lunes, 18 de noviembre de 2013

Capítulo 107

___________ abrió los ojos, mirando a Max totalmente aturdida. Este no parecía tener conciencia de la gravedad de lo que acababa de revelarle. Estaba muy apaciguado, con los hombros relajados y el semblante a gusto. Ninguno de los dos había dicho ninguna palabra desde hace ya varios minutos.

Ella trató de concentrarse, de buscar alguna manera de entender el hecho de que… Justin y Max fueran hermanos. Justin nunca le había comentado nada respecto a un hermano suyo, y si lo había hecho, por supuesto que lo habría recordado. La situación era diferente. Habían demasiadas cosas que no encajaban y otras que probablemente tenían sentido si es que Max decía la verdad.

Mirándolo sin decir una palabra, pudo observar como Max abría desesperadamente el frasco de píldoras y tragaba un par de ellas sin necesidad de algún líquido. Sus manos temblaban. Su aspecto era el de un enfermo sin ningún tipo de ayuda. Desesperado, estúpido y maniaco.

- ¿No te ha gustado escuchar la verdad, Peterson? – le cuestionó él después de tragarse las píldoras.

__________ lo vio reírse. Sus carcajadas llenaron toda la habitación, produciendo un gran eco. Verlo de esa manera, también le hizo pensar muchas cosas. Su enfermedad era totalmente notoria y tal vez… tal vez eso le estaba haciendo pensar que…

- Justin no es tu hermano. – dijo ella en voz alta. Sus pensamientos habían hecho una conexión grande entre lo que debía y no debía decir. De inmediato lo vio caminar hacia ella con una ferocidad impresionante, con los ojos a punto de salírseles de órbita.

- ¿Crees que él iba a decirte alguna vez que tenía un hermano esquizofrénico? – Max cogió una vez más un mechón de cabello de _________, arrastrándola para que pudiera mirarle. Ella trató de resistirse en soltar un gemido de dolor. – Somos casi familia, muñeca. – una media sonrisa se abrió paso en la boca de Max. Miraba los labios de ________ sin ninguna restricción, demasiado concentrado como para que ______ no se sintiera totalmente asqueada. - ¿Te imaginas lo tierno que hubiera sido una reunión familiar? Criminales, una zorra y un esquizofrénico.

- Tú no tienes la culpa de esto. – logró susurrar __________, con los ojos cerrados debido a la proximidad de Max.

- Nací con una enfermedad ___________. Siempre he vivido bajo la misma mierda todos los días. – sus manos apretaron fuerte el mechón de cabello de ella, y ________ no se resistió en soltar un grito de dolor. - Me regalaron a una estúpida familia de ancianos alcohólicos que lo único que hicieron fue arruinarme la vida en un centro de rehabilitación. – tragó saliva, cerrando los ojos y viviendo esa escena de su vida con un ardor inmenso en su garganta. - ¿Sabes que es lo peor? Tenía cuatro años.

- Fue lo mejor para ti… - la mandíbula de _________ temblaba. Quiso dejar sus palabras ahí, pero necesitaba decirle más. – Necesitabas ayuda Max… él,… Justin… ha tenido que lidiar con su propio padre por muchos años…

- Oh. – Max ladeó la cabeza, sonriendo con sarcasmo. – Eso suena tan difícil.

- Tú más que nadie sabes el tipo de monstruo que era.

- No trates de defender a un bastardo que mató a su propio padre.

- Mira todo lo que te hizo. - _________ alzó la voz. Y aunque sabía que él podía hacer lo que quisiera con ella, teniéndola en su posesión, no tuvo miedo de subir la mirada y enfrentarle. – Te abandonó con una familia a la que jamás le importaste. Él no era un padre, Max, él solo era un maldito sicópata.

- Tenía planes. – él tragó saliva. Soltó a _________ y se colocó de espaldas. Sus ojos ardían en un rencor interminable. – Eso fue lo que me dijo cuándo me dejó en una estación de tren en medio de la madrugada. – se abrió un silencio entre los dos. __________ quiso intervenir, mientras miraba a Max de espaldas. Pensó tal vez que este estaba llorando, pero de un momento a otro, Max se reía a carcajadas en frente de ella. - ¡Estaba borracho! – gritó mientras reía. – Y fumaba… - volvió a reírse, esta vez sin emitir ningún sonido. – Nos llevó a mí y a un Justin de tres años, a una estación de trenes. – Max colocó ambas manos sobre su cabeza, enredándosela mientras reía sin control. ________ pudo notar que también lloraba, por el sonido determinante de su voz mientras soltaba las carcajadas. – El único problema, es que yo no volví casa.


+++

Tenía que encontrar alguna pista. Tenía que encontrar algo que pudiera hacerle saber dónde es que ella podía estar. Su cabeza daba vueltas. Tenía demasiadas sospechas. Demasiados recuerdos que habían vuelto a él sin ningún motivo alguno. Ahora mismo no era momento de interceder en ellos, debía encontrar a __________ antes de que fuera demasiado tarde.

Frente a él, los edificios de New York bailaban ante a su mirada. Había permanecido ahí un buen rato, sin decir alguna palabra o si quiera moverse. Lo único que podía percibir de vez en cuando era el eco de la voz de Travis y Chaz hablando con Emily tras él.

En unos minutos, había logrado llegar a muchas conclusiones que incluso él sabía que eran totalmente imposibles. Había también culpado a personas inocentes de ser cómplices de Max Nichols. Pero necesitaba interceder más. Sabía bien que __________ estaba en Washington. Al menos el gobierno había hecho algo aceptable que a él le convenía muchísimo, eso ya era bastante. Entonces lo tenía. Tenía la ciudad exacta. El tema en cuestión era que se trataba de una ciudad extensa y habían suficientes lugares como para organizar un secuestro. Entonces pensó. Pensó en todas las posibilidades que Max habría optado para esconderse junto a _________. Se puso en sus zapatos, tratando de pensar como él. De pronto surgieron tantos lugares en su cabeza, pero había todavía una pista que le favorecía. Max quería llegar a él a como dé lugar. Si lo quería, se suponía que había elegido un lugar clave al que Justin pudiera llegar con facilidad, aunque nunca se lo haya dicho antes. Intentó recordar… ¿es que habían conversado alguna vez? Por supuesto que no. Sus manos empezaron a sudar. La desesperación lo invadió al saber que estaba muy cerca de encontrar el paradero de su chica. De… _________... Oh, joder. _______. Claro que sí. Su madre. El asesinato. Las noticias. Washington. Lo tenía.

Cerró los ojos, aumentando su concentración y dejando llegar a él muchos recuerdos que todavía tenía en la mente. Si para algo era bueno, era para este tipo de cosas. Su mente se nubló al principio, pero luego recordó todo con tanta facilidad.

Una reportera de mediana estatura relataba los acontecimientos en un noticiero de media noche. Pero son los titulares los que más llaman la atención de Justin. Puede recordarlos. Letra por letra: “Mafia Tentation”. Ella dice un par de cosas más. Cuenta sobre los asesinatos de dos mujeres en New Jersey. La madre de _________ es una de ellas. Entonces al final de sus recuerdos, obtiene lo que estaba buscando. La reportera narra que los cuerpos de las dos mujeres habían sido hallados en la vía hacia Washington.

Sí… ya lo tenía…

Sabía que en este tipo de situaciones tenía que jugar con todas las cartas que le quedaban. Necesitaba empezar a relacionar cosas, lugares, cifras. Tenía toda la información necesaria para encontrar a ________, solo debía aprender a utilizarla. Supo entonces que no sería difícil.

- Sé dónde está __________. – dijo en voz alta, haciendo que todas las miradas fueran a parar hacia él.

+++

La ciudad iba desapareciendo ante sus ojos. Tenían un viaje de más o menos tres horas frente a ellos. Todo esto le parecía sacado de una película de terror en la cual ella también formaba parte de uno de los papales más importantes, donde, sin entender cómo, estaba confiando en ellos aun sabiendo absolutamente todo.
Los tres hombres que la rodeaban no eran más que criminales calificados. Joder… ¿en dónde había llegado a parar solo por salvar a su mejor amiga? En el cuarto de Travis, había estado a punto de estallar después de recibir tanta información. Podía decir que ahora entendía muchas cosas. El miedo de ________, su repentino viaje a Paris, el carácter de Justin, el secuestro de Elisabeth. ¿Por qué no se lo habían dicho nunca? ¿Y por qué ella no había sospechado sobre esto antes?

Jugando con Elisabeth en silencio, los observaba analizándolos uno por uno. Siempre había sabido que había algo en ellos que los hacía diferentes. No eran tíos normales. Y ahora más que nunca sabía que nunca lo habían sido. Siempre había percibido en ellos ese peligro anormal que emanaban con tan solo sonreír. Siempre tan duros con ellos mismos. Siempre llenos de problemas. Siempre tan arriesgados. Entendía también porque la vida de _______ había cambiado tanto desde que había conocido a Justin. Ella también había cambiado muchísimo. Y es que podía deducir que aquellas cosas te cambiaban la vida para siempre. Su mejor amiga se había convertido en una mujer aventurada que definitivamente no parecía la misma. Sí. Suponía que tener a un hombre como Justin a su lado también traía grandes cambios. Y ahora que los veía, cada uno con el semblante frío, totalmente concentrados y con esos aires de superioridad… sabía que había encontrado la única explicación posible a todo lo que había sucedido.

Con armas de diferente calibre en la maletera, cigarrillos en los bolsillos, tatuajes y un par de cazadoras de cuero, estaba confiando en ellos como nunca había confiado en alguien más. Sin saber cómo, en su cabeza rondaba la idea de la tentación grande que verdaderamente sería ser como ellos, atados al peligro hasta el último aliento de sus vidas.

+++

Max se limpió las lágrimas. Odiaba haberle dicho suficientes cosas a __________ como para que esta empezara a tener lástima por él.

- ¿Te ha enternecido todo esto, verdad? – sonrió a medias, todavía de espaldas. – Ahora voy a decirte algo que no va a enternecer tanto. – con una sonrisa grande y gustosa en sus labios, se volteó para mirar a _________. – Yo maté a tu madre.

Los ojos de Max brillaron llenos de satisfacción, dejando a ________ sin ninguna palabra que pudiera decirle. Estaba petrificada, con las palabras de Max rondando en su cabeza y dando fuertes puñaladas contra su pecho. No sabía cómo, pero las lágrimas no salían de ella. Ni siquiera le provocaba llorar por lo que acababa de escuchar. Estaba más bien mirándole fijamente, sin ninguna expresión en su rostro más que la de la sorpresa misma. De otra forma, Max habría pensado que en realidad ella no sentía nada. Pero era todo lo contrario, sentía mil y una veces mucho más de lo que había sentido nunca.

- ¿Te das cuenta? Fue tan divertido escuchándote hablar del tema, cuando yo había sido quién había matado a la lesbiana de tu madre.

Las últimas palabras le marcaron el pecho. __________ tragó saliva y tosió, como si el propio aire estuviera cortándole la respiración.

- Oh nena… ¿estás cabreada ahora que lo sabes? Te he salvado de no lidiar con una jodida lesbiana. – le dijo acercándosele de nuevo. – Tranquila, no fue la gran cosa. – negó con la cabeza, en una expresión de desdén totalmente notable. – Me hubiera gustado que lo veas, pero ahora mismo deseo que mires otra cosa. – cortó los pocos centímetros que tenía de ella y la tocó. _________ observó claramente a Max pasar sus dedos por entre su cuello, hasta llegar a su pecho. Él se detuvo y miró a _______ con los ojos llenos de lujuria. Sin esperar un segundo más, metió tres dedos por debajo de la blusa de ella, acariciándole los senos con naturalidad. - ¿Esto te gusta, verdad? – le preguntó él, sonriendo victorioso. Ella se quedó callada. No se movía en lo absoluto y su mirada estaba concentrada en un punto fuera del rostro de Max. Como si estuviera aguantando demasiado algo que estaba a punto de hacer.

Sin detenerse, Max se inclinó sobre ella, esta vez para pasar su extensa lengua por el pecho descubierto de __________. Su concentración se había esfumado. Ahora era un hombre enredado entre las riendas de ________, deseoso por follarla tanto como podía. Le susurró un par de cosas sucias en su oído y cuando estuvo a punto de hundirse en su piel una vez más, miró a _______. Ella sonreía. Sonreía de una manera ligera, superior y detestable. Max arqueó una ceja.

- ¿Te gus… - se quedó callado y de inmediato soltó un grito fuerte lleno de dolor. - ¡MIERDA! – chilló, cuando _______ le proporcionó un golpe fuerte entre los genitales con su rodilla izquierda. Él se tiró en el suelo, confiado en que _________ seguiría atada y por lo tanto no podría hacerle nada más. Pero se equivocaba tanto…

Ella había logrado desenredar el gran nudo que unía las sogas que tenían atado su cuerpo sobre la silla. Le había costado bastante encontrarlo, sobre todo, pero desde un principio había sabido que no era para nada imposible. Llena de adrenalina, observó a Max retorcerse sobre el suelo con los ojos cerrados y corrió pasando sobre él hacia la puerta.

- ¡MALDITA ESTÚPIDA! – Max gruñó fuerte al levantar la mirada y verla llegando a la puerta. Hizo un esfuerzo magnánimo para levantarse, pero el dolor entre sus muslos era insoportable. Furioso, levantó unos centímetros su chaqueta y cogió el arma que tenía escondida entre los pantalones. Rápido intentó apuntarle a ________, pero lo último que pudo ver de ella antes de que desapareciera, fue un gesto obsceno con el dedo medio.

+++

El corazón le latía tan rápido y fuerte que hasta sentía poder escucharlo.

Miró a ambos lados de donde se encontraba. Solo los pasillos largos y lúgubres le hacían compañía. No tenía tiempo de pensar, ni siquiera de asimilar las cosas, necesitaba salir de ahí cuanto antes.

Corrió por el pasillo izquierdo, en busca de algún lugar en donde pudiera esconderse el tiempo suficiente como para hacer pensar a Max que se había ido. Pero cada paso que iba dando, solo le demostraba que cada puerta que intentaba abrir se encontraba totalmente cerrada. Sin detenerse llegó a un estrecho oscuro, donde una ventana casi del mismo tamaño que ella se extendía. Pudo darse cuenta entonces de lo alto que se encontraba. Estaba en un edificio y por lo que podía ver, de más de cuatro pisos de altura. Su vértigo la obligó a retroceder y seguir buscando con más calma, ahora que ya se había alejado lo suficiente. Puerta por puerta. Probó en una, en otra y en otra. Se preguntaba qué tipo de edificio era ese. Con mucha cautela, intentó abrir una última puerta que se encontraba justo al frente de la que acababa de intentar abrir. Y entonces escuchó voces. Se tapó la boca ella misma para que ningún gemido se le escapara de improviso, mientras pegaba su espalda a la pared.

Los murmullos iban aumentado, por lo que podía notar, se trataba de dos hombres caminando en el mismo pasillo en el que ella había corrido hace unos minutos. Venían hacia ella. Sintió todo su cuerpo tensarse y sus manos enfriarse hasta el punto de sudar. Ninguna puerta abría alrededor de ella y debía agregar que se encontraba totalmente indefensa. Por un momento, con los ojos cerrados, se sintió completamente perdida. A punto de tirar la toalla y dejarlo todo a manos de esos hombres. Pero entonces probó una vez más abrir la puerta que tenía tras ella, la que había estado a punto de intentar abrir hace unos minutos. Y esta abrió sin necesidad de intentar de nuevo.

Entró de inmediato, jadeando y con el corazón en la mano. Una vez adentro, aseguró la puerta, se tumbó sobre ella de espaldas y poco a poco fue llegando a tocar el suelo. Estando ahí sentada, solo pudo concentrarse en las voces que provenían de afuera, que poco a poco pasaron a convertirse en ecos. Al igual que su propia fuerza, todo ante ella iba desapareciendo. Sentada en medio de la oscuridad, sin poder nada más que quedarse ahí, las más grandes ganas de llorar invadieron su cuerpo. Sintiéndose sola, desesperada, perdida. Esto era más de lo que podía soportar.

- Tenemos que salir de aquí. – susurró en voz alta, acariciando su vientre con la palma de sus manos. Aquello solo le hacía recordar a los tiempos difíciles que había tenido que vivir con Elisabeth cuando la mafia le perseguía. Esas escenas seguían vivas en ella como un trauma que jamás superaría. Y por ello… al menos solo por hoy, tenía que revivir a la antigua Peterson que vivía en ella y que rogaba por salir, hoy más que nunca.

+++

Las horas pasaban. La carretera iba ganando color por el amanecer. Hasta ese momento, solamente Chaz había abierto la boca para contar algún chiste en el que él había sido el único en reírse.

Travis miraba a Emily de vez en cuando. Detestaba admitir que la razón de aquello, no solo se debía a que Elisabeth dormía entre los brazos de ella, sino que verdaderamente deseaba mirarla. Era una especie de imán tenerla ahí, sentada en los asientos traseros del Mustang.

Y Justin… él solo apretaba el acelerador con mucha más fuerza cuando tenía la oportunidad. Había visto uno y mil carteles que indicaban los kilómetros exactos para llegar a la gran ciudad de Washington y todavía se preguntaba si es que podría tener acceso a ella, aunque esta se encontrara en código rojo. Si era necesario, contaría toda su verdad ante las autoridades con tal de que le permitieran el acceso. Sin embargo, suponía que Max no habría tenido ningún problema en secuestrar a _______ fuera de Washington, pero no sin irse tan lejos.

Entonces observó el último cartel que anunciaba que solo le quedaban cincuenta kilómetros antes de llegar a Washington. Justo ahí, en medio de los árboles vetustos, una edificación entonada de un crema deteriorado por los años, le hacía saber que estaban en el lugar adecuado. Se detuvo a un costado de la carretera abandonada. Travis se volteó a mirarlo.

- Es aquí. – aseguró Justin, con la mirada al frente. Tanto Travis y Chaz se inclinaron para observar el edificio abandonado que se encontraba frente a ellos.

- ¿Es un hospital? – inquirió Chaz.

- ¿No se supone que la tiene en Washington? – le preguntó Travis a Justin.

- Sé perfectamente que es aquí. – volvió a asegurar Justin. – Es aquí donde encontraron el cuerpo de la madre de __________.

En ese momento, un gemido suave se escuchó desde los asientos traseros. Emily se había despertado, totalmente desorientada. 

- Hey, tranquila. – le susurró Travis, estirando su brazo izquierdo hacia los asientos traseros. Con un suave tacto, acarició la pierna derecha de Emily. 
Justin observó por el retrovisor.

- ¿Estás bien? – le preguntó a Emily. - ¿Elisabeth ha despertado?

- No. Y es mejor así. – contestó la chica, incorporándose en el asiento. Miró a los tres hombres que tenía al frente, bastante concentrados en el edificio que estaba frente a los cuatro. Ella también se inclinó para observar por el parabrisas. El ambiente que envolvía aquel edificio solo le provocó arcadas. No podía creer que ya estuvieran ahí. 

- Esto es lo que haremos. – habló Justin en voz alta. – Necesito que me cubran la espalda, es probable que el número de hombres ahí adentro sea el triple que nosotros. – indicó Justin a Chaz y Travis. – Chaz, ve por las armas. – este accedió, abriendo la puerta del Mustang y saliendo en dirección al maletero. – Y tú… - Justin volteó su rostro hacia Emily, pero sus ojos cayeron rendidos ante Elisabeth, que dormía y respiraba suavemente. Tragó saliva. – Quiero que te quedes en el auto con ella. 

- ¿Qué? – Emily se alarmó, abriendo los ojos. 

- Si las cosas empiezan a ponerse en nuestra contra, llama a la policía. – le indicó Justin, rápidamente, mientras recibía la Glock que Chaz le ofrecía por la ventanilla. – Y escúchame bien. – la mirada de Justin cambió de tonalidad, al igual que su voz. Emily le miraba asustada, sabiendo que lo que escucharía sería aún peor: - Si no regresamos, vete de aquí, desaparece, que ellos nunca te encuentren. 

Los ojos de Emily se humedecieron, sintiendo la desesperación hundirse en su cuerpo como cuando la aguja se introduce en tu piel antes de un tatuaje. Intentó hablar, pero ni siquiera las palabras le salían de la boca. Observó a Justin darle una última mirada a Elisabeth y salir del auto, mientras Travis hacía lo mismo, pero antes de irse, se volvió a hacia ella.

- Prométeme que te irás si no salimos vivos de aquí. – le forzó él, mirándola a los ojos, supo entonces que se encontraba totalmente asustada.

- Travis yo… 

Pero se quedó callada al sentir los labios de Travis moviéndose sobre los suyos. La dejó sin aliento en un par de segundos, en los que su lengua se convirtió en cómplice de los dos. Al separársele, él sonreía de una manera detestablemente irritante. Era tan guapo, joder. Ella en cambio, estaba llorando. Sin decir ninguna palabra, los dos se quedaron callados mirándose el uno al otro. Emily daba vistazos hacia afuera, echando una mirada hacia Justin y Chaz, que escondían sus armas entre los bolsillos de su ropa. 
Travis sonrió una vez más.

- Bienvenida a mi mundo. – le dijo él, antes de poder irse, con esa sonrisa cautivadora en los labios, a unirse con los demás. 

+++

___________ despertó. 

Había despertado desorientada por lo menos unas cinco veces. Seguía sentada en el mismo lugar, con los brazos arropando sus piernas encogidas. Ahora mismo sentía frío. ¿Cuánto tiempo había pasado? Había dejado de haber tanta oscuridad, tanto que le hizo pensar que de pronto se podía encontrar en otro lugar. Pero no era así. Podía sentir el mismo olor que había sentido cuando llegó ahí. Estaba en la misma habitación, solo que ahora podía notar que había una pequeña ventana en lo alto de una pared, que daba hacia las afueras del edifico y que le proporcionaba algo de luz. 

Los rayos de luz le hicieron ver algo que de inmediato despertó su interés. Se puso de pie y se acercó hacia el objeto que colgaba de una pared. Lo tocó con sus dedos. Se trataba de un arma, la boca de un fusil. Siguió tocándolo, hasta que a medida que avanzaba, su pierna izquierda rozó con un objeto que le proporcionó la misma sensación. 

Con desesperación y muchas ideas en la cabeza, buscó un interruptor que le permitiera encender las luces. Tuvieron que pasar algunos minutos para que pudiera hallarlo, y al hacerlo su mirada se perdió entre todo lo que ahí adentro había.

Miles de armas de todos los tipos. Fusiles, Revolvers, Glock’s, escopetas, rifles, pistolas, ametralladoras, incluso columnas de provisiones y bombas de todo tamaño. En cada pared. Estaba rodeada de todos ellos. Su boca se abrió, quedándose completamente perpleja. Un instinto fuerte se instaló en _____________, obligándola a coger dos armas de sobre la pared y colocarlas entre sus manos. Pudo sentir el poder que aquello le proporcionaba. Tener un arma mortal en sus propias manos había dejado de ser una sorpresa para ella desde que había estado en Tentation. 

Con el par de armas entre sus manos, bajó la mirada y observó su vientre. 

- Tú y yo tenemos algo que hacer.

+++

- ¿Papá? – preguntó Elisabeth, mirando de un lado para otro. Había despertado de un momento a otro, incluso asustando a Emily. 

- Soy yo preciosa, él no tardará en venir por nosotras. – le dijo ella, tratando de tranquilizarla. Pero la niña estaba bastante perdida, buscando a Justin con la mirada, fuera y dentro del auto. 

- ¿Dónde está papá? – preguntó Eli, esta vez un poco más calmada que antes. Se sentó sobre los asientos traseros, cogió su mochila en forma de elefante y la puso sobre su regazo. 

- Ha ido en busca de mami. – contestó Emily, logrando adquirir un tono tranquilizador en su voz. 

La niña asintió, incorporándose en el asiento y sin decir nada más. Poco después pasó a abrir aquella mochila de elefante que antes no había tocado y buscó entre su ropa y cosas de aseo. Emily la observó sin objetarle nada, pero… ¿qué estaba haciendo? 

La niña terminó por sacar aquella muñeca rubia y de vestido de colores que Max Nichols le había obsequiado en un acto desesperado por caerle bien. La observó entre sus manos, completamente callada.

- ¿Qué sucede? – le preguntó Emily.

- Quiero darle esto a papá. – susurró Elisabeth, como si aquello se tratara de un secreto. – Brilla. – le indicó con el dedo índice, la parte trasera de la muñeca, donde se encontraban las baterías. Emily frunció el ceño. 

- ¿Me la prestas un segundo? Necesito ver algo. – Eli asintió y le tendió la muñeca a Emily, que la cogió entre sus manos y pasó a revisar el orificio cuadrado que tapaba las baterías. Movió un poco los dedos y desabrochó la seguridad. Al quitar la tapa, no encontró baterías, no encontró nada que pudiera asemejarse a eso, sino más bien, un reloj que avanzaba en retroceso. Los minutos se perdían. El tiempo pasaba. Y un dispositivo soltaba sonidos perturbadores de vez en cuando. 

Emily se mordió un labio, Elisabeth la miraba con curiosidad. 

Una bomba. 

Antes de que Emily pudiera reaccionar, Elisabeth cogió su muñeca en el estado en el que se encontraba y abrió la puerta del Mustang. Tuvo que dar un gran salto para tocar el suelo, y al hacerlo, corrió y corrió hasta perderse en medio de los árboles.

- ¡No, Elisabeth! – Emily gritó fuerte y claro, pero ni siquiera sus gritos pudieron detener a aquella niña de tres años que corría en dirección al lugar que pronto se convertiría en un infierno. 

3 comentarios:

  1. DIOS susana sigue la novela, me dejas kasjkfvfhdf.... no las dejes asi, te secuestrare para que me digas que pasara donde sea que estes..., no la dejes tantos dias., SIGUELAAAAA

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