Sus
ojos brillaron ante la imagen. Un brillo lleno de furia y muchísima venganza.
Movió las manos dentro de la caja y palpó con los dedos el gatillo de un arma.
Al cogerla, se quedó observándola por un buen tiempo, mirando a través de ella
lo que otros no podían ver. Lo que solo ella conocía: su otra faceta. Su jodido
lado oscuro. El silencio se apoderó de la habitación y sus pensamientos
gobernaban su mente, dándole ideas, hablándole fuerte, llenándola de valor.
De
pronto, el sonido de la puerta de madera resonó entre sus oídos, obligándola a
soltar el arma por la sorpresa.
Su
pecho empezó a subir y bajar, a medida que su respiración se aceleraba en
conjunto con sus latidos. Era siempre la misma rutina cuando escuchaba o veía
algo para lo que no estaba preparada. Su estado de paranoia había aumentado
desde que sabía lo de Elisabeth, y quién sabe tal vez jamás podría superar el
hecho de que una mafia estuvo persiguiéndola en una época de su vida. Y quien
sabe, tal vez esto no acabaría nunca.
Volvieron
a tocar la puerta. Dos toques suaves y pausados. ______________ relajó el
cuerpo, sacudiéndose de las tensiones y alucinaciones que ella misma imaginaba
en su cabeza. Aunque estaba segura que quien se encontraba tras de esa puerta
no era nadie relacionado con Tentation, no abriría sin un arma sobre el hombro.
Así que lo hizo, recogió el arma que había caído ante sus pies por la sorpresa
y la colocó sobre su hombro. Contó tres en su cabeza con los ojos cerrados y
abrió la puerta.
-
Dios mío, Emily. -
______________ relajó los hombros, soltando aire. El semblante asustado de su
mejor amiga le aliviaba de cierta forma. Y la morena abrió los ojos, mirando
perpleja a una ____________ que sostenía con firmeza una Glock. – me has
asustado.
-
Tú me has asustado a mí, joder.
– sostuvo Emily. Tenía una mochila en la espalda y vestía una polera ancha de
color verde que le daba hasta los muslos, junto a unos jeans rasgados en la
rodilla. - ¿qué ha pasado aquí? – dijo fijándose en el interior del
departamento. Su mandíbula calló al suelo al notar todo los restos de la
planificación de Justin para el robo en el banco de Francia. Y era inteligente.
Y había visto esto en muchas películas. Y su intuición nunca fallaba.
Se
adentró al departamento, sin dejar de mirar las fotos y planos que adornaban
las paredes del departamento. ____________ cerró la puerta.
-
No tengo tiempo ahora, Emily.
- __________ guardó la Glock en la caja donde la había encontrado. – solo he
querido que vengas aquí porque estás más segura conmigo que en New York.
Emily
frunció el ceño. Sus ojos se centraron en su mejor amiga. Otra mujer.
Definitivamente otra mujer. No era la _______ Peterson que conocía y admiraba.
Ahora solo veía a una mujer ida y sus ojos solo demostraban un porcentaje de
los destruida que estaba internamente.
-
¿Le has dicho a la policía
sobre…
-
No. - ___________ se volteó a mirarle. – te he
dicho que yo me encargaré de eso.
-
Tú no puedes con todo esto,
_________.
-
Por supuesto que puedo.
-
¿Desde cuando manejas armas?
____________
mostró una media sonrisa. Era la primera vez en tantas horas que sonreía un
poco.
-
Te sorprendería saberlo. –
ladeó la cabeza, dirigiéndose a la habitación donde todavía estaban sus cosas.
Regresó después de unos minutos con una chaqueta de cuero. La chaqueta de
Justin. Cogió el arma y la guardó hábilmente dentro de sus pantalones.
-
¿A dónde vas? – Emily alzó la
voz.
-
¡Mierda! – gritó __________,
totalmente desesperada, perdiendo el equilibrio. - ¡¿Qué no te das cuenta?! ¡Mi
hija está secuestrada! ¿Qué mierda piensas que voy a hacer? – alzó los brazos.
Su voz se entrecortó en las últimas palabras, dándole indicios de lo que
vendría. - ¿A dónde mierda piensas que voy a ir? – abrió los ojos, llenándose
de inmundas ganas de llorar que apretaron duro su garganta. Su pecho subía y
bajaba, mientras la mirada de Emily también se llenaba de lágrimas. Mientras
Emily empezaba a tal vez estar un poco en los zapatos de ____________.
Un
silencio grande se abrió entre las dos, haciendo que el ambiente se tense un
poco más.
Y
ninguna de las dos parecía querer hablar… hasta que un sollozo fuerte salió de
la garganta de ___________, que pronto pasó a desvanecerse sobre el sofá más
grande.
Y
lloró. Lloró duro. Sin ninguna maldita restricción Sin prohibirse a ella misma
llorar. Sin ser tan dura consigo misma. Simplemente lloró. Lloró como si no
hubiera otro día, otras personas, o algo
más importante. Lloró porque esa era la única solución de ahogar sus malditos
problemas y porque solo así se olvidaría del mundo por unos segundos.
Emily
la arropó en sus brazos, sentándose sobre el sofá. No podía evitar llorar ante
la imagen. Verla llorar y escucharla al mismo tiempo, dolía muchísimo. Pero una
de las dos necesitaba ser fuerte en ese momento. Así que aunque su corazón se
lo pidiera y hubiera un gran nudo en su garganta a punto de desvanecerse, no
lloraría. Pasó a acariciarle el cabello a ___________, de arriba hacia abajo,
sobando su espalda y sus hombros. Y aquello describía muy bien los siguientes
minutos, donde solo reinaron los sollozos de _____________. Hasta pasar a
calmarse. Hasta pasar a un silencio que duró mucho más.
-
Justin está en la cárcel –
susurró ___________, sobándose la nariz. Emily abrió los ojos, demostrando la
sorpresa interior que estaba experimentando. Pero no quiso comentar al
respecto. Sabía que _________ pasaría a contarle todo por ella misma. – y todo
por mi maldita culpa. – su mandíbula tembló al recordarlo. Al recordar su
jodida sonrisa. Su voz. Su mirada. Todo se volvió uno solo, ayudándola a llorar
de nuevo. – Y todo ha sucedido por mi maldita culpa… joder… - se sobó la nariz
de nuevo, tapándose el rostro. – Elisabeth, Justin, Travis… - su voz empezó a
quebrarse. – esto no tenía que pasar.
-
Hey, nena. Ya está ¿sí? No
vas a seguir echándote la culpa por todo esto, cariño.
-
No entiendes nada… -
_____________ negó con la cabeza. – soy la única que puede hacer algo por todo
esto… pero… - volvió a detenerse al notar que su voz había perdido fuerza. Al
igual que ella. Entonces solo se preguntaba: ¿Hasta cuando tendría que seguir
luchando? – siento que ya no puedo más. – admitió por fin, sabiendo que esa era
justamente la explicación de todo lo que pasaba. Sin Justin y sin Elisabeth,
sentía que ya nada valía la pena. Que todo había perdido el color, el sentido y
el buen camino de las cosas.
-
Por Dios ____________... –
Emily la miró directamente a los ojos. Su actitud cambiaba por completo cuando
de reprender a alguien se trataba. Por algo era Emily Prescot. – Tú no eres así
¿vale? Te he visto pasar por tantas cosas y esto no va a destruirte. Esto no va
a hacer que seas diferentes ¿lo entiendes? Si dices ser la única que puede
arreglar todo esto, ve y patéales el maldito trasero a todos esos gilipollas.
Que sepan quién eres tú y por qué estás aquí. Que sepan que se han metido con la
hija de puta equivocada.
La
última frase hizo que ________ soltara una risita, todavía con lágrimas en los
ojos.
-
Yo confío en ti. Por algo he
tomado un jodido vuelo a Paris sin que tú me hayas dicho el por qué.
____________
asintió, limpiándose la nariz.
-
Te odio por tener razón
siempre. - ____________ alzó los hombros, sonriendo ante su mejor amiga. Una
sonrisa pequeña, pero de las largas. Se acercó y abrazó a Emily por los
hombros, susurrando en su oído cuanto la quería. Al separarse, se puso de pie,
limpiando las últimas lágrimas que había derramado y recogiendo del suelo el
arma que se había escapado de sus pantalones. – no me esperes. Llegaré tarde.
-
Me debes muchas explicaciones
¿lo sabes?
-
Sí… - __________ soltó
aire. – prometo contarte todo alguna
vez. Es una larga historia.
Emily
sonrió, divisando a _________ abrir la puerta del departamento, con una pinta
de chica mala. Como nunca antes la había visto jamás.
-
Pareces una jodida mafiosa. –
se burló.
Y
eso, solo hizo que ___________ sonriera un poco más.
En
general, aquel departamento emanaba lúgubres recuerdos que solo Justin podría
narrar. Mientras Emily inspeccionaba con cuidado el lugar, su mente volvía a
divagar entre sus conclusiones. Había tanto que no sabía. Y el hecho de que
Justin estuviera en la cárcel sin explicación alguna, ya era mucha información.
Desde que lo vio por primera vez en el departamento de ___________ hace ya
varios años, había visto en él algo que incluso a ella le llamó la atención: el
misterio en su mirada. Como si ocultara algo. Mágicamente, __________ parecía
tener la misma mirada ahora. Y ahora que lo pensaba… Travis también.
El
pensamiento hizo que su piel se erizara. Y toda su concentración se esfumó al
escuchar una melodía suave proviniente de uno de los cuartos de aquel
departamento. Parecía más bien el sonido
de un celular. Trató de buscar el objeto, guiándose por el sonido y terminó
entrando a la habitación en la que ___________ había entrado a cambiarse. La
melodía repititiva, se oía cada vez más fuerte, lo que solo significaba que
estaba cerca de encontrar el móvil.
La
habitación estaba un tanto desordenada, pero quitando algunas sábanas, pudo
encontrar el móvil de __________ enterrado en ellas. En la pantalla aparecía un
número desconocido y se lo pensó dos veces si era una buena idea contestar
aquella llamada.
v
Justin
volvió a marcar el número.
-
Vamos, joder. – se quejó. Sus
nervios aumentaron de un momento a otro, en la espera de que _________ por fin
contestara. Pero no lo hacía, y aquello solo le hacía imaginar que algo había
podido pasar con ella. Y aquello sería lo último que podría soportar.
Cerró
los ojos con fuerza, mientras el sonido de la contestadora volvía a llenar sus
pensamientos. Golpeó fuerte la pared, pidiendo con todas sus malditas fuerzas
que ____________ estuviera bien. Necesitaba saberlo. Necesitaba escuchar su
voz. Necesitaba decirle que en unas horas, participaría en un operativo
policial con el fin de atrapar a Tentation. Y que hacía todo esto por ella. Y
que, joder, la amaba muchísimo. Y que si aquel operativo fallaba, si él no
podía hacerlo todo, si él no salía vivo de esto… al menos tendría la certeza de
escuchar su voz por última vez.
-
Nena… por favor… - rogó
contra el teléfono. Y rogó más, por ella, por Elisabeth. Y aunque las cosas no
salieran bien, solo quería saber que ellas lo estuvieran.
Segundos
después, alguien contestó el móvil.
-
¿Hola? – contestaron en la
otra línea. Justin abrió los ojos y todos sus sentidos se concentraron en
aquella voz.
-
¿___________? – preguntó él,
asegurándose.
-
Ella no está… ¿con quién
estoy hablando?
Justin
frunció el ceño. Su cerebro empezó a recordar aquella voz que ciertamente se le
hacía conocida.
-
Emily, ¿Dónde está
__________? – le preguntó yendo al punto, identificando su voz sin mucho
esfuerzo.
-
¿Qué? ¿Justin? Pero tú…
-
Necesito saber donde está,
por favor. – exigió Justin. Su voz denotaba desesperación.
Y
ella se tomó un tiempo para procesar toda la información. Ahora más que nunca,
definitivamente no entendía nada.
-
Por favor… ¿Dónde está
__________?
Emily
tomó una bocanada de aire. Escuchar la voz de Justin de esa manera le destruía
de cierta forma. Porque él… él todavía no sabía nada…
-
Elisabeth ha sido secuestrada,
Justin. – soltó sin pensárselo mucho. Y supo entonces que para él las cosas
solo habían empeorado. Y no se equivocaba.
Solo
se quedó callado. Solo intentó entender…
Solo necesitaba unos segundos para poder hablar, porque dentro de él todo ardía en ira. Todo ardía en dolor. Y no podría contenerse a partir de ahora. Porque cuando prometió ante todos los oficiales de Francia que se comportaría, no sabía sobre esto, no sabía que Tentation también pasaría a meterse con Elisabeth. Con una niña que no tenía por qué intervenir en su pasado y que sin embargo, también era parte de todo esto.
Y
ahora más que nunca sabía una cosa, iba a destruirlos uno por uno.
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