Me acomodo la cazadora de cuero viejo. Es una de mis favoritas y probablemente no la usaría en otras ocaciones más que en esta. Mirándome al espejo, me peino el cabello con los dedos con el objetido de que luzca aceptable. Al mismo tiempo repaso en mi cabeza la lista de cosas que debo hacer y que deben estar hechas. Pero es difícil. Es que jamás he organizo algo como esto en toda mi vida. No voy a negarlo, estoy ligeramente nervioso y me sudan las manos como a un niño pequeño antes de navidad. Tengo a ___________ en la mente, intentando decifrar la reacción que tendrá cuando sepa que he reservado una mesa para nosotros en una restaurant con música en vivo. Y verdaderamente me he lucido. El lugar es caro y la mesa está prácticamente alejada de las demás. Algo que para ser honestos, también me conviene.
También me he asegurado de dejar a Elisabeth en casa de Emily esta noche. Las dos se llevan bastante bien, así que no tuve problema.
Sin embargo, aunque creo tenerlo todo planeado, me siento como un estúpido adolescente nervioso. Como si fuera una primera cita. Como si fuera la primera vez que voy a tenerla a solas, cuando sé perfectamente que es todo lo contrario. Que si de momentos a solas se trata, nosotros ya tenemos bastante experiencia.
Los minutos pasan y está a punto de llegar al departamento después de trabajar unas horas en la cafetería.
¿Cómo es que tengo que decírselo? Estos detalles siempre suelen ser uno de los más difíciles. Al menos para un hombre como yo, que no pasaba de follar hace unos años. Sin embargo con Marie aprendí mucho. Tuve varias citas con ella. Pero nunca experimenté este jodido revolcón que estoy sintiendo en el estómago en este momento. Nunca tuve tantas ganas de pasar tiempo a solas con alguien como con __________________.
Y hablando de tiempo a solas… creo que ambos lo necesitamos…
Escucho la llave girar en la cerradura del departamento. Mi corazón late rápido y ruge tanto como el motor de una motocicleta. Mierda, de verdad estoy nervioso.
Cierra la puerta principal y escucho sus pasos acercarse a la habitación. Trago saliva y me alejo del espejo para poder esperarla con la mejor pinta posible. He hecho un gran trabajo, sinceramente.
______________ abre la puerta, de inmediato la siento colocar sus ojos sobre mí. Sobre toda mi anatomía. Está mirándome y sé que se pregunta qué me traigo en las manos. Conozco su mirada. Empieza sonriendo lentamente, hasta formar una gran sonrisa en los labios que me hace poner aún nervioso.
- ¿Hay algo que quieras decirme?
¿Cómo demonios lo sabe?
- Mnh… tal vez. – le digo y bajo la mirada de inmediato. Mis ojos se clavan en el piso, pero puedo reconocer que __________ está sonriendo.
- Que guapo estás. – cierra la puerta de nuestra habitación y puedo escucharla acercarse a mí. - ¿Dónde está Elisabeth? – pregunta calmada.
- La he dejado en casa de Emily.
- Oh… ¿por qué? – subo la mirada y la encuentro enarcando una ceja. Está preciosa. Hasta para irse a esa cafetería está preciosa. Trae unos jeans pegados al cuerpo y una camiseta escarlata con los dos primeros botones desabrochados.
Respiro hondo. Vamos, concéntrate.
- Pensé que sería buena idea.
_______________ frunce el ceño, todavía con una sonrisa en los labios. Sé que no entiende nada y el hecho me reconforta, quiero que todo salga bien. Así que me acercó a ella a pasos lentos. Muy lentos. Cada centímetro va desapareciendo y su proximidad hace que quiera perder los papeles. Hace que me sienta en el paraíso del que estoy acostumbrado.
______________ va alargando su sonrisa a medida que me voy a acercando. Es tan sublime. Por fin estiro los brazos y toco sus caderas, empujándola para que quede junto a mí. Nuestros cuerpo se juntan. Toco. Acaricio. Me deleito varios segundos donde me gustaría tanto ser la palma de mi mano. Hundo mi rostro en su cabello, embriagándome con el olor de este. Sin embargo, mis labios buscan su piel muy desesperadamente. Y al así hacerlo, le beso la boca lento. Abriendo lento. Mordiendo lento. Sintiendo lento. _________________ enreda sus dedos entre mi cabello y en un acto de demostración, lo jala y lo despeina a su gusto. Toda mi faena se ha ido al agua gracias a las manos de la chica para la cual quiero lucir bien. Así que… todo bien. La verdad no me importa. Toda las ganas que he tenido de verla por la mañana y por la tarde se vuelven una sola. Estoy desesperado. Ardiendo. Gimiendo por dentro. ________________ tiene un poder tan grande sobre mí… y aunque podría completar este beso y terminarlo en nuestro lugar favorito, necesito concentrarme.
- Oye… - le susurro en medio de nuestros alientos. ________________ abre los ojos. – es que tengo que decirte algo. – acaricio su espalda. Subiendo y bajando.
- ¿De qué se trata? – frunce el ceño.
- Llevé a Elisabeth a casa de Emily porque… tú y yo tenemos una cita. – me quedo callado y la veo abrir los labios lentamente. Su rostro cambia de color, al igual que sus ojos. Está emocionada.
¿Por qué a las mujeres les gustan tanto este tipo de cosas?
- ¿Una cita? – me pregunta ilusionada.
- Sí. Tú. Yo. Comida. Música. Y algunas cosas más que no puedo decirte. – alzo los hombros y me fijo en su reacción. _____________ suelta un gemido de felicidad y alza sus brazos para acomodarlos en mis hombros. Se cuelga de mí, colocándose de puntillas. Mi cuerpo se tensa. Me estoy riendo y no sé por qué. Su risa me hace reír a mí también, es contagiosa, es preciosa. Podría escucharla todos los días y estaría bien. Le abrazo la cintura, mientras ella hace lo mismo con mi cuello.
- Por Dios… - dice de repente. Deja de abrazarme y veo su rostro preocupado.
- ¿Qué sucede?
- Tengo que cambiarme.
Oh. Debí suponerlo.
- Sí… cla… - se pone de puntillas una vez más y alcanza mis labios con los suyos. Me besa bastante suave, pero hay cierto nivel de calentura en sus labios. ¿O tan solo soy yo?
- Dame unos minutos. – sonríe y coloca ambas manos sobre mi pecho, empujándome hasta la salida.
Inocentemente, de verdad espero unos minutos sentado sobre el sofá de la sala. Pero sucede que espero más o menos una media hora a que ______________ termine de arreglarse. Mujeres… mujeres… mujeres…
Mientras espero, puedo escuchar el sonido de sus tacones dentro de la habitación. Me la imagino arreglándose frente al espejo. Luciendo preciosa. Maquillándose. Peinándose. Cambiándose. Haciéndose ese no sé qué que tanto me pone. Tiene una habilidad alucinante para hacerme perder la cabeza con solo verla. Es entonces en ese momento donde me doy cuenta que amo todos sus detalles. Cuando se pone esos vestidos cortos. Cuando está en pijama. Ropa interior. O lo que lleve puesto. Cada pequeña cosa me hace desearla muchísimo. Me hace quererla más. Sus gustos. Sus preocupaciones. Sus miedos. Todo en ella me gusta tanto. Y aunque a veces se me hace tan difícil aceptarlo, sé que ella ama todas mis lados también.
Segundos después, la puerta de nuestra habitación se abre. Me pongo de pie y abro los ojos todavía más al verla salir caminando con unos zapatos de taco ancho color marrón, pantalones a la cadera del mismo color y una camiseta blanca que se he amarrado en el espalda y que deja ver su deliciosa piel. Tiene el cabello suelto, las ondas suaves caen por sus hombros y está maquillada ligeramente. Y es que ni siquiera le hace falta. Su escote llama mis ojos y no puedo evitar mirárselo. Y no me detengo, miro cada parte de su cuerpo. Está radiante. Y no la he hecho falta ningún vestido caro o algo brillante para llamar la atención.
Maldición, ¿podríamos dejar la cita para otro día?
- Ya está. – me dice satisfecha.
- Sí…
- ¿Si qué? – ríe y se me acerca. Sus tacones resuenan en el piso.
- Nada es que… no sé que decir.
- ¿Y eso es bueno o malo?
Nos miramos. Maldición ______________, detente…
- Bueno. – murmuro y mi lengua moja mis labios, mirando los de ___________. – bastante bueno. – digo una vez más. Doblando el sentido. Ahora yo soy quién da unos pasos, la tengo lo suficientemente cerca, y aunque piensa que voy a tocarla, no lo hago. – estás preciosa. – murmuro y le acomodo el cabello tras la espalda. La veo sonreír. – y verte así me hace pensar cosas muy malas. – sonrío al terminar de hablarle. _____________ me empuja suavemente y yo finjo estar adolorido. Cojo sus muñecas antes de que ella pueda alejarse de mí y nuestros cuerpo vuelven a estar juntos. Piel con piel. Mirándonos. – será una gran cita, lo prometo.
**
El lugar está lleno. Las meses alrededor son ocupadas por varias parejas. El ambiente es bueno y la música le acompaña. Un tío de probablemente dos años más que yo, está cantando un cover de “She will be loved” de Maroon five sobre el escenario, junto a otro que toca la guitarra.
________________ está frente a mí, mirando al tío cantar y bastante embelesada por la habilidad que tiene este al hacerlo. Como dije, nuestra mesa está relativamente separada de las de los demás y el restaurant tiene la característica de tener las luces apagadas, dejando solamente un reflector potente hacia la dirección del escenario, que también da luz a las demás mesas.
Sus piernas tocan las mías bajo la mesa. Sonrío al sentirlas y vuelvo a mirarla. Sus ojos brillan y está cantando “she will be loved” en voz baja. Claro, se trata de una de las canciones de su banda favorita. Sus dedos juegan con la mesa, haciendo un sonido acorde con la música.
A continuación, un camarero aparece con una
bandeja llena de chupitos.
- Cortesía de la casa. – nos sonríe y deja los vasos pequeños sobre la mesa. Uno del lado de _____________ y otro en mi lado. Noto, sin embargo, una sonrisa tímida cuando le entrega el vaso a ________________. Pero ella no lo nota. ¿O solo soy yo quién está siendo demasiado paranoico?
El camarero desaparece.
- Te estaba mirando. – le digo levantando la voz para que pueda escucharme. Al mismo tiempo encojo los hombros, como si no quisiera darle importance.
___________ pone los ojos en blanco y coge el vaso de chupito entre sus manos.
- ¿Y si mejor brindamos? – enarca una ceja.
Joder, sí, tiene razón, tengo que dejarlo pasar.
Ladeo la cabeza y cojo mi vaso para estirarlo hacia el de ella y poder chocarlo. _____________ sonríe y al chocar su vaso con el mío, lo vuelve hacia ella y se lo toma de una sola pasada.
- ¿En serio? – abro más los ojos. Está tragando y al terminar, me sonríe satisfecha.
- ¿En serio qué?
- Esto. – muevo mi bebida de un lado para otro.
- Hace tiempo que no salía a lugares como estos. – me dice, mirando a su alrededor con un toque de nostalgia. Entonces puedo entender a que se refiere. El pensamiento me estremece y recuerdo sus palabras al decirme que había pasado los dos últimos años de su vida huyendo de Tentation.
Levanto el vaso y tomo la bebida rápido, al igual que ella.
- Vamos a hacerlo todos los días desde hoy, entonces.
- ¿Qué? – me pregunta riendo.
Alzo un brazo, en busca de un camarero, y le hago una señal pidiéndole que me traiega una ronda de chupitos más. El tipo asiente y va en la búsqueda.
- ¿Más? – pregunta ____________. Pero está sonriendo, por lo que puedo notar que no está incomoda.
- ¿Miedo, Peterson?
- ¿De qué? – enarca una ceja.
- De emborracharte conmigo. – me inclino sobre la mesa, para poder hablarle más de cerca. – te advierto, no será mi culpa sino recuerdas después lo que hice contigo.
Abre la boca, sorprendida y divertida a la vez. El camarero llega y nos vuelve a servir los tragos de la misma forma que antes. ______________ coge el suyo antes de que yo haga lo mismo.
- ¿Segura?
Asiente y yo hago lo mismo. Al mismo tiempo, los dos alzamos los vasos y tomamos de nuestros tragos. Se me hace fácil pasar, así que acabo primero, dejando el vaso sobre la mesa y haciendo una mueca de disgusto. Está un tanto fuerte.
________________ termina, deja el vaso y me mira con expresión divertida.
- ¿Otro? – pregunto enarcando una ceja.
- ¿Me estás retando?
- Sí, tal vez.
La música se acaba. Y a continuaón, aparecen más hombres sobre el escenario, haciendo que este se llene. Uno toca la batería, otro el bajo, la guitarra eléctrica y el piano. Todos se juntas en una armonía perfecta.
- Pide otra ronda más, entonces. – acepta y cambia la posición de sus piernas bajo la mesa. El roce me estremece, al punto de llegar a excitarme.
Niego con la cabeza. Sé que no va a detenerse. Que podríamos tomar toda la noche, pero no va a darse por vencida.
Alzo un brazo y el mismo camarero atiende mi señal sobre otra ronda más de chupitos. Pero esta vez me mira extrañado, como si le sorprendiera que tomaramos tanto. A saber.
- Que bonito será verte en un estado crítico. – sonrío.
- O a ti, en todo caso.
- ¿Qué me harás si termino emborrachándome primero? – pregunto y paso a fijarme en sus labios relucientes. Quiero comérselos. Comérselos ahora.
- ¿Qué crees? - enarca una ceja, divertida, pero el acto me coge desprevenido.
- ¿Vas a violarme?
_____________ rie fuerte, haciéndose para atrás.
- Puede ser. – dice riendo.
- Porque yo sí lo haría.
El camarero coloca por tercera vez nuestra nueva ronda de chupitos. Repetimos el proceso y una vez más, termino primero el trago y ______________ hace lo mismo. Tengo que admitir que este tercer trago cargado de alcohol me ha afectado un poco. Pero conozco mi organismo, no voy a emborracharm al menos hasta una novena o décima ronda de chupitos. Pero con ella… sucede exactamente lo contrario.
La banda empieza a tocar sobre el escenario. Es una canción de las nuevas que están tocando en la radio últimamente, llamada: “Midnight Starlight”.
Varias parejas han dejado sus mesas para ponerse de pie y bailar entre la oscuridad y al ritmo de esa balada que es realmente buena.
___________________ abre los labios al escuchar el comienzo de la canción. Pone ambas manos sobre la boca, cubriéndosela, y a los pocos segundos está puesta de pie a mi lado, jalándome las manos para que hago lo mismo.
- Vamos a bailar. – me ruega jalándome los dedos. En su mirada puedo captar cierta chispa de alcohol. Joder Justin, esto es tu culpa. ¿Ahora qué coño harás? Solo he bailado una sola vez con ella en ese pub de hace más de dos o tres años. Pero fue diferente, había muchísima gente y casi nadie podía notarnos. – ven… - me ruega una vez más. Parece una niña pequeña.
Miro a ambos lados y suelto un respiro. Mierda…
Me pongo de pie y ________________ me guia hasta donde las demás parejas se encuentran. Ninguna de ellas se asombra de vernos ahí con ellas, así que eso me hace sentir un poco mejor. Sin embargo se siente extraño, no tengo idea de cómo moverme, pero el ambiente me ayuda a imitar algunos pasos y solo me dedico a seguir el ritmo de la música.
________________ se coloca de espaldas junto a mí, pegando su cuerpo al mío en esa posición. Mis brazos arropan su cintura y mi rostro queda hundido en su hombro izquierdo. Busco su cuello y lo beso al encontrarlo libre y solo para mí. ______________ sonríe.
- No sé bailar. – advierto.
- Yo tampoco. – sonríe y rodea mi cuello con el brazo izquierdo, para poder acariciar mi nuca. – solo muévete conmigo. – susurra. Asiento. Dentro en mi interior algo se ha encendido. Tenerla tan cerca nunca ha sido algo que me mantenga quieto. Así que presiono su cuerpo contra el mío un poco más con el objetivo de que pueda sentirme en toda mi totalidad. Mojo mis labios y al poder tener su cuerpo bastante unido al mío, empiezo a moverme lentamente de un lado para otro siguiendo, según mi coordinación, el ritmo de la música.
Damos unos cuantos pasos, pero no dejamos de movernos unidos. Movernos suave. Lento. Acorde. Siento que lo estoy haciendo bien, pero estoy mucho más concentrado en el hecho de que su cuerpo está en contacto con el mío. Me pone. Me pone cada movimiento suyo contra mi tenso y debilitado cuerpo. Me pone el roce de pieles. La temperatura que transmite la suya.
- Creo que ganaste. – me susurra riendo.
Lentamente, separo su cuerpo del mío y hago que se voltee. Mis manos vuelven a posicionarse en su cintura. Justo ahí, en esos centímetros donde su piel está descubierta y puedo tocarla.
_____________ me rodea con el cuello con ambos brazos, meciéndose frente a mí.
- Eso equivale a muchas cosas.
Ella sonríe.
- ¿Qué vas a hacer conmigo ahora que me has embriagado?
- ¿Yo? – pregunto inocentemente. ___________ asiente y baja sus brazos de mi cuello, para poder colocar sus manos sobre mi pecho. Bajo la mirada para observala, me gusta tanto cuando hace eso.
- ¿Vas a violarme? – pregunta riendo.
- No me des ideas.
- Puedes hacerlo.
- _________________, enserio, no me des ideas porque soy capaz de hacértelo aquí mismo. – la atraigo hacia mí y nuestras narices chocan. Deja caer sus párpados, chocando también su frente contra la mía. Nuestros alientos se unen, desesperados al igual que nosostros. Estiro los labios y la beso.
______________ abre los suyos de inmediato, atrapando mi aliento y ubicando mi lengua con habilidad. Una de las cosas de las que puedo estar seguro es que el alcohol te vuelve más desesperado y aventado en cierto tipo de cosas. Pero no me molesta, al contrario, quisiera que lo hiciera siempre.
- Quiero morderte. – susurra y vuelve a besarme rudo, salvaje, mordiéndome el labio inferior y estirándolo para poder chupar.
¿Por qué no la he emborracho antes?
Me muerde fuerte una vez más.
- Dios nena… - susurro. Joder, me está deborando como si nunca nos hubieramos besado antes. Me está excitando mucho más, maldita sea. - _____________. – digo su nombre y ella se me separa. – vaya, que bueno puede ser el acohol a veces.
- Lo siento es que…
- No te disculpes, podemos terminar esto en otra parte.
Me mira y vuelve a abrazarme por el cuello.
- Tengo muchas ganas de ti. – me confieza. Y por Dios, es la confesión más sensual que he escuchado en toda la noche.
- También tengo ganas de ti
__________________. De toda tú. – la beso despacio, pero dentro de mí algo quiere que siga con la misma agresividad con la cual me besó hace segundos. La deseo muchísimo.
- ¿Me quieres? – pregunta de repente.
Dios… ¿va en serio?
- Sí ________________. Mucho. – se ríe y oculta su rostro en mi cuello. – me gusta saber que eres mía, que te tengo…
- A mí también. – sube la mirada. – te amo, Justin.
Escucharla decirlo me estremece. No hay nada que pueda describir como se siente cuando me lo dice. Es sorprende. Es único. Es excitante. Es maravilloso. Sin embargo jamás pensé que podría llegar a sentir lo mismo por alguien.
- También te amo, ________________ Peterson.