lunes, 30 de septiembre de 2013

Capítulo 100

- No quiero que ____________ lo sepa. 

Justin fumaba un Marlboro. Hace mucho tiempo que no descargaba su frustración en un cigarrillo. Con ___________ en su vida no podía darse esos gustos, y es que con ella no se sentía en la necesidad de desahogarse de esa forma. Pero ahora mismo, con lo que acababa de enterarse, sentía que tal vez nadie podría hacerlo sentir más aliviado que el jodido cigarro.

Soltó humo. Una y otra vez. Y encendió otro y otro.

- Ella va a enterarse de todas formas.

A su lado, Chaz miraba por el parabrisas. Su mirada estaba fija, con muchos pensamientos en la cabeza que necesitaba aclarar. Todavía no tenía mucho conocimiento sobre lo que había pasado la última noche en la que Justin se había encargado de desaparecer Tentation. Si lo había hecho… ¿Qué había salido mal? Justin se había encargado incluso de terminar con la vida de ese hombre que insinuaba ser su padre, solo para proteger a ________ y a Elisabeth. Y Nicholas Bieber siempre había sido el jefe de todo ese gremio. Y no estaba más, entonces… ¿Quién podría estar detrás de todo esto?

- No la conoces. – Justin negó con la cabeza. El humo le envolvió el rostro.

- ¿De qué tienes miedo? Ha estado contigo tanto tiempo, aún sabiendo todo tu pasado. Esto no es culpa tuya.

- Las cosas están muy bien como para arruinarlas de esa forma.

Chaz se atrevió a negar con la cabeza, soltando aire en expresión irritada.

- ¿Crees que no va a llegar a enterarse? La noticia de la muerte de su madre está en las noticias y seguramente lo estará por un tiempo más.

Justin guardó silencio. Su mirada estaba clavada en el humo saliendo del cigarrillo, le llenaba de paz y nunca comprendería por qué. En su cabeza solo empezaban a aparecer imágenes de la última noche en el edifico Tentation, y su piel se erizó ante el primer contacto con el primer recuerdo. Jamás lo olvidaría.

- De eso ya me he encargado.

Estaba dispuesto a impedir que __________ supiera sobre Tentation una vez más. Esa mafia había terminado para ella el mismo día en el que recuperó a Elisabeth y no volvería a revivirla, porque sabía que las cosas se pondrían de cabeza una vez más. Y porque sabía todo el mal que le hacía a __________ el solo hecho de mencionársela. Tenía todavía ciertos traumas que llevaría consigo toda su vida; como las pesadillas en medio de la madrugada.

El último cigarrillo había sido consumido, ahora solo podía fijarse en el letrero que estaba frente a sus ojos. Justin tragó saliva, no sabía con exactitud el sentimiento que estaba aflorando en él, y quizá jamás terminaría de comprenderlo.

- Ya vuelvo. – le dijo a Chaz, que solo asintió ante sus palabras, igual de tenso que Justin. Este abrió las puertas de su Mustang y bajó del auto, desapareciendo minutos después.

La cárcel de New York estaba aislada de la ciudad, por lo que Justin y Chaz habían tenido que hacer un viaje de una hora y media. El lugar era tranquilo, parecía más bien un pequeño pueblo con una prisión gigantesca que la adornaba.

Las puertas le fueron abiertas y él entró, sin ningún remordimiento. Sentía la mirada de todas las reclusas sobre él, murmullando cosas que no podía llegar a escuchar. Pudo cruzar miradas con un par de mujeres ahí adentro, que no les causaba para nada repulsión. Si no más bien todo lo contrario. Era un hombre guapo, que con los años había aumentado todavía más aquel adjetivo, y podía notar que tenía el mismo efecto con las mujeres que le miraban en ese momento. Todas llenas de tatuajes, droga en los bolsillos y criminales como él. Al terminar el pasillo estrecho entre una celda y otra, el oficial que le había ayudado a entrar se detuvo.

- El primer pasillo a la derecha. – le indicó a Justin. Este asintió y tuvo que caminar un poco más para llegar al lugar que estaba buscando. Sin embargo el camino no fue más largo que el tiempo que él necesitaba para pensar las cosas.

Llegó y el corazón le dio un vuelco. Su madre estaba sentada frente a una mesa con un traje naranja que le cubría todo el cuerpo. Su aspecto era totalmente distinto al que había visto en ella hace un año atrás, donde había encontrado a una mujer llena de lujosos collares y una mirada déspota. Ahora no podía decirse lo mismo, estaba demacrada y con el cabello gastado. Subía y bajaba los dedos sobre la mesa, haciendo sonar sus uñas sobre la madera y su mirada estaba perdida quién sabe dónde.

Justin tomó asiento en la butaca que estaba frente a la de Luisa de Bieber.

Los segundos siguientes estuvieron reinados de silencio y varios pensamientos que solo podían escucharse en la mente de cada uno.

- ¿Por qué estás aquí? – le preguntó Luisa. Justin levantó la mirada y se atrevió a mirarla de la misma manera que ella. Se sintió indefenso al hacerlo.
Él se quedó callado por unos segundos, buscando la manera de decírselo.

- ¿Acaso querías visitarme? – Luisa ladeó la cabeza, con diversión. Su cabello despeinado le cubrió la frente.

- Creo que sabes por qué estoy aquí.

- Supongo, pero quiero escucharte hablar. – le sonrió. Y esa sonrisa perversa no hizo más que hacerlo pensar. ¿Acaso ella sabía algo más que él debía saber sobre Tentation? - Vamos, habla.

- ¿Qué sabes sobre Tentation?

Ella se rio descaradamente sobre su silla, disfrutando del momento.

- ¿Qué debería saber? – preguntó ella, ladeando la cabeza de nuevo. Volvió a hacer sonar sus uñas sobre la mesa una vez más, repitiendo el proceso.

- La madre de ______________ está muerta. – soltó Justin. El sonido de la uñas contra la madera solo le hacía tensarse más. – Estaba en un banco, cuando entraron criminales y le asesinaron.

- ¿Cómo está tu novia? – Luisa sonrió. Una sonrisa burlona que calentó la sangre de Justin y que solo le hizo desear salir de ahí.

- No estoy jugando.

- Ni yo, hijo.

- Y no me llames así.

Luisa levantó ambas manos, en demostración de defensa.

- Como tú quieras.

- ¿Vas a decirme lo que busco? – le preguntó él, antes si quiera de que ella terminara de hablar. Luisa soltó otra risa victoriosa y se acostó sobre el respaldo de la silla. Sus uñas no dejaban de resonar una y otra vez.

- Estando aquí en esta mierda yo no puedo hacer nada. – miró a Justin, aturdiéndole. –Si han asesinado a la madre de tu chica, puedo asegurarte que no sé nada al respecto. – bajó la mirada, dedicándose a pensar… porque en ella sabía que había algo más que debía decirle.

- ¿Entonces qué está pasando? – él mismo pudo reconocer su voz desesperada. Sabía que la única persona que le quedaba y que podría ayudarle a armar todo este rompecabezas, era su madre. – Necesito tu ayuda. – dijo sin poder mirarla.
Y ella guardó silencio, era la primera vez que veía a Justin tan desesperado por algo. Dentro de ella aquello le hacía estremecer, nunca le había visto de esa manera solo por proteger a una persona o por hacer algo por alguien. Era diferente a como hace varios años atrás él había sido. Tan prepotente, rebelde, grosero y egoísta. Hoy era algo que jamás pensó que Justin Bieber sería.

- Yo… no sé nada ¿vale? No estoy mintiendo en lo absoluto. Lo único que sé es que el día en el que tu padre murió, un grupo de personas estaba realizando un robo en otra ciudad. Ellos están vivos, por lo tanto… Tentation también.




**

- ¿Tú, aquí? - ___________ enarcó una ceja, no pudo evitar sonreír al ver a Travis sobre el marco de la puerta. Tenía una caja de Donas en la mano izquierda y también sonreía ligeramente. – por Dios, es un milagro. 

- Se ve que me extrañas. – Travis cerró la puerta tras él y rodeó la cintura de ____________ con el brazo derecho, cargándola y haciendo que esta deje de tocar el piso. - ¿Cómo estás? – le preguntó juntando su boca contra su oreja. _____________ lo abrazó con la misma intensidad. Su corazón dio un vuelvo al saber a qué se refería Travis.

- Bien. – mintió ella, con un hilo de voz.

- Sí, eso parece. – respondió Travis, siendo irónico. Puso a __________ sobre el suelo una vez más y estiró sus brazos con la caja de donas. - ¿tienes hambre?

- Demasiada. - __________ cogió la caja de donas y la puso sobre la mesa de centro. – Entra, estoy bañando a Elisabeth. – le dijo ella y pronto había desaparecido de la sala. - ¿por casualidad sabes dónde está Justin? - gritó ____________ desde el baño.

Travis tragó saliva. Si estaba en su departamento a altas horas de la mañana era por pedido de Justin, quería que no supiera nada sobre lo de Tentation y el homicidio contra su madre.

- No lo sé, ¿no te ha dejado un mensaje? – Travis levantó la voz para que ____________ pudiera escucharle.

- Uhm… sí, pero… es raro. – contestó ella, mientras cogía una toalla del cajón más grande de la repisa. Envolvió a Elisabeth con ella y la sacó de la bañera. La pequeña se enredó en el cuello de su madre, llenándola de gotitas de agua y ambas salieron al exterior.

Y Travis sonrió al verlas juntas. Era inexplicable todo lo que ellas podían hacerle sentir. Sin bien era cierto, ya no estaba enamorado de ___________, pero nunca dejaría de quererla tanto como lo hacía. Y mucho menos a Elisabeth, que le importó desde el primer momento en el que la vio tan pequeña. Ahora tenía tres años, estaba más hermosa que nunca y empezaba a parecerse seriamente a ___________.

- ¿Me la das unos minutos? – Travis estiró los brazos hacia Elisabeth, que dijo su nombre en voz alta cuando lo vio. Se dejó cargar por él y le besó la mejilla derecha, mientras este se derretía por tenerla en sus brazos. Eran tan dulce e inocente. – Hola, nena. – le saludó él. Su voz se ablandó en el acto y abrazó a Elisabeth con ternura, sin importar que en unos minutos pudiera terminar lleno de gotas de agua. Subió la mirada y observó a ________, ahora con el móvil en la mano derecha y puesto sobre su oído. Tenía una expresión de preocupación que se podía notar con exactitud al primer contacto con su rostro.
La escuchó quejarse, llamando una y otra vez a la persona que sabía que era la única que podía tenerla así de inquieta.

- Hey, ya vendrá. – trató de calmarla Travis.

- Es solo que… ni siquiera me ha dicho que saldría tan temprano.

- Cosas de hombres.

- Oh… ahora ustedes dos se han vuelto muy amigos de nuevo ¿no? - ________ enarcó una ceja.

- Quizá.

- ¿Estás cubriéndolo, o algo parecido? ¿Hay algo que yo no sé?

Travis frunció el ceño, haciendo su mayor esfuerzo por parecer sorprendiendo y hasta incluso bastante ofendido. Su amiga era malditamente astuta.

- Te conozco, Maslow.

- Nena, todo está bien. Eres tú que estás tomando esto demasiado personal.

Y él podía tener razón que cierta parte. Tal vez era solo ella y aquellas nuevas emociones y sentimientos fuertes, que empezaban a aparecer en su interior y fuera de ella. Últimamente solo estaba preocupada, llorando o inquieta por algo. Podía culpar todo aquello a lo que había sucedido recientemente con su madre, pero en realidad, es que ella conocía la verdadera razón.

- Vale, como digas. - ________ bajó los hombros, rindiéndose. Dejó el móvil sobre la mesa y pasó a coger la caja de donas. - ¿Cómo estás? – le preguntó _______ de pronto.

- Vaya, pensé que no lo preguntarías.

Ella no pudo evitar reírse en su sitio. Dio una mordida grande a la dona cubierta de chocolate y sacó otra con la misma cobertura para dársela a Eli.

- ¿Y bien? – volvió a preguntar _______.

- Como siempre. – contestó Travis. Pero sabía muy bien que esas palabras jamás podrían resumir todo por lo que estaba pasando. Pensaba tal vez si aquel era el mejor momento para contárselo y ver su reacción. Se pondría…¿celosa o algo así? No sabía por qué seguía teniendo aquellos pensamientos.

- Justin me ha contado cosas. - __________ enarcó una ceja y una sonrisa divertida y coqueta apareció en sus labios.

- ¿Qué te ha dicho ese hijo de…

- ¡Travis! – gritó ________, señalando a Elisabeth con la mirada. La niña solo se volteó a mirar a Travis y ambos no pudieron evitar reírse.

- Dramática.

- ¿Entonces no vas a contarme nada?

- ¿Sobre qué?

- Tienes algo con una mujer ¿verdad? Puedo verlo en tus ojos, Travis. - __________ alineó los ojos, bridándole a Travis una mirada llena de ternura. Era preciosa, y él jamás dejaría de notarlo.

- Joder. – se quejó él de pronto y aparentemente sin ninguna razón. – Elisabeth se está empezando a parecer a ti. – dijo mirando a la niña, que de inmediato miró a ________ y sonrió al hacerlo.

- ¿Por qué te quejas? - _______ hundió el rostro.

- Es que va a estar buena cuando esté grande.

- Eres un idiota.

- ¡__________! – gritó Travis, abriendo los ojos. – No hables así frente a tu hija.

Ella puso los ojos en blanco, terminó de comerse el último bocado de su dona y sacó otra más, para ponerla en la boca de Travis, que pedía una a gritos. Y aquellos segundos fueron suficiente para darse cuenta de que esta jodidamente confundido. La mujer que tenía al frente, dándole de comer, no era solamente su mejor amiga… o al menos él nunca dejaría de verla como algo más. Evitaba a toda costa tener algún contacto físico con _______ porque sabía cómo es que su cuerpo reaccionaría. Era capaz de aplicar la fuerza que había adquirido durante años para coger a _________ y tumbarla en algún lugar, para así demostrarle todo lo que todavía seguía vivo en él. Sin embargo Emily también empezaba a quitarle el sueño. También empezaba a inquietarlo muchísimo…

Vio a ___________ ir a la cocina y ponerse en puntillas para guardar las caja de donas. Y sus ojos se perdieron en toda la anatomía de la mujer que algún momento había podido ser su chica. ¿Cuándo demonios lo superaría del todo? ¡Se acabó Travis! Ella está con Justin, ¡Joder, tienen una hija! Están mejor que nunca y solo porque un tipo como tú no puede aceptarlo, las cosas no cambiaran. Se acabó… a veces solo necesitaba entender que las cosas no siempre salían como quería.





**


Travis acababa de irse. Las horas habían pasado y los tres lo habían pasado de lo mejor. Definitivamente la relación que tenían no se acabaría por nada, ni por nadie. 

Pero en la mente de _________ había algo que todavía no cuadraba. Eran exactamente las dos de la tarde y Justin no aparecía. Ni siquiera había llamado o le había mandado algún mensaje. Y aquello no solamente le parecía desconsiderado, sino que además, sabía que había algo que no andaba bien. Podía sentirlo, podía olerlo a lo lejos.

Intentó muchas veces más ponerse en contacto con él, pero al no recibir respuesta, decidió por fin convencerse de que jamás sabría de él hasta el momento en el que lo tuviera al frente. Y vaya que lo escucharía.

Mientras miraba caricaturas junto a Elisabeth, sobre el sofá, su móvil empezó a sonar. Desesperada y con la idea de que Justin por fin había visto todo los intentos que ella había hecho, contestó sin antes observar de quien se trataba.

- ¿Hola? – dijo con la voz apresurada.

- Hola __________.

Max estaba en la otra línea.

___________ cerró los ojos, frustrada.

- ¿Cómo has conseguido mi número?

- ¿Podemos hablar tranquilamente? – le preguntó él, interrumpiendo la pregunta de _________.

- Depende.

- Vamos, no voy a hacerte nada.

- Vale, dime qué sucede.

- Uhm… ¿podrías abrirme la puerta de tu departamento?

__________ frunció el ceño. ¡Mierda! ¿Estaba ahí afuera? ¿Cómo demonios había conseguido su número y además su dirección? Una oleada fría se pasó por su corazón y tuvo la impresión de que no abrirle la puerta sería la mejor opción. Pero en cambio no podía hacer nada, Max sabía muy bien que ella estaba dentro…

- Sí… - susurró _________. Colgó la llamada y se apresuró a abrir la puerta principal. Max estaba del otro lado, todavía con el móvil en el oído y con un traje de color plomo.

- Wow… - exclamó al ver a Elisabeth sentada sobre el sofá, mirando televisión. – Ella…

- Es mi hija. – le aclaró ________.

- Oh, es… es preciosa. – Max se aclaró la garganta al terminar la oración. Tardó unos minutos en asimilar la idea de que esa niña era hija de ambos. De Justin y ___________. – Mnh… pensé que venir sería la mejor idea, antes de que las vacaciones terminaran.

- Regresaré el lunes.

- Vaya, siempre tan aplicada.

- Max ahora mismo no tengo mucho tiempo y…
- Sí, perdona. Verás… hice todo lo posible por trasladarme a otras oficinas, pero creo que seré tu jefe por una temporada.

___________ se quejó por dentro. Aquello no solo le traía problemas a ella, sino también a Justin.

- Prometo que todo estará bien ¿vale? Lamento todo lo que pasó el viernes pasado, fue una tontería de mi parte.

- A Justin también se le pasó la mano.

- Sí, se le ha hecho costumbre.

- Yo creo que tú sabes muy bien cuál es su problema. - _________ lo miró a los ojos y Max se tensó al escuchar esas palabras. Por supuesto que sabía el motivo por el cual Justin lo detestaba tanto. No solo había acabado con la vida de su mejor amigo por querer atraparlo a él, sino que además se había metido con su chica en el pasado.

- Quisiera poder disculparme…

- No, no… solo déjalo así ¿vale? Pasó hace mucho tiempo y no es bueno recordarlo.

- Como tú digas, Peterson. – él alzó ambas manos, en defensa. - ¿No me invistas a pasar?

- Estoy un tanto ocupada ahora.

- ¿Y Justin?

- Él… - _________ pensó una respuesta inteligente. – está ocupado también.

- Oh… - una sonrisa irónica se formó en los labios de Max. - ¿con quién? – el tono de su voz hizo que el interior de ________ ardiera. ¿Qué estaba tratando de decirle?

- ¿Perdona?

- Solo ha sido una broma, olvídalo. – volvió a reírse en la cara de _______ y esta solo trató de mantener la compostura. A decir verdad, hasta ese momento no se había propuesto la idea de que Justin estuviera con… ¡Joder, aquello era imposible! - Justin no te engañaría. – soltó Max. - ¿verdad?

Y _________ se quedó callada. ¡Vamos, habla! ¡Dile que él jamás sería capaz de engañarte por un lío de una noche!

- Él… él…

Unos pasos se escucharon desde atrás de ambos, la silueta de un hombre se asomaba. Y segundos después, Justin apareció detrás. Había algo extraño en él que __________ supo reconocer de inmediato.

- Oh… ¿qué tenemos aquí? – Justin ladeó la cabeza. En su voz pudo notarse cuan ebrio estaba. ¿Entonces eso había estado haciendo toda la jodida mañana? Eso estaba claro, lo que ______ no podría entender todavía sería el motivo. - ¿se han reunido a mis espaldas?

- Me voy de aquí. – Max negó con la cabeza y esquivó a Justin para caminar por el pasillo. Pero antes de que pudiera irse, Justin lo cogió del brazo.

- ¿A dónde vas? – le preguntó con una sonrisa perversa en los labios. Muchas veces parte de él se asemejaba al antiguo Justin.

- Por Dios, solo déjalo. – exclamó _________, en el borde de la puerta.

- Vale, vale, lo que tú digas preciosa. – Justin alzó ambos brazos y dejó a Max irse por fin. __________ decidió entrar al departamento, mientras escuchaba a Justin entrar también detrás de ella. Y solo tuvo cabeza para ponerse encajar las piezas. Nada extraño estaba pasando, no había nada que ella no supiera, su novio solo había ido a emborracharse por la mañana y se había desaparecido totalmente del mapa. Estaba ardiendo por dentro de lo cabreada que estaba.
Caminó hasta la cocina y sintió los pasos de Justin, siguiéndola.

- Nena… - le llamó él.

- ¿Dónde has estado? – le preguntó __________, tratando de no írsele encima con todos los argumentos. Se cruzó de brazos y cuando volteó, de pronto toda la molestia se le había ido. El rostro de Justin parecía cansado, como si hubiera estado batallando por última vez. Y prácticamente aquel había sido el motivo de los tragos que se había tomado junto a Chaz. El ver a su madre en una cárcel y diciéndole todo lo que había escuchado respecto a Tentation, solo le habían hecho reaccionar de una manera ilógica. Tomando nunca resolvería las cosas, sin embargo necesitaba ahogar toda esa mierda en algún sitio.

- Por ahí, lo lamento.

- ¿Lo lamento? - __________ frunció el ceño. – Pudiste dejar una jodida nota, o dejarme un mensaje ¿no crees?

- Ya lo sé, yo…

- ¿Tú qué? Joder, Justin. No eres un niño ¿vale? Solo te bastaba dejarme un mensaje para saber que estarías tomando como un alcohólico.

Y él se quedó callado. Sabía que no podría responderle ni darle ningún argumento válido a todo lo que había hecho. Tenía razón en todo, pero sabía que jamás podría entenderle.

- ¿Crees que no estaba preocupada…

- ¡Basta, tú no entiendes nada! – gritó él. Su voz se escuchó por toda la casa, tanto que ambos pudieron escuchar los pies descalzos de Elisabeth correr hasta la cocina, donde ambos se encontraban. ____________ guardó silencio, sus ojos se habían llenado de lágrimas por la adrenalina del momento, pero debía contenerse.

Cuando vio a Eli llegar donde ambos, la cargó entre sus brazos y le susurró un par de cosas en el oído.

- ¿Podrías por favor calmarte? – le rogó ________.

- No, no lo voy a hacer. Y debes entender que este jodido mundo no es una maldita película ¿vale? – le dijo mirándola a los ojos. – no siempre voy a ser lo que tú quieres que sea.

Elisabeth volvió a gemir en los brazos de su madre, escuchándolo todo.

Justin soltó aire. Ver a Elisabeth hizo que se arrepintiera mil veces de haber gritado de esa forma. Pero dentro de sí estaba empecinado en creer que él tenía la razón. ___________ no entendía nada, ella no sabía todo lo que él estaba haciendo por protegerla…

- Regreso en unas horas. – les dijo a ambas. ___________ se quedó firme, sin botar ninguna sola lágrimas, mientras observaba a Justin irse una vez más de su departamento. Y al hacerlo, Elisabeth bajó de sus brazos, dedicándole una última mirada en la que tal vez podía entender un poco a su madre. Y una vez sola, no pudo evitar llorar fuerte. Llorar. Llorar y llorar como se lo había pasado haciendo los últimos días.

Tenía tanta razón, este mundo no es una película.


++


Dentro del bar la música sonaba a un volumen altísimo. ¿Cuánto tiempo había pasado metido ahí? Había perdido la cuenta y había sucedido lo mismo con el número de tragos que había ordenado. Ahora no tenía noción ni siquiera de donde se encontraba. ¿Cómo coño se regresaría manejando? Maldición, hace tanto tiempo que no tomaba de esa manera.

Definitivamente todo había sucedido muy rápido. Había planeado con anticipación, pedirle a ____________ en Malibú que se casara con él. Y todo se había arruinado, todas las reservaciones, las cosas que había comprado y la emoción que sentía por saber que pronto podría ser su esposa. Y todo por Tentation. Por Tentation otra vez. ¿Cuándo los dejarían en paz? ¿Cuándo?

Tiró un vaso de vidrio al suelo al pronunciar aquella palabra. No podía fijarse muy bien donde es que los vidrios habían salpicado, pero de pronto tenía una cortada grave en el brazo derecho. ¿Cómo había llegado ahí? Lo único que podía saber es que ésta estaba sangrando exageradamente.

- Mierda. – se quejó. Cogió la botella de Vodka y en su desesperación quiso colocar el pico de esta sobre su herida, pero las manos de una mujer lo detuvieron.

- No creo que esa sea una buena idea. – habló ella. Justin solo asintió, perdido en su ebriedad. Podía al menos verla y saber que se trataba de una castaña guapa, de por lo menos veinticinco años. Tenía las uñas pintadas de un rojo escandaloso y una vestimenta que dejaba mucho a la imaginación. - ¿te puedo ayudar?

- Estoy bien. – respondió Justin. Trató de ponerse de pie, pero el efecto del alcohol hizo que se tambaleara.

- Hey, espera. – le habló ella una vez más. Cogió a Justin e intentó que este se mantuviera en equilibrio por al menos un momento. – Ven, voy a curarte esto antes de que vayas. – le dijo, y él no supo como negarse. Sus ojos le fallaban y ahora mismo no sabía a dónde se dirigía. Estaba borracho, completamente borracho.

Minutos después y sin tener noción todavía de las cosas, tardó en darse cuenta de que estaba sentado sobre el borde de una cama. Frente a él había un reloj grande que le avisaba que eran más de las diez de la noche.

- Joder… - se quejó para sí mismo. Palpó sobre sus pantalones, en busca de su celular para poder llamar a ______________. Aunque estaba ebrio sabía que ella lo odiaría mucho mañana y por el resto de los días. ¡Maldición esto no podía estar pasando! – tengo que irme. – dijo, colocándose de pie.

- Espera. – exclamó ella. Había salido de la oscuridad y se posó rápido frente a Justin, para esta vez tumbarlo sobre la cama. La cabeza de este dio vueltas y no pudo mantenerse sentado, en cambio su cuerpo cayó sobre la suavidad de la cama. Sobre él no pudo ver nada por durante varios minutos y cerró los ojos por durante otros varios. Pero cuando pudo abrirlos, tragó saliva al presenciar la escena. Aquella castaña estaba desnuda sobre él y le levantaba la camiseta a medida que iba besándole los abdominales. Sus pezones erectos le rozaban la piel y aunque trató de no sentirse cubierto de lujuria, el elevado efecto del alcoholo solo le hacían ver lo incorrecto de las cosas. – quédate un tiempo más… - le susurró ella.




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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Capítulo 99


_______ se ha pasado casi toda la madrugada hablando con sus familiares por el teléfono. Por lo que sé, hace mucho que no los frecuenta desde el último problema que tuvo con su madre. Desde ese entonces las cosas entre su familia y ella han quedado tensas y sin arreglo alguno.

Elisabeth está dormida. Me acerco a ella, observando su pecho subir y bajar pausadamente. Está tranquila y al menos puedo sentirme bien viéndola así. Admiro esa profundidad con la que asimila el sueño. Sin saber nada. Sin conocer nada. Es tan solo una niña que no tiene idea de las cosas. Probablemente cuando crecemos nos hacemos diferentes porque nos vamos dando cuenta de cómo va el mundo. Y como juega el mundo. Y cuantas veces te puede hacer caer sin avisarte.

Escucho pasos detrás de mí y volteo a fijarme. ____________ está sobre el borde de la puerta, mirándonos a los dos, con el móvil en la mano y sin expresión alguna. Tan solo mirándonos, como si fuéramos su infinito.
Mis ojos se centran en cada centímetro de su semblante. Frío y tenso. Me asusta verla así. Todo en mí se ha acostumbrado a una ___________ diferente y simplemente no puedo soportar un cambio de esa magnitud. Verla destrozada me quiebra a mí mil veces peor. Un millón de veces peor. Ella jamás tendrá idea de cuánto, pero yo sé perfectamente que no puedo manejarlo. Me acerco a ella a pasos lentos, tratando de hallar su mirada en cada paso que doy. Pero ___________ no me mira, se ha quedado ida una vez más mirando el horizonte como si tratara de buscar alguna respuesta. Y no me mira hasta que mis dedos tocan su rostro y la beso despacio. 
___________ abre los ojos por la sorpresa, por fin la estoy viendo sentir. Y quiero hacerlo mucho más. Así que presiono ambas manos sobre sus caderas y la acerco a mí despacio, pero intenso, chocando su cuerpo contra el mío. Le suelto el cabello, despeinándolo a mi manera y poco a poco ambos nos recostamos sobre la pared detrás de nosotros. Nos detenemos. Ella me mira. Yo hago lo mismo.

-      Ha tenido un accidente. – suelta de pronto, con la voz quebrándosele en las últimas palabras. Se restriega la nariz y termina por cubrir su rostro. – nadie sabe cómo, cuándo, quién… - levanta los hombros, mostrándome su indignación. Son casi segundos en los que permanecemos mirándonos, hasta que paso a abrazarla fuerte una vez más y estirar los labios para besarle la frente. __________ solloza en voz baja y sé que es porque Eli está durmiendo en la misma habitación.

-      ¿Quieres ir a…

-      No. – niega decida. – No quiero. – me mira  a los ojos y siento terror en su mirada. – estoy bien aquí, contigo, con Elisabeth. No voy a soportar ver a mi madre en jodido cajón.

-      Tal vez eso pueda ayudarte a sentirte mejor.

-      No lo creo, Justin. – vuelve a negar. Su mirada choca contra la mía y sé que está hablando en serio. Asiento sin decirle más, porque sé que aunque utilice la táctica que utilice, ella seguirá negándose.

-      Vale. – susurro. Mis manos le acarician el rostro involuntariamente. - ¿te sientes mejor?

-      No. – admite _________, sonriéndome a medias y tratando de contener las lágrimas acumuladas. Suelta un suspiro al final de la palabra y se limpia las lágrimas rebeldes que se han escapado de sus ojos. – pero pasará, siempre es así. – sube los hombros, asimilando cada sentimiento con valentía. Y es sorprende. Y la deseo tanto como persona, como mujer, es increíble lo fuerte que puede ser ante tantas cosas.

-      Yo puedo hacerte sentir mejor. – mi boca se acerca a su oído y mis labios se estiran, besándole el lóbulo de la oreja. Siento la piel de _____________ erizarse bajo mis labios y mover ligeramente el cuello. Se ha tensado. - ¿me dejarías…

-      Hacer el amor contigo siempre es el mejor antídoto.

-      ¿Quién habló de hacer el amor?

-      Bueno, si no quieres…

La sostengo entre mis brazos, haciendo que deje de tocar el suelo con los pies. __________ sonríe a medias, disfrutando del momento. Nuestro momento. Y aunque no esté feliz completamente, verla sonreír hace que quiera hacer todo lo posible porque lo esté.

-      ¿Quién dijo que no quería? – le pregunto, mirándole la boca fijamente. Ella se escabulle en mi hombro izquierdo, perdiéndose en la piel de mi cuello. Suavemente abro la puerta de la habitación de Eli con el pie y la cierro de la misma manera, saliendo con ___________ en brazos. – Yo siempre tendré ganas de hacer el amor contigo. – subo la mirada hacia ella. ¿Está llorando de nuevo?  - Tengamos los años que tengamos, donde sea que estemos. - ___________ se ha cubierto los labios con la mano izquierda, llorando de nuevo. Me enreda el cuello con los brazos para abrazarme de una forma más cómoda y llora sobre mi regazo. Llora fuerte. Y no sé exactamente si lo que estoy diciéndole solo la está haciendo llorar más. – oye… no llores. – susurro, desesperado. Lo único que deseo es que esto pare. - __________...

-      Es tu culpa. – me mira con los ojos alineados, contendiendo el llanto. Su expresión me hace reír y a la vez llenarme de ternura al verla. Tiene los labios mojados por sus propias lágrimas y me hacen desear tanto comérselos.

-      ¿Qué he hecho esta vez?

-      Todo lo que dices. – responde frustrada.

-      Lo siento, lo siento… Mhn… ¿Qué debo decir?

___________ se queda callada, sobándose los ojos.

-      ¿Te ha asustado saber que lo seguiremos haciendo cuando tengamos unos años más? Porque seguiré ejercitándome y…

Esta vez ella suelta una carcajada que me hace reír a mí también. Y hace que todo el ambiente mejore. Que yo mejore. Que todo en mí cobre vida y vuelva a la normalidad. Me golpea el pecho con ternura y nos besamos. Mi lengua se introduce en su boca rápidamente, con desesperación. Me he dado cuenta que he estado esperando esto por un largo tiempo y se ha convertido en una jodida necesidad. __________ me aprieta el cuello, introduciéndome con más fuerza. Ambos nos quedamos sin aliento, separándonos para conseguir aire y seguir. Y seguir. Y seguir. Vuelvo a besarla, mordiéndole el labio inferior y estirándoselo. _____________ suelta un gemido en aprobación. Le gusta tanto como a mí. Poco a poco, unidos, nos movemos hasta el sofá más grande de nuestra sala. Y ambos conocemos cada parte de nuestro cuerpo y nos desnudamos con tanta habilidad que se me hace divertido. Y estamos desnudos. Corre una jodida brisa que nos hace temblar de vez en cuando, pero sé que pronto desaparecerá.

Me besa. Y hago lo mismo hundiendo mi lengua en todo su cuello. Lamiéndoselo de arriba hacia abajo, probando, mordiendo. ____________ tira de mi cabello hacia arriba, gimiendo alto. Sé que también puede sentir todo lo que mi poderosa erección está haciéndole ahí abajo. Rozando con intensidad la línea de su feminidad. Esa línea que nos divide. Esa línea húmeda y caliente que me espera con ansias. Así que meso mi polla sobre su vientre, su monte de Venus y sus labios. Arriba ella sigue gimiendo fuerte, hundiendo sus uñas en mi espalda. La sensación es poderosa y dolorosa a la vez, pero me gusta sentir que ella puede percibirlo el doble. Siguiendo el juego, mi polla se levanta todavía más al sentir el calor que le proporciona todo el sexo de ___________. Y juego. Y mnh… ella gime todavía más. Y oh… cuanto me gusta escucharla gemir contra mi oído, comiéndome la oreja y sosteniéndose de todo lo que ve. A continuación paso a sobar mi erección por toda su línea húmeda. De arriba hacia abajo. Y es torturador incluso para mí, que necesito tanto de ese coño. Ella suspira, está temblando y todo por lo que aquello puede causar. Solo para asegurarme, subo la mirada hacia su rostro. Está tensa, mordiéndose un labio y con el cabello despeinado. Es increíblemente preciosa.

-      Hazlo ya, por favor… - me ruega con un hilo de voz. Abro bien los ojos para no perderme nada de su expresión al sentirme dentro. Y me abro paso entre su cuerpo. Penetro suave, pero completamente, centímetro por centímetro. Dentro. Muy dentro. _____________ abre la boca acompañada de cada segundo que va pasando. Gime contra mi oído y se muerde la boca por dentro para evitar dar un grito y despertar a Elisabeth. Me tenso completamente, solo puedo concentrarme ahora en satisfacerla en un cien por ciento. Presiono mis manos sobre sus caderas y la hago arquear el cuerpo, subiéndolo hacia a mí para poder penetrarla una vez más. Dentro. Fuera. Y otra vez. Y otra. Y Oh… otra vez. Y el ritmo es cada vez más rápido, ella tampoco puede parar, sé que muere por seguir recibiendo una embestida más de mi parte. Y yo no soy quién para negársela. Así que vuelvo a bombearla con fuerza, sintiendo sus entrañas arroparme fuerte y duro, satisfaciéndome, haciéndome soltar gemidos desde dentro de mi garganta. La sensación me ata de pies a cabeza. No tengo control, solo me estoy dejando llevar y eso hace que aumente el ritmo de mis envestidas y la fuerza, convirtiéndola en algo jodidamente duro. ____________ me rasguña la espalda. Siento sus uñas hacerme daño, pero aquello me llena de lujuria y solo me hace desear más. Más. ¡Más! Lo necesito. Su piel ha empezado a sudar junto a la mía, y es tan excitante sentirla así. Y es que no hay nada mejor que poder sentir que hemos llegados a este punto, haciéndonos el amor. Es mágico. Puro. No hay nada más puro que esto…

Pero entonces,  escucho sus sollozos en medio de nuestros gemidos. Me detengo en seco.

-      Lo siento… Dios, lo siento… ¿te he hecho daño? – pregunto jodidamente alarmado. Y más porque de verdad he sido consciente de lo duro que lo hemos hecho esta vez. _________ niega con la cabeza, volviéndose a limpiar las lágrimas. Queda seca y arropa mis mejillas entre la palma de sus manos. Entonces me habla, como si de a un niño pequeño se tratara.

-      Estoy bien. – sonríe. Su sonrisa me deja inconsciente por unos segundos.

-      Puedo hacerlo mejor, si tú quieres.

-      Ha estado perfecto Justin. – vuelve a sonreírme. Pero esta vez me he quedado plasmado por el tono de su voz. Tan suave. Tan ligera. Cansada. Y sé por qué lo está. – No sé por qué estoy llorando tanto, lo siento. – me despeina el cabello. Suelto un suspiro y me acomodo sobre ella, sobre sus senos. Hundo mi cabeza en ellos y me quedo quieto, reposando.

-      Simplemente han pasado muchas cosas. – le susurro.

-      Sí, debe ser eso. – me dice ella ahora, acariciándome la espalda con el dedo índice de arriba hacia abajo. Mi piel se eriza bajo su tacto. – tal vez solo es eso… - ahora susurra y su voz es casi inaudible. Sin embargo, al escuchar su voz algo dentro de mí se enciende de inmediato. ¿Me está ocultando algo? Puedo sentirlo como una corazonada, una intuición que nunca falla. Pero exactamente, no sé qué podría estar pasando detrás de todo esto.


**


Mis ojos se abren a mitad de la noche. Todo está oscuro. El único ruido existente es la suave respiración de ________ a mi lado y mi corazón latiendo con una fuerza extrema. Estoy envuelto en sudor pero curiosamente no puedo recordar lo que he estado soñando. Trato de volver mi mente cinco minutos atrás, tratando de hallar lo que me tiene así. Pero no puedo descifrarlo. Simplemente estoy transpirando, con los ojos muy abiertos y sintiéndome paranoico.

Hace tanto tiempo no sentía una sensación similar. Sentirla ahora solo me hace pensar cosas… cosas que no cuadran en lo absoluto.
Me pongo de pie y camino descalzo hasta la puerta, abandono la habitación y entro en la de Elisabeth. Todo está tranquilo, como he imaginado que estaría. Ella está durmiendo boca abajo y su respiración a penas puede escucharse. Verla de esa manera hace que todo mi cuerpo se relaje. Las cosas  están bien. Las cosas están mejor que nunca… en lo referido a nosotros, todo está en orden, ¿Por qué entonces estoy tan jodidamente nervioso? Puedo sentir mis manos temblar y no tengo una ligera idea de por qué. Podría excusarme diciendo que es por el raro accidente que ha ocasionado la muerte de Jennifer Peterson, pero… ¿aquello tendría que ponerme así de mal? Nunca he conocido a esa mujer como para que ahora la noticia me afecte tanto… ¿Verdad?
Entonces el sonido de mi teléfono celular resuena desde mi habitación. Gruño por dentro y corro hasta él, puesto sobre la mesa de noche. _________ cambia de posición sobre la cama, todavía sin despertar. Suelto un suspiro, observando la pantalla de mi móvil en donde aparece el nombre: “Travis Maslow”.

-      Son las tres de la mañana. – contesto irritado. Salgo de la habitación y me escabullo en la cocina.

-      Enciende la televisión. – me ordena él. La voz de Travis se escucha diferente, tal y como la recuerdo cuando ambos pertenecíamos a Tentation.

-      ¿Qué haces viendo televisión a esta jodida hora?

-      Mierda, solo hazlo. – gruñe él en la otra línea. Su tono de voz me irrita muchísimo. Todavía más cuando intenta decirme que hacer, pero por algún motivo, no intento en ningún momento buscar algún lío y solo paso a moverme a la sala de estar para buscar el control remoto y encender el televisor. Tardo unos minutos en encontrar el botón principal, pero al hacerlo, enciendo la televisión y ésta tiene un volumen ensordecedor.

-      Joder… - me quejo en voz baja y disminuyo el volumen del televisor. - ¿A dónde quieres llegar?

-      Canal dos. – me dicta Travis y puedo notar lo tenso que se encuentra al escuchar su voz.

Hago lo que me dice y presiono el botón que tiene dibujado el número dos. El programa anterior desaparece y ahora en cambio hay un noticiero de madrugada. Un hombre de edad está narrando algo que no puedo escuchar, pero fijándome muy bien me doy cuenta de que no necesito escuchar nada para saber de qué se trata todo esto…

-      Mierda.- susurro al leer los titulares que aparecen debajo. Mi cuerpo se tensa por completo y siento mi piel enfriarse en lo que corren los segundos. Esto tiene que ser una broma…

-      ¿Qué pasó ese día? – la voz de Travis va disminuyéndose en mi cabeza, y aunque sé que sigue hablándome, no puedo escucharle, no puedo entenderle, no puedo saber nada de lo que está pasando. – Justin. – me llama. Su voz se escucha como un eco pesado en mi mente. - ¡Joder, escúchame!

Sacudo la cabeza. Mi cuerpo vuelve a ubicarse en el mundo y puedo notar que Travis sigue hablando en el móvil.

-      ¿Qué pasó ese día? – vuelve a preguntarme de nuevo.

-      Todos están en la cárcel. – le aseguro. Mi voz ha cambiado de matiz y puedo saber perfectamente por qué. Mis ojos se centran en el noticiero, en el tipo que dicta las noticias, en la reportera ubicada en algún sitio de la ciudad narrándolo todo, en los titulares, en el ridículo nombre que lleva el programa… y sé que ninguno de ellos podría entender todo lo que en este momento están causando en mí.

-      ¿Y cómo explicas eso?

-      ¡No lo sé! – grito, moviendo las manos. Mi respiración se vuelve agitada de un momento a otro y solo siento la necesidad de encender un jodido cigarrillo. – No lo sé… - vuelvo a repetirle. – Maldita sea. – farfullo en silencio. Mis manos se desesperan solas y alcanzan a tocar mi cabeza, envolviéndola.

Aumento el volumen de la televisión lo suficiente para que mis oídos escuchen, mientras trato de buscar una explicación a todo esto.

Tres nuevos robos se han registrado esta noche en la ciudad de New Jearsey. Las cantidades no son exactas todavía, pero se calcula una pérdida de tres millones de dólares. Y además, una suma aproximada de diez heridos por banco y dos muertos.

Trago saliva.

-      Voy a colgar. – suelto de pronto.

-      Vale. – acepta él sin decir nada más. Cuelgo la llamada y tiro el móvil fuera de mi alcance, concentrándome una vez más en las palabras de la reportera.

Según hemos averiguado, se han reportado dos robos más en las noches anteriores con la misma cantidad de heridos y la misma cantidad de muertos.

Mi corazón se enfría cuando logro ver las fotografías de las dos personas asesinadas en la pantalla.

Marcie McMillan. 30 años, soltera. 
Jennifer Peterson. 52 años, divorciada, una hija.


Maldita sea…

El gerente del banco de New Jearsey nos ha informado que se trataba de dos mujeres que necesitaban los servicios del banco y que se vieron negadas a servir a los criminales. Sus cuerpos fueron llevados fuera de la ciudad, donde más tarde fueron encontrados, enterrados, en la vía de camino a Washington.

Al pestañear puedo notar que mis ojos se han llenado de lágrimas. Mi garganta está seca, no puedo creerme nada todavía…

La policía de New York ha logrado captar algunas imágenes de los robos realizados en los últimos días.

Las imágenes pasan. La gente grita. Otros se mueven. Uno dispara…

… Este tipo de robos no son característicos ni vistos antes en ninguna parte de la ciudad, por lo que la policía ya tiene sospechosos. Presumen que estos robos, que incluyen la matanza de personas claves, sigan alrededor de las siguientes noches. Y además, que podría tratarse de una mafia desaparecida que está integrándose de nuevo…

Mi mente se nubla y alrededor solo logran pasar imágenes. Solo logran pasar recuerdos. Solo logro mirar la televisión, los videos de seguridad me atormentan, la espera me atormenta, la muerta de la madre de ___________ me atormenta… y todo se junta convirtiéndose en una tortura, en una pesadilla que… que todavía no tiene fin.


La mafia Tentation.




**
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sábado, 21 de septiembre de 2013

Capítulo 98

Los minutos pasaron a base de agua caliente, besos, jabón y varias sonrisas. 

- Espera aquí. – le dijo él, frotándole los hombros. ___________ asintió, sentada sobre la tapa del váter y con la mirada de una niña pequeña. Esperó varios minutos a que Justin regresara con uno de esos camisones que a ella tanto le gustaban. – Ten, ponte esto. – le susurró, concentrado en su faena. Hizo que ____________ levantara los brazos y que aquel camisón callera por toda su piel. – Listo. – Justin soltó un suspiro. Ella parecía tan inocente en ese estado. Casi y no podía levantarse y ponerse en pie. Lo que podían hacer Malibú y dos o tres vacitos más de vodka. – Vamos a la cama. – le dijo, hablándole en voz baja.

_____________ estiró los brazos hacia arriba, haciendo que Justin cogiera sus manos y se acoplara a lo que ella estaba haciendo.

- Cárgame. – le pidió la suave voz de ___________. Sus ojos miraron los de Justin, en uno de los segundos más exquisitos de la noche. Y en ellos habían todo lo que podía describirse como ternura. Era una mujer irresistible hasta cuando no se lo proponía. Y él lo sabía perfectamente.
Justin negó con la cabeza, en un afán de demostrarle que se estaba comportando como una niña. Pero la verdad es que aquello no le molestaba en lo absoluto. Disfrutaba de toda esta situación en su punto máximo, el único problema era que había soportado una ducha con ella dentro, desnuda, coqueteándole de vez en cuando y tocándolo sin restricciones. Simplemente pensaba que aquello iba a ser suficiente por esa noche. Quería descansar de todo lo que _________ Peterson podía provocarle.
Sin embargo, puso ambas manos bajo los muslos de ella y la cargó entre sus brazos. El camino directo a la cama fue bastante corto. La dejó tendida sobre ella y luego pasó a ponerse también una sudadera. La escuchó suspirar en medio de la cama y moverse en ella, tratando de encontrar la comodidad. Y sus ojos le ordenaron que le diera un vistazo. Y era realmente preciosa. En el estado que estuviera, como estuviera y donde estuviera. Observó que se había inclinado un poco, subiendo las sábanas de la cama hasta la altura de su pecho para poder cubrir a Elisabeth de la misma manera. Y de pronto, le brindó un beso en la mejilla. Aquello hizo que el corazón de Justin terminara de derretirse. Y no solo eso, sino también lo invitaba a reflexionar sobre muchísimas cosas. Sobre todo lo que esa mujer había pasado, sobre todo lo que él había pasado para poder estar en ese momento con ella y con Elisabeth. Y aunque todavía se preguntaba por qué las cosas habían pasado de esa manera, sentía que cada momento había valido la pena y que lo valdría cientos de veces más. 

Apagó las luces y caminó en dirección a la cama. Ahora más que nunca le provocaba estar metido ahí, en medio de las dos. Así que se abrió campo entre ambas, separando a Elisabeth de ___________, que gruñó bajito al sentir como Justin movía su cuerpo con facilidad. La acomodó a su lado, haciendo que se acostara sobre su pecho. 

- ¿Te sientes mejor? – le preguntó Justin, en susurros. Su voz se escuchó nítida, debido a que en ese momento solo podían percibirse las olas del mar reventando ahí afuera y la respiración de Eli. 

- Ajá… - soltó ___________, acurrucada en su pecho. 

- No quiero que vuelvas a tomar. – le exigió él. Y esta escena parecía más bien la de un padre con una hija. ____________ no pudo evitar reírse. – no es ninguna broma, __________.

- Lo que digas. – volvió a reírse en voz baja, pero su mente empezó a caer en un sueño profundo cuando sintió las manos de Justin acariciarle el cabello. Lo hacía despacio, intenso, totalmente relajante. Era un maestro en cuanto a sus manos. 

- Hoy… - Justin se aclaró la garganta. Sentía otra vez los nervios de siempre subir por todo su cuerpo y apoderarse de su habla. Tener a __________ su lado, y querer decirle lo que iba a decirle… Dios, no había nada que lo pusiera más tenso. Empezaba a sudar frío, y ni siquiera había dicho más de una palabra. – Hoy tenía algo preparado para los dos. – le susurró, todavía masajeando la cabeza de _____________. Miró hacia el techo, buscando alguna fuerza inexistente ahí arriba. Ahora un suspiro fuerte salió de su garganta, ayudándole de cierta manera. – Iba a… - de pronto se quedó callado, se inclinó un poco para poder mirar a ____________ y su adrenalina terminó por convertirse en ternura. Ella se había quedado dormida. 

+++

- Ha sido una gran fiesta. – le dijo él, en un intento desesperado por iniciar una conversación. En todo el camino, ambos habían estado callados, apenas compartiendo ideas sobre el clima, Malibú, la casa de Emily y ciertas cosas más que no mencionaban lo que en realidad, ambos querían hablar. 

- Sí, supongo. – contestó ella, sin interés una vez más. Caminó por el pasillo del primer piso, hasta llegar a la enorme escalera de caracol. Subió el pequeño peldaño y se detuvo a mirar a Travis. Era el estúpido momento de la despedida. En toda la noche, tan solo habían bailado una canción juntos. Pero no había significado nada para ella, que en cambio necesitaba con desesperación que Travis le pidiera de una jodida vez que fuera su novia, o que le dijera lo contrario… lo que sea bastaría para entender las cosas. – hasta mañana, Travis. – le dijo, mirándole y sonriéndole lo más hipócritamente posible. Se volteó y antes de poder emprender su camino hacia las escaleras, Travis la jaló de un brazo, haciéndola voltear con brusquedad.

- ¿Se puede saber qué te pasa conmigo? – le preguntó un tanto herido. Y es que él también se había hecho varias expectativas con ella. Sus ojos azules lo delataban, la quería, la deseaba… pero algunas veces Emily solo parecía demostrar lo contrario, como ahora.

- ¿Qué quieres que te diga? – Emily frunció el ceño y se soltó de las manos de Travis.

- La verdad. He venido a este jodido viaje solo por ti y puedo irme ahora mismo si no quieres que este aquí.

Ella tragó saliva. Joder, lo último que querría en el mundo era que se fuera. Que la dejara. Que todo terminara mal entre ambos.

- ¿La verdad? Eso solo lo sabes tú mismo Travis.

- Y también lo sabes tú, Prescot.

Ambos se miraron. Ella frunciendo el ceño y él con la mirada hundida en una desesperada búsqueda de respuestas. Las mujeres era tan complicadas y él se había topado con una que podía demostrarlo totalmente.

- ¿Quieres que te diga que es lo que pasa contigo, Travis? – Emily se puso las manos sobre la cintura. A pesar de que estaba un peldaño más arriba que Travis, este seguía siendo mucho más alto que ella, pero aún así decidió mirarlo con fortaleza. – Que no te entiendo en lo absoluto. – soltó ella sin pensárselo. Travis frunció el ceño. – Has venido a este viaje solo por mí y todavía no sé si es solo para pasar todas las noches follando conmigo o para…

- ¿Qué? 

- No te hagas el ofendido ¿sí? 

- Es decir, sí. Yo si quiero hacer todas esas cosas contigo. – la miró a los ojos, sin ninguna preocupación de causar todo tipo de sensaciones en Emily. ¿Por qué todos los hombres eran de esa manera? – pero más allá de todo eso quiero…

- ¿Quieres qué? – preguntó una Emily desesperada.

- Yo…

- ¿Qué? – le preguntó una vez más. 

- Quiero…

- Por Dios, solo…

Sus palabras se quedaron en el aire una vez más. Y ahora mismo era Travis quién era el culpable de todo eso. Abrió la boca lo suficiente como para comer la de ella sin ninguna restricción. Sus manos gruesas pasaron a apoderarse del fino cuerpo de Emily, estampándola contra la pared y chocando su poderosa erección con el vientre de ella. Y no tenía control. Estaba demasiado obsesionado con ella como para detenerse y dejar de besarla. Y ella tampoco se quedó sin hacer nada, sus manos tocaron el cabello de Travis una y otra vez. Y poco a poco se atrevía a tocarle los músculos, a frotar sus dedos sobre su piel y sobre su espalda, sobre su trasero. Bridándole toda la maldita satisfacción que necesitaba. Mientras él arriba se encargaba ahora de pasar su lengua por el cuello de Emily, haciéndola gemir involuntariamente y arquear el cuerpo en dirección al de él. Y es que solo Travis Maslow podía hacer sentir de esa manera. 

- Te quiero hacer el amor de todas las malditas formas que existan en este mundo. – le susurró él, besándole la oreja. Emily cerró los ojos con fuerza, a la misma vez su piel se erizó de pies a cabeza. Todo el enojo se le había pasado y ahora en cambio estaba mojada. Estaba lista y solo quería hacérselo saber, así que abrió las piernas y dando un pequeño salto en su sitio, se subió sobre él. Travis la cogió de los muslos. Ahora por fin podía decirse que ella era un poco más alta que él, y aquello le proporcionaba un toque sensual. Esta vez fue Emily quien se inclinó para besarle la boca salvajemente. No podía resistirse. No iba a resistirse. Aquel era el hombre más atractivo que había conocido en toda su vida. No solo por el físico que manejaba, sino por lo que sus ojos ocultaban al mirarlo. Por los secretos que escondía. Por su pasado. Por el misterio que emanaba en cada paso que daba. Era delicioso solo mirarlo. Era delicioso solo perderse en sus ojos azules y su boca rosada, mientras sus tatuajes empezaban a contarte también un poco de su historia.


- Hey… - susurró él. Sus respiraciones jadeantes eran lo único que podía escucharse en ese momento. – antes… quiero saber por qué estabas tan cabreada conmigo.

Ella se quedó callada. Todavía conservaba la adrenalina del momento, pero aquella pregunta le había hecho revelar su timidez. Sin embargo, debía decírselo. Debía hacerlo ahora antes de que volviera a amanecer y todo se hiciera todavía confuso.

- ¿Me quieres? – le preguntó ella en susurros. 

- No estaría aquí ahora sino…

- No, Travis, ¿me quieres de verdad?

Él tragó saliva. Detestaba ser un hombre de pasado carnal. Que solo se había basado en follar a tías que no volvía a ver en toda la semana y que no le reclamaban ni siquiera un detalle por la noche que habían pasado juntos. Quizá por eso, era un completo idiota con la mujer que de verdad le importaba.

- Sí. Te quiero. Te quiero de verdad. 

Sus manos habían empezado a sudar y todavía no podía deducir por qué. Era la segunda mujer que de verdad le había importado alguna vez. 

- Y… ¿Qué ha pasado con lo que sentías por __________?

Travis se quedó callado. Tenía muy claro que lo que sentía por Emily era lo suficientemente fuerte. Pero… ¿_________? Ella describía todo su pasado. Ella describía todo lo que había hecho por la primera mujer que había amado de verdad. __________ significaba eso y mucho más. 

- Terminó. Es todo. – dijo mirándola a los ojos. – somos amigos y la única persona que me interesa ahora eres tú. – Emily guardó silencio, aunque todavía tenía algunas preguntas más por hacerle, sabía que él quería seguir hablando. Y quizá era momento de hacerlo. – Me interesas Emily Prescot. Me interesas demasiado y eso me preocupa. 

Emily tragó saliva…

- Sé mi novia. – le dijo él, alzando la mirada. – sé mi novia, lo necesito.





+++

Exactamente las nueve de la mañana y el sol estaba radiante. Afuera se escuchaba el claro ruido de las olas reventando y una música fuerte resonaba en todo el lugar. Era “Holy Grail” de Jay Z, uno de los cantantes favoritos de Justin. Y este hacía ejercicio en medio de la brisa marina. Emily tenía un excelente gimnasio en las afueras de su residencia y aunque nunca le había dado un uso que valiera la pena, sabía que en algún momento aquellas máquinas le favorecerían. Y tenía mucha razón, pues dos hombres más además de Justin, se encontraban ejercitándose en su pequeño gimnasio. 

Emily pellizco a __________.

- Auch. – se quejó ella, mirándola mal. Tenía a Elisabeth en los brazos, que miraba por las mamparas como su padre se ejercitaba. 

- ¿Has visto eso? – Emily enarcó una ceja y __________ sonrío, siguiéndole el juego. – Dime que no es el paraíso. 

____________ asintió con la cabeza, y aunque ahí afuera habían dos hombres que también llamaban mucho la atención, ella solo podía fijar sus ojos en Justin. Y tampoco estaba nada mal lo que sus ojos veían. Justin daba unos cuantos golpes al saco de arena. Lo hacía moverse de un lado para otro sin importar la fuerza que depositaba en ello. Y su semblante era tan duro. Tan tenso. Tan concentrado en lo que estaba haciendo. Las gotas de sudor caían por su frente, y él se las sobaba de vez en cuando, o mojaba su cabeza con el agua de una botella. Era impecable. Y el saco de arena seguía moviéndose. De izquierda a derecha. Y él golpeaba. Golpeaba fuerte. Centrando sus ojos marrones en el objetivo. Y sus músculos se remarcaban al hacer presión. Y abría la boca, cansado y dejando entrar algunas gotitas de sudor. Y era sexy. Y eran tan sensual verlo de esa manera. Y era tan sensual observar cómo sus tatuajes bordeaban su brazo izquierdo en un diseño espectacular. Pero… un momento… ¿tenía acaso un nuevo tatuaje?

_____________ frunció el ceño. Dejó a Emily hablando con Vanessa unos minutos, mientras ella salía con Elisabeth en brazos hacia el exterior. La música se hizo todavía más fuerte en sus oídos. Caminó en dirección a Justin y este detuvo sus golpes al verla venir. 

- Hola nena. – él la cogió de la cintura, con toda la naturalidad del mundo, y la besó en los labios. Pero ___________ no se quejó en lo absoluto, en cambio fue Eli quién lo hizo. 

- ¡Papá está sudado! – gritó protestando y ocultándose en el cuello de ___________. 

- Oh, ¿en serio? – Justin enarcó una ceja y cogió a Elisabeth, haciendo que esta suelte a __________ a la fuerza. Eli soltó una carcajada al sentir los labios de Justin sobre su cuello, haciéndole cosquillas y mojándola con las gotas de sudor.

- ¡No! – gritó ella, riéndose. 

- ¡Justin acabo de bañarla! – protestó __________, sin poder evitar reírse también. Pero él no se detuvo, la llenó de risas y finalmente dejó que Elisabeth reposara sobre sus brazos, rindiéndose por completo. Tendría que tomar otro baño, definitivamente. 

- Algún día harás que deje de respirar.

- Solo son cosquillas.

- Y vas a bañarla tú ¿lo sabes?

- Sí, sí. De eso yo me encargo. 

Elisabeth volvió a reír al ver a Justin poner los ojos en blanco. 

- Oye… - susurró __________, tocando su brazo izquierdo. - ¿has…

- Ah. – Justin la detuvo. - ¿Te gusta? – le preguntó ilusionado. Sus ojos miraron los de ___________ observar el último tatuaje que se había hecho en la parte superior de su brazo izquierdo. Y en él habían dos letras. La inicial del nombre de Elisabeth y la inicial del nombre de ________. Ambas entrelazadas en un diseño de letra cursiva. A _____________ se le hicieron agua los ojos. 

- ¿Son nuestras…

Él asintió. Su corazón latió con fuerza al sentir a _________ colgarse de su cuello y besarlo en la boca. Definitivamente aquello le había gustado bastante y eso sumaba puntos.

- ¿Cuándo te lo has hecho?

- Hoy, muy temprano. – Justin alzó los hombros. Todavía tenía el tatuaje bordeado de rojo por la irritación de la aguja contra su piel. 

- Es precioso. – soltó __________, sobándose la nariz.

- ¿Estás llorando?

- No, no… es que… - ella desvió la mirada, tratando de buscar las palabras. – es que es precioso. – sus últimas palabras se apagaron. Sí, estaba llorando. 

- ¿Te ha gustado mucho, eh?

Ella volvió a asentir.

- Oh, nena, ven aquí. – le abrió el brazo derecho, mientras cargaba a Eli con el izquierdo, e hizo que __________ se acurrucara en su pecho – no llores ¿vale? Es solo un tatuaje. No me han infectado o algo parecido.

- No lloro por eso. - __________ lo miró mal y él sonrió. Y es que aunque el tatuaje le parecía un detalle precioso, no sabía exactamente el motivo de su llanto. ¿Por qué estaba tan sensible últimamente? – estoy bien. – le dijo levantando los hombros y volviendo a hundir su rostro en el pecho de Justin. Y este quiso inclinarse a besarla, pero entonces alguien llegó corriendo atrás de ellos.

Emily tenía los ojos envueltos en lágrimas y tenía el móvil en la mano derecha. Alguien estaba en la otra línea. 

- ______________... – le llamó Emily, haciendo que esta voltee y se separe de Justin. Al verla en ese estado solo pudo imaginarse lo peor. Y es que exactamente eso es lo que estaba por venir. – mi madre está en el teléfono… 
_____________ abrió los ojos. Bajó la mirada hacia el móvil de Emily y casi al mismo tiempo los subió hacia los ojos de su mejor amiga. Se miraron. Y solo ellas podían entender lo que aquello significaba. Sin pensarlo más, ___________ cogió el móvil con las manos. 

- ¿_________? Soy Alicia Prescot. – le saludó la madre de Emily. Tenía la voz apagada y al terminar de pronunciar el nombre de ____________, se había quebrado completamente. Y ahora lloraba en la otra línea, dejando pasar minutos que a ___________ solo le hacían poner mucho peor. 

- Sí, soy yo… 

- Es tu madre. – Alicia Prescot volvió a envolverse en lágrimas. – Ella… ella acaba de fallecer.




+++


_____________ deshace las maletas, una por una. Está tranquila y todavía no ha llorado como estoy esperando que lo haga. Nuestro viaje se ha postergado, Malibú y todo lo que tenía preparado para ello se ha quedado olvidado por un tiempo. Y siento que lo necesitamos, que ella lo necesita. Y mucho más ahora. 

Me acuesto sobre el borde de la puerta, observándola sacar la ropa con cuidad
o y doblarla sobre la cama. Parece estar muy concentrada y la verdad es que de alguna manera me inquieta verla así. En todo el jodido viaje no ha dicho ni una sola palabra sobre lo sucedido. Hasta Emily se ha ahogado en lágrimas por la muerte de la madre de ____________, pero… ¿y ella? Sé lo sensible que es y lo mal que ha de caerle esta noticia, sin embargo hay algo que no cuadra.

Camino a pasos lentos hacia su cuerpo. Cuando llego a tocar sus hombros con mis manos, puedo notar que su cuerpo está totalmente tenso. Como si estuviera guardándose todo para ella y sin soltar nada. Suelto un suspiro. Esto será todavía más complicado de lo que pensé. Pero la necesito de vuelta, necesito escucharla hablar o llorar fuerte, necesito saber que está sintiendo esto.

- ¿Quieres hablar? – le pregunto hablándole al oído y acariciando sus brazos con la punta de mis dedos. Ella se detiene y deja de sacar la ropa de nuestras maletas. Es como si estuviera mirando hacia el horizonte. Como si estuviera dejándolo estar.

- No. – me dice por fin. Persistente, abre un poco más el cierre de la maleta y sigue sacando ropa, como si nada estuviera pasando.
Entonces la cojo de los hombros y la hago girar hacia mí. Quedamos cara a cara. Ella me mira, sin entender nada y con el ceño fruncido. Y yo la miro, acariciando su mejilla derecha con la yema de mis dedos. Está herida. Puedo verlo. Sus ojos brillan de una manera distinta y sé que se lo está pasando mal.

- Tu madre fue una mujer excelente.

- No te metas en esto ¿vale? No es tu jodido problema.

- _____________, mírame. – cojo su mentón entre mi dedos y hago que vuelva a mirarme. ____________ vuelve a fruncir el ceño, y sé que puede estar odiándome, pero tanto ella como yo sabemos que esto es necesario. – Tu madre fue una mujer excelente. – repito, mirándola a los ojos. Ella traga saliva, sin dejar de mirarme, tiene los ojos llenos de ira. Y puedo darme cuenta que en cierto punto, ella y yo nos parecemos de vez en cuando.

- Esa mujer no es mi madre. – me dice, sin dejar de mirarme un solo segundo. – Y te lo ruego, no te metas en esto Justin.

- Me has contado la historia, por supuesto que puedo hacerlo.

- No lo hagas. – me fulmina con la mirada. Una mirada helada que a cualquiera podría derribar. Menos a mí, que la conozco tanto.

- Ella sí te quiso.

Me quedo en silencio y ella me voltea el rostro con una bofetada grande y sonora. Dentro de mí sé que algo así pasaría. ____________ me mira en su sitio, con los labios abiertos y una sorpresa en su rostro inigualable. Lo ha hecho intencionalmente, puedo sentirlo. Empieza a jadear y me mira arrepentida, como si quisiera pedirme perdón.

- Sabes muy bien que he dicho la verdad. – la miro a los ojos. Ahora mismo no hay ninguna expresión que pueda delatarla. Solo está ida. – El único problema es que tú nunca vas a aceptarlo.

- ¡Cállate! – grita desesperada. Sé que va a golpearme de nuevo. Sé que va a hacerlo porque es la única manera que tiene de desahogarse sin derrotar su ego. Y cuando está a punto de hacerlo, la cojo de los brazos y hago que me abrace a la fuerza. Ella se niega. Mueve el cuerpo en son de protesta y me empuja con las manos para que me separe. Pero soy más fuerte y la aprieto contra mí. ____________ vuelve a hacer intentos y me empuja, pero se ha dado cuenta que no puede, que debe rendirse. Así que poco a poco va bajando la intensidad de sus golpes y va acoplándose a mis brazos. Se abre. Me abraza. Y empieza a llorar fuerte.

Solloza contra mi pecho, que lo ha mojado completamente con sus lágrimas. Y de vez en cuando dice algunas palabras que no puedo comprender. Pero está bien. Está bien así. Está bien así por ahora, quiero que llore, que llore todo lo que debe llorar porque es la única manera de solucionar todo el lío interior que tiene con ella misma. Se acurruca contra mi pecho, abrazándome tan fuerte como puede, mientras yo acaricio su cabello de arriba hacia abajo, besándola en donde mis labios pueden alcanzar. Y solo somos ella y yo, en New York, en nuestro departamento, en nuestro lugar. Y en aquella habitación solo se pueden escuchar sus sollozos y la batalla gigante que está viviendo en su interior, en medio de sus recuerdos.

La madre de ____________ era bisexual. Una noche, después de hacer el amor y quedarnos despiertos toda la madrugada, se atrevió a soltarme el secreto que más había guardado desde que nos conocíamos. Y aquello había sido fácil de asimilar para mí, al menos. Hasta incluso me gané varios problemas por hacer bromas estúpidas respecto a eso. Poco después me di cuenta que no había sido exactamente el hecho de ser bisexual, lo que a ______________ le había dolido tanto. Sino el hecho de que hubiera preferido su opción sexual, en vez de a su propia hija. Llevaba hombres a su casa y a veces mujeres, y ______________ con cinco años de edad no podía entender por qué su madre hacía las cosas que hacía con ellos. Y le arruinó la niñez, y la adolescencia, y absolutamente toda su vida. Y tuvieron demasiadas peleas entre ambas, demasiadas cosas que ____________ jamás le perdonaría. Que jamás lograría entender del todo. Solo sabía que su madre no iba a cambiar, ni por ella, ni por nadie. Así que tomó sus cosas y consiguió un trabajo digno en New York, fuera del alcance de Jennifer Peterson totalmente. La última vez que se vieron, pelearon tanto que prometieron no volver a verse nunca más. Y hasta el día de hoy y para siempre, esa promesaría permanecería.

- Yo también la quería. – sollozó ______________. Dentro de mí todo está tenso por verla de esa manera. Está rota. Acabada. – yo tam… yo también la quería, Justin, te lo juro.

- Te creo gatita. Te creo, de verdad. – le acaricio la espalda, apretándola más contra mí. Solo con verla de esa manera mis ojos se han empañado de lágrimas y me siento en la necesidad de llorar de la misma manera, pero alguien debe ser fuerte en este momento. – Y sé que ella también lo sabe.

- No, no… no… ella no lo sabe… - niega ella, desesperadamente. Vuelve a sollozar con fuerza y se hunde en mi pecho.

- Lo sabe _____________. Sabe la gran mujer que eres. Que aunque cometió errores, estás aquí, has pasado por tantas cosas y eres jodidamente admirable. – se separa de mí por unos segundos, cubriéndose el rostro con las manos. - Que aunque cometió eres perfecta. – susurro. Ella quita sus manos y me deja ver su rostro. Está mordiéndose un labio y moviendo la mandíbula, a punto de sollozar de nuevo. – Sé que sabe todo lo que has hecho por Elisabeth, por mí… cuanto me has cambiado y cuanto has cambiado mi vida.

_____________ niega con la cabeza, pero en cambio hay una sonrisa que adorna sus labios con ternura. Me inclino un poco y nos besamos. Ella hace de aquel beso algo mucho más grande al abrir sus labios y dejar pasar mi lengua hacia su boca. Y es tan intenso. Me rodea el cuello y yo sus caderas, cargándola para mí y dejándola en el aire. Sus lágrimas mojan mi rostro y me gusta la sensación que viene con ellas.

- Perdóname. – me dice separándose de mi boca. – No quería hacer eso…

- Hey, ya pasó ¿vale? Ya pasó…

- Te amo. – me mira a los ojos. Sus lágrimas han cesado, ahora está besándome de nuevo. Y sus palabras hacen que dentro de mí todo este a su disposición. Como hoy, como siempre. Y desearía que todo esto fuera así por muchísimo tiempo más. Que aunque todo se tornara gris, ella y yo siguiéramos ahí. Pero dentro de mí sé que todo esto estaría por acabarse.
Y no me equivocaba. 


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