sábado, 20 de julio de 2013

Capítulo 84

Narra Justin:
Mis ojos observan desde afuera. ____________ está conteniendo las lágrimas, con la mandíbula temblorosa y con los ojos húmedos. A su costado, la doctora le indica que hay varias probabilidades sobre el estado de Travis. Que podría estar en ese estado por horas, como podía estar por días, semanas o hasta meses. La vista se me humedece a mí también, no puedo evitarlo… de verdad… de verdad no puedo. Trago saliva e intento recobrar la calma al observar que la doctora se aproxima a la puerta e intenta abrirla. Doy unos cuantos pasos hacia atrás y la saludo con la mirada al verla salir y entrar a otro quirófano.

Entonces dentro no quedan más que ______________ y Travis. Ella lo mira con los mismos ojos húmedos y llenos de melancolía. Coge su mano. Está llorando. Está llorando fuerte. Y probablemente cualquiera que viera a Travis en ese estado lo estaría. No es él, en definitiva. No es el Travis gilipollas que te saca de quicio. Es un Travis hecho mierda por Tentation.

Lamento no poder estar aquí para ayudarte” puedo escuchar sus palabras a través del vidrio que adorna la puerta del quirófano. “Tengo que irme…” dice una vez más. “Esto no tenía que pasar, lo siento mucho…”
Esto no tenía que pasar. Solo entonces mi mente logra retornar hace varios años atrás. Donde una noche llena de lluvia y una mujer que corría por las calles sin dónde ir, sube a mi auto. Le pregunto su nombre, me lo da y yo le doy el mío. Y todo sucede tan rápido. Y me enamoro de ella tan rápido. ¿Quién no podría hacerlo? Sin embargo, hace varios años atrás todo parecía tan sencillo. Después de saber de mí y a lo que me dedicaba, logró aceptarme… el problema es si yo debí aceptar quedarme con ella para que viviera en este mundo de mierda en el que viviré día tras día. ¿Ella merecía tu mierda, Justin? ¿Merecía vivir todo esto? Claro que no. No merecía conocerte, enamorarte o si quiera volverte a ver. Y tú lo sabías, gran hijo de puta. Lo sabías tan bien. Mira como están las cosas ahora gracias a ti…

Nunca quise que esto pasara, nunca quise ser parte de esto” – susurra _____________ dentro del quirófano. Pero sus palabras se escuchan entre gritos dentro de mí. Me quedo quieto observándola. Es preciosa. Es tan bonita… ¿por qué no la dejé ir cuando tuve la oportunidad? El sentimiento y la idea misma de dejarla con otro hombre me hacen endurecer los puños. Y aunque no lo quisiera ____________, siempre vas a ser mía. Siempre vas a estar aquí, presente, tatuada, conmigo, a donde sea que vayas. Siempre vas a ser parte de este hombre que ya no sabe si sin ti, va a poder vivir tranquilo. Mis ojos se centran en los labios de ____________, que bajan a la altura de la mano de Travis y se la besa con delicadeza. Susurra algo más, pero no logro descifrarlo esta vez. Es que durante estos segundos solo he podido pensar en una cosa: debo acabar yo mismo con todo esto. Debo enfrentarme a Tentation yo solo y sin ayuda de nadie, mucho menos de ___________, que no tiene por qué pagar por mi pasado. Debo enfrentarme a mi maldita familia, volver a volverlos, volver a saber de ellos y humillarme ante sus jodidas rodillas para pedirles que dejen a _____________ en paz.

Me aparto de la puerta del quirófano y mi espalda queda unida a la pared siguiente. Fría y dispuesta. Son varios los segundos en los que paso observando mis manos sin saber qué hacer, pues he encontrado la respuesta a todos mis problemas… debo enfrentarme a mi propia familia. Mis ojos se humedecen. Y trago saliva. Duro. Aguantándome las ganas de llorar. Mis puños se forman una vez más, indicándome el estado en el que me encuentro. Algún día tenía que llegar este jodido momento.

La puerta del quirófano se abre y _____________ sale de ahí, fregándose la nariz. Mira a ambos lados del pasillo, encontrándome a mí en el izquierdo. Nos miramos. Solos unos segundos nos ayudan a entender el estado del otro.

- Me he despedido de él. – gira la cabeza hacia la puerta, donde observa a Travis a través del cristal. – no sé cuándo vuelva a verlo.

- No te irás a ninguna parte. – le digo de inmediato. Mi voz se ha vuelto gruesa. – iré yo solo a Paris, arreglaré toda esta mierda y tú no tendrás por qué intervenir. – ordeno, cabreado conmigo mismo.

- Justin…

- No quiero escucharte ¿vale? He tomado una decisión, quiero que la respetes.

- Solo déjame decirte algo, por favor…

- ¡No irás, maldita sea! – grito y camino
en dirección opuesta a ___________. Mis pasos retumban duros sobre el suelo.

Ella no vuelve a intervenir. Puedo sentir su mirada en mi espalda, observando cada paso que doy y cada respiración que dejo salir, completamente acelerada. Me giro. Como lo había deducido, está mirándome. Sus ojos inocentes y llenos de fe en mí me derriten al punto de soltar los puños. Mi pecho se relaja. Solo ha bastado mirarla para poder cambiar mi ánimo.

- ¿Ya podemos hablar? – me susurra, con una sonrisa pequeña y dulce en los labios. Asiento con la cabeza y mis ojos se hunden en el suelo. – no voy a dejarte ir solo, pensé que ya lo habías entendido… no voy a permitir que te pase lo mismo que a Travis tan solo por mi culpa.

- ¿Y si sucede contigo?

Las palabras arden en mi garganta. Mierda. No. No… tú no ______________...

Se acerca a mí a pasos lentos. Su proximidad hace que suba la mirada a ella. Tenerla tan cerca nunca ha sido de mis mayores fuertes. Soy débil. Soy muy débil. Sostenemos la mirada por un tiempo indeterminado. Me quedo quieto. Como un niño pequeño observando de lo que se trata el mundo. Su respiración toca la mía. Estamos tan cerca. Somos tan débiles.

- Tal vez juntos siempre fuimos peligrosos. – susurra. Se inclina, tocando mis labios con los suyos. No logro cerrar los ojos, en realidad no quiero hacerlo… así que observo con desesperación como ______________ se derrite sobre mis labios y los mueve a su gusto. – tal vez por eso no debemos estar separado nunca. – encierra mis rostro con ambas manos y hace que nuestras bocas se unan cada vez más intensamente. – quiero hacer esto por ti, por Elisabeth, son lo único que me queda.

Aturdido, asiento con la cabeza. Es tan valiente. Jamás voy a hacerle cambiar de opinión, y sé que aunque podemos discutir el tema por horas… ella terminaría ganando. Pero… aunque no puedo llegar a una conclusión ahora mismo, ¿esta es la mejor decisión?

++
____________________ lleva estando en la habitación de Elisabeth por más de media hora. Esta ha sido la decisión más difícil que hemos tomado. Sin embargo, no puedo conciliar todavía que me encuentre Tan preocupado y jodido por todo esto. ¿Nunca me voy a acostumbrar a quererla de esta manera? Muy dentro de mí, yo mismo no puedo entender por qué me estoy sintiendo tan dolido de dejar a esa pequeña niña en manos de Emily durante este tiempo. Dejarla ha sido una maldita tortura. Puedo recordar sus brazos rodeándome el cuello y abrazándome como yo a ella. Con la misma intensidad. Joder… nos hemos hecho tan cercanos, y cuando parecía que todo estaba saliendo tan bien… esto tenía que pasar.

_______________ solloza dentro de la habitación de Elisabeth. La he escuchado antes, pero ahora puedo deducir que su llanto ha aumentado. Me encamino hacia ella y entro con desesperación. La veo mirando la cama de Elisabeth de espaldas a mí, con una manta rosada entre sus manos. Trago saliva. Maldita sea… el olor de su habitación me estremece y puedo llegar a sentir el dolor que _______________ está sintiendo. Soy su maldito padre. Y solo entonces puedo darme cuenta que todo lo que pase con ella también me afecta. Ver las imágenes de caricaturas y los peluches sobre su cama me hacen imaginármela jugando con cada uno de ellos. Sonriéndome. Abrazándome. Riéndose. Es preciosa. Y ya no está. Y una duda en mí se desprende de mis pensamientos llevándome a creer que si algo sale mal en todo esto, no volveremos a verla nunca más.

- Mi amor… - me acerco a ella, colocando mis manos sobre sus hombros. Al mismo tiempo ella se voltea y me abraza con una fuerza infinita. Se cuelga en mí llorando incontrolablemente. La manta de Elisabeth desprende su olor a niña, a delicadeza. También cierro los ojos, abrazándola fuerte. – va a estar bien lejos de nosotros por un tiempo. – susurro contra su oído. En el fondo, ambos sabemos que dejarla es la mejor decisión. No podríamos exponerla a todo lo que conlleva Tentation y nuestro único consuelo es que cuando volvamos de esa maldita misión, por fin podremos llevar una vida normal.

- Tengo miedo. – susurra. Sus brazos aprietan fuerte mi espalda desnuda, entrelazando sus manos por detrás. Siento sus lágrimas caer sobre mi hombro. – no quiero dejarla Justin…

Mis labios plantan un beso suave sobre su frente, sus mejillas, su oreja izquierda.

- Oye… - nos despegamos, logrando hacer que ella me preste atención a pesar de lo afectada que está. – serán unos días ¿vale? Estamos haciendo esto por ella, porque cuando volvamos todo habrá acabado. – nos miramos. Sabe muy bien que también estoy sintiendo lo mismo que ella. Que estoy desesperado. Que estoy jodido por todo esto. – lo lograremos, gatita.

Intenta sonreír, y un alivio inmenso se abre en mi estómago. Necesito verla bien.

- Esta es solo la parte más difícil. Pero ella estará bien. – encierro su rostro en mis manos. Ella baja la mirada, atrayendo con sus manos la manta de Elisabeth hacia nosotros. Nos quedamos mirándola por un buen rato, como si ella estuviera aquí, como si estuviéramos viéndola. Otra vez siento esas ganas terribles de llorar.

- Lo único que quiero es que esto acabe. – susurra. Sus ojos no dejan de observar la tela entre sus manos. La lleva hasta su pecho y se acurruca en mi torso. Estamos abrazados por varios minutos más. El tiempo pasa con nosotros. Afuera ya es de noche y mañana nos espera un viaje a Paris.

- Acabará, _______________. Acabará muy pronto.


**
Paris. 8.pm

Ha estado aquí en varias ocasiones. Cuando Tentation le asignaba una misión en Paris, este era su lugar de refugio. No era conocido por nadie, más que por él, Ryan, Travis o Chaz. Incluso todavía olía a crimen, a dinero puro, a acción, a lívido y a mucha adicción.

El lugar llevaba a cabo en uno de los barrios menos visitados por los turistas en pleno Paris. Un edificio viejo, donde todos conocían a todos y todos sabían a lo que se enfrentaban si soltaban alguna palabra sobre lo que veían. _____________ también había estado ahí en una ocasión, después de ser rescatada por Justin en pleno robo de un banco. El aire se le hacía bastante conocido, tenía la misma pinta, pero había muchas cosas sobre esa habitación de las que todavía no tenía conocimiento.

Mientras fumaba un Derby, sin el consentimiento de ______________, abrió una puerta ubicada al costado de la habitación principal. Parecía más bien un almacén pequeño. Al lado izquierdo, se desprendió a su costado una cuerda metálica. Tiró de ella y encendió una bombilla de luz que alumbró todo el pequeño cuarto.

Justin soltó humo.

- ¿Qué es todo esto? – preguntó ______________, aún sin poder encontrar respuesta a lo que sus pensamientos trataban de argumentarle.

- Todo lo que he hecho durante cinco años. – el humo le acarició el rostro. Miró con una pisca de orgullo todo su trabajo acumulado. Cada misión estaba archivada. – no será difícil robar si tenemos todo esto.

________________ observó detenidamente. No podía comprender mucho, pero había varias cosas de las que veía que le proporcionaban escalofríos. Una de ellas, era la tira de fotos que había de muchas personas en diferentes ángulos. Cada paso calculado. Cada biografía escrita en distinta caligrafía. Era todo tan… perturbador.

Él se volteó a mirarla.

- No quise asustarte, ya has visto esto una vez.
__________ asintió. Sí… lo había visto, justo en el mismo día en el que había descubierto a Justin.

- No estoy asustada. – negó, ¿estaba mintiendo? – es solo que… no puedo creer que vayamos a hacer esto juntos.

Él bajó la mirada.

- Es difícil de creer. – volvió a soltar humo.

- Deja de hacer eso, por favor. – pidió _____________, acercándose a él y entrando por fin al pequeño almacén. Por dentro, pudo darse cuenta que no era tan diminuto como pensaba. Tenía bastantes cosas, bastantes planos, bastantes archivos. Además de cosas que no entendía por qué se encontraban en ese lugar, como aquel espejo grande que se extendía frente a los dos.
_____________ abrió los ojos de inmediato, sobresaltada, no lo había visto antes. Se quedó observando la escena que se desprendía de ese cristal por varios minutos. Mirándose a ella, y a él, que fumaba a gusto muy cerca. Sin embargo no se detuvo en su búsqueda, algo en su interior le llamó mucho la atención, una caja ubicada justo en frente de ella le avisaba que sería peligroso. Pero el peligro no era algo que le asustara después de haber vivido tanto. Trajo la caja hacia ella, y observó entreabriendo los labios lo que había dentro de ella.

- Si vamos a hacer esto, tenemos que hacerlo bien. – soltó humo una vez más, cubriendo la garganta de ______________ con él. Ella levantó la mirada, observando como el humo la llenaba y sin entender cómo, había dejado de molestarle el maldito olor. – coge una. – le pidió, acercando su cuerpo al de ella, tanto que ahora podía ver lo mismo que ______________. Esta asintió. Su mano derecha entró en la caja y sacó de ella un fusil de calibre doce. Jamás había tenido uno en sus manos. – exacto, cariño. – le besó una oreja, _____________ cerró los ojos con delicadeza. El aliento de Justin le adormecía. – recuerda que vamos a hacer esto por Elisabeth. – susurro en su oreja, haciendo que _____________ abriera los ojos al escuchar el nombre de su hija. Sus facciones cambiaron. Endureció los pómulos. Y estaba ahí una vez más. Esa _______________ que hace muchísimo tiempo no volvía, pero que estaba acechante, esperando el momento en el que abrieran su celda. – mírate, podemos hacer esto. – pidió la voz ronca de Justin. Inhaló humo y el espejo reflejó lo que ambos podían crear si se mantenían juntos. Un peligro inigualable. Más fuerte que nada. Más fuerte que nunca. Una ____________ que sostenía un fúsil cargado y que tenía ganas de cobrar venganza por lo que había sucedido con su mejor amigo, y por las incontables amenazas a las que había estado sometida.

La mano izquierda de ________________ apretó el cuello de Justin con fuerza para poder besárselo. Y él soltó humo, bañándola en él una vez más. Nunca se habían sentido tan poderosos.

- Quiero que todo salga bien. – gruñó él, apretando el cuerpo de su novia contra el suyo. La escena que observaba en el espejo era tan excitante.

- Así será. – le afirmó ella, volviendo su mirada también al espejo frente a ella. Mantuvieron ambas miradas fijas durante varios minutos. Finalmente, ella optó por dejar el fúsil dentro de la caja una vez más y acomodar esta en donde la había encontrado. Ahora pasó a posar sus manos sobre los hombros de Justin, atrajo su rostro hacia ella y se lo besó lento. Muy lento. Dándoselo todo en cada segundo. Al analizar su boca con la lengua, pudo sentir el sabor del cigarrillo en todo su paladar.

Él dejó caer el Derby al suelo, casi completamente consumido.

- No estés tenso. - ____________ sobó ambas manos sobre el pecho de Justin.

- ¿Cómo no podría estarlo? – confesó él. Desviando la mirada de su chica. – todo esto ha pasado tan rápido. – sus ojos volvieron a los de ella, atrapando su mirada.

- Lo haré bien. – le proporcionó una sonrisa y cuando menos él esperaba, estaba besándola una vez más. Esta vez tocando su cuerpo indefinidamente. Sus dedos hicieron contacto con las piernas desnudas de ________________.

- Quiero hacerte el amor aquí. – le indicó él, en gruñidos. _______________ asintió, aturdida y con desesperación. Y se unieron una vez más, en besos intensos. Mordidas. Muchas mordidas. Y ambas lenguas, que permanecían unidas en cada entrega. La empujó contra uno de los estantes que sostenían varios archivos Tentation, muchos de ellos cayeron al piso al hacer contacto con ambos cuerpo moviéndose uno sobre el otro. Le quitó la camiseta de un tirón, cogiendo ambos brazos y subiéndoselos para poder hundirse en sus senos. Su lengua dio un lametón lento sobre ambos, haciendo que ella se retuerza al sentir el tacto húmedo sobre su piel caliente. Arqueó él cuerpo, y sus mojadas braguitas tocaron accidentalmente la erección dura de Justin. La desesperación que ambos desprendían solo podía demostrar sus estados. Cada entrega era tan intensa, tan intensa como todo lo que estaban viviendo. No había nada seguro en todo esto. Podía estar besándose en este momento, y mañana podían perderlo todo en una mala jugada.

Las manos de Justin atrajeron las caderas de ____________, haciéndola sentir lo que ella proporcionaba en él. Grande, carnal, cada vez más sorprendente. Sobó su erección en el vientre de ______________, gimiendo contra su oído y ella contra el suyo. Ella no dudó ni un segundo en bajar sus manos y desabrochar los pantalones de Justin, bajándoselos rápido. Tiró del elástico del bóxer, y repitió el mismo proceso, dejándolo completamente desnudo. Pero no se detuvo, aplastó sus manos sobre el trasero de Justin, haciendo que este aplastara su erección esta vez sin nada que la cubriera, todavía más intensamente sobre húmedo sexo. Sin esperar más, Justin también bajó las braguitas de _____________ hasta sus rodillas. Y mientras volvían a besarse, el tiempo se hacía más torturador… estaban semidesnudos, rodeados de armas, archivos Tentation, máscaras y un espejo que lo veía todo. Rodeados de todo el infierno que les perseguía.
Justin entró en ella con lentitud. Cada centímetro desaparecía de él y entraba en ella con delicadeza. Apretó los dientes y escuchó el gemido ahogado de ______________ al abrir poco a poco la boca. Las manos de ella le apretaron la espalda, duro, sus uñas quedaron impregnadas en él por la intensidad de su penetración. Salió de ella después de unos segundos de dura tortura, y volvió a entrar con más rapidez, aumentando el ritmo de sus embestidas. Rápido. Duro. Intenso. Era todo tan intenso. Un llanto se escuchó de parte de ella, algo así como un sollozo reprimido, que pronto lo convirtió en un grito fuerte, fino y provocador que hizo que Justin solo quisiera darle más.

Moviéndose sobre ella, logró besarle la frente.

- T… te… a…amo… - logró decirle con la voz ronca y debilitada. Sus ojos guiaron los de _____________ hacia el espejo que reflejaba lo que ambos hacían. Ella soltó otro gemido al observar la escena. Era tan caliente. Tan deliciosa. Se quedó observándola, chocando con la mirada de Justin sobre el cristal. Sus cuerpos seguían moviéndose. Ambos entregando hasta la última gota. “Y yo…” logró pronunciar _______________, que recobró fuerzas para poder mover las manos y encontrarse con las de él. Sus dedos se encontraron, entrelazándose con los otros con desesperación. Se apretaron fuerte, a medida que él embestía el cuerpo de _______________.


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