sábado, 29 de junio de 2013

Capítulo 80


Me acomodo la cazadora de cuero viejo. Es una de mis favoritas y probablemente no la usaría en otras ocaciones más que en esta. Mirándome al espejo, me peino el cabello con los dedos con el objetido de que luzca aceptable. Al mismo tiempo repaso en mi cabeza la lista de cosas que debo hacer y que deben estar hechas. Pero es difícil. Es que jamás he organizo algo como esto en toda mi vida. No voy a negarlo, estoy ligeramente nervioso y me sudan las manos como a un niño pequeño antes de navidad. Tengo a ___________ en la mente, intentando decifrar la reacción que tendrá cuando sepa que he reservado una mesa para nosotros en una restaurant con música en vivo. Y verdaderamente me he lucido. El lugar es caro y la mesa está prácticamente alejada de las demás. Algo que para ser honestos, también me conviene. 

También me he asegurado de dejar a Elisabeth en casa de Emily esta noche. Las dos se llevan bastante bien, así que no tuve problema. 

Sin embargo, aunque creo tenerlo todo planeado, me siento como un estúpido adolescente nervioso. Como si fuera una primera cita. Como si fuera la primera vez que voy a tenerla a solas, cuando sé perfectamente que es todo lo contrario. Que si de momentos a solas se trata, nosotros ya tenemos bastante experiencia. 
Los minutos pasan y está a punto de llegar al departamento después de trabajar unas horas en la cafetería. 

¿Cómo es que tengo que decírselo? Estos detalles siempre suelen ser uno de los más difíciles. Al menos para un hombre como yo, que no pasaba de follar hace unos años. Sin embargo con Marie aprendí mucho. Tuve varias citas con ella. Pero nunca experimenté este jodido revolcón que estoy sintiendo en el estómago en este momento. Nunca tuve tantas ganas de pasar tiempo a solas con alguien como con __________________. 

Y hablando de tiempo a solas… creo que ambos lo necesitamos…

Escucho la llave girar en la cerradura del departamento. Mi corazón late rápido y ruge tanto como el motor de una motocicleta. Mierda, de verdad estoy nervioso. 

Cierra la puerta principal y escucho sus pasos acercarse a la habitación. Trago saliva y me alejo del espejo para poder esperarla con la mejor pinta posible. He hecho un gran trabajo, sinceramente. 
______________ abre la puerta, de inmediato la siento colocar sus ojos sobre mí. Sobre toda mi anatomía. Está mirándome y sé que se pregunta qué me traigo en las manos. Conozco su mirada. Empieza sonriendo lentamente, hasta formar una gran sonrisa en los labios que me hace poner aún nervioso. 

- ¿Hay algo que quieras decirme?

¿Cómo demonios lo sabe?

- Mnh… tal vez. – le digo y bajo la mirada de inmediato. Mis ojos se clavan en el piso, pero puedo reconocer que __________ está sonriendo. 

- Que guapo estás. – cierra la puerta de nuestra habitación y puedo escucharla acercarse a mí. - ¿Dónde está Elisabeth? – pregunta calmada. 

- La he dejado en casa de Emily.

- Oh… ¿por qué? – subo la mirada y la encuentro enarcando una ceja. Está preciosa. Hasta para irse a esa cafetería está preciosa. Trae unos jeans pegados al cuerpo y una camiseta escarlata con los dos primeros botones desabrochados. 

Respiro hondo. Vamos, concéntrate.

- Pensé que sería buena idea.

_______________ frunce el ceño, todavía con una sonrisa en los labios. Sé que no entiende nada y el hecho me reconforta, quiero que todo salga bien. Así que me acercó a ella a pasos lentos. Muy lentos. Cada centímetro va desapareciendo y su proximidad hace que quiera perder los papeles. Hace que me sienta en el paraíso del que estoy acostumbrado. 

______________ va alargando su sonrisa a medida que me voy a acercando. Es tan sublime. Por fin estiro los brazos y toco sus caderas, empujándola para que quede junto a mí. Nuestros cuerpo se juntan. Toco. Acaricio. Me deleito varios segundos donde me gustaría tanto ser la palma de mi mano. Hundo mi rostro en su cabello, embriagándome con el olor de este. Sin embargo, mis labios buscan su piel muy desesperadamente. Y al así hacerlo, le beso la boca lento. Abriendo lento. Mordiendo lento. Sintiendo lento. _________________ enreda sus dedos entre mi cabello y en un acto de demostración, lo jala y lo despeina a su gusto. Toda mi faena se ha ido al agua gracias a las manos de la chica para la cual quiero lucir bien. Así que… todo bien. La verdad no me importa. Toda las ganas que he tenido de verla por la mañana y por la tarde se vuelven una sola. Estoy desesperado. Ardiendo. Gimiendo por dentro. ________________ tiene un poder tan grande sobre mí… y aunque podría completar este beso y terminarlo en nuestro lugar favorito, necesito concentrarme. 

- Oye… - le susurro en medio de nuestros alientos. ________________ abre los ojos. – es que tengo que decirte algo. – acaricio su espalda. Subiendo y bajando.

- ¿De qué se trata? – frunce el ceño.

- Llevé a Elisabeth a casa de Emily porque… tú y yo tenemos una cita. – me quedo callado y la veo abrir los labios lentamente. Su rostro cambia de color, al igual que sus ojos. Está emocionada. 

¿Por qué a las mujeres les gustan tanto este tipo de cosas?

- ¿Una cita? – me pregunta ilusionada.

- Sí. Tú. Yo. Comida. Música. Y algunas cosas más que no puedo decirte. – alzo los hombros y me fijo en su reacción. _____________ suelta un gemido de felicidad y alza sus brazos para acomodarlos en mis hombros. Se cuelga de mí, colocándose de puntillas. Mi cuerpo se tensa. Me estoy riendo y no sé por qué. Su risa me hace reír a mí también, es contagiosa, es preciosa. Podría escucharla todos los días y estaría bien. Le abrazo la cintura, mientras ella hace lo mismo con mi cuello. 

- Por Dios… - dice de repente. Deja de abrazarme y veo su rostro preocupado. 

- ¿Qué sucede?

- Tengo que cambiarme. 

Oh. Debí suponerlo.

- Sí… cla… - se pone de puntillas una vez más y alcanza mis labios con los suyos. Me besa bastante suave, pero hay cierto nivel de calentura en sus labios. ¿O tan solo soy yo? 

- Dame unos minutos. – sonríe y coloca ambas manos sobre mi pecho, empujándome hasta la salida.
Inocentemente, de verdad espero unos minutos sentado sobre el sofá de la sala. Pero sucede que espero más o menos una media hora a que ______________ termine de arreglarse. Mujeres… mujeres… mujeres… 

Mientras espero, puedo escuchar el sonido de sus tacones dentro de la habitación. Me la imagino arreglándose frente al espejo. Luciendo preciosa. Maquillándose. Peinándose. Cambiándose. Haciéndose ese no sé qué que tanto me pone. Tiene una habilidad alucinante para hacerme perder la cabeza con solo verla. Es entonces en ese momento donde me doy cuenta que amo todos sus detalles. Cuando se pone esos vestidos cortos. Cuando está en pijama. Ropa interior. O lo que lleve puesto. Cada pequeña cosa me hace desearla muchísimo. Me hace quererla más. Sus gustos. Sus preocupaciones. Sus miedos. Todo en ella me gusta tanto. Y aunque a veces se me hace tan difícil aceptarlo, sé que ella ama todas mis lados también. 

Segundos después, la puerta de nuestra habitación se abre. Me pongo de pie y abro los ojos todavía más al verla salir caminando con unos zapatos de taco ancho color marrón, pantalones a la cadera del mismo color y una camiseta blanca que se he amarrado en el espalda y que deja ver su deliciosa piel. Tiene el cabello suelto, las ondas suaves caen por sus hombros y está maquillada ligeramente. Y es que ni siquiera le hace falta. Su escote llama mis ojos y no puedo evitar mirárselo. Y no me detengo, miro cada parte de su cuerpo. Está radiante. Y no la he hecho falta ningún vestido caro o algo brillante para llamar la atención. 

Maldición, ¿podríamos dejar la cita para otro día?

- Ya está. – me dice satisfecha. 

- Sí…

- ¿Si qué? – ríe y se me acerca. Sus tacones resuenan en el piso. 

- Nada es que… no sé que decir. 

- ¿Y eso es bueno o malo? 

Nos miramos. Maldición ______________, detente…

- Bueno. – murmuro y mi lengua moja mis labios, mirando los de ___________. – bastante bueno. – digo una vez más. Doblando el sentido. Ahora yo soy quién da unos pasos, la tengo lo suficientemente cerca, y aunque piensa que voy a tocarla, no lo hago. – estás preciosa. – murmuro y le acomodo el cabello tras la espalda. La veo sonreír. – y verte así me hace pensar cosas muy malas. – sonrío al terminar de hablarle. _____________ me empuja suavemente y yo finjo estar adolorido. Cojo sus muñecas antes de que ella pueda alejarse de mí y nuestros cuerpo vuelven a estar juntos. Piel con piel. Mirándonos. – será una gran cita, lo prometo.


**


El lugar está lleno. Las meses alrededor son ocupadas por varias parejas. El ambiente es bueno y la música le acompaña. Un tío de probablemente dos años más que yo, está cantando un cover de “She will be loved” de Maroon five sobre el escenario, junto a otro que toca la guitarra. 

________________ está frente a mí, mirando al tío cantar y bastante embelesada por la habilidad que tiene este al hacerlo. Como dije, nuestra mesa está relativamente separada de las de los demás y el restaurant tiene la característica de tener las luces apagadas, dejando solamente un reflector potente hacia la dirección del escenario, que también da luz a las demás mesas. 

Sus piernas tocan las mías bajo la mesa. Sonrío al sentirlas y vuelvo a mirarla. Sus ojos brillan y está cantando “she will be loved” en voz baja. Claro, se trata de una de las canciones de su banda favorita. Sus dedos juegan con la mesa, haciendo un sonido acorde con la música. 

A continuación, un camarero aparece con una 
bandeja llena de chupitos.

- Cortesía de la casa. – nos sonríe y deja los vasos pequeños sobre la mesa. Uno del lado de _____________ y otro en mi lado. Noto, sin embargo, una sonrisa tímida cuando le entrega el vaso a ________________. Pero ella no lo nota. ¿O solo soy yo quién está siendo demasiado paranoico? 

El camarero desaparece. 

- Te estaba mirando. – le digo levantando la voz para que pueda escucharme. Al mismo tiempo encojo los hombros, como si no quisiera darle importance. 
___________ pone los ojos en blanco y coge el vaso de chupito entre sus manos.

- ¿Y si mejor brindamos? – enarca una ceja. 
Joder, sí, tiene razón, tengo que dejarlo pasar.
Ladeo la cabeza y cojo mi vaso para estirarlo hacia el de ella y poder chocarlo. _____________ sonríe y al chocar su vaso con el mío, lo vuelve hacia ella y se lo toma de una sola pasada. 

- ¿En serio? – abro más los ojos. Está tragando y al terminar, me sonríe satisfecha.

- ¿En serio qué? 

- Esto. – muevo mi bebida de un lado para otro. 

- Hace tiempo que no salía a lugares como estos. – me dice, mirando a su alrededor con un toque de nostalgia. Entonces puedo entender a que se refiere. El pensamiento me estremece y recuerdo sus palabras al decirme que había pasado los dos últimos años de su vida huyendo de Tentation. 

Levanto el vaso y tomo la bebida rápido, al igual que ella. 

- Vamos a hacerlo todos los días desde hoy, entonces. 

- ¿Qué? – me pregunta riendo. 

Alzo un brazo, en busca de un camarero, y le hago una señal pidiéndole que me traiega una ronda de chupitos más. El tipo asiente y va en la búsqueda.

- ¿Más? – pregunta ____________. Pero está sonriendo, por lo que puedo notar que no está incomoda.

- ¿Miedo, Peterson?

- ¿De qué? – enarca una ceja.

- De emborracharte conmigo. – me inclino sobre la mesa, para poder hablarle más de cerca. – te advierto, no será mi culpa sino recuerdas después lo que hice contigo.

Abre la boca, sorprendida y divertida a la vez. El camarero llega y nos vuelve a servir los tragos de la misma forma que antes. ______________ coge el suyo antes de que yo haga lo mismo.

- ¿Segura?

Asiente y yo hago lo mismo. Al mismo tiempo, los dos alzamos los vasos y tomamos de nuestros tragos. Se me hace fácil pasar, así que acabo primero, dejando el vaso sobre la mesa y haciendo una mueca de disgusto. Está un tanto fuerte.

________________ termina, deja el vaso y me mira con expresión divertida.

- ¿Otro? – pregunto enarcando una ceja.

- ¿Me estás retando?

- Sí, tal vez.

La música se acaba. Y a continuaón, aparecen más hombres sobre el escenario, haciendo que este se llene. Uno toca la batería, otro el bajo, la guitarra eléctrica y el piano. Todos se juntas en una armonía perfecta. 

- Pide otra ronda más, entonces. – acepta y cambia la posición de sus piernas bajo la mesa. El roce me estremece, al punto de llegar a excitarme.

Niego con la cabeza. Sé que no va a detenerse. Que podríamos tomar toda la noche, pero no va a darse por vencida.

Alzo un brazo y el mismo camarero atiende mi señal sobre otra ronda más de chupitos. Pero esta vez me mira extrañado, como si le sorprendiera que tomaramos tanto. A saber. 

- Que bonito será verte en un estado crítico. – sonrío.

- O a ti, en todo caso.

- ¿Qué me harás si termino emborrachándome primero? – pregunto y paso a fijarme en sus labios relucientes. Quiero comérselos. Comérselos ahora.

- ¿Qué crees? - enarca una ceja, divertida, pero el acto me coge desprevenido. 

- ¿Vas a violarme?

_____________ rie fuerte, haciéndose para atrás.

- Puede ser. – dice riendo. 

- Porque yo sí lo haría.

El camarero coloca por tercera vez nuestra nueva ronda de chupitos. Repetimos el proceso y una vez más, termino primero el trago y ______________ hace lo mismo. Tengo que admitir que este tercer trago cargado de alcohol me ha afectado un poco. Pero conozco mi organismo, no voy a emborracharm al menos hasta una novena o décima ronda de chupitos. Pero con ella… sucede exactamente lo contrario.
La banda empieza a tocar sobre el escenario. Es una canción de las nuevas que están tocando en la radio últimamente, llamada: “Midnight Starlight”. 

Varias parejas han dejado sus mesas para ponerse de pie y bailar entre la oscuridad y al ritmo de esa balada que es realmente buena. 

___________________ abre los labios al escuchar el comienzo de la canción. Pone ambas manos sobre la boca, cubriéndosela, y a los pocos segundos está puesta de pie a mi lado, jalándome las manos para que hago lo mismo. 

- Vamos a bailar. – me ruega jalándome los dedos. En su mirada puedo captar cierta chispa de alcohol. Joder Justin, esto es tu culpa. ¿Ahora qué coño harás? Solo he bailado una sola vez con ella en ese pub de hace más de dos o tres años. Pero fue diferente, había muchísima gente y casi nadie podía notarnos. – ven… - me ruega una vez más. Parece una niña pequeña.

Miro a ambos lados y suelto un respiro. Mierda…

Me pongo de pie y ________________ me guia hasta donde las demás parejas se encuentran. Ninguna de ellas se asombra de vernos ahí con ellas, así que eso me hace sentir un poco mejor. Sin embargo se siente extraño, no tengo idea de cómo moverme, pero el ambiente me ayuda a imitar algunos pasos y solo me dedico a seguir el ritmo de la música. 

________________ se coloca de espaldas junto a mí, pegando su cuerpo al mío en esa posición. Mis brazos arropan su cintura y mi rostro queda hundido en su hombro izquierdo. Busco su cuello y lo beso al encontrarlo libre y solo para mí. ______________ sonríe.

- No sé bailar. – advierto. 

- Yo tampoco. – sonríe y rodea mi cuello con el brazo izquierdo, para poder acariciar mi nuca. – solo muévete conmigo. – susurra. Asiento. Dentro en mi interior algo se ha encendido. Tenerla tan cerca nunca ha sido algo que me mantenga quieto. Así que presiono su cuerpo contra el mío un poco más con el objetivo de que pueda sentirme en toda mi totalidad. Mojo mis labios y al poder tener su cuerpo bastante unido al mío, empiezo a moverme lentamente de un lado para otro siguiendo, según mi coordinación, el ritmo de la música. 

Damos unos cuantos pasos, pero no dejamos de movernos unidos. Movernos suave. Lento. Acorde. Siento que lo estoy haciendo bien, pero estoy mucho más concentrado en el hecho de que su cuerpo está en contacto con el mío. Me pone. Me pone cada movimiento suyo contra mi tenso y debilitado cuerpo. Me pone el roce de pieles. La temperatura que transmite la suya. 

- Creo que ganaste. – me susurra riendo. 

Lentamente, separo su cuerpo del mío y hago que se voltee. Mis manos vuelven a posicionarse en su cintura. Justo ahí, en esos centímetros donde su piel está descubierta y puedo tocarla. 

_____________ me rodea con el cuello con ambos brazos, meciéndose frente a mí. 

- Eso equivale a muchas cosas.

Ella sonríe.

- ¿Qué vas a hacer conmigo ahora que me has embriagado?

- ¿Yo? – pregunto inocentemente. ___________ asiente y baja sus brazos de mi cuello, para poder colocar sus manos sobre mi pecho. Bajo la mirada para observala, me gusta tanto cuando hace eso. 

- ¿Vas a violarme? – pregunta riendo. 

- No me des ideas.

- Puedes hacerlo.

- _________________, enserio, no me des ideas porque soy capaz de hacértelo aquí mismo. – la atraigo hacia mí y nuestras narices chocan. Deja caer sus párpados, chocando también su frente contra la mía. Nuestros alientos se unen, desesperados al igual que nosostros. Estiro los labios y la beso. 
______________ abre los suyos de inmediato, atrapando mi aliento y ubicando mi lengua con habilidad. Una de las cosas de las que puedo estar seguro es que el alcohol te vuelve más desesperado y aventado en cierto tipo de cosas. Pero no me molesta, al contrario, quisiera que lo hiciera siempre.

- Quiero morderte. – susurra y vuelve a besarme rudo, salvaje, mordiéndome el labio inferior y estirándolo para poder chupar.

¿Por qué no la he emborracho antes?

Me muerde fuerte una vez más. 

- Dios nena… - susurro. Joder, me está deborando como si nunca nos hubieramos besado antes. Me está excitando mucho más, maldita sea. - _____________. – digo su nombre y ella se me separa. – vaya, que bueno puede ser el acohol a veces.

- Lo siento es que…

- No te disculpes, podemos terminar esto en otra parte.

Me mira y vuelve a abrazarme por el cuello. 

- Tengo muchas ganas de ti. – me confieza. Y por Dios, es la confesión más sensual que he escuchado en toda la noche.

- También tengo ganas de ti 
__________________. De toda tú. – la beso despacio, pero dentro de mí algo quiere que siga con la misma agresividad con la cual me besó hace segundos. La deseo muchísimo.

- ¿Me quieres? – pregunta de repente.
Dios… ¿va en serio?

- Sí ________________. Mucho. – se ríe y oculta su rostro en mi cuello. – me gusta saber que eres mía, que te tengo…

- A mí también. – sube la mirada. – te amo, Justin. 
Escucharla decirlo me estremece. No hay nada que pueda describir como se siente cuando me lo dice. Es sorprende. Es único. Es excitante. Es maravilloso. Sin embargo jamás pensé que podría llegar a sentir lo mismo por alguien. 

- También te amo, ________________ Peterson. 

miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 79 (Parte 2)

Sus traviesos dedos se estiraron, acariciando más de la cuenta. Es que verdaderamente no conocía límites cuando sus dedos se perdían en el tacto más delicioso de todos. Amaba tocarla. Tocarla de todas formas. 
Su dedo índice y medio fueron a parar al borde de la prenda inferior de _________________. Esta hundió su cabeza en el hombro izquierdo de Justin. 
Aferrándose, también abrazó el cuello de este haciendo los brazos hacia atrás. Le susurró algo que Justin no pudo escuchar, pero soltó una sonrisa al verla retorcerse bajo el movimiento de sus dedos sobre su vientre y pronto, también moviéndose sobre su pubis recién depilado.

- Vaya, se siente muy bien. – susurró él contra su oído. ________________ cerró los ojos, tratando de aliviar su libido. Aunque con él nunca se sabía. - ¿te has depilado para mí? – le preguntó con una sonrisa perversa.

_________________ abrió los ojos de inmediato. Por Dios… ¿qué clase de pregunta era esa?

- ¿Por qué me preguntas esas cosas? – le cuestionó ella ahora. Tragó saliva y sus mejillas no dudaron en ruborizarse. De pronto se sentía pequeña, indefensa y a la vez bastante avergonzada.

- Solo curiosidad. – farfulló Justin. – no deberías sentir vergüenza conmigo, que he tocado cada parte de tu cuerpo. – susurro contra su oído, haciéndola temblar, cerrar los ojos y hundirse en el eco de sus palabras. - ¿o sí?

Ella negó con la cabeza. Una vez más, su cuerpo entró en calor al sentirlo acariciándole el Pubis con la yema de los dedos. Una sensación adormecedora que le hacía aturdir y simplemente la elevaba en una burbuja en forma de placer. No podía controlarse. No podía decir que no ante tremenda proposición. Además… ¿por qué se avergonzaba? Justin no acertaba en muchas cosas, pero esa noche estaba diciendo una que probablemente ________________ debía aceptar hace mucho. No tenía por qué avergonzarse con el hombre con el cual tenía una hija de dos años. Con el cual había pasado tantas e innumerables cosas. Y al cual, y sin presumir, también conocía cada centímetro de su cuerpo. Era cuestión de aliviar su pudor. Vamos…

- Tócame. – susurró ella, perdida en sus pensamientos anteriores. Sí. Lo deseaba muchísimo.
Justin mojó sus labios con toda la lengua. Soltó un suspiro aliviador que pronto se convirtió en un gemido desesperado. Desesperado por tocarla. Se mordió un labio mientras sus dedos hacían un bulto bastante grande entre la ropa interior de _____________ y el sexo de ella. Moviéndolos, su dedo índice llegó al punto débil de su inquieta chica.

- Díctame lo que tengo hacer. – le dijo pegándose a su oído. Hablándole tan cerca que ______________ sintió que moriría. Asintió a los pocos segundos, bastante aturdida por lo que Justin iba a practicarle.
Sus ojos se cerraron automáticamente y elevó las caderas de la misma forma para recibir con mejor atención los dedos de Justin dentro de ella. Gimió suave al principio sintiendo, sin perderse de nada, como Justin movía su dedo índice dentro de su húmedo sexo. Sus cinco sentidos estaban puestos en cada toque. En cada movimiento. En cada entrada y salida. En cada sobe. En cada roce que deleitaba sus expectativas. Dios… era demasiado bueno. Al mismo tiempo, parte de sus sentidos también estaban alertas en otra persona. Algo en ella había cambiado desde que Elisabeth había nacido, y era que estaba pendiente de ella todo el tiempo. Como ahora… que deseaba tanto gritar y sabía muy bien que si lo hacía, despertaría a su recién dormida hija.

Así que se mordió interiormente la boca. “Vamos, sí podía con esto” pensó cinco segundos antes de que Justin introdujera un segundo dedo en su interior. El bulto entre su ropa interior se hizo más grande ahora que movía ambos dentro del sexo de ________________. Y le satisfacía muchísimo la escena. Justin bajó la mirada y observó atentamente cada movimiento que él mismo daba y la reacción de _______________ al recibirlo. Joder. Demasiado bueno. Su erección crecía descomunalmente al ser también partícipe de cada arqueada que ella daba y al hacerlo, chocaba el culo contra su miembro. Verla era el máximo deleite que cualquier hombre podría pedir o incluso merecer. Verla derretirse era su talón de Aquiles o la Kriptonita para un hombre de acero. Era su máxima debilidad. La cúspide de todos y cada uno de sus deseos.

- No sigas… - murmuró ella, haciendo que Justin volviera al mundo real. Aquello que ____________ había dicho no era exactamente lo que tenía planeado escuchar.

- ¿Por qué?

- Voy a gritar… - le advirtió en susurros. Y a pesar de su corta advertencia, sabía muy bien que este no se detendría. Así que pasó a morderse de nuevo para calmar sus ansias de gritar.

Incrustó sus dientes en el interior de su boca, pero cada vez se hacía más insoportable no poder expresarse como quería.

- Dije que me dictaras como debía hacerlo. – le ordenó él una vez más. – no que me dijeras que parase.

_______________ arqueó la espalda, correspondiendo a sus toques una vez más.

- Pero voy a…

- No tienes escusas Peterson. – le dijo en un tono autoritario. Como si estuviera reprendiéndola por algo. – vamos, dime que tengo que hacer.

Ella soltó un suspiro. Su mente estaba nublada. Dios… era demasiado… tanto que no la dejaba pensar. Sus dedos eran magia pura. Magia moviéndose dentro de ella.

- ¿Así está bien? – preguntó él con un hilo de voz, contra su oído. A ______________ se le erizó la piel al sentir cerca.

- Sí…

- ¿Debo cambiar algo? – volvió a cuestionarle.

- No, joder… solo sigue. – gruñó una _____________ desesperada que lo hizo sonreír maliciosamente.

- Eso es, esa es la ___________ que conozco.
La _______________ que él había creado… una que ya no tenía miedo en sentirse deseada o desear más de lo que sus estándares le autorizaban. Una que rompía las reglas y amaba hacerle el amor a todas horas, como él a ella. Como un complemento. Su complemento. Su otra mitad.

- Uno más. – pidió con la voz entrecortada. El pedido llegó de inmediato hacia el cerebro de Justin, que introdujo un dedo más en ella.

_______________ volvió a arquear el cuerpo. Maldita sea. Esto era increíble. Gimió fuerte y atrapó el cuello de Justin, apretándolo contra ella.

- Me encanta verte así, _________________. – farfulló él con los dientes apretados y con la mirada dura observando toda esa maravillosa escena que ________________ le ofrecía. – joder, estoy tan duro. – dijo para sí mismo. Ella gimió ante sus palabras, apretándole el cuello y estirando los labios para poder alcanzar su piel. Beso su barbilla con desesperación. Gimiendo y gruñendo contra él. – te quiero tanto. – le recitó, tocando con su otra mano la pierna desnuda de su chica. – quiero hacerte el amor… - susurró ahora. - ¿puedo? – preguntó inocente.

Ella asintió contra su cuello. Pronto notó como los dedos de Justin se detenían y subían paso a paso sobre su vientre hasta llegar a su estómago. Haciéndole cosquillas. Devolviéndola al mundo real.

- Puedes. – le respondió acostándose a su costado.

Justin se relamió los labios. Tenía los dedos húmedos y deseaba tanto poder probárselos… pero la cordura había desaparecido al escuchar a ________________ recitar un perfecto “Puedes” que lo estaba elevando muchísimo. Así que se puso sobre ella, apoyándose en sus brazos para no aplastarla. Su mirada se perdió en ella. Mirando desde arriba, todo se veía mejor y podía divisarla en su ángulo favorito. Sus ojos brillaban bastante y mordía su labio inferior tal cual una niña pequeña haciendo travesuras. Y vaya… sí que era una niña, y ni que decir sobre las travesuras. Se rio para sus adentro todavía motivado por sus ojos. Pero pronto fue a parar sobre sus senos, fijándose en ese bonito conjunto que se había puesto gracias a su amiga Emily a la cual pronto agradecería. Que sabia podía ser la gente aconsejando…

- ¿Qué estás mirando? - ___________ enarcó una ceja.

- A ti.

Ella le sonrió, bajando la mirada y elevando sus brazos para tocarle ambos hombros. Segundos después, sus manos tocaban la ancha espalda de Justin.

- ¿Vas a hacerme el amor o tengo que esperar a que termines de mirarme?

- Que insistente. Me gustas.

- Ya lo sabía.

- ¿No se supone que el creído soy yo?

- Déjame robarte el papel por unos segundos.

- Los que tú quieras, preciosa.


________________ soltó una risita.

- Ven… - le llamó ahora, acariciándole la espalda. Él accedió, acercándose suavemente, mientras su mirada iba volviendo cada vez más oscura e iba perdiéndose en el eco de sus palabras. – bésame, mi amor.

Tragó saliva y miró su rostro de arriba hacia abajo antes de poder besarla. Sus ojos cambiaron de matiz y todos sus músculos se tensaron al poder tocar sus labios con los suyos. Los abrió con cuidado, dejando pasar su lengua con delicadeza dentro de la boca de _________________. Esta le correspondió, mientras sus dedos se pasaban deleitándose sobre la espalda ancha y gruesa de Justin. Lo apretó contra ella, moviendo su boca al mismo ritmo que él. Apretando. Chupando. Acariciando. Mordiendo. Esto era tan malditamente bueno…

De pronto _________________ se detuvo, abriendo los ojos y separándose de la boca de Justin.

- ¿Qué sucede? - preguntó él, un tanto preocupado.

Ella se quedó todavía callada, bastante expectante. En ese momento, el llanto de una niña se escuchó desde la habitación siguiente.

Como dije, siempre tenía los cinco sentidos puestos en su hija.

- Es Elisabeth. – le dijo y de inmediato se escabulló para poder ponerse de pie. Corrió hasta el otro extremo de la cama para llegar a la mesita de noche y coger la camiseta ancha que Justin se había quitado hace unos minutos. Levantó ambos brazos y meneó el cuerpo para que la tela se acoplara a su anatomía, aunque verdaderamente le quedaba bastante ancha. Y de pronto ya no estaba. Había desaparecido de la habitación en menos de un minuto.

Y él se quedó estirado sobre la cama.

_______________ nunca dejaría de sorprenderle. Pero… joder… tenía que ser sincero. Estaba bastante excitado. Con muchísimas ganas de estar con ella. De abrazarla. De tocarla. De juguetear un buen rato. De hablarle. Ahora mismo tenía una erección considerable en sus pantalones que no sabía cómo desaparecer. Bajó la mirada y observó el bulto. Mierda… tenía que acostumbrarse a esto, se repitió una vez más. Podía lograrlo. Es que jamás se vio metido en este tipo de situaciones, en donde el llanto de un bebe diera por terminada su momento junto a su chica.

Se pasó las manos por la cara y soltó aire a medida que iba apaciguándose. Seguramente Eli se dormiría de nuevo y ellos podrían volver a intentarlo…

Segundos después, escuchó a ________________ caminar en dirección a su habitación. Pero no la vio aparecer sola. Traía en brazos a Elisabeth, que tenía los ojos pequeños de haber llorado con ganas hace minutos y también por recibir la luz después de dormir en oscuridad. Su cabello estaba alborotado y en la mano derecha traía una manta rosada. Miró a Justin de inmediato, y él la miró a ella.

- Tiene miedo. - _______________ hizo puchero y Eli se escabulló en su cuello, abrazándole. – ha estado viendo esas caricaturas de monstruos o cosas así.
Justin tragó saliva.

- Que duerma con nosotros. – dijo sin pensárselo.
O tal vez sí lo había pensado… estaba eligiendo a su… a su hija en vez de poder pasar un buen momento con ________________.

- ¿En serio? – los ojos de esta brillaron.

- Sí. – volvió a afirmar. Quitó las sábanas que cubrían su lado. ________________ dio varios hacia él, acercándosele. – ven aquí. – le dijo estirando los brazos y recibiendo a Elisabeth que de inmediato intercedió a estar junto a él. Justin la acomodó a su lado, subiendo las sábanas hacia ambos y tapándola hasta el cuello y él hasta su estómago. Y ella se movió para estar pegada a él. Dentro de su razonamiento no podía caber la idea de que con Justin se sentía tan segura. Desde que lo conocía, le fascinaba que la mantuviera en brazos, cargándola o haciéndola jugar, volar, reírse. Quizá todavía no podía entender por qué sentía esa química tan tierna. Quizá todavía no podía asimilar que era gracias a que se trataba de su padre. Pero para ser honestos, ambos solo necesitaban tiempo para reconocerse.

_________________ apagó las luces de la habitación, haciendo que Elisabeth susurrara un: “Mami…”, bastante asustada por no poder divisar nada y por no tenerla con ella.

- Aquí estoy. – le avisó su madre, que pronto también se acomodó a su lado. Eli quedó entre los dos. – duerme, mi amor. – le dijo besándole la frente. Atrajo las sábanas y se tapó de la misma forma.

- ¿No hay un beso para mí? – preguntó Justin. Dentro de él se sintió como un niño. Y probablemente muchas veces se comportaba como tal.

________________ sonrió.

- Sí. – le dijo y se inclinó para poder besarle una mejilla. Trató de divisar su rostro, que estaba iluminado por la luz que entraba a medias desde la ventana, se agachó y estiró los labios. Cuando esperaba tocar su piel, fue con sus labios con los que se encontró. – hey. – le dijo separándosele de inmediato, con una sonrisa inquieta.

Él relamió sus labios. Arriba y abajo, muy lentamente.

- Ya duerme. – le dijo ella, acomodándose en el otro extremo.

- Tenemos un asunto pendiente, gatita.

- Lo resolveremos mañana. – respondió ___________, acurrucándose.

Justin sonrió. Segundos después notó la respiración de Elisabeth contra su brazo derecho. Un impulso dentro de él se encendió, llevándolo a quitar suavemente el brazo de ahí y abrazar a Elisabeth, con cuidado y sin despertarla. Ambas pieles hicieron contacto. Él abrió un poco más los ojos al sentirla más cerca y notar que su brazo derecho le quedaba grande. Podía rodearla con todo él. Era tan pequeña. Pequeña y preciosa. Asimilar que le pertenecía no había sido una faena dura. Es más, cada día se sentía más cercano a ella y muchas veces hasta le proporcionaba celos o molestias que Elisabeth hiciera cosas que no debía. Propio de un padre como él. Celoso y demasiado protector.

Parte de esos días que había experimentado viviendo con ella y con ______________, le habían hecho entender definitivamente que acostumbrarse a esta nueva vida no iba a ser tan malo. Podía hacerlo. Y en realidad, deseaba hacerlo hasta el último minuto.
Horas después ambos cayeron dormidos.

El pecho de Justin subía y bajaba suavemente envuelto en un sueño profundo. Todavía tenía a Elisabeth abrazada con el brazo derecho y graciosamente ella también había intercedido a posicionar su brazo sobre su padre. Lástima que ninguno de los dos podía notarlo por lo dormidos que se encontraban. Era tan digno de una fotografía.
________________ los observaba desde el otro extremo de la cama. Sus ojos estaban humedecidos, pero se había prometido no llorar más. ¿Por qué hacerlo? Era ahora donde su vida estaba empezando a tomar mucho más sentido y donde todas las cosas por las que había luchado por fin estaban saliendo a la luz. Definitivamente había valido la pena esperar tanto por este momento. Por tenerlos a los dos junto a ella. No había otra cosa que anhelara más que lo que estaba viviendo. Y nadie podría quitársela.

Por ahora… sus días de lucha habían terminado, se dedicaría a descansar y disfrutar de lo que le estaba tocando experimentar. De Justin. De Elisabeth. Su vida. Empezar a preocuparse por ella un poco más. Darse un tiempo. Vivir… sí… eso exactamente, vivir.

jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 79 (parte 1)

Marie se ha ido a Madrid por un buen tiempo y de ella no se sabe mucho desde que se fue. Lo mismo sucede con Travis, que al colgar la llamada no dejó ningún rastro en el que ____________________ pudiera tener al menos una sospecha de donde se encontraba. 

Una semana después, las cosas parecían haber mejorado. Había llegado la calma. Por fin… había llegado la calma. 

- Se ha dormido. – Justin soltó un suspiro. Cansancio era lo que se sentía después de intentar hacer dormir a una niña que lo que menos quería era cerrar los ojos. Pero finalmente lo había logrado.
Ambos habían acomodado el cuarto de Eli en el cuarto de invitados que Justin tenía junto a su habitación. Era cercano, por lo que __________________ no había tenido ningún problema en dejar a su hija dormir ahí. Sin embargo, aún tenía problemas por las noches. En los dos días que llevaban durmiendo ahí, había tenido que levantarse en medio de la madrugada para calmar sus llantos. Y es que siempre habían acostumbrado dormir juntas.

Sí… tres días juntos… por lo pronto, Justin había insistió en que _________________ y Elisabeth se mudasen con él por el tema de Tentation y los problemas que ella tenía con esa mafia. Además de querer tenerlas con él… sobre todo por eso.

- Tu hija no se duerme tan rápido ¿Qué le has dado?

- ¿Tan rápido? He pasado contándole cosas y meciéndola para que duerma, nena. – se sentó sobre el borde de la cama y ya que el calor le consumía, se quitó la camiseta blanca de dormir, para después dejarla tendida sobre la mesita de noche de su lado. - ¿no te incomoda que duerma así, no? – bromeó al mirarla boquiabierta.

_____________ recobró la compostura y se acomodó en la cama. Curiosamente estaba cubierta de pies a cabeza.

- ¿Estás cansado?

- Un poco. – él sacó las sábanas y se metió bajo ellas. - ¿por qué? – preguntó al tenerla al lado.

- Quiero enseñarte algo. – respondió ella en un hilo de voz. Justin frunció el ceño sin entender y esperó gratamente ansioso. Se puso de costado, apoyando su cabeza en una mano. – pero no te rías ¿vale?

- Depende.

- ¡En serio!

- Vale, vale. – dijo riéndose anticipadamente. Pero al ver la mirada fría de _________________ se le pasó de inmediato.

Ella soltó aire y cogió el borde de las sábanas para sacárselas de encima del cuerpo. Poco a poco, iba descubriendo su anatomía envuelta en lencería fina de color negro. Oh… mierda…

- ¿Qué? – ella hundió los hombros.

- ¿Por qué…

- Primero, ¿te gusta?

Por Dios, esa pregunta debía ser ilegal.

Al no escucharlo responder, optó por tomarlo como un “sí”.

- Qué bueno que te guste. – sonrió al verlo ahora a él con la boca semi-abierta y mirando su bonito encaje negro que cubría sus senos. Estaba bastante… bastante sexy. Ese hilo dental cubría su feminidad lo suficientemente poco como para abrir paso a la nada sana imaginación de Justin. Este tragó saliva y respiró entrecortado. Era demasiado poderosa. - ¿Justin?
- Te queda muy bien.

- Gracias, voy a quitármelo.

- ¡¿Qué?! – preguntó él alarmado.

- Vas a despertar a Eli…

- Es que…¿Qué? ¿solo te lo has puesto para enseñármelo y dejarme con las ganas?
Ella no pudo evitar ruborizarse.

- ¿Con las ganas de qué? – preguntó fingiendo inocencia.

- Sabes muy bien de qué, nena.

- Pero has dicho que estabas cansado.

- No para ti.

- Oh… - murmuró ella. Su fingida inocencia se vio convertida en una mujer bastante decidida. Una mujer con muchísimas ganas de él. Se terminó de quitar las sábanas de encima del cuerpo y caminó de rodillas hasta ubicarse sobre el estómago de Justin. Este alzó la mirada. Su cuerpo se tensó al pasar sus ojos por ambos senos y por esas piernas que tenía a ambos lados y que podía tocar. Y a la misma vez, una erección se formó dentro de sus pantalones al sentir el sexo de _____________________, envuelto en ese hilo, chocar contra su estómago. – así que no estás cansado para mí…

- Nunca. – alzó la mirada y pudo notar que __________________ lo miraba con la misma intensidad. - ¿por qué traes esto puesto?

- ¿No te gusta?

- Dios, me encanta, me encantas. – colocó ambas manos tras la espalda desnuda de ___________________ y la atrajo hacia él para poder tener su rostro junto al de ella. – que no se te olvide, me fascinas.

Sus labios se movieron sobre los de ___________________, comiéndosela suave y disfrutando del momento. Amaba tenerla con él después de tanto tiempo. Amaba cada segundo que empezaba a vivir con ella en una nueva vida.

- A Emily se le ocurrió que tal vez te podría gustar que me vista de esta manera. – puso los ojos en blanco. – ya la conoces.

- Tu amiga es muy sabia.

- Al parecer sí. – ambos se miraron y él aprovechó en acomodarle un mechón de cabello que empezaba a caerse.

- ¿Y qué piensas hacer con esto?

- Lo que tú quieras.

- Vaya, eso me excita mucho.

- Justin… - susurró ella en forma de reprensión. Se ruborizó de inmediato y trató de mirar a otra parte.

- Pensé que ya lo sabías, pero parece que todavía no lo tienes muy claro. – le acarició una mejilla y puso el mechón de cabello tras su oreja. Se inclinó un poco y clavó sus dientes en ella, haciéndola gemir suave. – Me. Pones. Muchísimo. – le dijo contra su oído. – y sé que yo también. – agregó, mordiéndose un labio.

- Creído. – ella se separó y pasó ambas manos por el pecho desnudo de Justin, de arriba hacia abajo.

- Dime, ¿me equivoco? Si te has vestido así es porque querías causar algo en mí y definitivamente lo has logrado.

“Y vistiéndote de cualquiera manera, también lo lograrías…”

Ella terminó de frotar sus manos sobre el pecho de Justin y se acomodó como pudo sobre el cuerpo de este. Quedando acostada sobre él, boca arriba. Su bonito culo rozó la poderosa erección de Justin, todavía atrapada en los pantalones. Y este bajó la mirada, bastante expectante. Tensó la mandíbula y colocó ambas manos sobre el vientre plano de _____________________.

De pronto recordó un dato curioso que ella le había comentado hace unos días…

- Así que… dos años sin sexo ¿eh? – susurró contra su oído. – vamos a ver qué puedo hacer al respecto.

Capítulo 78

“Y lo intentamos, oh… cuanto lloramos. Nos hemos perdido, el amor ha muerto. Y lo intentamos, no lo podemos negar… y la magia que teníamos, ahora es una tragedia”You lost me/ Christina Aguilera. 

Tiene las maletas listas y los pasajes de avión esperando sobre la mesa. Pero sabe muy bien, como la canción se lo está diciendo, que él no va a llegar. Que lo han perdido todo. Que lo ha perdido todo. Que el amor se ha ido y que nada de lo que han vivido juntos ha valido la pena.

Sabe también, que está con ella. Lo sabe porque lo conoce y porque supo desde el primer momento en el que lo vio, que iba a ser difícil quitarle a esa mujer de la cabeza. Y ese día podía comprobarlo perfectamente. Justo como Christina Aguilera cantaba, habían perdido la batalla para siempre.
Se desahogaba escuchando música, pues el vuelo no salía hasta mañana a primera hora. Y cuanto deseaba irse de una jodida vez y no verle nunca más, sin embargo, también deseaba verle volver y poder encararle cada cosa que sentía en ese momento. ¿Era necesario? No lo sabía, pero parte de ella se lo ordenaba. Además… había tomado mucho… mucho más de lo que ella acostumbraba. Se embriaga con uno o dos vasitos de vodka con limón. Y esta vez se había acabado la botella entera.

Las llaves giraron en la cerradura. “Justin”, pensó, así que se acomodó en la cama, limpiándose las lágrimas y tratando de parecer normal. Desactivó el ipod y detuvo la canción, en espera de que Justin apareciera.

Pronto pudo escuchar como este entraba a la habitación y se detenía justo en frente de ella.
Al verla tapa de pies a cabeza, no quiso tocarla. Tragó saliva y observó las maletas de su ropa listas en conjunto con la de ella. Esto iba a ser muy difícil de tratar, pero tenía que contárselo. Recordaba además las palabras que ella misma le había dicho cuando habían discutido, que además de su novia, también era su amiga. Una amiga tenía que saber entender esto…

+++

El móvil de ____________________ sonó sobre la encimera de la cocina. Emily también volteó, que cocinaba un par de huevos revueltos en la sartén.

- Dios, ¿Dónde estás? - ________________ contestó el móvil.

- ¿Te importa saberlo? – respondió un Travis grosero y un tanto ebrio.

- Me importa muchísimo, ¿Dónde estás?

- Perdona por llamarte a esta hora, supuse que necesitabas bastante tiempo para pasar con Justin.

- Estás borracho.

- No me jodas _____________________. Eso a ti no te importa.

Emily se giró de nuevo, podía reconocer la voz del mismo hombre que había visto hace unas horas en el despacho de su casa, ahora hablar en la otra línea con ___________________.

- Estoy muy preocupada por ti. – insistió ella, colocándose de pie y dejando la butaca roja vacía. Antes de irse le dedicó una mirada de disculpa a Emily, que asintió pero no pudo evitar ponerse alerta al saber que ________________ hablaba con el tío más bueno que había visto jamás. – en serio lo estoy, por favor dime dónde estás.

- Conozco New York muy bien guapa. No me hace falta que una chica venga a recogerme.

- Con tonterías ahora no Travis, sabes porque preocupo.

- ¿Tentation? Oh nena… A mí Tentation me tiene sin cuidado. Que se jodan. Ningún hijo de puta le convendría meterse conmigo. – tomó de su décima cerveza y dejó la lata vacía sobre la mesa.

________________ soltó un suspiro.

- Deja de tomar, por favor.

- ¿Te preocupas por mí?

- Sabes que sí, maldita sea.

- No lo hagas más, no te necesito.

Ella se quedó callada.

- Estás jodiendo mi vida, _____________________. – susurró él, cerrando los ojos con fuerza y enterrándose en la madera maciza de la mesa. – no puedo creer que todavía no te hayas dado cuenta que estoy enamorado de ti.

+++

Marie se destapó completamente. Su rostro delató que había estado llorando.

- Por fin llegas. – le dijo sarcástica y ladeó la cabeza.

- ¿Estás tomando?

- ¿Qué te importa? - levantó los hombros y se sentó sobre el borde de la cama, intentando recobrar el control. – al menos yo no te escondo nada.

- Yo tampoco.

Ella sonrió bastante herida.

- Entonces dime dónde has estado.

- Primero quiero que entres y te des una ducha, estás muy mal.

- Déjame en paz. – levantó ambos brazos al sentir que Justin trataba de tocarla. – respóndeme primero. ¿Me has engañado de nuevo, verdad?

Sus ojos verdes chocaron con los marrones de Justin por varios segundos en los que no recibió ninguna respuesta de parte de él. Así que se puso de pie, tambaleándose al principio.

- Voy a ir a buscar a esa ramera. – dijo envolviéndose en lágrimas una vez más. Justin también se puso de pie, cogiéndola para que no lograra tocar el piso. – voy a buscarla y te juro que va a escucharme.

- Cálmate por favor. – le rogó él, arropándola una vez más entre su pecho. Le preocupaba sobremanera verla de esa forma.

De pronto no la escuchó hablar más, simplemente escuchó sus sollozos fuertes contra su pecho. El alcohol le había hecho volverse todavía más sensible.

- Marie, perdóname por favor… - susurró, acariciándole la espalda. – maldita sea, eres preciosa, cualquier hombre estaría agradecido por tenerte. Soy yo quien simplemente no puede, pero te juro que daría mi vida por demostrarte que me siempre fuiste importante para mí. – Marie sollozó una vez más con fuerza. Sí, podía sentir con exactitud el momento del adiós cada vez más cerca de ambos. Podía sentir…que esto había sido todo. – preciosa, no te merezco, no te merecí nunca.

+++

- Estás diciendo tonterías.

- Jamás me he enamorado de ninguna mujer.
Porque… ¿Quién coño quiere enamorarse de alguien si al final vas a terminar así? – frunció el ceño y pidió con la mano otra cerveza a la camarera que estaba en una esquina. – cuando te vi, te tuve muchísima ganas, no voy a negarlo. Pero luego supe que Justin estaba detrás de ti y dije… no voy a meterme con la chica de uno de mis mejores amigos. – se quedó callado y ________________ también lo hizo, sin saber cómo reaccionar. – pero luego volví a verte en Paris y mierda… me gustaste todavía más… ¿lo comprendes? Me encantas…

- Basta por favor, no sabes lo que dices, estás ebrio y…

- He querido decirte esto desde hace tanto. Pero ¡mierda! Siempre estaba Justin primero en todos tus jodidos planes que nunca tuve tiempo para decírtelo. – gritó y recibió la cerveza. – te lo he dado todo y ni siquiera eso fue suficiente.

- No digas eso. – de pronto sintió tener un nudo grande en la garganta. Uno que ni siquiera le permitía respirar. Sus palabras se habían acumulado y se habían vuelto unas infinitas ganas por llorar. No podía creer lo que le decía.

- Te quiero tanto…

- Eres muy importante para mí, Travis, por favor…

- Lo siento _________________. De verdad, juro que esto me está jodiendo más a mí que a ti, porque dejarte es la peor tortura. – se detuvo y pensó… pensó detenidamente en cada momento que ambos habían pasado juntos. – ya lo tienes a él ¿para qué me necesitarías a mí? – enarcó una ceja. Era la frase más dura que había dicho jamás.

- Porque te quiero, porque te necesito conmigo. Elisabeth también te necesita. No puedes solo irte y desaparecer Travis, por favor, también te quiero… te lo juro que sí.

- No como yo quisiera. Pero está bien, Peterson, está bien. Tengo que entender que no eres para mí. – abrió la lata de cerveza con los dedos y tomó rápido, ingiriendo sus propias lágrimas. Él no podía llorar por nadie. Por nada ni por nadie.

- No te vayas. – rogó ella una vez más. Podía jurar que se encontraba en lágrimas.

- Ya no me necesitas.

Y colgó, apagando el móvil y desapareciéndolo en la oscuridad de sus bolsillos de la cazadora. Pidió otra cerveza y otra más, minutos después. Solo deseaba perderse y olvidarle por un tiempo. Tal vez como Marie, que también deseaba perderse y olvidar a Justin para siempre. Aunque todavía, les costaría a ambos asimilar todo lo que había sucedido.

Capítulo 77

Emily cargó a Eli en sus brazos al escuchar la puerta sonar por tercera vez. La pequeña subió la mirada mirándola bastante fascinada y a la vez cómoda por su presencia. A decir verdad, habían resultado bastante compatibles y tanto ninguna como la otra tenían problema en pasar tiempo juntas. 

Miró por el rabillo del ojo y sin poder captar mucho, abrió la puerta. 

Y sus ojos también se abrieron lo suficiente como para delatar su impresión. Pero ni siquiera ella misma se daba cuenta de lo que hacía. Era incapaz de reaccionar ante lo que sus ojos registraban.

- ¿Aquí se queda _______________ Peterson? – preguntó Travis. Traía dos cajas grandes sobre los brazos, así que tuvo que ladear la cabeza para poder mirar a Emily.

Esta tragó saliva y acomodó a Elisabeth sobre ella, que reaccionó estirando los brazos al reconocer a Travis.

- Sí. – logró pronunciar ella. La garganta se le secó y lo siguiente que pudo ver fue a ese Dios griego que había llegado a las puertas de su casa, dejar las cajas en el suelo y robarse a Elisabeth de sus brazos.
Tardó un poco en volver al mundo real. Pero es que el mundo real también tenía al mismo hombre que sus fantasías. Por Dios, era guapísimo. Sus músculos estaban tensos por sostener a Elisabeth con él. Se fijó en su espalda ancha, sus gruesos pómulos, en su piel, en su boca, en sus tatuajes, en sus ojos, en la manera en la que jugaba tan a gusto con Eli…

- ¿Y tú quién eres? – ahora fue él quien la inspeccionó sin disimulo alguno, por supuesto.

- Emily… Emily Prescot. – respondió ella, acomodándose los shorts de pijama que traían osos de colores. – soy amiga de _________________.

- Mnh. – respondió él un tanto desinteresado.

- ¿Y tú? – Emily enarcó una ceja, colocándose ambas manos sobre las caderas.

- Que te responda ella. – se estiró y le entregó a Elisabeth en sus brazos otra vez. Poco después, tenía de nuevo las cajas que había traído sobre los brazos. - ___________________ me ha pedido que deje esto en tu casa.

Emily se quedó pensativa.

- Creo que debería llamarla antes para…

- No lo pienses tanto, nena. – frunció el ceño y hundió los hombros. – soy de los buenos.

Sus ojos azules la miraron. Se sentía bastante seguro de lo que hacía como casi siempre y digamos que parte de esa seguridad también le proporcionaba un aire sexy. Y ahora, más que nunca deseaba serlo. Deseaba que ella lo viera de esa forma.

- Pasa. – le dijo ella, rindiéndose. Se hizo para atrás y con una mano abrió un poco más la puerta. Travis se movió hacia dentro, rozando de casualidad su hombro con el de ella. Emily se quedó petrificada, joder… ¿Cómo es que tenía un poder tan grande sobre ella? Había sido una corriente jamás experimentada. Esperó a que Travis siguiera caminando, y al así hacerlo, enmudeció al notar su olor en medio del ambiente. Tenía una fragancia bastante varonil y perturbadora. Su respiración se entrecortó al saber que estaba detrás de ella posicionando las cajas sobre el suelo. Cerró la puerta e intentó relajarse.

- Bonito departamento. – dijo él bastante tranquilo. Dejó ambas cajas sobre el suelo y tomó asiento frescamente sobre uno de los muebles del departamento.

- Gracias. – ahora ella fue quién se volteó. - ¿te vas a quedar mucho tiempo?

Él hundió el rostro.

- ¿Por qué?

- Quería tomar una ducha. – tragó saliva.

- Hazlo. – él se puso de pie, quitándole a Eli una vez más de los brazos. Y esta vez no pudo evitar mirarle la boca al acercársele. Tenía que reconocer que la amiga de ______________ estaba realmente buena. Tenía un corte bastante gracioso y unos ojos verdes que le erizaban la piel. No sabía porque se estaba fijando en su mirada, solo sabía que sus ojos habían sido lo primero que le había llamado la atención. – yo me encargo de ella. – dijo volteándose y distrayéndose con Elisabeth
Emily asintió una vez más aturdida e intimidada. Al poder estar de nuevo con los cincos sentidos puestos, caminó en dirección a su habitación.

Y él la miraba desde atrás. Sus ojos recorrieron cada centímetro de ella, asimilándolo y guardándolo en su memoria. Sí, era realmente guapa y estaba más buena de lo que había pensado en un principio. El pijama de osos le hacía dulce, pero esas piernas delataban lo madura que ya era. Bastante mujer. Bastante provocativa. Bastante ardiente. Y su cabello que caía sobre ambos hombros, y sus ojos… verdes encendidos. Y ese bonito cu.lo que estaba observando en ese momento…

Solo el ruido de la puerta de la habitación de Emily cerrarse, pudo devolverlo al mundo real y a pensar un poco más con la cabeza.

- Está bastante buena. – le dijo a Eli, que sonreía sin motivo alguno frente a sus ojos. - ¿la conoces? – Eli asintió, cogiendo el ritmo de sus palabras y entendiendo algunas. Sus coletas castañas se movieron en el aire al asentir. – y bueno tú, ¿me has extrañado, verdad? – hundió sus labios en el cuello de Elisabeth, haciéndole cosquillas y llevándola a reírse a carcajadas. Cuanto le hacía recordar a __________________ cuando reía de esa manera. La imagen se asemejaba bastante. Y verdaderamente… lo llenaba muchísimo poder recordarla…

Se quedó jugando con Eli un buen rato, mientras escuchaba bastante inquieto el sonido del agua caer. Sonrió una vez más al acordarse de Emily y su actitud tímida ante él. Así se comportaban casi todas las mujeres al verle, era algo tan mecánico. La única mujer que no había reaccionado así al conocerle era _____________________. Una razón más de porque le ponía y le gustaba tanto. Pero ese día, sin saber por qué, pensó en Emily como algo atractivo. Le había inquietado bastante su inocencia reflejada en cada mirada que le había dado. Su pureza. La forma en la que se quedaba quieta por su proximidad. Entonces… ¿también le iban las inocentes? Frunció el ceño y negó el mismo con la cabeza al formularse esa pregunta. ¿En qué coño estaba pensando?

De pronto el sonido de la puerta del departamento retumbó en sus oídos. Fue hasta ella, con Eli en brazos y la abrió rápido.

__________________ estaba parada frente a él. A diferencia de las otras veces que la había visto, hoy notaba en ella una felicidad absoluta. Una que nadie podría quitarle.

- Por fin apareces. – le reprendió él.

- Como ves estoy muy bien. – respondió _________________, sonriendo ampliamente al ver a su hija en brazos de Travis. - ¿me la das? – estiró ambos brazos y cogió a Eli, arropándola. La pequeña no tuvo ningún problema en movilizarse.

- Empezaba a preocuparme.

- No tienes por qué. – le brindó un beso en la mejilla a Elisabeth.

- ¿Dónde has estado?

Ella se quedó callada.

- Elisabeth tiene alguien a quién conocer. – una sonrisa más le adornó el rostro al terminar esa frase. Él se quedó petrificado al escucharla y sus nervios aumentaron más al ver la silueta de un hombre tras ella.

La silueta de Justin.


Narra Justin: 

Me quedo callado, observando a los lejos como ___________________ habla con Travis con una tranquilidad absoluta. Ambos me miran y yo finjo estar sosegado desde el ángulo en el que estoy viendo todo. 

No quiero hablar, ni quiero reaccionar de una manera equivocado ahora cuando las cosas están mejor que nunca. Pero juro, que sino fuera por ella, estaría arruinando este momento como tantas veces lo he hecho.

Mi mente se nubla al bajar la mirada y fijarme en la niña que trae Travis cargada en los brazos. Y no solo mi mente, sino todo mi interior. Todo en mí se vuelve vulnerable y mis ojos ahora solo se fijan en ella. La observo detenidamente, analizándola. Es tan pequeña… tan bonita, de verdad lo es… su inocencia conmueve todo dentro de mí. Y de pronto soy yo quien se siente pequeño. Quien se siente debilitado por todo lo significa esa pequeña niña para mí. Frunzo el ceño, aturdido. Muy aturdido. Muy debilitado. ¿Cómo alguien que ni siquiera conozco puede ponerme así? Es tan poderosa.

Travis estira los brazos y se la entrega a ______________________. Puedo notar celos en todo el semblante de él. Está bastante cabreado y dudo varios segundos en si debo intervenir o no. Pero recuerdo brevemente las palabras de ______________ en mi cabeza: “Déjame esto a mí” y respiro, tragándome todos los impulsos. Además solo están hablando… yo a él tengo que decirle muchas cosas, pero no siento que este sea el mejor momento.
Entonces lo veo endurecer la mandíbula y mirarme. No dudo ni un segundo en devolverle la mirada. Puedo percibir perfectamente lo jodido que está. Y lo siento mucho Travis, de verdad lo siento, este no es un tema personal, pero ella es mi chica. Ambas son mías. Y aunque intento aplacar la mirada, la suya es bastante helada. La suya es bastante directa. No baja la guardia y supongo que está sintiendo lo mismo que yo sentí hace dos años atrás. Que se lo están quitando todo sin motivo alguno. Aunque juro, que nunca planeé que podría vengarme, no es algo que hubiera querido hacer. Simplemente llegó.
_____________________ continúa hablándole.

- Por favor, solo has esto por mí. – le suplica. Por fin puedo escuchar claramente las palabras que ella le está diciendo. – no vas a dejar de verla Travis, Elisabeth también te quiere.

Frunzo el ceño. No puedo evitar sentirme celoso por lo que le dice.

- Olvídalo. – farfulla él y sin dejar de mirarme, camina hasta mi dirección, con bastantes ganas de desquitarse conmigo. Pero mágicamente, cambia el rumbo y se encima hasta las escaleras del edifico, desapareciendo minutos después.

Ahora mismo el silencio gobierna entre los tres… sí… los tres.

___________________ me mira. Suelta un suspiro y nuestras miradas se encuentran sin decirnos nada. Una mirada llena de aliento, una mirada de alivio. Está bastante herida por haber discutido con Travis y solo en este momento puedo razonar y darme cuenta de lo que significa para ella. Me lo ha explicado bastantes veces, pero nunca sé entender hasta verlo. Lo quiere como un amigo y la idea me reconforta.

- Ven. – me llama en un hilo de voz. Yo asiento, pero mi cuerpo no se mueve. Me he quedado aturdido en el mismo lugar y mirándoles a los dos.

Lentamente me acerco. Y cada paso que va desapareciendo, hace la distancia más satisfactoria. Y de pronto ya no hay nada… ningún centímetro… estoy frente a ___________________, que carga en brazos a una niña muy… muy parecida a ella pero también a mí.

Mi garganta se seca. El pensamiento hace que se me erice la piel. Dios… esa niña tiene mis ojos. Nunca he visto algo tan igual. Está acurrucada en el cuello de _________________, como si tuviera miedo de hablarme. Y pensándolo bien, yo también estaría así si fuera un niño.

Me quedo sin poder hacer nada y ella también.

- Mi amor. – le llama ______________________. Intenta ponerla de mejor humor y sacarla de entre su cuello. – hay alguien aquí que quiere conocerte, preciosa.

“Preciosa”… y vaya que lo es.

- Eso es. – le anima, ahora que se ha inclinado y se ha atrevido a mirarme. Está bastante avergonzada. Tímida. Dios… y yo también lo estoy, joder. - ¿quieres cargarla? – me pregunta. Abro más los ojos ahora que puedo reaccionar.

- No sé… yo… no sé si ella quiera que…

- Vamos, cárgala. – me sonríe. Su sonrisa me alivia. Asiento y estiro los brazos hacia Elisabeth. Mágicamente ella se deja. Y la sostengo, hago un pequeño esfuerzo por tensar mis brazos y la acurruco entre ellos. Es liviana. Y su olor es encantador. Es dulce. Bastante dulce. Su cabello toca mi rostro y lo acaricia. La veo de cerca, se parece a ____________________ lo suficiente como para recordarla en cada mueca que hace. Se le parece tanto que me hace soñar.

Y ella nos mira desde su ángulo, sé que está a punto de llorar y es muy probable que yo también. Juro no saber lo que siento, solo estoy dejando pasar el momento y disfrutándolo como debí haberlo hecho desde hace dos años.

Elisabeth me mira. Sus ojos tocan los míos y nuestras miradas se abrazan. Vaya… sí, en realidad es preciosa, es guapísima. Se me eriza la piel al sentir sus manitos tocar mis brazos gruesos. Se detiene pasando los dedos sobre uno de mis tatuajes en el brazo izquierdo. Se queda bastante maravillada al verlos, y los toca más, buscándoles forma y tratando de entenderlos. Algo dentro de mí se forma en un impulso, queriendo explicarle porque me hice esos tatuajes hace años. Y quiero decírselo todo. Parte de mí se enternece por tenerla conmigo. Es adorable. Es preciosa. Supongo que al mirarme como lo está haciendo, es su forma de aceptar a su jodido y problemático padre. No sé exactamente si yo también lo estoy haciendo, solo sé que tenerla en mis brazos me hace sentir en un paraíso extenso y sin ninguna preocupación a mi lado. Que tenerla es más o menos así como navidad para un niño. Que sentirla aquí, aquí conmigo… me hace sentir demasiado afortunado, tanto que pongo en duda si de verdad lo merezco.
_____________________ solloza y yo subo la mirada, me acerco a ella a pasos lentos con Elisabeth conmigo haciendo que deje de sollozar.

- Es preciosa. – digo y me acerco hasta sus labios para poder besárselos. ___________________ me acaricia la nuca con los dedos de su mano, mientras mi boca se come la suya suavemente.

Y al soltarla, siento que Elisabeth me mira de nuevo. No sé cómo interpretar su mirada… pero es como si tratara de transmitirme alguna molestia y oh… claro… es que acabo de besar a su madre en los labios. Me reprendo a mí mismo. Tengo que acostumbrarme a esto.

- Voy a dejarlos solos ¿sí? necesito decirle algunas cosas a Emily.

Elisabeth estira los brazos en dirección a su madre cuando la siente alejarse y un sollozo agudo sale de ella.

- Dame un minuto, mi amor.

Vuelve a decirle tranquilizándola.

Escucharle llamarle así me provoca celos… celos estúpidos, pero básicamente celos. Pronto se me pasan cuando __________________ se me acerca y vuelve a besarme en la boca.

- Ya vuelvo. – nos dice a los dos, pero especialmente a ella, que ha recobrado el control pero todavía sigue indispuesta a quedarse sola conmigo.
_________________ abre la puerta del departamento y entra echándonos una última mirada. Después de eso, desaparece completamente y puedo escuchar sus pasos desapareciendo cada segundos más. Se ha ido. Y en cambio me he quedado yo junto a una niña de dos años que me mira a los ojos, como si tratara de entender porque nos parecemos tanto.

- Hola. – le saludo. Ha nacido de mí y es que…
sinceramente no sé qué otra cosa decirle. Ella parece entenderme, pero ladea la cabeza y finalmente baja la mirada para distraerse con mis tatuajes. - ¿te gustan? – le pregunto enarcando una ceja. Sin embargo algo dentro de mí se enciende y me hace pensar que jamás le dejaría hacerse uno. No sé por qué, solo lo pienso. Elisabeth asiente con la cabeza y su cabello se mueve, enredado en dos coletas. El hecho de que haya asentido me hace sonreír. Bajo también la mirada y la observo una vez más con detenimiento. - ¿Cuál te gusta más? – pregunto entusiasmado.

Sus pequeños dedos bajan hasta la altura del búho que me tatué a los dieciocho.

- Es un búho. – le digo y al subir la mirada, mi nariz toca su frente y su cabello. Huele bien. Huele demasiado bien. Mojo mis labios y no soy muy consciente de lo que voy a hacer en ese momento. Pero el hecho de sentirla lo suficientemente cerca me hace estirar los labios y besar su frente.

Ella espera a que me despegue y al saber que he terminado de besarla, me vuelve a mirar directamente a los ojos. Y lo recalco, es preciosa. Se le parece tanto…

- Te pareces muchísimo a tu mamá. – digo y ella hace una mueca con la boca. - ¿lo sabías? – la meso entre mis brazos y ella suelta una sonrisa pequeña. Oh… así funciona esto... la meso en mis brazos con más velocidad y ella termina por reír fuerte y sostenerse de mi cuello. – tranquila. – susurro teniéndola cerca una vez más. Mi mano derecha toca su pequeña espalda y la abrazo suavemente.
Sonríe todavía sosteniéndose de mi cuello. Una risa pequeña y aguda que me hace sonreír a mí también. No lo estoy haciendo tan mal después de todo. Pero supongo que no es el mejor momento para decirle que soy… que soy su padre. Que nos hemos separado dos años y que he tenido que superar millones de cosas para poder estar aquí con ella. No lo entendería, y es mejor así, supongo que dentro de mí el antiguo Justin también piensa que es mejor así.

Segundos después, su mano derecha toca mi mejilla del mismo lado. La siento abrir sus dedos y acariciarme suave. Me quedo quieto. Esto no me ha pasado nunca. Nunca he visto a una niña ni he llegado tan lejos con una. Tiene que ser por algo… sí… definitivamente no he sido el único que ha sentido tanta química entre los dos.

Sin embargo, solo hay una cosa que pido esta noche, ojalá en algún momento me llegues a querer tanto como has querido a ________________ durante los dos últimos años. Lamento no poder haber estado contigo, créeme, hubiera dado mi vida por verte crecer o al menos saber que existías. Eso ya te lo explicaré luego, por ahora, solo deseo que me quieras tanto como quieres a __________________. Por ese lado, no dudes en que yo voy a quererte de la misma manera, mi amor.


lunes, 17 de junio de 2013

Capitulo 76

Siento su respiración caliente y acogedora sobre la mía. Ahora soy yo quien se inclina y le besa los labios, pero esta vez no me abstengo de hacer el beso más largo y profundo. Intenso. Ella mueve sus labios sobre los míos lentamente y yo le sigo el paso y más… hasta morder uno de ellos y estirárselo. 

__________________ sonríe. Se ve preciosa. Esto es precioso… esto es lo mejor que me ha pasado en la vida y por fin puedo darme cuenta. Pero no es tarde, no… claro que no lo es, todavía puedo demostrárselo.
Después de observar su preciosa sonrisa, mis manos se encargan de tocarle la espalda lentamente pero a la vez intercediendo en partes que ya extrañaba tocar. Lento, llegan hasta sus caderas y segundos después de ubican en ambos muslos, cargándola y colocando ambas piernas en ambos lados de mi cuerpo. ___________________ me aprieta el cuello y nuestras bocas se unen más intensamente. Intento respirar… pero sinceramente eso es lo que menos me importa en ese momento, tengo a la mujer de mi vida en mis brazos y solo estoy pensando en hacerle el amor.

Abro los ojos y la veo con los suyos cerrados y moviendo sus labios desesperada ante los míos. Comiéndome la boca completamente gustosa. La imagen me caliente. Por Dios. Esto es demasiado para cualquier hombre. Además, el sonido de su respiración entrecortada y sus jadeos suaves me hacen tensar. Estoy excitado. Y solo ella puede ponerme tanto.
Me abraza aún más fuerte el cuello y ambos pechos tocan mi torso. Algo en mí se impulsa a que deje de besarla y baje la cabeza en dirección a esa imagen que tanto deseo ver. Mi garganta se seca al acurrucarme entre el olor de su piel. Toco su cuello con ambos labios y se lo beso suavemente, dejando pequeños sonidos al terminar. ___________________ sonríe al principio, pero aquellas sonrisas terminan convertidas en gemidos que me aturden y solo aumentan el nivel de mi erección. Entonces levanto la mirada y por fin puedo ubicar sus ojos, están ardiendo, casi iguales pero no tanto como los míos. Es poderosa y definitivamente puedo conmigo. Por unos segundos nos quedamos petrificados, mirándonos el uno al otro… es un momento largo, delicioso… tan sensual… y ella lo concluye. Aprieta mi cuello con sus manos y me besa la boca una vez más. Un gemido grave sale de mi garganta sin que yo lo haya previsto. ________________ sonríe, sabes que estoy tan excitado como una bestia y le gusta la idea de tenerme en sus manos. Conozco tan bien a esta mujer. Me pone… me tiene duro… y lo sabe tan bien… entonces es mi turno, camino a pasos rápido hasta ubicar el borde de su cama y la tumbo sobre ella.
Mis ojos se centran en ____________________. En esa mujer que está riendo en medio de esa pequeña cama. Y es preciosa. Y también tengo ganas de hacérselo, pero también tengo ganas de observarla ahí… riéndose… y estando feliz… estando feliz conmigo. Pero… ¿por qué no puedo hacer ambas?
Me mojo los labios y puedo observar de reojo como __________________ sigue el camino de mi lengua sobre mis labios cuando lo hago. Me pone tan duro saber que lo hace. Pero desisto, todavía no es el momento.

Entonces mi dedos desenredan sus converse, una por una y sin dejar de mirar a __________________, que parece más bien una niña juguetona. Sonrío sin saber por qué y retiro ambas converse de sus pies.

Continuó con ambas medias hasta dejarla sin nada. Mis manos saltan y acarician sus piernas desde el borde sus tobillos, subiendo suave y acariciando profundo. Y es el recorrido más exquisito que he hecho en toda mi vida. Trago saliva al observar su vientre plano moverse debido a su respiración agitada. Desabrocho sus pantalones y bajo la cremallera con sumo cuidado y delicadeza. Y es en ese momento donde un frío abraza mi corazón, me hace cerrar los ojos con fuera pero ___________________ no puede notarlo. Y ni siquiera sé por qué motivo me estoy sintiendo así al mirar su vientre. O tal vez sí… tal vez sí sé perfectamente que me sucede. Estiro los labios y beso su vientre una y otra vez, acariciándolo con la punta de mi nariz y produciéndole gemidos largos y graves.

La desnudo completamente. Primero sus pantalones y después la blusa que traía puesta. La miro desde mi ángulo… joder… no puedo evitar morderme un labio al verla. Tiene el cabello alborotado y las mejillas coloradas. Algo dentro de mí se derrite.

- Ven. – me llama y estira su brazo derecho, descubriendo sus pechos. Trago saliva.

Al escucharla, asiento desesperado y me quito la camiseta rápidamente.

- Quiero desnudarte yo. – me dice y sus ojos dulces miran los míos. Se sienta sobre la cama y camina de rodillas hasta el borde ella, encontrándome. Me quedo sin aliento. Es una Diosa y es toda para mí. Endurezco la mandíbula al sentir sus manos sobre mi pecho ahora desnudo. El tacto de sus dedos es maravilloso. Bajo la mirada y la observo tocarme y a la misma vez, diviso sus senos redondos moverse al mismo tiempo que ella mueve sus manos. – también te amo. – me responde y sus dedos siguen un camino celestial hasta mi cuello, enredándolo y alcanzando mis labios. – te amé desde la primera vez que te vi. – suavemente me besa, abriendo la boca lo suficiente como para dar paso a mi lengua húmeda que esperaba la suya con ansias. Sus palabras resuenan en mi cabeza al sentir que me está besando. Y… Dios… la quiero tanto. Mientras lo hace, puedo escucharla susurra varias palabras. Pero estoy perdido… anonadado, en mi paraíso, en mi mundo junto a ella.

- Eres mía. – susurro y me despego de sus labios para poder respirar. No sé por qué he dicho lo que he dicho, pero __________________ sonríe y enreda sus dedos en mi cabello.

- Tuya.

- Solo mía. – vuelvo a decir.
____________________ me mira enternecida, pero algo en su mirada cambia de tonalidad y se asemeja a la mía.

- ¿Sabes? – acaricia mi pecho de arriba hacia abajo, mientras sus senos se mueven en conjunto. Esto es malditamente excitante. – tengo hambre. – levanta la mirada y mis ojos se abren.

- ¿De qué? – pregunto con inocencia.

- De ti. – se muerde un labio y no puedo evitar tragar saliva. Mis músculos se tensan. Pero cuando ella pone sus manos sobre mis caderas, es cuando todo mi cuerpo se debilita y se queda completamente indefenso. Bajo la mirada… ¿va a hacer lo que estoy pensando? Joder, los pensamientos que estoy teniendo no son dignos de nada. Estoy duro… demasiado como para poder pensar en algo razonable. Y _________________ contribuye a mis fantasías cuando sus dedos desabrochan mis pantalones y bajan la cremallera de estos con sumo cuidado. Dios… la imagen me pone muchísimo. Quiero detenerla y follarle esa boquita con la que pronto va a follarme a mí. El pensamiento me aturde y mi erección crece rotundamente dentro de mis pantalones hasta hacerme daño. La siento palpitar fuerte, así que aprieto ambos puños para abstenerme de cualquier impulso mientras ___________________ hace lo suyo.

Segundos después, siento mis pantalones caer. Tengo los ojos cerrados y puedo percibir el tibio aliento de ______________________ sobre mis (LA VE). De pronto también puedo sentir sus labios ahí. Besándome y enloqueciéndome más. Cierro los ojos con fuerza. Me he quedado en bóxer y no sé cuánto tiempo pueda aguantar estar con ellos, teniendo a _______________ al frente de mí. Y sus dedos tocan los bordes de mi bóxer, los estira y baja lentamente, produciéndome inmensas ganas de ser yo quién acabe con eso. El tacto de la tela del bóxer me excita, estoy siendo vulnerable ante cualquier toque… pero solo quiero el suyo… apretándome y teniéndome como tanto le gusta. Entonces estoy desnudo frente a ella. Clavo la mirada en sus ojos, que arropan los míos con la misma intensidad.

- ¿Qué vas a hacer? – logro preguntar. – porque te juro que no puedo aguantar mucho contigo al frente. – bajo una de mis manos e intento advertirle sobre lo que pienso hacer.

- Hey. – me dice y entrelaza su mano con la mía. Quiero gritar. – déjame a mí. – me sonríe. Nuestros dedos se entrelazan como pieza perdida en un rompecabezas y al hacer contacto volvemos a mirarnos. Es tan sublime que no puedo evitar sonreír. En medio de tanta lujuria, solo ella podría hacerme soltar una sonrisa. – voy a encargarme de esto. – dice una vez más y suelta mi mano.

Me doy cuenta que no debo interferir más. La dejo y cierro los ojos para poder sentir cada sensación al máximo. Mi cuerpo se tensa una vez más… y cuando siento que no puede ser mejor, ___________________ me besa el glande con delicadeza. Está duro y ella acaba de sentirlo.

- Mnh… - murmura pero no puedo observar su rostro al hacerlo. Estoy tan tenso y desesperado que podría desfallecer en cualquier momento. – relájate. – me susurra.

Intento de verdad hacerlo… pero no puedo, sinceramente no puedo. Vuelvo a tensarme y esta vez decido colocar ambas manos entre su cabello y enredar mis dedos ahí. Siento mover su cabeza y al hacerlo son varios los segundos en los que me quedo sin aire. Abro la boca en una perfecta “o” y un gemido grande y grueso sale de mi garganta.
___________________ está succionando con fuerza y el impacto me ha hecho querer gritar.

- Oh… Dios, nena… - gimo aturdido. Cierro una vez más los ojos e intento respirar.
___________________ vuelve a apretarme fuerte y a succionar utilizando su deliciosa lengua. La enreda entre mi polla y juega con ella totalmente gustosa. - ¡Dios! – grito una vez más. Entonces abro los ojos y la miro moverse debajo de mí con rapidez. Sacando y metiendo mi polla rápidamente. Aprieto su cabeza y la apoyo con el movimiento, arqueando las caderas y entregándole más. - ¡Sí! – grito desesperado. Todo mi cuerpo está vulnerable y solo me provoca gritar, gritar y gritar. Quiero soltarlo todo. Quiero entregárselo todo. – sigue… - digo con los dientes apretados y con la voz grave. Y ___________________ no se detiene. Lo hace aún más rápido. Su boca se mueve arropando mi polla con delicadeza. Estoy a punto de caer por su rapidez. Sabe tan bien qué punto tocar. Estoy tan duro… estoy perdido… tan perdido… todo mi cuerpo se tensa al sentir la proximidad del orgasmo. Voy a correrme en su boca. Sí… voy a correrme en su preciosa boca. Ella también lo sabe. Nos miramos en medio del acto y sus ojos lujuriosos y encendidos me conceden el beneficio de la duda. Y sé que no tiene ningún problema. ____________________ es capaz de hacer las locuras más grandes conmigo y eso solo hace que me enamore más de ella. Es única… es perfecta.
Entonces cierro los ojos… mi cuerpo se desprende y toda la excitación, adrenalina y amor se unen en un solo momento. Me estoy corriendo en su boca.


Hago la cabeza para atrás y suelto un respingo largo y abrazador. ________________ se relame los labios y mientras lo hace empujo su cuerpo sobre la cama. Sigo desesperado. Aún después de haberme corrido siento la necesidad de meterme en su cuerpo.

___________________ está tendida y puedo observar en la comisura de sus labios los restos de mi orgasmo. Verla lamiéndose me excita de una manera de
scomunal. Me acuesto sobre ella sin aplastarla y acaricio su entrada con la punta de mi erección.
__________________ sube sus dedos hasta mi espalda, la toca, la acaricia, hunde sus dedos en ella y termina posicionando ambas manos sobre mis hombros.

- ¿Por qué te quiero tanto? – pregunto al observarla debajo de mí. Mis labios se unen y le besan lento.

Debajo mi erección ha crecido un poco más.

- ¿Por qué te quiero tanto yo a ti? –responde en otra pregunta y baja sus dedos desde mi espalda hasta mi culo. Llega hasta mis nalgas y las acaricia sin temor. Sonrío ante lo que está haciendo y ante lo que acababa de decirme. Me doy cuenta de que me fascina que me lo diga siempre.

Sus piernas se entrelazan en mi cintura y eso me da paso a conseguir una mejor posición para poder meterme en su cuerpo. Bajo la mirada y parte de mí quiere que ________________ también observe esto. Mi erección se clava en su húmeda entrada.

- Ábrelas más. – le indico y ________________ estira un poco más ambas piernas a ambos costados. – así… - relamo mis labios al observar hacia abajo. La escena empapa mis ojos de lujuria.

- ¿Más? – pregunta inocente y aquello me excita mucho más. Niego con la cabeza y me inclino para pasar mi lengua por sus pechos. La punta de estos se encienden al sentir la humedad de mi tacto sobre ellos. Sus pezones están erectos. Muerdo uno de ellos y la siento retorcerse bajo mi cuerpo.

- Eres preciosa. – muerdo y estiro.

_____________________ arquea el cuerpo, gimiendo desesperada. – eres preciosa… - vuelvo a decirle y es que verdaderamente lo es. Me quedo embelesado al mirarla. Se lo podría decir todos los días de mi vida y nunca me cansaría. – quiero que mires esto. – le digo. – quiero que quede en tu memoria para toda la vida. - ____________________ asiente, todavía aturdida y tal vez sin entender a lo que me refiero. – mira, gatita. Obsérvalo todo. – le digo segundos antes de introducirme en su cuerpo. Al hacerlo, ____________________ arquea las caderas, sugiriéndome más.

Penetro con delicadeza al principio, entrando suave y saliendo a la misma velocidad. Mi erección siente el apretón y siento que deseo uno más… y otro y otro… así que vuelvo a meterme en ella suave, dejándola respirar y gemir con tranquilidad. Pero en la tercera embestida hago que todo se vuelva más salvaje. La follo con fuerza, apretando sus muslos contra mis caderas. _____________________ grita desesperada y apoya la cabeza hacia atrás. Sus ojos se cierran al estirar el cuello y yo aprovecho en mordérselo.

- Mira. – vuelvo a pedirle con los dientes apretados. Mis caderas se mueven. Saliendo y entrando de ella con suma rapidez. – quiero que lo veas todo, ______________________. – le digo grave. Ella asiente pero todavía sigue sin poder responderme del todo. – Dios… - gimo y saco mi polla de su interior para arroparla con mis manos. ___________________ gruñe en desacuerdo y baja por fin la mirada. La mía también está en la misma dirección. Ambos estamos viendo lo mismo y no hay nada más excitante que esto.

Aprieto mi polla con ambas manos y la mueve sobre la entrada de ____________________. Rozándola en todo su monte de Venus y llegando a tocarle el clítoris. La mueve lento, dejando huella con cada gemido que ella va dando. Su boca se abre, necesito oírla gritar, y sé que lo que está a punto de ver la va a hacer perder el control.

Introduzco mi erección en ella, soltándola de a pocos, pero esta vez completamente en ella. Cada centímetro se introduce, cada centímetro va desapareciendo de mis manos y se va posicionando en ________________________. Cada centímetro la está follando totalmente esta vez. Elevo mis ojos hacia los de ella, la veo abrir la boca aún más y gritar alto y duro. Sus ojos se humedecen al mirar lo mismo que yo. Está aguantando tanto tenerme en mi totalidad en todo su cuerpo. La veo retorcerse a la misma vez que me aprieta la espalda. Así que antes de que pueda hacerla correr en ese momento, me retiro de su cuerpo para poder repetir el proceso una vez más.

_______________________ grita mi nombre, aliviada. Pero todavía tengo más para ti, gatita.
Vuelvo a penetrarla totalmente. Toda mi polla dura se ha introducido en sus entrañas y sus uñas se han impregnado en mi espalda. Me rasguña. Me rasguña fuerte. Está enloquecida. Está perdida por mí y eso me encanta. Suavemente le beso la frente y solo al hacerlo, puedo escuchar un sollozo proveniente de ella. Abro los ojos y me detengo en seco.

- ¿Estás bien? – pregunto aturdido por la preocupación. Joder… no puede ser que no me haya dado cuenta que está llorando. Cuando puedo mirarla, su rostro está cubierto por dos lágrimas que le cubren ambas mejillas. Son recientes. - ¿te he hecho daño? – trago saliva. Por Dios… soy una bestia.

- No. – niega con la cabeza y me acaricia la espalda. La siento arder. – pero creo que yo sí a ti. – me mira inocente y a la vez arrepentida. Se restriega la nariz y me sonríe.

- Está bien, no me duele. – miento. - ¿por qué llorabas? – frunzo el ceño.

- Porque estoy contigo. – sonríe y sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Me mira enternecida. Solo en ese momento me doy cuenta de que no ha sido tan fácil llegar a esto. Llegar a estar haciendo el amor. Llegar a perdonarnos. Llegar a ser como antes.

- No llores por eso. – susurro. Sus labios ahora
están humedecidos por el camino que sus lágrimas han recorrido.

- Es que pensé que jamás podría… podría decirte sobre Elisabeth.

Me mira. Su nombre me eriza la piel.

- ¿Te arrepientes?

- Nunca lo haría.

Asiento con la cabeza y nos quedamos callados por varios segundos.

- Yo tampoco. – susurro. – eres… - me quedo callado. Otra vez estos nervios hijos de puta. Es que con ella jamás voy a perderlos. – eres lo mejor… que me ha pasado. – me aclaro la garganta y sé que está sonriendo. – a pesar de todo, nunca dejé de pensar en ti lo suficiente como para creer que regresarías. – tocar este tema me hiere tanto a mí como a ella, pero prometo que es la última vez. – y siempre supe que jamás te olvidaría.

Porque te vi. Te sentí. Te toqué. Y todo al mismo tiempo me hizo saber que esto duraría siempre. Que ni siquiera nosotros mismos, tan tontos y confundidos a veces, podríamos con lo que acabábamos de construir. ¿Me equivoco, gatita? Me enamoré de ti sabiendo que era prohibido y hoy, sabiendo que puedo escoger otro camino con alguien más, si te atreves a preguntármelo, te respondería de la misma manera hoy, mañana y siempre: te escogería a ti una y mil veces otra vez. 
- Quiero conocerla. – susurro. Los ojos de __________________ vuelven a humedecerse por mi causa. Nuestras manos vuelven a enlazarse bajo nuestros cuerpos. – llévame a conocer a Elisabeth.