Y entonces despertó.
Tenía los ojos muy abiertos ante un lugar desconocido. Los párpados le pesaban demasiado y su respiración era agitada. Intentó moverse en su sitio, pero no tardó en darse cuenta que tanto sus manos y pies estaban atados. Cuando sus ojos registraron su propio cuerpo, sintió muchas escenas que venían a ella tan violentamente en su memoria, recordando un poco de lo que había pasado hace unas horas, o quizá días… no tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que… la habían secuestrado.
Tenía los ojos muy abiertos ante un lugar desconocido. Los párpados le pesaban demasiado y su respiración era agitada. Intentó moverse en su sitio, pero no tardó en darse cuenta que tanto sus manos y pies estaban atados. Cuando sus ojos registraron su propio cuerpo, sintió muchas escenas que venían a ella tan violentamente en su memoria, recordando un poco de lo que había pasado hace unas horas, o quizá días… no tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que… la habían secuestrado.
La habitación estaba oscura. Solo un gran reflector estaba sobre ella y la silla en la que se encontraba atada. Al subir la mirada, sus ojos se vieron turbados de tan inmensa luz. Pero no podía ver más. Cientos de personas podían estar a su alrededor, pero la luz del reflector no le permitía ver en los alrededores. Sin mucho que pudiera hacer, pasó a revisarse. Estaba intacta. Con la misma ropa que había utilizado la última noche que había estado consiente. Era prácticamente la misma, sumándole claro, las sogas que ahora mismo enredaban su cuerpo. Intentó moverse con agilidad, pero estaba lo suficientemente atada como para poder si quiera respirar. Lo único que podía sentir en ese momento era un leve síntoma de mareo. ¿Dónde estaba?
Analizando la habitación con muchísima cautela, pudo distinguir un resplandor que sobresalía en el fondo de la habitación, donde sus ojos apenas alcanzaban a ver. Parecía algo más bien parecido a una puerta. Estaba bastante lejos para poder alcanzarla saltando con la silla enredada ella, pensó. Pero definitivamente tenía que pensar algo cuanto antes. Aquello le hacía recordar el porqué de su amarga ira. No pudo sentirse peor al recordar la escena de su secuestro, que justo en ese momento volvía a su mente violentamente. Bridándole la información necesaria. Había sido engañada de una manera sucia. Frunció el ceño y unas inmensas ganas de llorar se le vinieron encima. Estaba demasiado frustrada como para pensar en un buen plan para poder escapar de ese lugar. Estaba demasiado cegada por una sed de venganza irremediable, que solo le hacía pensar en cuanto deseaba ver a Max Nichols frente a ella para poder acabar con él con sus propias manos.
Jamás había sentido algo así por nadie en el mundo. Ni siquiera cuando Tentation había convertido parte de ella en una mujer cruel, había percibido si quiera una pizca de odio en su interior. Quizá con Sebastian Parker había sentido un sentimiento bastante parecido. Pero nada que pudiera compararse con lo que en ese momento sentía por Max. Se había burlado de ella. Le había visto la cara de estúpida, y ahora mismo, la tenía encerrada y atada en quién sabe dónde.
La furia le invadió el cuerpo y deseó gritar. En ese momento, la puerta que ______ había logrado visualizar se abrió.
Y ahí estaba él.
Por un segundo, ella sintió que se desvanecería de nuevo por todo lo que estaba sintiendo en ese momento al verle. Quería… quería matarle.
Max cerró la puerta tras él, se dio vuelta y pasos lentos fue caminando directamente hacia donde ella se encontraba. Estaba vez no era el Max Nichols formal de toda la vida, ni el Max Nichols desesperado que ___________ había visto llegar para secuestrarle. Era un Max diferente. Frío. Con una mirada que llegó a asustarle en lo absoluto. Porque por más que este tuviera esa sonrisa que lo caracterizara formada en los labios, sus ojos emanaban dureza. Estaba tenso. Su cuerpo estaba vestido por unos pantalones negros, botas y una cazadora de cuero del mismo color. Al mismo tiempo que demostraba odio en todo él, también dejaba salir su típico ego.
A unos pasos de ella, se detuvo. La examinó de pies a cabeza. Ella no sabía exactamente qué aspecto tenía en ese momento, pero era lo mínimo que podía importarle. La mirada de Max le provocaba arcadas en el estómago. Deseaba con todas sus fuerzas desarrollar esos mareos y poder vomitarle encima. Aún así, sabiendo que era un Tentation, sabiendo que podía matarle, no dejaba de parecerle un tipo completamente patético.
- Por fin despertaste. – Max ladeó la cabeza. No tenía ninguna expresión en el rostro, solo miraba __________ por el simple hecho de tenerla al frente.
Ella se quedó callada.
- Has dormido dos horas. – volvió a hablar él. - ¿Estás enfadada? – le preguntó en un tono burlón al observar cómo es que ella le miraba. ________ no podía ocultar ni un segundo lo mucho que le odiaba. – También me sentiría así después de haber sido tan estúpido.
- ¿Qué demonios quieres Max? – la voz de __________ se alzó entre ambos de sorpresa. Max arqueó una ceja. Sin decir mucho, empezó a dar vueltas alrededor de la silla en la que _________ se encontraba, pero sin dejar de mirarle.
- ¿Qué crees que quiero?
- ¿A mí? Ya me tienes. – le respondió ella, concentrándose en hacer que él pueda escucharle.
- No eres tan importante Peterson. – Max se detuvo, justo en frente de ella. – Tenías que ver tu cara al saber que era yo quién había estado jugando contigo todo este tiempo.
___________ volvió a quedarse callada. Su orgullo estaba más herido que nunca.
- Realmente pensé que eras más lista. Es decir, eras la chica de un hijo de perra, pensé que al menos él había podido enseñarte algo. – le reprendió. Ella había hundido sus ojos en el suelo. “Justin…” pensó. ¿Dónde estaba? ¿También le habían secuestrado? - Pero sigues siendo la misma idiota de toda la vida. – negó con la cabeza, mirándole.
Ella alzó la mirada. Tenía el rostro de Max muy cerca al suyo. Lo único que podía causarle en ese momento era una inmensa repugnancia. Se contuvo en el deseo de escupirle.
- Está bien. – habló ________. – Ganaste. – ella observó como la mirada de Max se ablandaba. - ¿Ahora qué piensas hacer?
- ¿Contigo? – él alzó una ceja. _______ frunció el ceño al notar que estaba mirándole la boca. – No mucho. – bajó los hombros, haciendo una mueca con la boca. Dio un paso hacia atrás y se dignó a caminar hacia la puerta. – Pero a él voy a matarlo. – susurró mientras caminaba despacio.
Tal vez había imaginado que __________ no le había escuchado, pero había sido todo lo contrario. Entró en estado de pánico al imaginar que Justin podía estar secuestrado en alguna parte al igual que ella. Y si él estaba secuestrado… Elisabeth…
- ¡Max! – gritó ella antes de que él pudiera poner sus manos sobre el manojo de la puerta. Él se quedó inmóvil. – Regresa… - le pidió entre susurros. – Joder… has ganado, me tienes aquí… es imposible que pueda escapar… solo… solo necesito saber una cosa… - aquella súplica llegó directamente a los oídos de Max. Si había algo que le fascinaba oír, era que alguien suplicara por él.
Se volteó para mirar a _________, que tenía una vez más la mirada hundida en el suelo. Regresó a ella a pasos rápidos, asustando a _________ cuando esta subió los ojos a su encuentro.
- ¿Crees que vas poder manipularme como lo has hecho con cada malito hombre que se te ha cruzado? – le habló fuerte y claro. Acercando su rostro al de ella, tanto que ambos pudieron sentir la respiración del otro. Sus ojos se habían oscurecido, al igual que su voz. – No eres más que una perra de mierda. – ella se quedó callada. Sus ojos se humedecieron al saber que no podía hacer nada en su defensa. – Debí imaginar que lo eras la primera vez que ti. Pero me gustaste, y no sabes… no tienes idea cuanto me arrepiento. – las gruesas manos de Max tocaron el cabello de _________, sobando sus dedos sobre él. Ella cerró los ojos. – No tienes una idea de cuánto te odio.
- ¿Has hecho todo esto por…
- Tú no vales todo lo que he creado. Con el tiempo comprendí que lo que tú podías darme, cualquiera ramera barata me lo podía ofrecer.
Las manos de Max acariciaron el cabello de ________, cogiendo un mechón entre sus dedos. Ella cerró los ojos, preparándose para lo peor.
- Debí imaginar que te irías con ese tipo. ¿Lo amas verdad? – Max ladeó la cabeza, cogiendo con dureza el mechón de cabello de ________ y haciendo que esta tuviera que mover la cabeza. Su sonrisa era perturbadora. - ¿Lo amas? – le preguntó jalándole el cabello. __________ soltó un gemido. – Debí saberlo. – soltó el mechón de cabello y ella soltó un suspiro lleno de alivio. – Pobre hijo de puta, jamás imaginó que le traicionarías de esa manera. – con una sonrisa perversa en los labios, notó como ______ cambiaba de expresión en el rostro. Había levantado su mirada hacia él. – ¿Qué me dices de Travis?
Ella empalideció. ¿Cómo demonios sabía todo esto?
- También le rompiste el corazón, ¿me equivoco? – Max frunció el ceño. – Mujeres como tú deberían irse al jodido infierno.
- Entonces nos veremos ahí.
Él le sonrió.
- Cierra esa boquita, Peterson.
- ¿Quieres desquitarte conmigo por no corresponderte nunca? ¡Entonces hazlo! ¡Eres un asco Max! ¡Una mier…
El rostro de _________ fue abofeteado por las duras manos de Max. Ella gimió, quedándose de un lado mientras volvía a ganar fuerzas para abrir los ojos. Tuvo que escupir sobre el suelo, su boca sangraba.
- Di una sola palabra más y te rompo la cara. – le dijo frío, sin siquiera mirarle. - ¿Quieres saber por qué hago todo esto? - alcanzó un par de mechones del cabello de ________ e hizo que ella se incorporara a la fuerza. – Por tu novio. – Max pegó su nariz sobre la frente de ella. – Porque quiero matarlo. Quemar su maldito cuerpo hasta verlo hecho cenizas. Y tú, lo verás conmigo.
- Por… ¿P…por qué…? – logró preguntar ella, sin saber dónde había sacado las fuerzas para ello. Aunque el cabello le cubría la cara, pudo alcanzar a ver los ojos de Max cubiertos de ira. De rencor. Había algo en él que ardía y ardería eternamente. Supo entonces, que estaría a punto de escuchar la verdad.
Justin presionó el acelerador. En ese momento, los semáforos habían dejado de existir para él. Corría a toda velocidad y había logrado ahuyentar a dos automóviles policiales que le habían perseguido por las infracciones de velocidad.
Elisabeth estaba a su lado. Dentro de la mochila de elefante, llevaba todo lo que en algún momento podía utilizar. Ropa. Objetos de aseo. Y un par de juguetes que ella misma había metido dentro. Miraba a su padre conducir a velocidad, con los brazos sobre el volante y completamente tenso. No tenía una idea de todo lo que estaba sucediendo, pero podía reconocer el edificio que tenían al frente.
Sin decirle nada, Justin abrió la puerta del Mustang y salió de él, para darse la vuelta y sacar a Eli tan pronto como pudo. La cargó entre sus brazos y cerró las seguridades con la alarma del auto. Dentro del edificio, no optó por usar el ascensor, y subió de par en par los peldaños de la escalera. El departamento que tenían al frente hizo que Elisabeth dijera el nombre de Emily.
Justin tocó la puerta desesperadamente, tan imprudente como pudo. No tenía la suficiente paciencia como para esperar un segundos más. A los dos minutos, Emily salió de su departamento. Tenía una pijama puesta y una trenza improvisada caía por sobre su espalda.
- Coge tus cosas y vámonos. – Justin se adentró en el departamento, apartando a Emily casi a empujones y observó de un lado para otro como si tratara de buscar algo.
- ¿Qué te sucede? Es tarde… - protestó ella. - ¿Quieres que cuide a Emily?
- ¿No me has escuchado? Coge un par de cosas y vámonos. – le indicó sin siquiera mirarla. Estaba dentro de su departamento, husmeando por las ventanas que daban hacia afuera. Su rostro demostraba nerviosismo y la tensión en su cuerpo empezaba a desarrollarse aún más. Emily supo que algo le sucedía.
- __________ y tú han discutido. – Emily bajó los hombros. Aquello no había sido una pregunta, sino más bien una afirmación. – Y ahora quieres que yo vaya y trate de hacer que…
- ¡Coge algo de ropa y ven conmigo! – le gritó él, empedernido. Había prometido, que en todo el lapso en el que estuviera con Elisabeth mirándole, no perdería los papeles. Pero aquello podía con él.
Al observar el rostro asustado de Emily y sentir a Elisabeth acurrucándose entre su cuello por el repentino grito, trató de aplacarse y respirar hondo. Dios. Estaba realmente mal. Si no era porque Eli le miraba… se habría roto en cualquier momento.
- Escucha, no puedo explicarte ahora todo lo que está pasando. Pero estás en problemas. Todos lo estamos. Y necesito que vengas conmigo.
- ¿A dónde? – esa había sido una pregunta más sensata.
- Te lo explicaré en el camino. – exclamó él.
Un silencio se abrió entre los dos. Ella no parecía lo suficientemente convencida, pero al menos había empezado a moverse en dirección a su habitación. Unos minutos después, Emily apareció en el vestíbulo, con una chaqueta jean puesta y unos pantalones de franela negra. Tenía un pequeño bolso que colgaba en su espalda, y en su mirada, todavía había una gran falta de explicaciones.
Salió del departamento, sin decir una palabra y observó a Justin observar paranoico por las ventanas de este. Poco después estaba también fuera.
- ¿Tienes una idea de dónde demonios está Travis? – preguntó Justin bruscamente, mientras Emily cerraba la puerta y hacía dar vueltas la llave dentro de la cerradura.
A Emily se le heló el corazón.
- No. No sé nada sobre él. – mintió y tuvo que acelerar el paso para poder seguir a Justin, que ya se encontraba bajando por las escaleras con Elisabeth en brazos.
Mientras ambos bajaban, Emily escuchó a Justin hablar por el móvil.
- Ubica a Travis. Sí… sí… ¿estás ahí? Vale... – Justin dejó de hablar. – Si la moto está ahí abajo, es porque él está ahí.
Emily sintió arcadas en el estómago. La moto de Travis le daba recuerdos pocos agradables. Tal vez debía decirle a Justin todo lo que había pasado hoy en la tarde, pero él parecía tan introducido en un tema que ella desconocía completamente.
- Y Chaz, procura no hablarle de esto a tu novia. – dijo Justin hablando por el celular. – Sí, estoy con ella. – miró de soslayo a Emily, que seguía sin entender el sentido de las cosas. – Estaré ahí en diez minutos.
- ¿Quieres desquitarte conmigo por no corresponderte nunca? ¡Entonces hazlo! ¡Eres un asco Max! ¡Una mier…
El rostro de _________ fue abofeteado por las duras manos de Max. Ella gimió, quedándose de un lado mientras volvía a ganar fuerzas para abrir los ojos. Tuvo que escupir sobre el suelo, su boca sangraba.
- Di una sola palabra más y te rompo la cara. – le dijo frío, sin siquiera mirarle. - ¿Quieres saber por qué hago todo esto? - alcanzó un par de mechones del cabello de ________ e hizo que ella se incorporara a la fuerza. – Por tu novio. – Max pegó su nariz sobre la frente de ella. – Porque quiero matarlo. Quemar su maldito cuerpo hasta verlo hecho cenizas. Y tú, lo verás conmigo.
- Por… ¿P…por qué…? – logró preguntar ella, sin saber dónde había sacado las fuerzas para ello. Aunque el cabello le cubría la cara, pudo alcanzar a ver los ojos de Max cubiertos de ira. De rencor. Había algo en él que ardía y ardería eternamente. Supo entonces, que estaría a punto de escuchar la verdad.
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Justin presionó el acelerador. En ese momento, los semáforos habían dejado de existir para él. Corría a toda velocidad y había logrado ahuyentar a dos automóviles policiales que le habían perseguido por las infracciones de velocidad.
Elisabeth estaba a su lado. Dentro de la mochila de elefante, llevaba todo lo que en algún momento podía utilizar. Ropa. Objetos de aseo. Y un par de juguetes que ella misma había metido dentro. Miraba a su padre conducir a velocidad, con los brazos sobre el volante y completamente tenso. No tenía una idea de todo lo que estaba sucediendo, pero podía reconocer el edificio que tenían al frente.
Sin decirle nada, Justin abrió la puerta del Mustang y salió de él, para darse la vuelta y sacar a Eli tan pronto como pudo. La cargó entre sus brazos y cerró las seguridades con la alarma del auto. Dentro del edificio, no optó por usar el ascensor, y subió de par en par los peldaños de la escalera. El departamento que tenían al frente hizo que Elisabeth dijera el nombre de Emily.
Justin tocó la puerta desesperadamente, tan imprudente como pudo. No tenía la suficiente paciencia como para esperar un segundos más. A los dos minutos, Emily salió de su departamento. Tenía una pijama puesta y una trenza improvisada caía por sobre su espalda.
- Coge tus cosas y vámonos. – Justin se adentró en el departamento, apartando a Emily casi a empujones y observó de un lado para otro como si tratara de buscar algo.
- ¿Qué te sucede? Es tarde… - protestó ella. - ¿Quieres que cuide a Emily?
- ¿No me has escuchado? Coge un par de cosas y vámonos. – le indicó sin siquiera mirarla. Estaba dentro de su departamento, husmeando por las ventanas que daban hacia afuera. Su rostro demostraba nerviosismo y la tensión en su cuerpo empezaba a desarrollarse aún más. Emily supo que algo le sucedía.
- __________ y tú han discutido. – Emily bajó los hombros. Aquello no había sido una pregunta, sino más bien una afirmación. – Y ahora quieres que yo vaya y trate de hacer que…
- ¡Coge algo de ropa y ven conmigo! – le gritó él, empedernido. Había prometido, que en todo el lapso en el que estuviera con Elisabeth mirándole, no perdería los papeles. Pero aquello podía con él.
Al observar el rostro asustado de Emily y sentir a Elisabeth acurrucándose entre su cuello por el repentino grito, trató de aplacarse y respirar hondo. Dios. Estaba realmente mal. Si no era porque Eli le miraba… se habría roto en cualquier momento.
- Escucha, no puedo explicarte ahora todo lo que está pasando. Pero estás en problemas. Todos lo estamos. Y necesito que vengas conmigo.
- ¿A dónde? – esa había sido una pregunta más sensata.
- Te lo explicaré en el camino. – exclamó él.
Un silencio se abrió entre los dos. Ella no parecía lo suficientemente convencida, pero al menos había empezado a moverse en dirección a su habitación. Unos minutos después, Emily apareció en el vestíbulo, con una chaqueta jean puesta y unos pantalones de franela negra. Tenía un pequeño bolso que colgaba en su espalda, y en su mirada, todavía había una gran falta de explicaciones.
Salió del departamento, sin decir una palabra y observó a Justin observar paranoico por las ventanas de este. Poco después estaba también fuera.
- ¿Tienes una idea de dónde demonios está Travis? – preguntó Justin bruscamente, mientras Emily cerraba la puerta y hacía dar vueltas la llave dentro de la cerradura.
A Emily se le heló el corazón.
- No. No sé nada sobre él. – mintió y tuvo que acelerar el paso para poder seguir a Justin, que ya se encontraba bajando por las escaleras con Elisabeth en brazos.
Mientras ambos bajaban, Emily escuchó a Justin hablar por el móvil.
- Ubica a Travis. Sí… sí… ¿estás ahí? Vale... – Justin dejó de hablar. – Si la moto está ahí abajo, es porque él está ahí.
Emily sintió arcadas en el estómago. La moto de Travis le daba recuerdos pocos agradables. Tal vez debía decirle a Justin todo lo que había pasado hoy en la tarde, pero él parecía tan introducido en un tema que ella desconocía completamente.
- Y Chaz, procura no hablarle de esto a tu novia. – dijo Justin hablando por el celular. – Sí, estoy con ella. – miró de soslayo a Emily, que seguía sin entender el sentido de las cosas. – Estaré ahí en diez minutos.
+++
El auto corrió a una velocidad máxima. Emily iba en el asiento copiloto, con Elisabeth entre sus brazos. Ella también tenía una mochila llena de ropa. Ambas menos él, que por cierto, no había dicho ni una sola palabras desde que todos se habían encontrado en el auto de nuevo.
Tenía demasiados planes en mente. Y aquello solo le ayudaba a no derrumbarse. De otro modo no sabría en qué condiciones se encontraría en ese momento. Habían burlado a su novia, tanto como lo habían burlado a él. Y ahora estaba desaparecida, en una ciudad en la que le estaba prohibido el pase a cualquier persona.
Había decidido ir por Emily, porque ya no tenía la plena seguridad de que ella estuviera a salvo en New York. Ella también estaba muy relacionada con ______, con Elisabeth y con él. Y aunque no quería aceptarlo, jamás se perdonaría que algo llegara a sucederle gracias a la mafia. Así que había puesto todo lo que tenía en mente, sobre la única jugada que le quedaba. La jugada final.
Frente a él, estaba el edificio de Travis. Este era mucho más pequeño, de tres plantas y bastante descuidado, ubicado en una zona bastante peligrosa de New York. Justin bajó del auto, dándose la vuelta para poder coger a Elisabeth entre sus brazos. Emily supuso que ella también tendría que bajar, así que lo hizo sin decir alguna objeción respecto al lugar en donde se encontraba. No exactamente por la ubicación, sino por la persona que vivía ahí.
Justin divisó la moto de Travis, y al costado, Chaz estaba fumando un cigarrillo que acabó de consumirse justo en el momento en que Justin, Elisabeth y Emily llegaron a su encuentro.
- Está aquí. – le dijo Chaz a Justin refiriéndose a Travis, sin siquiera inmutarse que Emily también estaba ahí. – Pero no contesta ninguna llamada, no sé qué mierda le sucede.
Emily sí lo sabía…
- Va a tener que abrirnos la puerta de todos modos. – dijo Justin, que rápidamente ubicó la reja metálica pintada de negro, que daba paso a la entrada del edificio.
Los cuatros no tardaron en llegar al cuarto de Travis. El 203. Chaz tocó la puerta con brusquedad. Una. Dos. Tres veces. Sabían que Travis estaba dentro. Con la paciencia agotada, una patada de parte de Justin fue a parar sobre la madera de la puerta, haciéndola resonar con fuerza. Emily dio un salto.
- ¡Abre la maldita puerta! – gritó Justin, realmente enfurecido. En un acto rápido, Justin puso a Elisabeth entre los brazos de Emily, que la recibió con naturalidad.- ¡Joder! – volvió a gritar irritado.
Fueron necesarios un par de segundos para que la puerta del cuarto se abriera. Travis estaba del otro lado, con el ceño fruncido. Y un grito estaba a punto de salir de él, cuando vio a Elisabeth entre los brazos de… Emily.
Su espalda se contrajo con dureza y apretó los puños con fuerza al ver a Justin frente a él.
- Qué quieres. – aquello había sonado más bien a una orden. – Y qué hace ella aquí. – en una milésima de segundo, su fría mirada azul logró alcanzar a Emily. – Que se largue.
- Tus jodidos problemas personales no vas a resolverlos ahora. – sostuvo Justin.
- ¡Quiero que se vaya! – gritó él, por sobre el hombro de Justin. Aquellas palabras llegaron justo a los oídos de Emily, provocándole unas inmensas ganas de llorar. ¿En qué momento se había rodeado de salvajes?
- Emily no va a ir a ninguna parte. – soltó Justin, enfrentándole. – Ahora cierra la maldita boca.
- Entonces lárgate. – Travis también se unió a la misma guerra.
Y aunque Justin deseaba con toda su alma no decir esto en frente de Elisabeth, sabía que no habría nada que pudiera hacer reaccionar a Travis más que lo que estaba a punto de decirle:
- _____________ ha sido secuestrada.
Su espalda se contrajo con dureza y apretó los puños con fuerza al ver a Justin frente a él.
- Qué quieres. – aquello había sonado más bien a una orden. – Y qué hace ella aquí. – en una milésima de segundo, su fría mirada azul logró alcanzar a Emily. – Que se largue.
- Tus jodidos problemas personales no vas a resolverlos ahora. – sostuvo Justin.
- ¡Quiero que se vaya! – gritó él, por sobre el hombro de Justin. Aquellas palabras llegaron justo a los oídos de Emily, provocándole unas inmensas ganas de llorar. ¿En qué momento se había rodeado de salvajes?
- Emily no va a ir a ninguna parte. – soltó Justin, enfrentándole. – Ahora cierra la maldita boca.
- Entonces lárgate. – Travis también se unió a la misma guerra.
Y aunque Justin deseaba con toda su alma no decir esto en frente de Elisabeth, sabía que no habría nada que pudiera hacer reaccionar a Travis más que lo que estaba a punto de decirle:
- _____________ ha sido secuestrada.
+++
Max se paseó de un lado para otro, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para contar su propia verdad. Pero la verdad es que estaba tratando de hallar el día en que todo había comenzado.
Se detuvo en seco, observando un horizonte lúgubre.
- Yo le salvé el pellejo. – comenzó él. Envestido en sus propios recuerdos. No miraba a _________ en lo absoluto, pero ella pudo lograr entender que no estaba hablando de Justin. – Hice que tuviéramos un trato, en el que él dejaría de ir a la cárcel, a cambio de que él me enseñara su mundo… su mundo de mierda.
<< Me encargué de la muerte de Ryan Butler. Cuando le dispararon, todos los oficiales le dieron por muerto, pero insistieron en darle servicios médicos para que al despertar este pudiera cumplir su condena. Fui el único en asegurar que estaba muerto. Que no iba a servir de nada que dos o tres enfermeras se encargaran de él, cuando este ya no tenía ninguna oportunidad de vivir. Entonces lo hice. Compré un cuerpo inerte en la morgue de New York y lo enterré sin ninguna ceremonia en uno los cementerios, mientras que a Ryan lo interné en una clínica privada, sin que la policía de interviniera. Invertí todo mi dinero en hacer que saliera del coma. Fueron cuatro días de angustia. Pensé que había tirado mi dinero por un pedazo de mierda. Pero le necesitaba, era el único que podría ayudarme en lo que yo ya estaba planeando. Así que tuve fe y él despertó después del cuarto día, totalmente desorientado y al verle tan indefenso, supe que era el mejor momento para hacer un trato con él.
Le advertí que si regresaba, la policía no iba a tardar en atraparlo. Así que no lo hizo. Sabía que le esperaban por lo menos quince años de cárcel y supo que sería mejor así. Le presté dinero para que se largara a cualquier lugar del mundo que él deseara, pero antes de que pudiera irse y desaparecer sin dejar huella, le pedí que me intercediera en esa mafia a la que él pertenecía.
Hasta ese momento había investigado lo suficiente de aquella red de criminales que robaban los bancos más poderosos del mundo, y me obsesioné. Jamás lo había estado tanto por algo. Quería estar dentro, más de lo que deseaba vivir. Se lo propuse, y me dijo que haría lo posible por hablar con el tipo que había fundado la mafia hace ya muchos años. Y desde entonces no fue difícil. Soy gerente de banco, sé todo lo que ellos necesitan saber. Ryan se fue, todavía sigo sin saber a dónde y la verdad es que ni siquiera me importa si esta vez está realmente muerto o no. Entré a la mafia y era lo único que me importaba. Lo tenía todo. Dinero. Mujeres. Poder. Esa mierda se sentía mejor que cualquier cosa que pude haber imaginado antes. Nunca me había sentido tan poderoso en toda mi vida. Entonces todo pasó rápido. Accedí a mejores puestos y por fin, llegó el día en el que tuve que conocer a Nicholas Bieber, el padre de Justin. Al enterarme que él era su padre, todo… todo volvió en mí tan rápido que me consumió antes de que pudiera darme cuenta. Te recordé. Recordé la manera en la que me rechazaste. Recordé la forma en la que Justin me había hecho pedazos. Recordé la forma en la que yo te odiaba tanto. Y entonces supe… que yo me había convertido en algo exactamente igual a él. Y supe que lo había hecho porque necesitaba parecerme a algo que a ti pudiera gustarte.
Pero no podía hacer nada. Justin era el hijo del jefe, si me acercaba e intentaba si quiera algo contra él, me hundirían. Así que esperé. Dejé que el tiempo pasara y me quedé sentado, planeando como demonios destruirte a ti a él al mismo tiempo. Y debo decir, que me facilitaste las cosas mucho más rápido de lo que creí.
Justin quería irse de Tentation por ti. Los rumores crecían en toda la mafia y por lo tanto, yo también lo supe. Hasta ese momento tú también me habías contado más de la cuenta. Y supe, que tratarían de huir de la misma mafia en la que Justin ya estaba enterrado. No me equivoqué. Definitivamente iban a huir, pero antes de eso, me encargué de que dos hombres te secuestraran y te llevaran fuera del alcance de Justin. Y le dejé una bonita nota: “Encuéntrame” ¿Lo recuerdas? Quería matarte. Matarte con mis propias manos para saber qué cosas era capaz de hacer Justin. Tal vez se quitaba la vida, y entonces todo estaba solucionado para mí. Pero pensé que no sería mala idea enviarte hasta uno de los grupos Tentation que lideraba Sebastián Parker. Sería una excelente tortura para ti, que eras una maldita temerosa de mierda. Pero en cambio te convertirse en una jodida mafiosa. Fuiste más valiente de lo que pensé que serías. Y lo observé todo, estando a pocos centímetros de ti.
Conquistaste toda esa red de mafiosos y los tuviste en tus manos. Fue todo tan divertido, Peterson. Me divertí tanto mirando cómo te convertías en algo que después… terminaría hundiendo tu vida hasta el día de hoy. Pero entonces él llegó de nuevo. Uno de los hombres que robaba contigo ese día, vio a Justin discutir contigo en medio del robo y sacarte de ahí a la fuerza. Pensé entonces que todo había acabado. Que un perfecto plan se había volcado porque él, Justin, había aparecido de nuevo. Y debo decir, que me sorprendió muchísimo verte en Tentation después de dos meses al lado del rubio ese… Travis. Estabas tan obsesionada. Oh, _________, fuiste tan estúpida. Hasta el día de hoy agradezco que me hayas facilitado todo. Volviste sin que yo te lo pidiera. Dejándolo a él. Destruyéndolo a él de la peor manera posible.
Nadie de Tentation supo que estabas embaraza, a excepción de mí. Yo sí lo sabía todo. Aunque observaba tus movimientos de lejos, pude notar diferencias en ti que antes no había notado. Sebastián, curiosamente me ordenó a mí y dos hombres más, que te siguiéramos el paso y te diéramos a entender que abandonar Tentation no estaba entre tus más posibles alternativas. Y te seguí a todas partes. Quemé el departamento en el que te encontrabas. Y te asusté tantas veces… hasta que te seguí a New York. Y él estaba ahí de nuevo. No podía creer que después de toda la mierda que le habías ocasionado, todavía eras tan cara dura de presentártele. Y supe que él sería débil. Así que me alejé. Volví a Francia, la mafia todavía seguía ahí trabajando como siempre. Entonces empecé a oír rumores. Sebastián te había encontrado. Y llegué a saber que habías dado a luz a niña. Él quería tenerla para amenazarte con eso. Me encargó a mí que ordenara unos hombres a ir tras ella. No quería que por nada del mundo supieras que yo también era parte de todo esto y que te había estado siguiendo los pasos por todo ese tiempo. Así me que escondí.
El día en el que Justin se alió con la policía para tomar el edificio Tentation, yo me encontraba en otra ciudad, planeando un robo con un grupo pequeño de cuatro hombres. Supe que Justin había matado a su propio padre por ti y que su madre estaba en la cárcel. Tentation no existía más. Los cuatro hombres que conformaban parte de mi grupo de robo se desintegraron. Solo estaba yo. Y todavía, tenía muchas ganas de vengar todo lo que había pasado. Me lo habías quitado todo, ____________. >>
____________ pestañeó, perpleja. Aquella historia le había erizado la piel y todavía no terminaba de creerse la mitad de ella. Él había estado siempre ahí. En cada momento. Lo había vigilado todo con tal exactitud que ella jamás llegó a sospechar algo sobre él. Había planeado hasta el más mínimo detalle para hacerle la vida una mierda.
Max le miraba. En sus ojos se asomaba cada escena que acababa de relatar. Pero todavía había algo en él, y algo en aquella historia, que ella todavía no podía terminar de comprender. Estaba inmóvil, como una estatua de mármol, mirándole como halcón.
- Yo… - susurró ella. No sabía si hablar era la mejor idea de podía tener, pero necesitaba intentar algo. – Max… tienes que salir de esto… - fue lo más sensato que ella pudo decir. – Sé lo que se siente. Todos lo sabemos. Pero va a terminar por consumirte.
- Ya lo hizo. – ahora no estaba precisamente frío. Sonreía. Sonreía de una manera diabólica, que hacía que sus ojos brillaran entre la oscuridad. De dentro del bolsillo de su cazadora, sacó un frasco mediano que contenía pastillas blancas de un ancho grosor. Tendió el frasco hacia la mirada de ___________, que no pudo llegar a leer lo que decía en el aviso. – Tentation solo me ofreció acogida porque yo conocía de bancos, pero jamás me dejó participar en un robo porque yo… yo soy esquizofrénico. – su mirada se derrumbó, en un remolino de sensaciones. – Estoy loco, ____________. Estoy… completamente loco. – su mandíbula tembló. – Y por eso no puedo dejar que Justin viva. – la respiración de __________ se volvió agitada. Quiso hablarle. Tal vez intentar convencerle de algo, pero lo que escucharía después la dejaría envuelta en medio de un inmenso océano de dudas y completamente sin aliento: - ¿Qué me pensarías si te digo que Justin es mi hermano?
+++
El semblante de Travis cambió completamente. Sus rasgos se suavizaron, optando esta vez por colocarse más tensos. Miró a Justin, a Chaz, a Elisabeth y hasta Emily. Y no supo qué hacer. Sintiéndose desesperado, solo tragó saliva. Se había quedado sin palabras.
Por otro lado, Emily también se había quedado petrificada. De aquello no sabía nada. Sus ojos se abrieron tanto al sentir las palabras de Justin retumbar en sus oídos.
- Washington está en código rojo. – explicó Chaz. – El gobierno lo ha decretado y es solo porque la mafia está ahí ahora.
- ¿Tentation la tiene? – logró preguntar Travis, con un poco más de aliento.
Justin asintió. Endureció la mandíbula para evitar descontrolarse en ese momento. No podía evitar sentir ardor en sus puños al escuchar el nombre de esa mafia.
- Sé que me quieren a mí. – Justin habló en un hilo de voz. Todas las miradas estaban centradas en él.
- ¿Y por qué demonios se la han llevado a ella? – Travis alzó la voz, caminando de un lado a otro. Aquella pregunta no iba dirigida especialmente a Justin, pero este la sintió como una indirecta bastante fuerte. Le dolía muchísimo pensar que todo esto era su culpa.
Los cuatro se adentraron en el departamento y Chaz cerró la puerta por detrás.
- Necesito ir por ella… - susurró Travis, pensando en voz alta. Tenía las manos sobre la cabeza, apretándosela. – Joder, van a torturarla… y todo se debe a ti…
Aquello había sido todo. No podía seguir fingiendo que las palabras de Travis no dolían tanto como lo hacían ahora. Justin se tiró encima de él, pero antes de poder alcanzarle, Chaz se interpuso entre ambos, gritando en medio del barullo.
Emily retrocedió, con Elisabeth asustada en los brazos. Ver a la niña así, solo le hizo saber que tenía que hacer lo que en ese momento seguramente ________ habría hecho.
- ¡Basta! – gritó fuertemente. Tan fuerte que ni siquiera ella misma se lo creyó. - ¡No sé qué demonios está sucediendo, pero es suficiente! – los tres hombres que tenía al frente se voltearon a mirarla. Travis había bajado la guardia y Justin se había dedicado a dar vueltas en el cuarto, con la mirada en el cielo. Chaz solo se había quedado pasmado.
- Tiene razón. – susurró Travis. Se dio media vuelta, observando a Justin mirar por las ventanas de su pequeña habitación. Mientras lo miraba, pudo entender lo preocupado que Justin también se encontraba por ____________. Estaba tan ido. Tan tenso. Tan paranoico. Tanto que podía sentirse en el ambiente. Tenía que entender, por al menos un momento, que lo acababa de hacer era totalmente injusto para Justin. Suponía que él sabía a la perfección, que ____________ había estado en peligro desde el primer momento en el que habían salido juntos. – Escucha, esto es lo que ________ hubiera querido que hiciéramos. – habló fuerte y claro, pero Justin no volteaba la mirada hacia él. – La quiero de vuelta, tanto como tú. Y no voy a permitir que nada le suceda. De eso puedes estar muy seguro. – Justin tragó saliva. Sentía como si el aire le faltaba, cada vez que Travis se refería a ella de ese modo.
Desde que sabía que ___________ había sido secuestrada, no le había invadido aquella desesperación que en ese momento se formaba dentro de él. Tan densa. Deseaba llorar. Y aunque lo detestaba, ahora mismo en sus ojos se había formado una suave capa de lágrimas. Apretó los puños. Deseando con toda su alma que los sentimientos no le vencieran en ese momento.
- Te lo juro, que vamos a traerla de vuelta. – continuó Travis. Justin tragó saliva. – O dejo de llamarme Travis Maslow.
Y Justin, sin mirarle, asintió de una manera amable, todavía bastante tenso y apoyando sus brazos en el marco de la ventana. Si se soltaba, empezaría a llorar como un niño. Travis lo observó, no podía pedirle más y supo que aquella afirmación que Justin había hecho con la cabeza, era suficiente para formar una buena alianza en todo lo que se les venía a continuación. Necesitaban estar juntos ahora más que nunca.
El ambiente cambió de rumbo. Las cosas habían dejado de estar tan tensas, pero había un silencio que reinaba con incomodidad.
- Yo… - Emily intervino, casi tímidamente después de haber dado un grito tremendo hace unos minutos. – Necesito saber qué está pasando. – fue clara y precisa, tanto que hizo que Chaz soltara una risa en voz baja. – Si voy a formar parte de esto, necesito saber dónde está ___________.
- Si lo supiéramos no estaríamos aquí. – Travis le interrumpió bruscamente.
- ¿Quiénes se la han llevado? – la pregunta cayó en dirección a los tres. Entonces Justin recordó aquel pequeño detalle que estaba fuera de sus manos. Emily no tenía idea sobre Tentation. – Y… ¿por qué está sucediendo esto? – las preguntas iban aumentando. – Justin… - susurró ella, para que él pudiera mirarle. Pero Justin no se animó a hacerlo. – Necesito saber quiénes… - ella se aclaró la garganta. No sabía de qué modo ellos tomarían esto: - ¿Quiénes son ustedes?
Chaz sonrió a medias, mirando a Travis de soslayo, que tampoco pudo evitar sonreír por lo inocente que Emily Prescot podía ser a veces. Por otra parte, Justin observaba los edificios alrededor del edificio de Travis.
- Cuéntale todo. – exclamó Justin hacia Travis, sin quitar la mirada en el horizonte. – Y procura que no salga corriendo.
- Washington está en código rojo. – explicó Chaz. – El gobierno lo ha decretado y es solo porque la mafia está ahí ahora.
- ¿Tentation la tiene? – logró preguntar Travis, con un poco más de aliento.
Justin asintió. Endureció la mandíbula para evitar descontrolarse en ese momento. No podía evitar sentir ardor en sus puños al escuchar el nombre de esa mafia.
- Sé que me quieren a mí. – Justin habló en un hilo de voz. Todas las miradas estaban centradas en él.
- ¿Y por qué demonios se la han llevado a ella? – Travis alzó la voz, caminando de un lado a otro. Aquella pregunta no iba dirigida especialmente a Justin, pero este la sintió como una indirecta bastante fuerte. Le dolía muchísimo pensar que todo esto era su culpa.
Los cuatro se adentraron en el departamento y Chaz cerró la puerta por detrás.
- Necesito ir por ella… - susurró Travis, pensando en voz alta. Tenía las manos sobre la cabeza, apretándosela. – Joder, van a torturarla… y todo se debe a ti…
Aquello había sido todo. No podía seguir fingiendo que las palabras de Travis no dolían tanto como lo hacían ahora. Justin se tiró encima de él, pero antes de poder alcanzarle, Chaz se interpuso entre ambos, gritando en medio del barullo.
Emily retrocedió, con Elisabeth asustada en los brazos. Ver a la niña así, solo le hizo saber que tenía que hacer lo que en ese momento seguramente ________ habría hecho.
- ¡Basta! – gritó fuertemente. Tan fuerte que ni siquiera ella misma se lo creyó. - ¡No sé qué demonios está sucediendo, pero es suficiente! – los tres hombres que tenía al frente se voltearon a mirarla. Travis había bajado la guardia y Justin se había dedicado a dar vueltas en el cuarto, con la mirada en el cielo. Chaz solo se había quedado pasmado.
- Tiene razón. – susurró Travis. Se dio media vuelta, observando a Justin mirar por las ventanas de su pequeña habitación. Mientras lo miraba, pudo entender lo preocupado que Justin también se encontraba por ____________. Estaba tan ido. Tan tenso. Tan paranoico. Tanto que podía sentirse en el ambiente. Tenía que entender, por al menos un momento, que lo acababa de hacer era totalmente injusto para Justin. Suponía que él sabía a la perfección, que ____________ había estado en peligro desde el primer momento en el que habían salido juntos. – Escucha, esto es lo que ________ hubiera querido que hiciéramos. – habló fuerte y claro, pero Justin no volteaba la mirada hacia él. – La quiero de vuelta, tanto como tú. Y no voy a permitir que nada le suceda. De eso puedes estar muy seguro. – Justin tragó saliva. Sentía como si el aire le faltaba, cada vez que Travis se refería a ella de ese modo.
Desde que sabía que ___________ había sido secuestrada, no le había invadido aquella desesperación que en ese momento se formaba dentro de él. Tan densa. Deseaba llorar. Y aunque lo detestaba, ahora mismo en sus ojos se había formado una suave capa de lágrimas. Apretó los puños. Deseando con toda su alma que los sentimientos no le vencieran en ese momento.
- Te lo juro, que vamos a traerla de vuelta. – continuó Travis. Justin tragó saliva. – O dejo de llamarme Travis Maslow.
Y Justin, sin mirarle, asintió de una manera amable, todavía bastante tenso y apoyando sus brazos en el marco de la ventana. Si se soltaba, empezaría a llorar como un niño. Travis lo observó, no podía pedirle más y supo que aquella afirmación que Justin había hecho con la cabeza, era suficiente para formar una buena alianza en todo lo que se les venía a continuación. Necesitaban estar juntos ahora más que nunca.
El ambiente cambió de rumbo. Las cosas habían dejado de estar tan tensas, pero había un silencio que reinaba con incomodidad.
- Yo… - Emily intervino, casi tímidamente después de haber dado un grito tremendo hace unos minutos. – Necesito saber qué está pasando. – fue clara y precisa, tanto que hizo que Chaz soltara una risa en voz baja. – Si voy a formar parte de esto, necesito saber dónde está ___________.
- Si lo supiéramos no estaríamos aquí. – Travis le interrumpió bruscamente.
- ¿Quiénes se la han llevado? – la pregunta cayó en dirección a los tres. Entonces Justin recordó aquel pequeño detalle que estaba fuera de sus manos. Emily no tenía idea sobre Tentation. – Y… ¿por qué está sucediendo esto? – las preguntas iban aumentando. – Justin… - susurró ella, para que él pudiera mirarle. Pero Justin no se animó a hacerlo. – Necesito saber quiénes… - ella se aclaró la garganta. No sabía de qué modo ellos tomarían esto: - ¿Quiénes son ustedes?
Chaz sonrió a medias, mirando a Travis de soslayo, que tampoco pudo evitar sonreír por lo inocente que Emily Prescot podía ser a veces. Por otra parte, Justin observaba los edificios alrededor del edificio de Travis.
- Cuéntale todo. – exclamó Justin hacia Travis, sin quitar la mirada en el horizonte. – Y procura que no salga corriendo.
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