- Espera aquí. – le dijo él, frotándole los hombros. ___________ asintió, sentada sobre la tapa del váter y con la mirada de una niña pequeña. Esperó varios minutos a que Justin regresara con uno de esos camisones que a ella tanto le gustaban. – Ten, ponte esto. – le susurró, concentrado en su faena. Hizo que ____________ levantara los brazos y que aquel camisón callera por toda su piel. – Listo. – Justin soltó un suspiro. Ella parecía tan inocente en ese estado. Casi y no podía levantarse y ponerse en pie. Lo que podían hacer Malibú y dos o tres vacitos más de vodka. – Vamos a la cama. – le dijo, hablándole en voz baja.
_____________ estiró los brazos hacia arriba, haciendo que Justin cogiera sus manos y se acoplara a lo que ella estaba haciendo.
- Cárgame. – le pidió la suave voz de ___________. Sus ojos miraron los de Justin, en uno de los segundos más exquisitos de la noche. Y en ellos habían todo lo que podía describirse como ternura. Era una mujer irresistible hasta cuando no se lo proponía. Y él lo sabía perfectamente.
Justin negó con la cabeza, en un afán de demostrarle que se estaba comportando como una niña. Pero la verdad es que aquello no le molestaba en lo absoluto. Disfrutaba de toda esta situación en su punto máximo, el único problema era que había soportado una ducha con ella dentro, desnuda, coqueteándole de vez en cuando y tocándolo sin restricciones. Simplemente pensaba que aquello iba a ser suficiente por esa noche. Quería descansar de todo lo que _________ Peterson podía provocarle.
Sin embargo, puso ambas manos bajo los muslos de ella y la cargó entre sus brazos. El camino directo a la cama fue bastante corto. La dejó tendida sobre ella y luego pasó a ponerse también una sudadera. La escuchó suspirar en medio de la cama y moverse en ella, tratando de encontrar la comodidad. Y sus ojos le ordenaron que le diera un vistazo. Y era realmente preciosa. En el estado que estuviera, como estuviera y donde estuviera. Observó que se había inclinado un poco, subiendo las sábanas de la cama hasta la altura de su pecho para poder cubrir a Elisabeth de la misma manera. Y de pronto, le brindó un beso en la mejilla. Aquello hizo que el corazón de Justin terminara de derretirse. Y no solo eso, sino también lo invitaba a reflexionar sobre muchísimas cosas. Sobre todo lo que esa mujer había pasado, sobre todo lo que él había pasado para poder estar en ese momento con ella y con Elisabeth. Y aunque todavía se preguntaba por qué las cosas habían pasado de esa manera, sentía que cada momento había valido la pena y que lo valdría cientos de veces más.
Apagó las luces y caminó en dirección a la cama. Ahora más que nunca le provocaba estar metido ahí, en medio de las dos. Así que se abrió campo entre ambas, separando a Elisabeth de ___________, que gruñó bajito al sentir como Justin movía su cuerpo con facilidad. La acomodó a su lado, haciendo que se acostara sobre su pecho.
- ¿Te sientes mejor? – le preguntó Justin, en susurros. Su voz se escuchó nítida, debido a que en ese momento solo podían percibirse las olas del mar reventando ahí afuera y la respiración de Eli.
- Ajá… - soltó ___________, acurrucada en su pecho.
- No quiero que vuelvas a tomar. – le exigió él. Y esta escena parecía más bien la de un padre con una hija. ____________ no pudo evitar reírse. – no es ninguna broma, __________.
- Lo que digas. – volvió a reírse en voz baja, pero su mente empezó a caer en un sueño profundo cuando sintió las manos de Justin acariciarle el cabello. Lo hacía despacio, intenso, totalmente relajante. Era un maestro en cuanto a sus manos.
- Hoy… - Justin se aclaró la garganta. Sentía otra vez los nervios de siempre subir por todo su cuerpo y apoderarse de su habla. Tener a __________ su lado, y querer decirle lo que iba a decirle… Dios, no había nada que lo pusiera más tenso. Empezaba a sudar frío, y ni siquiera había dicho más de una palabra. – Hoy tenía algo preparado para los dos. – le susurró, todavía masajeando la cabeza de _____________. Miró hacia el techo, buscando alguna fuerza inexistente ahí arriba. Ahora un suspiro fuerte salió de su garganta, ayudándole de cierta manera. – Iba a… - de pronto se quedó callado, se inclinó un poco para poder mirar a ____________ y su adrenalina terminó por convertirse en ternura. Ella se había quedado dormida.
+++
- Ha sido una gran fiesta. – le dijo él, en un intento desesperado por iniciar una conversación. En todo el camino, ambos habían estado callados, apenas compartiendo ideas sobre el clima, Malibú, la casa de Emily y ciertas cosas más que no mencionaban lo que en realidad, ambos querían hablar.
- Sí, supongo. – contestó ella, sin interés una vez más. Caminó por el pasillo del primer piso, hasta llegar a la enorme escalera de caracol. Subió el pequeño peldaño y se detuvo a mirar a Travis. Era el estúpido momento de la despedida. En toda la noche, tan solo habían bailado una canción juntos. Pero no había significado nada para ella, que en cambio necesitaba con desesperación que Travis le pidiera de una jodida vez que fuera su novia, o que le dijera lo contrario… lo que sea bastaría para entender las cosas. – hasta mañana, Travis. – le dijo, mirándole y sonriéndole lo más hipócritamente posible. Se volteó y antes de poder emprender su camino hacia las escaleras, Travis la jaló de un brazo, haciéndola voltear con brusquedad.
- ¿Se puede saber qué te pasa conmigo? – le preguntó un tanto herido. Y es que él también se había hecho varias expectativas con ella. Sus ojos azules lo delataban, la quería, la deseaba… pero algunas veces Emily solo parecía demostrar lo contrario, como ahora.
- ¿Qué quieres que te diga? – Emily frunció el ceño y se soltó de las manos de Travis.
- La verdad. He venido a este jodido viaje solo por ti y puedo irme ahora mismo si no quieres que este aquí.
Ella tragó saliva. Joder, lo último que querría en el mundo era que se fuera. Que la dejara. Que todo terminara mal entre ambos.
- ¿La verdad? Eso solo lo sabes tú mismo Travis.
- Y también lo sabes tú, Prescot.
Ambos se miraron. Ella frunciendo el ceño y él con la mirada hundida en una desesperada búsqueda de respuestas. Las mujeres era tan complicadas y él se había topado con una que podía demostrarlo totalmente.
- ¿Quieres que te diga que es lo que pasa contigo, Travis? – Emily se puso las manos sobre la cintura. A pesar de que estaba un peldaño más arriba que Travis, este seguía siendo mucho más alto que ella, pero aún así decidió mirarlo con fortaleza. – Que no te entiendo en lo absoluto. – soltó ella sin pensárselo. Travis frunció el ceño. – Has venido a este viaje solo por mí y todavía no sé si es solo para pasar todas las noches follando conmigo o para…
- ¿Qué?
- No te hagas el ofendido ¿sí?
- Es decir, sí. Yo si quiero hacer todas esas cosas contigo. – la miró a los ojos, sin ninguna preocupación de causar todo tipo de sensaciones en Emily. ¿Por qué todos los hombres eran de esa manera? – pero más allá de todo eso quiero…
- ¿Quieres qué? – preguntó una Emily desesperada.
- Yo…
- ¿Qué? – le preguntó una vez más.
- Quiero…
- Por Dios, solo…
Sus palabras se quedaron en el aire una vez más. Y ahora mismo era Travis quién era el culpable de todo eso. Abrió la boca lo suficiente como para comer la de ella sin ninguna restricción. Sus manos gruesas pasaron a apoderarse del fino cuerpo de Emily, estampándola contra la pared y chocando su poderosa erección con el vientre de ella. Y no tenía control. Estaba demasiado obsesionado con ella como para detenerse y dejar de besarla. Y ella tampoco se quedó sin hacer nada, sus manos tocaron el cabello de Travis una y otra vez. Y poco a poco se atrevía a tocarle los músculos, a frotar sus dedos sobre su piel y sobre su espalda, sobre su trasero. Bridándole toda la maldita satisfacción que necesitaba. Mientras él arriba se encargaba ahora de pasar su lengua por el cuello de Emily, haciéndola gemir involuntariamente y arquear el cuerpo en dirección al de él. Y es que solo Travis Maslow podía hacer sentir de esa manera.
- Te quiero hacer el amor de todas las malditas formas que existan en este mundo. – le susurró él, besándole la oreja. Emily cerró los ojos con fuerza, a la misma vez su piel se erizó de pies a cabeza. Todo el enojo se le había pasado y ahora en cambio estaba mojada. Estaba lista y solo quería hacérselo saber, así que abrió las piernas y dando un pequeño salto en su sitio, se subió sobre él. Travis la cogió de los muslos. Ahora por fin podía decirse que ella era un poco más alta que él, y aquello le proporcionaba un toque sensual. Esta vez fue Emily quien se inclinó para besarle la boca salvajemente. No podía resistirse. No iba a resistirse. Aquel era el hombre más atractivo que había conocido en toda su vida. No solo por el físico que manejaba, sino por lo que sus ojos ocultaban al mirarlo. Por los secretos que escondía. Por su pasado. Por el misterio que emanaba en cada paso que daba. Era delicioso solo mirarlo. Era delicioso solo perderse en sus ojos azules y su boca rosada, mientras sus tatuajes empezaban a contarte también un poco de su historia.
- Hey… - susurró él. Sus respiraciones jadeantes eran lo único que podía escucharse en ese momento. – antes… quiero saber por qué estabas tan cabreada conmigo.
Ella se quedó callada. Todavía conservaba la adrenalina del momento, pero aquella pregunta le había hecho revelar su timidez. Sin embargo, debía decírselo. Debía hacerlo ahora antes de que volviera a amanecer y todo se hiciera todavía confuso.
- ¿Me quieres? – le preguntó ella en susurros.
- No estaría aquí ahora sino…
- No, Travis, ¿me quieres de verdad?
Él tragó saliva. Detestaba ser un hombre de pasado carnal. Que solo se había basado en follar a tías que no volvía a ver en toda la semana y que no le reclamaban ni siquiera un detalle por la noche que habían pasado juntos. Quizá por eso, era un completo idiota con la mujer que de verdad le importaba.
- Sí. Te quiero. Te quiero de verdad.
Sus manos habían empezado a sudar y todavía no podía deducir por qué. Era la segunda mujer que de verdad le había importado alguna vez.
- Y… ¿Qué ha pasado con lo que sentías por __________?
Travis se quedó callado. Tenía muy claro que lo que sentía por Emily era lo suficientemente fuerte. Pero… ¿_________? Ella describía todo su pasado. Ella describía todo lo que había hecho por la primera mujer que había amado de verdad. __________ significaba eso y mucho más.
- Terminó. Es todo. – dijo mirándola a los ojos. – somos amigos y la única persona que me interesa ahora eres tú. – Emily guardó silencio, aunque todavía tenía algunas preguntas más por hacerle, sabía que él quería seguir hablando. Y quizá era momento de hacerlo. – Me interesas Emily Prescot. Me interesas demasiado y eso me preocupa.
Emily tragó saliva…
- Sé mi novia. – le dijo él, alzando la mirada. – sé mi novia, lo necesito.
+++
Exactamente las nueve de la mañana y el sol estaba radiante. Afuera se escuchaba el claro ruido de las olas reventando y una música fuerte resonaba en todo el lugar. Era “Holy Grail” de Jay Z, uno de los cantantes favoritos de Justin. Y este hacía ejercicio en medio de la brisa marina. Emily tenía un excelente gimnasio en las afueras de su residencia y aunque nunca le había dado un uso que valiera la pena, sabía que en algún momento aquellas máquinas le favorecerían. Y tenía mucha razón, pues dos hombres más además de Justin, se encontraban ejercitándose en su pequeño gimnasio.
Emily pellizco a __________.
- Auch. – se quejó ella, mirándola mal. Tenía a Elisabeth en los brazos, que miraba por las mamparas como su padre se ejercitaba.
- ¿Has visto eso? – Emily enarcó una ceja y __________ sonrío, siguiéndole el juego. – Dime que no es el paraíso.
____________ asintió con la cabeza, y aunque ahí afuera habían dos hombres que también llamaban mucho la atención, ella solo podía fijar sus ojos en Justin. Y tampoco estaba nada mal lo que sus ojos veían. Justin daba unos cuantos golpes al saco de arena. Lo hacía moverse de un lado para otro sin importar la fuerza que depositaba en ello. Y su semblante era tan duro. Tan tenso. Tan concentrado en lo que estaba haciendo. Las gotas de sudor caían por su frente, y él se las sobaba de vez en cuando, o mojaba su cabeza con el agua de una botella. Era impecable. Y el saco de arena seguía moviéndose. De izquierda a derecha. Y él golpeaba. Golpeaba fuerte. Centrando sus ojos marrones en el objetivo. Y sus músculos se remarcaban al hacer presión. Y abría la boca, cansado y dejando entrar algunas gotitas de sudor. Y era sexy. Y eran tan sensual verlo de esa manera. Y era tan sensual observar cómo sus tatuajes bordeaban su brazo izquierdo en un diseño espectacular. Pero… un momento… ¿tenía acaso un nuevo tatuaje?
_____________ frunció el ceño. Dejó a Emily hablando con Vanessa unos minutos, mientras ella salía con Elisabeth en brazos hacia el exterior. La música se hizo todavía más fuerte en sus oídos. Caminó en dirección a Justin y este detuvo sus golpes al verla venir.
- Hola nena. – él la cogió de la cintura, con toda la naturalidad del mundo, y la besó en los labios. Pero ___________ no se quejó en lo absoluto, en cambio fue Eli quién lo hizo.
- ¡Papá está sudado! – gritó protestando y ocultándose en el cuello de ___________.
- Oh, ¿en serio? – Justin enarcó una ceja y cogió a Elisabeth, haciendo que esta suelte a __________ a la fuerza. Eli soltó una carcajada al sentir los labios de Justin sobre su cuello, haciéndole cosquillas y mojándola con las gotas de sudor.
- ¡No! – gritó ella, riéndose.
- ¡Justin acabo de bañarla! – protestó __________, sin poder evitar reírse también. Pero él no se detuvo, la llenó de risas y finalmente dejó que Elisabeth reposara sobre sus brazos, rindiéndose por completo. Tendría que tomar otro baño, definitivamente.
- Algún día harás que deje de respirar.
- Solo son cosquillas.
- Y vas a bañarla tú ¿lo sabes?
- Sí, sí. De eso yo me encargo.
Elisabeth volvió a reír al ver a Justin poner los ojos en blanco.
- Oye… - susurró __________, tocando su brazo izquierdo. - ¿has…
- Ah. – Justin la detuvo. - ¿Te gusta? – le preguntó ilusionado. Sus ojos miraron los de ___________ observar el último tatuaje que se había hecho en la parte superior de su brazo izquierdo. Y en él habían dos letras. La inicial del nombre de Elisabeth y la inicial del nombre de ________. Ambas entrelazadas en un diseño de letra cursiva. A _____________ se le hicieron agua los ojos.
- ¿Son nuestras…
Él asintió. Su corazón latió con fuerza al sentir a _________ colgarse de su cuello y besarlo en la boca. Definitivamente aquello le había gustado bastante y eso sumaba puntos.
- ¿Cuándo te lo has hecho?
- Hoy, muy temprano. – Justin alzó los hombros. Todavía tenía el tatuaje bordeado de rojo por la irritación de la aguja contra su piel.
- Es precioso. – soltó __________, sobándose la nariz.
- ¿Estás llorando?
- No, no… es que… - ella desvió la mirada, tratando de buscar las palabras. – es que es precioso. – sus últimas palabras se apagaron. Sí, estaba llorando.
- ¿Te ha gustado mucho, eh?
Ella volvió a asentir.
- Oh, nena, ven aquí. – le abrió el brazo derecho, mientras cargaba a Eli con el izquierdo, e hizo que __________ se acurrucara en su pecho – no llores ¿vale? Es solo un tatuaje. No me han infectado o algo parecido.
- No lloro por eso. - __________ lo miró mal y él sonrió. Y es que aunque el tatuaje le parecía un detalle precioso, no sabía exactamente el motivo de su llanto. ¿Por qué estaba tan sensible últimamente? – estoy bien. – le dijo levantando los hombros y volviendo a hundir su rostro en el pecho de Justin. Y este quiso inclinarse a besarla, pero entonces alguien llegó corriendo atrás de ellos.
Emily tenía los ojos envueltos en lágrimas y tenía el móvil en la mano derecha. Alguien estaba en la otra línea.
- ______________... – le llamó Emily, haciendo que esta voltee y se separe de Justin. Al verla en ese estado solo pudo imaginarse lo peor. Y es que exactamente eso es lo que estaba por venir. – mi madre está en el teléfono…
_____________ abrió los ojos. Bajó la mirada hacia el móvil de Emily y casi al mismo tiempo los subió hacia los ojos de su mejor amiga. Se miraron. Y solo ellas podían entender lo que aquello significaba. Sin pensarlo más, ___________ cogió el móvil con las manos.
- ¿_________? Soy Alicia Prescot. – le saludó la madre de Emily. Tenía la voz apagada y al terminar de pronunciar el nombre de ____________, se había quebrado completamente. Y ahora lloraba en la otra línea, dejando pasar minutos que a ___________ solo le hacían poner mucho peor.
- Sí, soy yo…
- Es tu madre. – Alicia Prescot volvió a envolverse en lágrimas. – Ella… ella acaba de fallecer.
+++
_____________ deshace las maletas, una por una. Está tranquila y todavía no ha llorado como estoy esperando que lo haga. Nuestro viaje se ha postergado, Malibú y todo lo que tenía preparado para ello se ha quedado olvidado por un tiempo. Y siento que lo necesitamos, que ella lo necesita. Y mucho más ahora.
Me acuesto sobre el borde de la puerta, observándola sacar la ropa con cuidado y doblarla sobre la cama. Parece estar muy concentrada y la verdad es que de alguna manera me inquieta verla así. En todo el jodido viaje no ha dicho ni una sola palabra sobre lo sucedido. Hasta Emily se ha ahogado en lágrimas por la muerte de la madre de ____________, pero… ¿y ella? Sé lo sensible que es y lo mal que ha de caerle esta noticia, sin embargo hay algo que no cuadra.
Camino a pasos lentos hacia su cuerpo. Cuando llego a tocar sus hombros con mis manos, puedo notar que su cuerpo está totalmente tenso. Como si estuviera guardándose todo para ella y sin soltar nada. Suelto un suspiro. Esto será todavía más complicado de lo que pensé. Pero la necesito de vuelta, necesito escucharla hablar o llorar fuerte, necesito saber que está sintiendo esto.
- ¿Quieres hablar? – le pregunto hablándole al oído y acariciando sus brazos con la punta de mis dedos. Ella se detiene y deja de sacar la ropa de nuestras maletas. Es como si estuviera mirando hacia el horizonte. Como si estuviera dejándolo estar.
- No. – me dice por fin. Persistente, abre un poco más el cierre de la maleta y sigue sacando ropa, como si nada estuviera pasando.
Entonces la cojo de los hombros y la hago girar hacia mí. Quedamos cara a cara. Ella me mira, sin entender nada y con el ceño fruncido. Y yo la miro, acariciando su mejilla derecha con la yema de mis dedos. Está herida. Puedo verlo. Sus ojos brillan de una manera distinta y sé que se lo está pasando mal.
- Tu madre fue una mujer excelente.
- No te metas en esto ¿vale? No es tu jodido problema.
- _____________, mírame. – cojo su mentón entre mi dedos y hago que vuelva a mirarme. ____________ vuelve a fruncir el ceño, y sé que puede estar odiándome, pero tanto ella como yo sabemos que esto es necesario. – Tu madre fue una mujer excelente. – repito, mirándola a los ojos. Ella traga saliva, sin dejar de mirarme, tiene los ojos llenos de ira. Y puedo darme cuenta que en cierto punto, ella y yo nos parecemos de vez en cuando.
- Esa mujer no es mi madre. – me dice, sin dejar de mirarme un solo segundo. – Y te lo ruego, no te metas en esto Justin.
- Me has contado la historia, por supuesto que puedo hacerlo.
- No lo hagas. – me fulmina con la mirada. Una mirada helada que a cualquiera podría derribar. Menos a mí, que la conozco tanto.
- Ella sí te quiso.
Me quedo en silencio y ella me voltea el rostro con una bofetada grande y sonora. Dentro de mí sé que algo así pasaría. ____________ me mira en su sitio, con los labios abiertos y una sorpresa en su rostro inigualable. Lo ha hecho intencionalmente, puedo sentirlo. Empieza a jadear y me mira arrepentida, como si quisiera pedirme perdón.
- Sabes muy bien que he dicho la verdad. – la miro a los ojos. Ahora mismo no hay ninguna expresión que pueda delatarla. Solo está ida. – El único problema es que tú nunca vas a aceptarlo.
- ¡Cállate! – grita desesperada. Sé que va a golpearme de nuevo. Sé que va a hacerlo porque es la única manera que tiene de desahogarse sin derrotar su ego. Y cuando está a punto de hacerlo, la cojo de los brazos y hago que me abrace a la fuerza. Ella se niega. Mueve el cuerpo en son de protesta y me empuja con las manos para que me separe. Pero soy más fuerte y la aprieto contra mí. ____________ vuelve a hacer intentos y me empuja, pero se ha dado cuenta que no puede, que debe rendirse. Así que poco a poco va bajando la intensidad de sus golpes y va acoplándose a mis brazos. Se abre. Me abraza. Y empieza a llorar fuerte.
Solloza contra mi pecho, que lo ha mojado completamente con sus lágrimas. Y de vez en cuando dice algunas palabras que no puedo comprender. Pero está bien. Está bien así. Está bien así por ahora, quiero que llore, que llore todo lo que debe llorar porque es la única manera de solucionar todo el lío interior que tiene con ella misma. Se acurruca contra mi pecho, abrazándome tan fuerte como puede, mientras yo acaricio su cabello de arriba hacia abajo, besándola en donde mis labios pueden alcanzar. Y solo somos ella y yo, en New York, en nuestro departamento, en nuestro lugar. Y en aquella habitación solo se pueden escuchar sus sollozos y la batalla gigante que está viviendo en su interior, en medio de sus recuerdos.
La madre de ____________ era bisexual. Una noche, después de hacer el amor y quedarnos despiertos toda la madrugada, se atrevió a soltarme el secreto que más había guardado desde que nos conocíamos. Y aquello había sido fácil de asimilar para mí, al menos. Hasta incluso me gané varios problemas por hacer bromas estúpidas respecto a eso. Poco después me di cuenta que no había sido exactamente el hecho de ser bisexual, lo que a ______________ le había dolido tanto. Sino el hecho de que hubiera preferido su opción sexual, en vez de a su propia hija. Llevaba hombres a su casa y a veces mujeres, y ______________ con cinco años de edad no podía entender por qué su madre hacía las cosas que hacía con ellos. Y le arruinó la niñez, y la adolescencia, y absolutamente toda su vida. Y tuvieron demasiadas peleas entre ambas, demasiadas cosas que ____________ jamás le perdonaría. Que jamás lograría entender del todo. Solo sabía que su madre no iba a cambiar, ni por ella, ni por nadie. Así que tomó sus cosas y consiguió un trabajo digno en New York, fuera del alcance de Jennifer Peterson totalmente. La última vez que se vieron, pelearon tanto que prometieron no volver a verse nunca más. Y hasta el día de hoy y para siempre, esa promesaría permanecería.
- Yo también la quería. – sollozó ______________. Dentro de mí todo está tenso por verla de esa manera. Está rota. Acabada. – yo tam… yo también la quería, Justin, te lo juro.
- Te creo gatita. Te creo, de verdad. – le acaricio la espalda, apretándola más contra mí. Solo con verla de esa manera mis ojos se han empañado de lágrimas y me siento en la necesidad de llorar de la misma manera, pero alguien debe ser fuerte en este momento. – Y sé que ella también lo sabe.
- No, no… no… ella no lo sabe… - niega ella, desesperadamente. Vuelve a sollozar con fuerza y se hunde en mi pecho.
- Lo sabe _____________. Sabe la gran mujer que eres. Que aunque cometió errores, estás aquí, has pasado por tantas cosas y eres jodidamente admirable. – se separa de mí por unos segundos, cubriéndose el rostro con las manos. - Que aunque cometió eres perfecta. – susurro. Ella quita sus manos y me deja ver su rostro. Está mordiéndose un labio y moviendo la mandíbula, a punto de sollozar de nuevo. – Sé que sabe todo lo que has hecho por Elisabeth, por mí… cuanto me has cambiado y cuanto has cambiado mi vida.
_____________ niega con la cabeza, pero en cambio hay una sonrisa que adorna sus labios con ternura. Me inclino un poco y nos besamos. Ella hace de aquel beso algo mucho más grande al abrir sus labios y dejar pasar mi lengua hacia su boca. Y es tan intenso. Me rodea el cuello y yo sus caderas, cargándola para mí y dejándola en el aire. Sus lágrimas mojan mi rostro y me gusta la sensación que viene con ellas.
- Perdóname. – me dice separándose de mi boca. – No quería hacer eso…
- Hey, ya pasó ¿vale? Ya pasó…
- Te amo. – me mira a los ojos. Sus lágrimas han cesado, ahora está besándome de nuevo. Y sus palabras hacen que dentro de mí todo este a su disposición. Como hoy, como siempre. Y desearía que todo esto fuera así por muchísimo tiempo más. Que aunque todo se tornara gris, ella y yo siguiéramos ahí. Pero dentro de mí sé que todo esto estaría por acabarse. Y no me equivocaba.
+++
Si has leído, da click en el botón "Twittear" ¡Muchas gracias!
No hay comentarios:
Publicar un comentario