miércoles, 25 de septiembre de 2013

Capítulo 99


_______ se ha pasado casi toda la madrugada hablando con sus familiares por el teléfono. Por lo que sé, hace mucho que no los frecuenta desde el último problema que tuvo con su madre. Desde ese entonces las cosas entre su familia y ella han quedado tensas y sin arreglo alguno.

Elisabeth está dormida. Me acerco a ella, observando su pecho subir y bajar pausadamente. Está tranquila y al menos puedo sentirme bien viéndola así. Admiro esa profundidad con la que asimila el sueño. Sin saber nada. Sin conocer nada. Es tan solo una niña que no tiene idea de las cosas. Probablemente cuando crecemos nos hacemos diferentes porque nos vamos dando cuenta de cómo va el mundo. Y como juega el mundo. Y cuantas veces te puede hacer caer sin avisarte.

Escucho pasos detrás de mí y volteo a fijarme. ____________ está sobre el borde de la puerta, mirándonos a los dos, con el móvil en la mano y sin expresión alguna. Tan solo mirándonos, como si fuéramos su infinito.
Mis ojos se centran en cada centímetro de su semblante. Frío y tenso. Me asusta verla así. Todo en mí se ha acostumbrado a una ___________ diferente y simplemente no puedo soportar un cambio de esa magnitud. Verla destrozada me quiebra a mí mil veces peor. Un millón de veces peor. Ella jamás tendrá idea de cuánto, pero yo sé perfectamente que no puedo manejarlo. Me acerco a ella a pasos lentos, tratando de hallar su mirada en cada paso que doy. Pero ___________ no me mira, se ha quedado ida una vez más mirando el horizonte como si tratara de buscar alguna respuesta. Y no me mira hasta que mis dedos tocan su rostro y la beso despacio. 
___________ abre los ojos por la sorpresa, por fin la estoy viendo sentir. Y quiero hacerlo mucho más. Así que presiono ambas manos sobre sus caderas y la acerco a mí despacio, pero intenso, chocando su cuerpo contra el mío. Le suelto el cabello, despeinándolo a mi manera y poco a poco ambos nos recostamos sobre la pared detrás de nosotros. Nos detenemos. Ella me mira. Yo hago lo mismo.

-      Ha tenido un accidente. – suelta de pronto, con la voz quebrándosele en las últimas palabras. Se restriega la nariz y termina por cubrir su rostro. – nadie sabe cómo, cuándo, quién… - levanta los hombros, mostrándome su indignación. Son casi segundos en los que permanecemos mirándonos, hasta que paso a abrazarla fuerte una vez más y estirar los labios para besarle la frente. __________ solloza en voz baja y sé que es porque Eli está durmiendo en la misma habitación.

-      ¿Quieres ir a…

-      No. – niega decida. – No quiero. – me mira  a los ojos y siento terror en su mirada. – estoy bien aquí, contigo, con Elisabeth. No voy a soportar ver a mi madre en jodido cajón.

-      Tal vez eso pueda ayudarte a sentirte mejor.

-      No lo creo, Justin. – vuelve a negar. Su mirada choca contra la mía y sé que está hablando en serio. Asiento sin decirle más, porque sé que aunque utilice la táctica que utilice, ella seguirá negándose.

-      Vale. – susurro. Mis manos le acarician el rostro involuntariamente. - ¿te sientes mejor?

-      No. – admite _________, sonriéndome a medias y tratando de contener las lágrimas acumuladas. Suelta un suspiro al final de la palabra y se limpia las lágrimas rebeldes que se han escapado de sus ojos. – pero pasará, siempre es así. – sube los hombros, asimilando cada sentimiento con valentía. Y es sorprende. Y la deseo tanto como persona, como mujer, es increíble lo fuerte que puede ser ante tantas cosas.

-      Yo puedo hacerte sentir mejor. – mi boca se acerca a su oído y mis labios se estiran, besándole el lóbulo de la oreja. Siento la piel de _____________ erizarse bajo mis labios y mover ligeramente el cuello. Se ha tensado. - ¿me dejarías…

-      Hacer el amor contigo siempre es el mejor antídoto.

-      ¿Quién habló de hacer el amor?

-      Bueno, si no quieres…

La sostengo entre mis brazos, haciendo que deje de tocar el suelo con los pies. __________ sonríe a medias, disfrutando del momento. Nuestro momento. Y aunque no esté feliz completamente, verla sonreír hace que quiera hacer todo lo posible porque lo esté.

-      ¿Quién dijo que no quería? – le pregunto, mirándole la boca fijamente. Ella se escabulle en mi hombro izquierdo, perdiéndose en la piel de mi cuello. Suavemente abro la puerta de la habitación de Eli con el pie y la cierro de la misma manera, saliendo con ___________ en brazos. – Yo siempre tendré ganas de hacer el amor contigo. – subo la mirada hacia ella. ¿Está llorando de nuevo?  - Tengamos los años que tengamos, donde sea que estemos. - ___________ se ha cubierto los labios con la mano izquierda, llorando de nuevo. Me enreda el cuello con los brazos para abrazarme de una forma más cómoda y llora sobre mi regazo. Llora fuerte. Y no sé exactamente si lo que estoy diciéndole solo la está haciendo llorar más. – oye… no llores. – susurro, desesperado. Lo único que deseo es que esto pare. - __________...

-      Es tu culpa. – me mira con los ojos alineados, contendiendo el llanto. Su expresión me hace reír y a la vez llenarme de ternura al verla. Tiene los labios mojados por sus propias lágrimas y me hacen desear tanto comérselos.

-      ¿Qué he hecho esta vez?

-      Todo lo que dices. – responde frustrada.

-      Lo siento, lo siento… Mhn… ¿Qué debo decir?

___________ se queda callada, sobándose los ojos.

-      ¿Te ha asustado saber que lo seguiremos haciendo cuando tengamos unos años más? Porque seguiré ejercitándome y…

Esta vez ella suelta una carcajada que me hace reír a mí también. Y hace que todo el ambiente mejore. Que yo mejore. Que todo en mí cobre vida y vuelva a la normalidad. Me golpea el pecho con ternura y nos besamos. Mi lengua se introduce en su boca rápidamente, con desesperación. Me he dado cuenta que he estado esperando esto por un largo tiempo y se ha convertido en una jodida necesidad. __________ me aprieta el cuello, introduciéndome con más fuerza. Ambos nos quedamos sin aliento, separándonos para conseguir aire y seguir. Y seguir. Y seguir. Vuelvo a besarla, mordiéndole el labio inferior y estirándoselo. _____________ suelta un gemido en aprobación. Le gusta tanto como a mí. Poco a poco, unidos, nos movemos hasta el sofá más grande de nuestra sala. Y ambos conocemos cada parte de nuestro cuerpo y nos desnudamos con tanta habilidad que se me hace divertido. Y estamos desnudos. Corre una jodida brisa que nos hace temblar de vez en cuando, pero sé que pronto desaparecerá.

Me besa. Y hago lo mismo hundiendo mi lengua en todo su cuello. Lamiéndoselo de arriba hacia abajo, probando, mordiendo. ____________ tira de mi cabello hacia arriba, gimiendo alto. Sé que también puede sentir todo lo que mi poderosa erección está haciéndole ahí abajo. Rozando con intensidad la línea de su feminidad. Esa línea que nos divide. Esa línea húmeda y caliente que me espera con ansias. Así que meso mi polla sobre su vientre, su monte de Venus y sus labios. Arriba ella sigue gimiendo fuerte, hundiendo sus uñas en mi espalda. La sensación es poderosa y dolorosa a la vez, pero me gusta sentir que ella puede percibirlo el doble. Siguiendo el juego, mi polla se levanta todavía más al sentir el calor que le proporciona todo el sexo de ___________. Y juego. Y mnh… ella gime todavía más. Y oh… cuanto me gusta escucharla gemir contra mi oído, comiéndome la oreja y sosteniéndose de todo lo que ve. A continuación paso a sobar mi erección por toda su línea húmeda. De arriba hacia abajo. Y es torturador incluso para mí, que necesito tanto de ese coño. Ella suspira, está temblando y todo por lo que aquello puede causar. Solo para asegurarme, subo la mirada hacia su rostro. Está tensa, mordiéndose un labio y con el cabello despeinado. Es increíblemente preciosa.

-      Hazlo ya, por favor… - me ruega con un hilo de voz. Abro bien los ojos para no perderme nada de su expresión al sentirme dentro. Y me abro paso entre su cuerpo. Penetro suave, pero completamente, centímetro por centímetro. Dentro. Muy dentro. _____________ abre la boca acompañada de cada segundo que va pasando. Gime contra mi oído y se muerde la boca por dentro para evitar dar un grito y despertar a Elisabeth. Me tenso completamente, solo puedo concentrarme ahora en satisfacerla en un cien por ciento. Presiono mis manos sobre sus caderas y la hago arquear el cuerpo, subiéndolo hacia a mí para poder penetrarla una vez más. Dentro. Fuera. Y otra vez. Y otra. Y Oh… otra vez. Y el ritmo es cada vez más rápido, ella tampoco puede parar, sé que muere por seguir recibiendo una embestida más de mi parte. Y yo no soy quién para negársela. Así que vuelvo a bombearla con fuerza, sintiendo sus entrañas arroparme fuerte y duro, satisfaciéndome, haciéndome soltar gemidos desde dentro de mi garganta. La sensación me ata de pies a cabeza. No tengo control, solo me estoy dejando llevar y eso hace que aumente el ritmo de mis envestidas y la fuerza, convirtiéndola en algo jodidamente duro. ____________ me rasguña la espalda. Siento sus uñas hacerme daño, pero aquello me llena de lujuria y solo me hace desear más. Más. ¡Más! Lo necesito. Su piel ha empezado a sudar junto a la mía, y es tan excitante sentirla así. Y es que no hay nada mejor que poder sentir que hemos llegados a este punto, haciéndonos el amor. Es mágico. Puro. No hay nada más puro que esto…

Pero entonces,  escucho sus sollozos en medio de nuestros gemidos. Me detengo en seco.

-      Lo siento… Dios, lo siento… ¿te he hecho daño? – pregunto jodidamente alarmado. Y más porque de verdad he sido consciente de lo duro que lo hemos hecho esta vez. _________ niega con la cabeza, volviéndose a limpiar las lágrimas. Queda seca y arropa mis mejillas entre la palma de sus manos. Entonces me habla, como si de a un niño pequeño se tratara.

-      Estoy bien. – sonríe. Su sonrisa me deja inconsciente por unos segundos.

-      Puedo hacerlo mejor, si tú quieres.

-      Ha estado perfecto Justin. – vuelve a sonreírme. Pero esta vez me he quedado plasmado por el tono de su voz. Tan suave. Tan ligera. Cansada. Y sé por qué lo está. – No sé por qué estoy llorando tanto, lo siento. – me despeina el cabello. Suelto un suspiro y me acomodo sobre ella, sobre sus senos. Hundo mi cabeza en ellos y me quedo quieto, reposando.

-      Simplemente han pasado muchas cosas. – le susurro.

-      Sí, debe ser eso. – me dice ella ahora, acariciándome la espalda con el dedo índice de arriba hacia abajo. Mi piel se eriza bajo su tacto. – tal vez solo es eso… - ahora susurra y su voz es casi inaudible. Sin embargo, al escuchar su voz algo dentro de mí se enciende de inmediato. ¿Me está ocultando algo? Puedo sentirlo como una corazonada, una intuición que nunca falla. Pero exactamente, no sé qué podría estar pasando detrás de todo esto.


**


Mis ojos se abren a mitad de la noche. Todo está oscuro. El único ruido existente es la suave respiración de ________ a mi lado y mi corazón latiendo con una fuerza extrema. Estoy envuelto en sudor pero curiosamente no puedo recordar lo que he estado soñando. Trato de volver mi mente cinco minutos atrás, tratando de hallar lo que me tiene así. Pero no puedo descifrarlo. Simplemente estoy transpirando, con los ojos muy abiertos y sintiéndome paranoico.

Hace tanto tiempo no sentía una sensación similar. Sentirla ahora solo me hace pensar cosas… cosas que no cuadran en lo absoluto.
Me pongo de pie y camino descalzo hasta la puerta, abandono la habitación y entro en la de Elisabeth. Todo está tranquilo, como he imaginado que estaría. Ella está durmiendo boca abajo y su respiración a penas puede escucharse. Verla de esa manera hace que todo mi cuerpo se relaje. Las cosas  están bien. Las cosas están mejor que nunca… en lo referido a nosotros, todo está en orden, ¿Por qué entonces estoy tan jodidamente nervioso? Puedo sentir mis manos temblar y no tengo una ligera idea de por qué. Podría excusarme diciendo que es por el raro accidente que ha ocasionado la muerte de Jennifer Peterson, pero… ¿aquello tendría que ponerme así de mal? Nunca he conocido a esa mujer como para que ahora la noticia me afecte tanto… ¿Verdad?
Entonces el sonido de mi teléfono celular resuena desde mi habitación. Gruño por dentro y corro hasta él, puesto sobre la mesa de noche. _________ cambia de posición sobre la cama, todavía sin despertar. Suelto un suspiro, observando la pantalla de mi móvil en donde aparece el nombre: “Travis Maslow”.

-      Son las tres de la mañana. – contesto irritado. Salgo de la habitación y me escabullo en la cocina.

-      Enciende la televisión. – me ordena él. La voz de Travis se escucha diferente, tal y como la recuerdo cuando ambos pertenecíamos a Tentation.

-      ¿Qué haces viendo televisión a esta jodida hora?

-      Mierda, solo hazlo. – gruñe él en la otra línea. Su tono de voz me irrita muchísimo. Todavía más cuando intenta decirme que hacer, pero por algún motivo, no intento en ningún momento buscar algún lío y solo paso a moverme a la sala de estar para buscar el control remoto y encender el televisor. Tardo unos minutos en encontrar el botón principal, pero al hacerlo, enciendo la televisión y ésta tiene un volumen ensordecedor.

-      Joder… - me quejo en voz baja y disminuyo el volumen del televisor. - ¿A dónde quieres llegar?

-      Canal dos. – me dicta Travis y puedo notar lo tenso que se encuentra al escuchar su voz.

Hago lo que me dice y presiono el botón que tiene dibujado el número dos. El programa anterior desaparece y ahora en cambio hay un noticiero de madrugada. Un hombre de edad está narrando algo que no puedo escuchar, pero fijándome muy bien me doy cuenta de que no necesito escuchar nada para saber de qué se trata todo esto…

-      Mierda.- susurro al leer los titulares que aparecen debajo. Mi cuerpo se tensa por completo y siento mi piel enfriarse en lo que corren los segundos. Esto tiene que ser una broma…

-      ¿Qué pasó ese día? – la voz de Travis va disminuyéndose en mi cabeza, y aunque sé que sigue hablándome, no puedo escucharle, no puedo entenderle, no puedo saber nada de lo que está pasando. – Justin. – me llama. Su voz se escucha como un eco pesado en mi mente. - ¡Joder, escúchame!

Sacudo la cabeza. Mi cuerpo vuelve a ubicarse en el mundo y puedo notar que Travis sigue hablando en el móvil.

-      ¿Qué pasó ese día? – vuelve a preguntarme de nuevo.

-      Todos están en la cárcel. – le aseguro. Mi voz ha cambiado de matiz y puedo saber perfectamente por qué. Mis ojos se centran en el noticiero, en el tipo que dicta las noticias, en la reportera ubicada en algún sitio de la ciudad narrándolo todo, en los titulares, en el ridículo nombre que lleva el programa… y sé que ninguno de ellos podría entender todo lo que en este momento están causando en mí.

-      ¿Y cómo explicas eso?

-      ¡No lo sé! – grito, moviendo las manos. Mi respiración se vuelve agitada de un momento a otro y solo siento la necesidad de encender un jodido cigarrillo. – No lo sé… - vuelvo a repetirle. – Maldita sea. – farfullo en silencio. Mis manos se desesperan solas y alcanzan a tocar mi cabeza, envolviéndola.

Aumento el volumen de la televisión lo suficiente para que mis oídos escuchen, mientras trato de buscar una explicación a todo esto.

Tres nuevos robos se han registrado esta noche en la ciudad de New Jearsey. Las cantidades no son exactas todavía, pero se calcula una pérdida de tres millones de dólares. Y además, una suma aproximada de diez heridos por banco y dos muertos.

Trago saliva.

-      Voy a colgar. – suelto de pronto.

-      Vale. – acepta él sin decir nada más. Cuelgo la llamada y tiro el móvil fuera de mi alcance, concentrándome una vez más en las palabras de la reportera.

Según hemos averiguado, se han reportado dos robos más en las noches anteriores con la misma cantidad de heridos y la misma cantidad de muertos.

Mi corazón se enfría cuando logro ver las fotografías de las dos personas asesinadas en la pantalla.

Marcie McMillan. 30 años, soltera. 
Jennifer Peterson. 52 años, divorciada, una hija.


Maldita sea…

El gerente del banco de New Jearsey nos ha informado que se trataba de dos mujeres que necesitaban los servicios del banco y que se vieron negadas a servir a los criminales. Sus cuerpos fueron llevados fuera de la ciudad, donde más tarde fueron encontrados, enterrados, en la vía de camino a Washington.

Al pestañear puedo notar que mis ojos se han llenado de lágrimas. Mi garganta está seca, no puedo creerme nada todavía…

La policía de New York ha logrado captar algunas imágenes de los robos realizados en los últimos días.

Las imágenes pasan. La gente grita. Otros se mueven. Uno dispara…

… Este tipo de robos no son característicos ni vistos antes en ninguna parte de la ciudad, por lo que la policía ya tiene sospechosos. Presumen que estos robos, que incluyen la matanza de personas claves, sigan alrededor de las siguientes noches. Y además, que podría tratarse de una mafia desaparecida que está integrándose de nuevo…

Mi mente se nubla y alrededor solo logran pasar imágenes. Solo logran pasar recuerdos. Solo logro mirar la televisión, los videos de seguridad me atormentan, la espera me atormenta, la muerta de la madre de ___________ me atormenta… y todo se junta convirtiéndose en una tortura, en una pesadilla que… que todavía no tiene fin.


La mafia Tentation.




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