – quiero hacer esto por ti, por Elisabeth, son lo único que me queda.

Aturdido, asiento con la cabeza. Es tan valiente. Jamás voy a hacerle cambiar de opinión, y sé que aunque podemos discutir el tema por horas… ella terminaría ganando. Pero… aunque no puedo llegar a una conclusión ahora mismo, ¿esta es la mejor decisión?

++
____________________ lleva estando en la habitación de Elisabeth por más de media hora. Esta ha sido la decisión más difícil que hemos tomado. Sin embargo, no puedo conciliar todavía que me encuentre Tan preocupado y jodido por todo esto. ¿Nunca me voy a acostumbrar a quererla de esta manera? Muy dentro de mí, yo mismo no puedo entender por qué me estoy sintiendo tan dolido de dejar a esa pequeña niña en manos de Emily durante este tiempo. Dejarla ha sido una maldita tortura. Puedo recordar sus brazos rodeándome el cuello y abrazándome como yo a ella. Con la misma intensidad. Joder… nos hemos hecho tan cercanos, y cuando parecía que todo estaba saliendo tan bien… esto tenía que pasar.

_______________ solloza dentro de la habitación de Elisabeth. La he escuchado antes, pero ahora puedo deducir que su llanto ha aumentado. Me encamino hacia ella y entro con desesperación. La veo mirando la cama de Elisabeth de espaldas a mí, con una manta rosada entre sus manos. Trago saliva. Maldita sea… el olor de su habitación me estremece y puedo llegar a sentir el dolor que _______________ está sintiendo. Soy su maldito padre. Y solo entonces puedo darme cuenta que todo lo que pase con ella también me afecta. Ver las imágenes de caricaturas y los peluches sobre su cama me hacen imaginármela jugando con cada uno de ellos. Sonriéndome. Abrazándome. Riéndose. Es preciosa. Y ya no está. Y una duda en mí se desprende de mis pensamientos llevándome a creer que si algo sale mal en todo esto, no volveremos a verla nunca más.

- Mi amor… - me acerco a ella, colocando mis manos sobre sus hombros. Al mismo tiempo ella se voltea y me abraza con una fuerza infinita. Se cuelga en mí llorando incontrolablemente. La manta de Elisabeth desprende su olor a niña, a delicadeza. También cierro los ojos, abrazándola fuerte. – va a estar bien lejos de nosotros por un tiempo. – susurro contra su oído. En el fondo, ambos sabemos que dejarla es la mejor decisión. No podríamos exponerla a todo lo que conlleva Tentation y nuestro único consuelo es que cuando volvamos de esa maldita misión, por fin podremos llevar una vida normal.

- Tengo miedo. – susurra. Sus brazos aprietan fuerte mi espalda desnuda, entrelazando sus manos por detrás. Siento sus lágrimas caer sobre mi hombro. – no quiero dejarla Justin…

Mis labios plantan un beso suave sobre su frente, sus mejillas, su oreja izquierda.

- Oye… - nos despegamos, logrando hacer que ella me preste atención a pesar de lo afectada que está. – serán unos días ¿vale? Estamos haciendo esto por ella, porque cuando volvamos todo habrá acabado. – nos miramos. Sabe muy bien que también estoy sintiendo lo mismo que ella. Que estoy desesperado. Que estoy jodido por todo esto. – lo lograremos, gatita.

Intenta sonreír, y un alivio inmenso se abre en mi estómago. Necesito verla bien.

- Esta es solo la parte más difícil. Pero ella estará bien. – encierro su rostro en mis manos. Ella baja la mirada, atrayendo con sus manos la manta de Elisabeth hacia nosotros. Nos quedamos mirándola por un buen rato, como si ella estuviera aquí, como si estuviéramos viéndola. Otra vez siento esas ganas terribles de llorar.

- Lo único que quiero es que esto acabe. – susurra. Sus ojos no dejan de observar la tela entre sus manos. La lleva hasta su pecho y se acurruca en mi torso. Estamos abrazados por varios minutos más. El tiempo pasa con nosotros. Afuera ya es de noche y mañana nos espera un viaje a Paris.

- Acabará, _______________. Acabará muy pronto.


**
Paris. 8.pm

Ha estado aquí en varias ocasiones. Cuando Tentation le asignaba una misión en Paris, este era su lugar de refugio. No era conocido por nadie, más que por él, Ryan, Travis o Chaz. Incluso todavía olía a crimen, a dinero puro, a acción, a lívido y a mucha adicción.

El lugar llevaba a cabo en uno de los barrios menos visitados por los turistas en pleno Paris. Un edificio viejo, donde todos conocían a todos y todos sabían a lo que se enfrentaban si soltaban alguna palabra sobre lo que veían. _____________ también había estado ahí en una ocasión, después de ser rescatada por Justin en pleno robo de un banco. El aire se le hacía bastante conocido, tenía la misma pinta, pero había muchas cosas sobre esa habitación de las que todavía no tenía conocimiento.

Mientras fumaba un Derby, sin el consentimiento de ______________, abrió una puerta ubicada al costado de la habitación principal. Parecía más bien un almacén pequeño. Al lado izquierdo, se desprendió a su costado una cuerda metálica. Tiró de ella y encendió una bombilla de luz que alumbró todo el pequeño cuarto.

Justin soltó humo.

- ¿Qué es todo esto? – preguntó ______________, aún sin poder encontrar respuesta a lo que sus pensamientos trataban de argumentarle.

- Todo lo que he hecho durante cinco años. – el humo le acarició el rostro. Miró con una pisca de orgullo todo su trabajo acumulado. Cada misión estaba archivada. – no será difícil robar si tenemos todo esto.

________________ observó detenidamente. No podía comprender mucho, pero había varias cosas de las que veía que le proporcionaban escalofríos. Una de ellas, era la tira de fotos que había de muchas personas en diferentes ángulos. Cada paso calculado. Cada biografía escrita en distinta caligrafía. Era todo tan… perturbador.

Él se volteó a mirarla.

- No quise asustarte, ya has visto esto una vez.
__________ asintió. Sí… lo había visto, justo en el mismo día en el que había descubierto a Justin.

- No estoy asustada. – negó, ¿estaba mintiendo? – es solo que… no puedo creer que vayamos a hacer esto juntos.

Él bajó la mirada.

- Es difícil de creer. – volvió a soltar humo.

- Deja de hacer eso, por favor. – pidió _____________, acercándose a él y entrando por fin al pequeño almacén. Por dentro, pudo darse cuenta que no era tan diminuto como pensaba. Tenía bastantes cosas, bastantes planos, bastantes archivos. Además de cosas que no entendía por qué se encontraban en ese lugar, como aquel espejo grande que se extendía frente a los dos.
_____________ abrió los ojos de inmediato, sobresaltada, no lo había visto antes. Se quedó observando la escena que se desprendía de ese cristal por varios minutos. Mirándose a ella, y a él, que fumaba a gusto muy cerca. Sin embargo no se detuvo en su búsqueda, algo en su interior le llamó mucho la atención, una caja ubicada justo en frente de ella le avisaba que sería peligroso. Pero el peligro no era algo que le asustara después de haber vivido tanto. Trajo la caja hacia ella, y observó entreabriendo los labios lo que había dentro de ella.

- Si vamos a hacer esto, tenemos que hacerlo bien. – soltó humo una vez más, cubriendo la garganta de ______________ con él. Ella levantó la mirada, observando como el humo la llenaba y sin entender cómo, había dejado de molestarle el maldito olor. – coge una. – le pidió, acercando su cuerpo al de ella, tanto que ahora podía ver lo mismo que ______________. Esta asintió. Su mano derecha entró en la caja y sacó de ella un fusil de calibre doce. Jamás había tenido uno en sus manos. – exacto, cariño. – le besó una oreja, _____________ cerró los ojos con delicadeza. El aliento de Justin le adormecía. – recuerda que vamos a hacer esto por Elisabeth. – susurro en su oreja, haciendo que _____________ abriera los ojos al escuchar el nombre de su hija. Sus facciones cambiaron. Endureció los pómulos. Y estaba ahí una vez más. Esa _______________ que hace muchísimo tiempo no volvía, pero que estaba acechante, esperando el momento en el que abrieran su celda. – mírate, podemos hacer esto. – pidió la voz ronca de Justin. Inhaló humo y el espejo reflejó lo que ambos podían crear si se mantenían juntos. Un peligro inigualable. Más fuerte que nada. Más fuerte que nunca. Una ____________ que sostenía un fúsil cargado y que tenía ganas de cobrar venganza por lo que había sucedido con su mejor amigo, y por las incontables amenazas a las que había estado sometida.

La mano izquierda de ________________ apretó el cuello de Justin con fuerza para poder besárselo. Y él soltó humo, bañándola en él una vez más. Nunca se habían sentido tan poderosos.

- Quiero que todo salga bien. – gruñó él, apretando el cuerpo de su novia contra el suyo. La escena que observaba en el espejo era tan excitante.

- Así será. – le afirmó ella, volviendo su mirada también al espejo frente a ella. Mantuvieron ambas miradas fijas durante varios minutos. Finalmente, ella optó por dejar el fúsil dentro de la caja una vez más y acomodar esta en donde la había encontrado. Ahora pasó a posar sus manos sobre los hombros de Justin, atrajo su rostro hacia ella y se lo besó lento. Muy lento. Dándoselo todo en cada segundo. Al analizar su boca con la lengua, pudo sentir el sabor del cigarrillo en todo su paladar.

Él dejó caer el Derby al suelo, casi completamente consumido.

- No estés tenso. - ____________ sobó ambas manos sobre el pecho de Justin.

- ¿Cómo no podría estarlo? – confesó él. Desviando la mirada de su chica. – todo esto ha pasado tan rápido. – sus ojos volvieron a los de ella, atrapando su mirada.

- Lo haré bien. – le proporcionó una sonrisa y cuando menos él esperaba, estaba besándola una vez más. Esta vez tocando su cuerpo indefinidamente. Sus dedos hicieron contacto con las piernas desnudas de ________________.

- Quiero hacerte el amor aquí. – le indicó él, en gruñidos. _______________ asintió, aturdida y con desesperación. Y se unieron una vez más, en besos intensos. Mordidas. Muchas mordidas. Y ambas lenguas, que permanecían unidas en cada entrega. La empujó contra uno de los estantes que sostenían varios archivos Tentation, muchos de ellos cayeron al piso al hacer contacto con ambos cuerpo moviéndose uno sobre el otro. Le quitó la camiseta de un tirón, cogiendo ambos brazos y subiéndoselos para poder hundirse en sus senos. Su lengua dio un lametón lento sobre ambos, haciendo que ella se retuerza al sentir el tacto húmedo sobre su piel caliente. Arqueó él cuerpo, y sus mojadas braguitas tocaron accidentalmente la erección dura de Justin. La desesperación que ambos desprendían solo podía demostrar sus estados. Cada entrega era tan intensa, tan intensa como todo lo que estaban viviendo. No había nada seguro en todo esto. Podía estar besándose en este momento, y mañana podían perderlo todo en una mala jugada.

Las manos de Justin atrajeron las caderas de ____________, haciéndola sentir lo que ella proporcionaba en él. Grande, carnal, cada vez más sorprendente. Sobó su erección en el vientre de ______________, gimiendo contra su oído y ella contra el suyo. Ella no dudó ni un segundo en bajar sus manos y desabrochar los pantalones de Justin, bajándoselos rápido. Tiró del elástico del bóxer, y repitió el mismo proceso, dejándolo completamente desnudo. Pero no se detuvo, aplastó sus manos sobre el trasero de Justin, haciendo que este aplastara su erección esta vez sin nada que la cubriera, todavía más intensamente sobre húmedo sexo. Sin esperar más, Justin también bajó las braguitas de _____________ hasta sus rodillas. Y mientras volvían a besarse, el tiempo se hacía más torturador… estaban semidesnudos, rodeados de armas, archivos Tentation, máscaras y un espejo que lo veía todo. Rodeados de todo el infierno que les perseguía.
Justin entró en ella con lentitud. Cada centímetro desaparecía de él y entraba en ella con delicadeza. Apretó los dientes y escuchó el gemido ahogado de ______________ al abrir poco a poco la boca. Las manos de ella le apretaron la espalda, duro, sus uñas quedaron impregnadas en él por la intensidad de su penetración. Salió de ella después de unos segundos de dura tortura, y volvió a entrar con más rapidez, aumentando el ritmo de sus embestidas. Rápido. Duro. Intenso. Era todo tan intenso. Un llanto se escuchó de parte de ella, algo así como un sollozo reprimido, que pronto lo convirtió en un grito fuerte, fino y provocador que hizo que Justin solo quisiera darle más.

Moviéndose sobre ella, logró besarle la frente.

- T… te… a…amo… - logró decirle con la voz ronca y debilitada. Sus ojos guiaron los de _____________ hacia el espejo que reflejaba lo que ambos hacían. Ella soltó otro gemido al observar la escena. Era tan caliente. Tan deliciosa. Se quedó observándola, chocando con la mirada de Justin sobre el cristal. Sus cuerpos seguían moviéndose. Ambos entregando hasta la última gota. “Y yo…” logró pronunciar _______________, que recobró fuerzas para poder mover las manos y encontrarse con las de él. Sus dedos se encontraron, entrelazándose con los otros con desesperación. Se apretaron fuerte, a medida que él embestía el cuerpo de _______________.


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domingo, 14 de julio de 2013

Capítulo 83

Se subió la cremallera de la chaqueta de cuero. El viento le despeino las mechas de cabello que se habían desprendido de su improvisada cola de caballo. Afuera todo parecía tan normal, la gente caminaba de un lado para otro cada uno con un lío diferente por el que preocuparse. Los autos corrían y la lluvia mojaba fuerte. Guardó el móvil en el bolsillo interior de su chaqueta para que no se mojara y verificó a ambos lados de la calle si Justin no había llegado ya. Al no ver el Mustang estacionado, corrió hasta la dirección contraria de la calle empapada de lluvia y logró perderse entre un gran tumulto de personas que caminaban cada una con un paraguas en la mano. 

Sus nervios podían delatarla muy bien, así que trató de controlar su respiración agitada. Parte de lo que hacía no era del todo incorrecto, necesitaba salvar a Travis o al menos hacer el intento. No tenía por qué pagar por sus jodidos rollos con Tentation. Era un asunto suyo, que debía resolver como se debía… y sentía que necesitaba acabar de una vez por todas, antes de que Elisabeth o Justin terminaran perjudicados en lo mismo. Al mismo tiempo, sabía que no podría soportar que algo le pasara a alguno de los dos. Sería imperdonable. Totalmente imperdonable. No podría soportar que tocaran a Eli… su Eli. Así que todavía estaba a tiempo de resolver ciertos conflictos, corriera el riesgo que corriera. Además conocía muy bien el carácter de Justin en cuanto a Travis. Suponía que si le contaba todo el problema de la llamada y que lo tenían secuestrado, muy poco podría importarle después de todo lo que había pasado entre ambos. No había muchas opciones por escoger. Estaba ella y solo ella contra todo ese problema. 

Estiró el brazo al llegar al extremo de la calle. Las gotas de agua la empaparon de inmediato. Un taxi llegó a su llamado y se estacionó a centímetros de ella. 

- ¿A dónde la llevo? – preguntó el hombre amable. Tenía bigote y parecía de más o menos unos cuarenta años. 

- Cuadra cinco de la calle Brooklyn. – pronunció _______________, recordando cada palabra temblorosa proveniente de la voz de Travis en el celular. El recuerdo le llenó el estómago de adrenalina. 
El taxi avanzó, enredándose en algunas calles congestionadas por el horario punta de New York. 
__________________ miraba por la ventana, había sacado el móvil y lo apretaba con fuerza con ambas manos. Su chaqueta cerrada cubría muy bien el arma que traía escondida entre los jeans. Después de lo que pasó en su departamento hace unos días atrás, ya no temía más en volver a usarla si era necesario.

De pronto, el móvil sonó.

El nombre de Justin estaba en toda la pantalla. Joder, ya había llegado al departamento. 

________________ tragó saliva, tapó los parlantes del móvil para que el sonido no le hiciera sentir tan culpable. No podía correr el riesgo de apagarlo, necesitaba saber más información de Travis, si es que este volvía a comunicarse.

Las llamadas de Justin insistían. Una, dos, tres veces… 

- ¿No va a contestar? – preguntó el taxista, lanzándole una mirada curiosa por el retrovisor. ________________ le contestó negando con la cabeza.

“Cálmate, maldita sea” se dijo a sí misma. Eso era lo que necesitaba: calma. No iba a pasar nada que ella no quisiera… después de todo Tentation la necesitaba, no podría hacerle daño y de algún modo podría llegar a algún acuerdo para que dejaran de meterse con todas las personas que la rodeaban. 
Mientras su móvil sonaba demostrando la desesperación de Justin, ___________________ observaba el lugar que se iba formando a medida que el auto avanzaba. Varias calles con grafitis, gente fumando, mujeres con ropa sugerente, música de protesta y un par de hombres que la miraron susurrando algo que ella no pudo entender, pero que podía descifrar por la forma en la que sus ojos trataban de penetrarla. Tragó saliva. Después de varios segundos en silencio, su móvil volvió a sonar haciéndola saltar en su sitio.

- Travis… - dijo soltando un respingo. Se inclinó en el asiento y miró a ambos lados de la calle en la que se encontraba. 

- No soy Travis. 

A _____________________ se le enfrió la sangre. El taxi se detuvo y el chofer se giró, estirando la mano hacia atrás.

- Son treinta dólares, guapa. El lugar es peligroso, nadie viene por aquí. 

__________________ estiró la mano, dándole el dinero después de rebuscar entre los bolsillos de su chaqueta. Bajó del taxi, un pié afuera y después el otro, todavía con el móvil en la oreja. Una gran oleada de temor y adrenalina juntos se paseó por su cuerpo.

- ¿Quién eres? - preguntó esta vez con seguridad. Su voz había recobrado fuerza.

Delante de ella, una fábrica abandonada se extendía cubriendo casi toda la cuadra. Totalmente inmensa e intimidante. El taxi ya había desaparecido entre la oscuridad de la calle.

- Primero respóndeme algo… ¿has venido sola?
____________________ inspeccionó la zona con la mirada. Unas mallas de metal encerraban el lugar, pero había un espacio específico que estaba roto y permitía el pase.

- No necesitaba de nadie más para venir.

Una risa gruesa se escuchó en la otra línea.

- Eso me gusta de ti, Peterson. Te estamos esperando.

El eco de la última palabra hizo que su piel se erizara. La lluvia se había cortado en medio del recorrido, pero la briza continuaba insistente. Estaba estática observando el lugar en frente de sus narices. Después de tanto tiempo… de haber luchado tanto, de haber escapado tantas veces… estaban tan cerca una vez más… esto no tenía por qué ser algo intimidante.

De todos modos, su corazón latía fuerte dentro de su pecho pero un suspiro la ayudó a llenarse de fuerza. Sus ojos se cerraron y abrieron, divisando el mismo lugar, la misma hora, la misma situación, no había nada que pudiera hacer más que enfrentarse y luchar por lo que ella misma había perdido el día en el que se había unido a esa mafia, la libertad.

A pasos firmes, logró llegar a las rejas metálicas, entró sin dificultad por la zona abierta y tragó saliva al estar dentro. Miró a ambos lados. Nada que mirar o que escuchar, así que avanzó a pasos lentos y precavidos entre el camino de la fábrica abandonada. A medida que avanzaba, pensó en que sería mejor sacar el arma de entre sus jeans, de esa manera se sentiría más segura. Lo hizo, flexionando los brazos y posicionándola sobre su hombro derecho. Caminar entonces se le hizo más sencillo. Cada paso que daba era un peso menos. Se pegó a la fría pared, dando hasta una escalera vieja y llena de basura. Los llantos de las ratas se hicieron eco en los oídos de ___________________, pero aquello no era algo que le afectara en ese momento. Subió las escaleras rápido, de dos en dos, un piso y después otro, hasta encontrar una puerta abierta a diferencia de las demás que se encontraban completamente cerradas. Apuntó con el arma para darse seguridad y fue avanzando poco a poco, paso a paso. Al entrar a la habitación, sus ojos se abrieron de par en par.

- Hola, Peterson.

________________ entreabrió los labios. Una mesa de metal grande cubría las piernas cruzadas de un hombre que fumaba un puro sentado en una butaca de madera. Sebastián Parker. Aire duro, mirada de ojos negros al igual que su cabello. Alto y corpulento. Treinta y cuatro años. A su lado, Travis estaba puesto de pie, tambaleándose junto a la pared, atado de manos, pies y con una venda que le cubría la vista y otra que llenaba su boca llena de sangre y moretones. Su brazo derecho y pierna izquierda sangraban de igual manera, pero parecían unas heridas mucho más profunda. Estaba prácticamente noqueado.

- ¿Por qué no venías? He estado jugando con tu amiguito. – la mirada de Sebastián apuntó la navaja puesta sobre la mesa y goteando sangre.

- Déjalo ir. – pronunció _______________, con la voz entrecortada pero a la vez llena de ira. Esto era demasiado. No dejó de mirar a Travis ni un segundo.

- Has traído un arma, eso me gusta.

- ¡Déjalo ir! – gritó ella, desesperada.

- Suelta la maldita arma primero. – sentenció él con la voz dura. La mirada que le dedicó a ______________ podía dejar sin aliento a cualquiera. – son mi reglas, jodida zorra.

El arma cayó al suelo en picada. Dos hombres aparecieron detrás de _______________, pateando el arma hacia un lugar inalcanzable. Uno de ellos empujó a _______________ hacia adelante, haciendo que esta callera de rodillas al suelo.

- Esto es lo que pasa cuando te largas sin autorización, niña mala. – su sonrisa se amplió poco a poco.

- No podía continuar…

- Muy tarde. Tenías un trato cuando estabas en Tentation, tenías que robar para nosotros, lo sabías bien, pero fuiste tan estúpida que te largaste sin una autorización. Eso nunca sucede ¿lo entiendes? ¿sabes lo que eso significa? O estás en Tentation, o te mueres.

___________________ endureció la mandíbula. Divisó a Travis tambalearse una vez más, como si estuviera a punto de desfallecer. Joder, le ponía más nerviosa.

- ¿Por qué no me has matado todavía entonces? – tragó saliva y subió la mirada, divisándolo totalmente despectiva. Las ondas de su cabello le encerraban el rostro.

Sebastián tiró el puro.

- Eres buena. – admitió levantando ambas manos. – tenemos nuevos acuerdos que acabamos de firmar con varios países y queremos dinero… - sonrió. Una sonrisa que mostraba un par de dientes de oro. – dinero _________________, lo que a ti te gusta. Lo que nos gusta, preciosa. – sus pasos lentos hicieron corto el espacio que había entre los dos. Puso ambas manos sobre ella y la ayudó a colocarse de pie. Al hacerlo, aprovechó en posicionarla muy cerca de él. Sus alientos se tocaron. ________________ lo miró debilitada, su brazo izquierdo estaba atrapado entre las manos de ese jodido criminal. Ambas miradas hicieron contacto, la de él estaba llena de mierda… mierda pura que sobresalía en cada facción. Era una obra pura del demonio, del mal, del jodido infierno. Y sostenía a _________________, tratando de llevarla una vez más con él. – eres deliciosa, __________________. Deliciosa…

- No voy a regresar a Tentation.


Sebastián enarcó una ceja, todavía bastante cerca de ella.

- Déjame recordar… has dicho eso antes ¿no es cierto? Sin embargo volviste, dejándolo todo por Tentation… ¿lo negarás? No te importo absolutamente nada con tal de verte en vuelta en esta mierda que amas, ¿por qué no ahora ______________? ¿Qué ha cambiado?

- He cambiado yo. – quitó su brazo con brusquedad de entre las manos de Sebastián. - ¿por qué no entrenan a más personas y me dejan en paz?
Él se quedó callado, observándola todavía pensativo… como si de verdad estuviera considerando lo que __________________ le proponía. Al terminar, sonrió victorioso, y retrocedió unos pasos chocando con el borde de la mesa de metal y sentándose en ella.

- ¿Ves esto? – sacó un móvil modelo antiguo de su chaqueta negra y se lo puso en frente de sus ojos. – si presiono el botón verde, le volarán la cabeza a Justin en un par de segundos. – ladeó la cabeza y sus ojos cambiaron de color. Cabreado. – y no solo a él, sino también a tu hija.

“No”… susurró ella desvaneciéndose por dentro. Sus ojos estaban abiertos de par en par y sus piernas habían empezado a perder fuerza, como si remolino helado le hubiera abrazado de un momento para otro. Esto era todo… Todo estaba perdido…

- A tu hija, __________________. Todo tu vida se puede volver un infierno si dices que no. Es Tentation o nada.

*****

Nota:
Si no lo recuerdan, Sebastián apareció en el primer capítulo de Tentation2.

*****

“¡Un médico!”

“Tranquilo, estarás bien, te lo prometo…”


“¿Travis? ¿Me escuchas? Estarás bien… confía en mí por favor”

“Ha perdido mucha sangre, por favor mantenga la calma”

“Travis… mírame, por favor… por favor tienes que ser fuerte”


La sala de espera estaba completamente vacía. Solo el llanto fuerte de _________________ se escuchaba en el pasillo. A estas alturas, no le importaba si alguien más la veía o escuchaba llorar de esa manera. Necesitaba desahogarse a base de gritos y lágrimas saladas. Sus mejillas las dejaban caer. Esto era mucho… demasiado para una persona… se tapó el rostro con ambas manos. ¿Qué iba a hacer? Todo estaba perdido. Todo… no había nada que le ayudara a solucionar lo que acababa de aceptar. Estaba en Tentation una vez más. Debía robar una vez más. Debía joder su vida una vez más. 

- ¡Mierda! – gritó golpeando su espalda contra el respaldo de la butaca. Su mente estaba nublada por la maldita depresión. 

Su móvil empezó a sonar de repente. Esperó a que este sonara tres veces para poder calmar su llanto y contestar con discreción. 

- ¿Dónde estás? – la voz de Justin sonaba desesperada, casi como si estuviera gritando. - ¿Dónde mierda estás? – preguntó una vez más. _________________ podía escuchar el sonido de varios autos y el rugido de un motor, estaba conduciendo. 

___________________ tragó saliva, al mismo tiempo, un nudo grande se le formó en la garganta. 

- ¿Qué ha pasado? – a Justin se le enfrió la sangre. Podía reconocer sus jadeos. - ¿estás llorando? 

- Travis está en el hospital. – respondió ella, con las palabras entrecortadas y llenas de sollozos. Volvió a gemir llena de ira. – maldición, perdóname por desaparecer de esa forma… 

Justin soltó un suspiro. La tensión había pasado. Lo único que deseaba era que _________________ estuviera bien. Se reclinó en el asiento y bajó la velocidad del Mustang. 

- Ya pasó nena. – dijo tragándose todo el discurso que tenía preparado para cuando encontrara a __________________. De todas formas, una parte de él todavía estaba cabreada. - ¿tú estás bien? ¿en qué hospital estás? 

- En el central… - dijo aturdida, con suerte había recordado el nombre. - Y Justin… no… - susurró y se fregó la nariz. – no estoy bien, te necesito. – susurró afectada. Un ráfaga de todos los sucesos de hoy se le vinieron a la mente. Una imagen de tantas reflejaba a su mejor amigo en una camilla, desangrado y sin poder mirarle, sin poder hablarle. 

Volvió a sollozar fuerte… golpeando su espalda contra el respaldo. 

Él cerró los ojos, sintiendo en esa milésima de segundo el dolor que ________________ trasmitía en su voz. Su corazón se estrujó.

- Voy a ir para allá, mi vida. – le dijo, escuchándola llorar contra el teléfono. – no te despegues del móvil ¿vale? Estoy ahí, imagina que estoy ahí. 

Presionó el acelerador y condujo a toda velocidad. Su corazón latía muy rápido mientras sus oídos acogían el llanto de _________________ en el teléfono. Sabía que al llegar tendría muchas explicaciones al respecto, y era justo lo que necesitaba. 

- No quiero separarme de ti otra vez… - dijo _____________ entre sollozos fuertes. – no de nuevo por favor… - rogó desesperada. Justin frunció el ceño, no iba a pedirle razones de lo que decía todavía. 

- No pasará. No pasará nunca más, nena.
Giró en la esquina y se estacionó en el aparcamiento del hospital. Bajó del Mustang con rapidez y corrió hasta la sala de urgencias. Esquivando, saltando y buscando con la mirada. 

El largo pasillo de espera estaba casi vacío, solo el bulto de una persona sentada en la última banca del pasadizo sobresalía. 

- No llores. – la consoló todavía hablándole por el teléfono, mientras caminaba a pasos lentos en el pasillo, acercándosele cada vez más. Con cada paso podía notar más lo afectada que estaba. Tenías las piernas encogidas y las enredaba con un brazo. – oye… - la llamó y se quitó el móvil de la boca. – aquí estoy. 

______________________ levantó la mirada y no tardó en ponerse de pie y abrazarle. Abrazarle como si el mundo se terminara en los siguientes segundos. Aunque era casi lo mismo… 

Sus brazos delgados apretaron el cuello de Justin con fuerza, sollozando con la misma intensidad entre su cuello. Cerró los ojos y se dejó hacer por él, que la cargó entre sus brazos e hizo que enredara sus piernas entre su cintura. Verla de esa manera le estremeció. Nunca antes la había visto llorar tanto como en esa noche. ¿Tanto podía importarle Travis? Por Dios, tenía que entender que se trataba de su mejor amigo, no podía comportarse como un maldito egoísta justo ahora. Tomó asiento en la misma butaca en la que ella había estado sentada, pero con ____________ sobre él. 

- Basta ______________, por favor… - le rogó en un acto de desesperación. Dios mío, no sabía qué hacer para que dejase de llorar. Le limpió las lágrimas con ambas manos y enredó su rostro con las mismas. - _________________, joder… basta por favor, deja de llorar mi amor. – le pidió, acariciándole el rostro con los dedos. – Travis va a estar bien ¿sí? Es un tío fuerte, lo que le haya pasado no va a derrumbarle. 
Ella asintió… ¿Cómo decirle que había más que solo el asunto de Travis? Maldita sea… las palabras no le salían de la boca. 

- Te quiero. – susurró él. - _______________... – le dijo, y apretándole el rostro con las manos, hizo que lo mirara. – escúchame, te quiero ¿lo entiendes?

- Sí… - farfulló ella. – te quiero Justin… - bajó la mirada y sus ojos volvieron a empaparse en lágrimas. – es que… esto no tenía que pasar… - trató de buscar las palabras. Pero por fin su mente nublada pudo dar resultado a su preocupación. - ¿Dónde está Elisabeth? - ______________ abrió aún más los ojos, alerta, asustada. - ¿Dónde está Justin? - dijo casi en gritos. 

- Hey… shhh… tranquila… - los brazos de Justin se estiraron, abrazándola casi a la fuerza. – he tenido un mal presentimiento y pensé que sería una buena idea dejarla con Emily.

Sus ojos pequeños por el llanto miraron los de Justin, repletos de desesperación y susto. Tenerlo era suficiente consuelo. Tocarlo. Poder verlo. Poder escuchar la forma en la que la consolaba era eternamente suficiente. ¿Cómo podría despegarse de él una vez más? ¿Cómo iba a dejarle una vez más si se había vuelto su maldita vida? Si se había vuelto todo… si se había robado su corazón como de costumbre. El pensamiento de estar lejos de él le horrorizaba. No poder tenerlo había sido la peor experiencia de toda su vida, ¿repetirla? ¿dejarle? ¿otra vez? ¿por qué después de tantas cosas tenía que dejarle de nuevo? Mientras él acariciaba sus mejillas con los dedos, __________ observaba su rostro. Lo observaba a él. A todo él. A todo lo que había logrado convertirse con el paso de los años. Y pensar que se habían conocido hace tanto tiempo, y pensar que ambos eran tan diferentes. Mientras ella lo llenó de fe y un buen corazón, Justin la hizo más fuerte y sin miedo a nada. Y pensar que habían pasado por tantas cosas. Hoy, tenían una hija de dos años. Hoy, habían gritado y llorado tanto… hoy, habían hecho el amor tantas veces… ¿por qué dejar a lo único que le da sentido a tu vida? 

- Tengo algo que decirte. – ambos sostuvieron la mirada por primera vez en toda la noche. 

- Te escucho pero… no llores más ¿vale? Me pone… me pone muy tenso verte así. – dijo tragando saliva. ¿Cómo una persona le podía producir tantas cosas al verla llorar? 

Suavemente le acarició la espalda con los dedos. De arriba hacia abajo. Haciéndola bajar la tensión. Varios minutos después, seguían callados, él acariciándola y besándole la frente mientras ella descansaba después de tanta adrenalina junta, aún sin decirle nada. El pasillo seguía desolado, solo con la presencia de ambos.

- ¿Qué tienes que decirme? – preguntó él suavemente en un tono nada insistente, sin dejar de acariciarle la espalda. ____________________ se acurrucó entre su torso. Relajándose con el aroma de la ropa de Justin. Su olor, su delicioso olor… 

- Han venido por mí. – empezó a contarle, esta vez sin demostrar sentimiento alguno mientras hablaba. – Tentation ha venido por mí una vez más. – se mordió el labio. A pesar de que no asimilaba lo que decía, las lágrimas se instalaban en ella automáticamente al mencionar el nombre de la mafia. – secuestraron a Travis, lo han golpeado y lo llevaron a un lugar abandonado casi a las fueras de New York. - se quedó callada. La escena de Travis envuelto en sangre y prácticamente inconsciente volvió a su memoria. Cerró los ojos tratando de dejar ir ese recuerdo. – utilizaron su celular para ubicarme y llegué al lugar en donde estaba.

- ¿Por qué no me has dicho que te acompañara? – preguntó casi al mismo tiempo que ____________ terminaba de hablar. El tono de su voz delataba su preocupación. 

- Lo siento yo… no sabía qué hacer… - contestó ________________ sobándose la nariz. – nunca sé qué hacer. – se mordió el labio y sintió como Justin acariciaba sus piernas. 

- ¿Te hicieron algo a ti? 

- No… - susurró ella. Se inclinó sobre las piernas de Justin, logrando separársele unos centímetros para poder mirarle. Justin frunció el ceño, expectante. Le acomodó un mechón de cabello tras la oreja, intentado descifrar al máximo su expresión. – pero he tenido que hacer algo para nosotros. – lo miró a los ojos. La tonalidad de ellos habían cambiado de color. Era sorprende como podía pasar de estar envuelta en lágrimas a ser esa mujer decidida que no había quién podría hacerle cambiar de opinión. – estoy en Tentation.

Automáticamente, Justin bajó ambas manos de la cintura de ______________ y las dejó caer a ambos lados. Su cuerpo estaba bajo la nube de recuerdos. Hace dos años. Hace tiempo… esas eran las mismas palabras que había utilizado cuando le abandonó. Joder. No otra vez… no por favor… 

- ¿Por qué? – logró preguntar con el rostro horrorizado. Sin darse cuenta, su garganta se había vuelto un nudo grueso que no le permitía hablar con su tono original. Estaba tenso. Cabreado. Dolido. Quería llorar y sabía que se debía al recuerdo que las palabras de _______________ le ocasionaban. – vas… ¿vas a dejarme de nuevo, no es así?

- No. – negó ella fugazmente. Verle así le estremecía totalmente. – no voy a dejarte ni a ti ni a Elisabeth. – ahora era ella quién había posicionado ambas manos entre el rostro de Justin. - ¿crees que podría soportarlo? – enarcó una ceja al mismo tiempo que su mandíbula temblaba. – estoy enamorada de ti, muy enamorada de ti, tal vez más que hace dos años. 

- Basta… - él cerró los ojos. Cada jodido segundo estaba regresando a su cabeza como un remolino de imágenes que dolían fuerte. – solo… solo no me dejes… no nos dejes… - susurró ahora atrapando las manos de ________________.

- Hay dos robos en Francia, he firmado… estoy dentro… si consigo la cantidad acordada, me dejarán en paz. 

- No vas a ir sola. – le dijo recuperando la fuerza en su voz. – no voy a dejarte ir sola otra vez. 

- ¿No confías en mí?

- No soportaría que algo te pasara _______________. No quiero correr ningún maldito riesgo. 

Ambos se quedaron callados. El “bip” de las máquinas del hospital retumbaba en cada centímetro del enorme pasillo, continuo e irritante. 

- Si vamos a acabar con esto, tenemos que hacerlo los dos. 

- Pensé que no querías volver más… al igual que yo…

Tenía razón. Muchísima razón. Después de tanto tiempo volvería a sus inicios. Sus jodidos inicios. Los que la habían marcado de por vida… solo alguien en todo este mundo podría hacerlo volver al pasado y terminar con él de una vez por todas. 

- Por ti puedo hacer una excepción. 

En ese momento, una doctora vestida con una bata celeste hasta las rodillas, salió de una de las habitaciones. 

- ¿______________ Peterson?

- Sí, ¿cómo está? – ___________________ se puso de pie de inmediato, Justin hizo lo mismo.

- El paciente Maslow… uhm… él… – la doctora negó con la cabeza, mirando una tabla metálica llena de hojas que sostenía con las manos. – lamento decirle que el paciente Maslow ha entrado en un estado de coma.


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lunes, 8 de julio de 2013

Capítulo 82

Un dolor de cabeza insoportable, una taza de manzanilla caliente y una aspirina. 

________________ se puso de pie. Bastante esfuerzo había hecho para abrir los ojos y asimilar la hora en la que se encontraba. Jodida resaca. La cabeza le dolía a mil y sentía todavía el sabor de los chupitos de anoche. De algo estaba segura, ese dolor de cabeza solo se lo podía haber proporcionado una persona en el mundo. De la cual no se sentiría jamás avergonzada en terminar ebria: Justin Bieber, su otro dolor de cabeza.

Buscó en los cajones algo cómodo para ponerse. Después de pasar minutos rebuscando entre braguitas y sujetadores, encontró lo que necesitaba y lo colocó sobre su hombro. Caminó a pasos lentos y dormidos hacia la puerta del baño personal, pero antes hizo una parada transcendental en el espejo que se ubicaba dentro de una de las puertas del ropero.

- Por Dios. – se dijo a sí mismo al analizarse frente al espejo. Trató de acomodarse el cabello para que este pareciera aceptable ante su mirada. Segundos después, al no encontrar resultado, bajó la mirada hacia lo que traía puesto. Podía recordar que por nada del mundo habría salido con esa camiseta dos tallas más grandes que ella. Pudo reconocer de inmediato, gracias al olor fuerte y delicioso que emanaba, que se trataba de una camisola de Justin. Bajo esta no había nada que le cubriera las piernas y solo sus braguitas de color rojo le hacían compañía.
Entonces… intentó caminar a un paso un poco más rápido.

Una fricción interna le hizo soltar un gemido suave. Se sentía expuesta y un ligero dolor entre las piernas le susurraba que tal vez era lo que ella se estaba imaginando. Esto solo podía significar una cosa…

Antes de que sus pensamientos volaran más allá, Justin entró a la habitación con Elisabeth en brazos. Este traía el torso descubierto y unos pantalones de lona, mientras que Eli vestía una bata rosada que le daba hasta las rodillas. Ambos entablaban una conversación sobre cereales de chocolate, cuál les gustaba más y sabores que detestaban. Par de niños.

- Mira quién ha despertado. – dijo Justin a Eli. Esta juntó las manos en un aplauso dulce, que fue acompañado por un: “mami” enternecedor. – se te han pegado las sábanas.

Se acercó a _______________ y le besó la boca rápidamente. Al mismo tiempo, Eli se aferró al cuello de esta.

- No ha sido mi culpa. - _______________ lo miró mal.

- Ya lo sé nena, tengo que tener cuidado la próxima vez.

- Sí, porque tienes muchas cosas que aclararme.
Justin enarcó una ceja a la vez que iba soltando una sonrisa sexy y perturbadora.

- ¿Sí?

- Sí, tonto.

- No digas esas palabras frente a ella.

- ¿Ahora te has vuelto educado?

- ¿Yo? Siempre. En cambio tú… - Justin soltó una risita victoriosa al atrapar con las manos las bragas de conejito que ________________ traía en el hombro.

- ¡Deja eso! – gritó ella, ligeramente ruborizada. Maldición, casi nunca usaba esas bragas tan infantiles.

- A tu madre le gustan los conejos. – Justin enarcó una ceja y Elisabeth sonrió acurrucándose en el cuello de _____________. Esta soltó aire desacomodándose todavía más las mechas de cabello que le caían sobre las mejillas. Frustrada dejó a Elisabeth sobre el borde de la cama y le quitó a Justin las bragas de conejo.

- ¿Estás molesta? – preguntó él, sin poder evitar una sonrisa preciosa que mostraba sus perfectos dientes.

- Dime tú, no recuerdo nada de lo que pasó anoche y de pronto no puedo ni caminar.
Justin desvió la mirada.

- Era eso… - dijo sonriendo.

- ¿Lo hemos hecho?

- Quizá deberíamos hablarlo luego. – tomó asiento sobre el borde de la cama, justo al lado de Eli.

- Vaya, lo hemos hecho.

- Anoche no parecías nada cabreada.

Las mejillas de ______________ se ruborizaron ipso facto. A la misma vez, sus memorias interiores se llenaron de recuerdos pasados, llevándola a momentos que había tratado de olvidar toda su vida. ¿Justo hoy tenía que acordarse de toda esa mierda que parecía a veces imposible de olvidar?

- Olvídalo. – dio media vuelta y caminó como pudo hasta la puerta del baño personal.

Justin tragó saliva. Su instinto interior le hizo saber que algo le pasaba a su chica…

- Oye… - se puso de pie e impidió que ______________ cerrara la puerta de baño. – lo hemos hechos muchas veces. – alzó la mirada y pudo darse cuenta de que ella no le miraba. Es como si estuviera perdida en sus propios pensamientos o más bien recuerdos. ¿Se había perdido de algo? - ¿por qué es tan malo?

- Olvídalo, en serio, estoy siendo demasiado dramática. – se hizo para atrás y cerró la puerta del baño con recelo.

Se desnudó rápido, abrió el grifo de la ducha y se quedó parada bajo el agua caliente que caía sobre ella.

Vamos… tenía que superar todo esto. No podía cabrearse con Justin solo porque lo habían hecho anoche sin sus cinco sentidos bien puestos. Tenía que reconocer que se conocía perfectamente en cuanto a su estado alcoholizado. Se ponía bastante… exigente y juguetona. Era algo por lo que ya había tenido que pasar para darse cuenta de que no podía estar por ahí, tomando con personas que no conocía y que por lo mismo podrían aprovecharse de la cantidad de tragos que había tomado. Pero con Justin… ¿con Justin había de qué quejarse?

Se enredó el cabello en la toalla, después de varios minutos de reflexión a base de agua caliente, champú y jabón. Utilizó otra toalla para secarse el cuerpo y se colocó las bragas de conejito casi al mismo tiempo. Ahora que se analizaba frente al pequeño espejo de baño, tenía un mejor aspecto y ya no se notaba más el maquillaje de anoche. Se cepilló los dientes y se desenredó el cabello. No más dolor de cabeza, no más maquillaje; esta era ella.

Abrió la puerta del baño, con una toalla enredada al cuerpo. El dolor entre sus piernas había bajado en gran cantidad. Al parecer solo había sido un pequeño recuerdo de lo bien que… anoche se lo había pasado, de eso no cabía la más mínima duda. Dentro de sí también había una _______________ que se quejaba por no recordar cada segundo de anoche.

Al salir observó a Elisabeth y a Justin mirando la televisión. Ella estaba bastante concentrada y apenas pestañeaba para poder seguir mirando. En cambio él, desvió la mirada hacia ______________ cuando esta salió del baño.

La vio acercársele. La reacción en su piel fue casi la misma de siempre, se erizó por completo.

- Perdona, no debí reaccionar así. - ________________ puso los ojos en blanco.

- Ya, no importa.

- Sí importa, ni siquiera te he agradecido por la fantástica cita de anoche, de eso sí me acuerdo. – sonrió sin mostrar los dientes y pasó a posicionarse sobre las piernas de Justin. Este la recibió gustoso, enredando sus brazos entre la cintura de su chica. – también debería agradecerte por no poder caminar hoy en la mañana.

- Sí, también deberías.

________________ soltó una risita.

- Gracias, pero me gustaría recordarlo todo.

- De eso me puedo encargar yo. – sus dientes mordieron el lóbulo de la oreja de _____________ con delicadeza, apretándole la cintura contra la suya.

- Basta… - susurró ella en un tono divertido. – después ¿vale?

Él asintió, posicionando su barbilla sobre el hombro desnudo de ella.

- ¿Por qué lo de hace un rato?

- Ya te he pedido perdón…

- Pero no lo voy a olvidar sino me explicas el por qué.


- Es que no quiero hablar de eso… es una tontería, de verdad.

- Esa tontería te hizo cabrear conmigo hace rato. No es algo justo.

______________ soltó un suspiro. Subió ambas manos para cubrirse el rostro. De verdad no deseaba hablar del tema, era tan… privado.

- Eres tan insistente.

- Lo sé, me lo has dicho.

Se volteó para mirarlo. Sus ojos entornados y con ese marrón claro precioso, le hacían no poder negarse ante su insistente propuesta de contárselo todo. Era irresistible. Sus labios gruesos y rosas también parecían mirarla como si de una presa se tratara. Era imposible…

- Está bien. – dijo _____________ por fin y dejó caer los hombros. – hace años, cuando estaba en preparatoria, Josh Peeper y yo salimos por un tiempo.
Justin frunció el ceño.

- ¿Quién es Josh… Peeper?

- Déjame contarte. – se quejó _______________. – era el tío más popular de toda la preparatoria, salir con él era prácticamente un lujo, te volvías popular al instante… - se detuvo un momento, dejando que sus recuerdos le ayudaran a narrar la historia. – Uhmn… hubo una fiesta en una playa, él me dijo que tal vez podríamos ir juntos y yo… no era de las chicas que estuvieran pendientes de él todo el tiempo, jamás hablábamos o si quiera nos veíamos en la preparatoria… era extraño que me invitara a salir de un día para otro. – alzó los hombros y su voz se hizo pequeña a medida que iba avanzando. - Emily me dijo que no perdía nada si aceptaba, además no parecía algo más que una simple fiestucha en la playa. – se volteó y miró a Justin, que la escuchaba expectante. – así que acepté.

_______________ volvió a detenerse para tomar aire.

- La fiesta estuvo realmente mala, o eso es lo que recuerdo. - cerró los ojos y los volvió a abrir segundos después. – y bueno… ya sabes, bebí mucho. Esa noche Josh Peeper me presentó el vodka y…jamás lo había probado antes, no me pareció ni bueno ni malo, solo quería divertirme. Él decía que era lo correcto, que me lo merecía, que de eso se trataba estar en preparatoria y no me negué. - ______________ volvió a subir los hombros. Su inocencia se veía reflejada en cada palabra que iba dictando. Le jodía muchísimo recordar lo estúpida que había sido en esos años de universidad, preparatoria y más de lo mismo. Ahora probablemente no tenía la misma inocencia de antes. No era más la ________________ Peterson de quién podría burlarse. Cualquier tío que la viera se quedaría empalmado sin poder creerse que es la misma Peterson de hace unos años. – eso es todo lo que recuerdo.

- ¿Qué te hizo? – preguntó él. Las palabras le salieron de la boca automáticamente. Había dado en el punto.

- No lo sé… - ___________ alzó los hombros y la voz se le hizo todavía más pequeña. – en la mañana estaba en el departamento de Josh, a su lado, pero no recuerdo nada de lo que pasó. Salí de ahí, después de decirle lo muy hijo de puta que era y no me interesó saber lo que había hecho conmigo, aunque probablemente yo ya lo sabía.

Hizo una pausa. No se escuchaba más que el sonido de la televisión encendida y Eli riéndose tras observar las caricaturas.

- Vaya. – balbuceó él. ______________ soltó una media sonrisa.

- Ya pasó, la verdad lo había olvidado hace mucho.

- Sí… pero recuerdas su nombre perfectamente. – le acomodó el cabello tras la oreja. Desde su ángulo podía ver su sonrisa decaída y sus ojos observando el suelo con melancolía. – de verdad… ¿de verdad le has olvidado?

- No significó nada…

- Es que tengo unas increíbles por ir a buscarlo.
_______________ abrió más los ojos. Probablemente era la única persona en el mundo que sabía identificar que las palabras de Justin iban en serio. Lo miró de reojo. Estaba endureciendo la mandíbula y parecía bastante tranquilo, pero su tono de voz delataba lo contrario.

- ¿Por qué no te conocí antes? – preguntó ella. – en otras circunstancias sí me hubiera gustado que fueras a buscarlo.

- Nunca es tarde nena, podemos arreglarlo.

- No… ya no.

- Eso lo dices tú, pero si me lo pides puedo buscarlo y romperle la cara. Me conoces __________________ , nadie toca lo que es mío y mucho menos te deja con ese jodido trauma de por vida. Eres mi chica, anoche me pediste que te tocara… me pediste tantas cosas… no pude negarme, sabes que puedes conmigo de todas las formas posibles, lo único que deseaba era complacerte. Así que lo hice, pero no quise jamás hacerte volver al pasado y que recordaras a ese cabrón, porque yo no soy él ________________, yo sí te quiero, a mí sí me importas, y soy capaz de hacer absolutamente todo para que lo comprendas, hasta ir a buscarlo y hacerle pedir perdón por lo que te hizo. Créeme, a mí también me gustaría oírlo.

Al terminar sus palabras pudo notar como los ojos de _______________ terminaban de humedecerse. Lo abrazó por el cuello, volviéndose a él y haciendo que Justin le apretara la cintura.

- Te hice llorar.

- No me digas.

Sollozó suave sobre su hombro al mismo tiempo que sonreía y le acariciaba la nuca con ambas manos.

- Quiero que lo olvides ________________.

- Lo haré. Lo prometo.

+++

______________ se puso una muda de ropa limpia. Caminaba descalza por la cocina con la música del ipod puesta a todo volumen. La cocina de Justin podía tener muchas cosas, pero menos algo con lo que se pudiera preparar algo, así que este y Eli habían salido al super hace ya varios minutos.

Cambió de canción, otra, otra y otra… hasta encontrar alguna que le pareciera conveniente. Pero antes de que empezara la canción que había escogido, escuchó el sonido de su celular proveniente de la habitación. Así que dejó el ipod sonando sobre la encimera de la cocina y corrió haciendo ruido con los pies hasta la habitación. Cogió el móvil y abrió los ojos y la boca al mismo tiempo al mirar el nombre que salía en la pantalla del contestador.

- ¿Travis? – contestó con desesperación.

Al otro lado de la línea se escuchó un: “¡Contéstale o te disparo!” en gritos.

- ___________________... – tartamudeó él, en medio de jadeos. – mierda… - se quejó ahora.

- ¿Eres tú? ¿Dónde estás? – preguntó y notó de pronto que los ojos se le habían llenado de lágrimas.

- Necesito que vengas. – pidió. Segundos después se escuchó un grito proveniente de su voz. Un gemido fuerte y claro. - ¡Joder, basta! – gritó en el teléfono.

- ¿Dónde estás? – preguntó ______________ una vez más. Cerró los ojos con fuerza tratando de escuchar más allá que solo la voz de Travis.

- Ellos me tienen. – Travis se quedó callado. ________________ también lo hizo. Su boca se abrió y de pronto se sintió paranoica de nuevo. Como si tuviera a alguien detrás de ella justo en ese momento. – necesito que vengas o van a matarme.


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