lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 66

Otro fin de semana más. Y esta semana sí que se había pasado lento. Había todavía tantas cosas por asimilar. Tantas cosas que él no tenía claras, que necesitaba resolver, pero que su propio ego no le dejaba. 

Desde hace tres días había dejado de verla. Ni visitas nocturnas. Ni espionaje desde su auto. De alguna manera sentía que estaba dejando que las cosas pasaran y estaba sobrellevando muy bien la situación. Esto era lo que había estado buscando, manejar el hecho de que ________________ apareciera de un día para otro después de dos años y no sentir nada. Sí. Esto. Exacto. Se sentía tan bien de poder pasar un día como otro cualquiera, aun sabiendo que _______________ estaba en New York y sin sentir la desesperación de ir a buscarla. Podía hacerlo y lo estaba logrando perfectamente.

- Quiero irme de viaje contigo. – soltó Marie. Sus dedos recorrieron el pecho desnudo de Justin, acariciándolo lentamente y derritiéndose ante su exquisita piel.

- Suena bien.

- Y será mejor de lo que piensas.

- ¿Sí? – Justin relamió sus labios. Le gustaba verla así de emocionada por un próximo viaje.

- Créeme. Lo será. – se inclinó y besó los labios de Justin. Este se quedó perplejo y en la espera de más. Pero Marie se separó. - ¿Qué te parece Paris? – dijo animada.

Y él se quedó sin aliento, mirándola y sin saber que decirle.

Oh Paris, si esa ciudad hablara…

- ¿No te gusta la idea? – preguntó ella al verlo plasmado.

- Me encanta. Pero tal vez podríamos escoger otro lugar. – dijo pensando realmente en una segunda opción y tratando… tratando muy dentro de sí que los recuerdos de Paris se fueran de su mente.

Acarició el muslo desnudo de su novia mientras trataba de hallar un lugar para los dos. Para que pudieran viajar o simplemente estar… o quizá solamente hacer el amor…

- Cualquier lugar me vendría bien si es contigo. – ella lo miró enternecida. Su cuerpo también desnudo, se apoderó de la situación y se posicionó sobre el cuerpo de Justin. El cabello, rubio y largo, cayó sobre el torso de él. Y este lo acomodó, de tal manera que ahora podía ver su rostro con menos dificultad. Al encontrarlo, le besó los labios delicadamente. Mientras abajo, su erección hablaba por sí sola. Tenía tantas ganas de esta mujer. Como siempre, le venían bien las reconciliaciones. Y ahora, de nuevo, habían recobrado la estabilidad en su relación. No habían más problemas, no más pasado, solo ellos dos una vez más.

Sus besos se hicieron más largos y húmedos. Y el ambiente más caliente y deseoso. Justin por su lado, acariciaba con los dedos la espalda desnuda de su chica. Era una sensación suave y tranquila. Jamás le había sucedido esto, pero le gustaba hacer el amor lento con ella. Era algo que había venido haciendo desde la primera noche que habían pasado juntos.

- Te quiero. – susurró ella. Soltó un gemido en medio de los toques de Justin y su lengua introduciéndose en ella.

¿Por qué él nunca le respondía un “te quiero” con las mismas palabras? lo había esperado desde hace más de un año… ¿por qué no ahora?

- Y yo a ti. – respondió él una vez más, como casi siempre después de que Marie le declarase sus sentimientos. Pero todavía, dejándola insatisfecha con sus palabras.

+++

Preciosa. Sus mejillas ruborizadas naturalmente se estrujaron en medio de una sonrisa. Apretó los dedos de su madre con su pequeña manito y abrió los ojos, marrones y suaves, aun sorprendida por lo que veía.

- Te extrañé. – le dijo _________________. Hundiendo los labios en las mejillas de su hija una y otra vez.

Por fin podía pasar un día completo con ella. Le hacía tanta falta poder verla reír como lo hacía ahora o tan solo vivir uno de esos momentos que las madres acostumbran vivir al criar a sus hijos. Un cambiar pañales, o un enojo por alguna travesura.

- ¿Tú me extrañaste? – le preguntó haciéndole muecas y estirándole las manos para luego ponerlas sobre su rostro. Sus dulces y delicadas manos tocaron la piel de su madre. Y ella le miraba. Con esa mirada limpia y preciosa que solo _____________ Peterson y su hija podían demostrar.

También se le parecía tanto.

- Yo sí pequeña. Muchísimo. – se mordió un labio al mirarla. Qué guapa era.

¿Tendría una idea de cuánto había hecho su madre por tenerla? La oración era tan diminuta para lo que de verdad había significado. Sin embargo, la recompensa estaba ahí. Acostada y moviendo los pies. Riéndose y pareciéndose cada día más a ella y a Justin. No había nada más grande que ello.

- Cuanto te pareces a él…- susurró ________________. La pequeña Eli sonrió una vez más, sumida en su propio mundo.

“Te le pareces mucho” pensó. Y una vez más los problemas y las dudas vinieron a su cabeza.

Hace tres días que no sabía nada de Justin. Que no le había buscado. Ni ella a él, ni él a ella. Y suponía que era mejor así. Mantenerse alejados. Cada uno sumergido en su vida y manteniéndola al ritmo que había estado antes.

Pero eso solo le demostraba una cosa… su llegada no había significado absolutamente nada en la vida de Justin. Solo había sido una desesperación carnal que había sentido al verla. Sin más. No había otra cosa que le pudiera decir lo contrario. Pues tres días después, él ya había continuado su vida con Marie y ella… __________________ seguía ahí, aun dudosa, y con muchas cosas que decirle.

¿Pero cómo demonios se lo iba a decir? Se preguntaba de nuevo… ¿Era justo todo esto? Por Dios… claro que lo era. Pero es que no se imaginaba si quiera como es que Justin iba a reaccionar ante la noticia. Habían tantas posibilidades que no cabían en una sola. Podía hasta dudar de ella y de su propia palabra. Maldición… ¿quería exponerse a ella y a su hija a todo eso? … pero había algo más, algo en lo que no había pensado… ¿Cómo reaccionaría Justin al saber que Travis la había estado protegiendo durante dos años?... pero no solo a ella, sino también a su propia hija.

Había tanto que debía decirle… tantas cosas… sobre ella, sobre Tentation… ¿Cómo reaccionaría él al saber que Tentation le perseguía por no haber terminado en buenos términos? ¡Joder! Es que todo esto era su culpa… Justin se cabrearía mucho. Maldición. Y es su propia familia. Tentation es su propia familia. Y ahora que lo pensaba… también familia de Eli.

El móvil empezó a sonar sobre la mesita de noche.
Travis.


_______________ soltó una carcajada y se quitó el móvil de la boca.

- Te juro que he visto eso. – repitió Travis, al otro lado de la línea.

Ella intentó relajarse y se acostó al lado de Eli en la cama. Volvió a apoyarse en el móvil y continuó.

- ¿Y era hombre?

- No lo sé. Pero te lo juro, no tenía polla.

______________ rio alto.

- ¡Entonces era mujer!

- Te aseguro que si lo hubiera sido, yo lo hubiera sabido.

- ¿Entonces…

- No lo sé. Pero me ha pedido el número y casi le golpeo.

- ¿Y si era mujer?

- Sé reconocer a una mujer, nena.

- Tal vez no era de tu tipo. - ____________ sonrió y acarició a Eli a su lado, que tartamudeaba mirando a su madre, mientras esta le hacía muecas de vez en cuando.

La historia de Travis y el hombre “desconocido” e inusualmente raro que se había topado con él hoy en un bar de Brasil, le había hecho reír bastante. Extrañaba esa parte de él. Le distraía tanto con tan solo su voz y sus historias.

- Tienes razón. – Travis se quedó callado.
Se sacudió el cabello húmedo con las manos y se miró al espejo. Sus ojos azules brillaban ante la poca luz. Estaba desnudo y solo con una toalla en el hombro. Y esto… de hablar con _______________... le hacía quedarse intranquilo.

- ¿En qué?

- En que no era mi tipo. A mí me gustan las mujeres como tú.

Se relamió los labios y con la mano libre cogió la toalla que había en su hombro. La sacudió y la dejó sobre el lavador. Su mirada observó su cuerpo entero. En buena forma y nadie que pudiera tocarlo. Hace meses que no tenía un buen polvo con alguna tía nueva de Tentation. Y es que por una razón que a él mismo le costaba reconocer, estaba esperando tener ese buen polvo con una sola mujer. Una que estaba a muchos kilómetros de él.

- Que romántico.

- No sabes cuanta falta me hace verte.

- Dime más, por favor. – bromeó ________________.

- ¿Qué te diga más? Te lo he dicho todo.

Maldita sea. Enamórate de mí.

Suspiró y cerró los ojos con fuerza ante su último pensamiento. ¿Era tan difícil? ¡Joder! Habían pasado dos años prácticamente juntos y no podía sentir nada por él. ¿Qué fallaba?

Aun podía recordar la vez que había intentado follarla en el departamento de Atlanta. Habían estado tan cerca de hacerlo que volver a recordarlo le hacía entrar en calor… oh joder…

- Dime que me extrañas y estaré ahí contigo.

- No quiero que vengas.

- ¿Por qué? – Travis enarcó una ceja, saliendo de su nada angelical fantasía…

- Porque no quiero que cambies tus planes por mí. Ya los has hecho por bastante tiempo.

- También estaría cambiando mis planes por mí. Mierda… es que no te haces una idea de cuánto las extraño a las dos.

______________ sonrió enternecida y besó a Eli en la frente.

- ¿Quieres hablarle?

- Por favor.

_____________ estiró el brazo, con el móvil en la mano y lo colocó sobre el oído de Eli. La pequeña escuchó atenta, tratando de coger el móvil.

- Es Travis, mi amor. – le hizo recordar _________________.

- Hola preciosa. – le saludó este desde la otra línea. Y una sonrisa iba dibujada en sus labios. Esa niña era tan importante para él. – ¿Cómo estás?
Elisabeth sonrió al reconocer la voz de ese hombre que la había hecho reír tantas veces. Dijo algunas palabras enredadas y solo encontradas en su propio vocabulario.

- Dile a tu madre que está buena.

- Te he escuchado. – se quejó _______________.
Travis sonrió.

- ¿Quieres que vaya contigo? Tú sí debes extrañarme. – le dijo enternecido a Eli, aun en el teléfono.

Elisabeth volvió a pronunciar palabras inentendibles, haciendo que ________________ se derrita al escucharla.

- También te quiero. – respondió él, en un intento por interpretar las palabras de la bebé.
________________ le quitó el móvil a Eli con tranquilidad, evitando que esta llorara.

- Creo que ella sí te extraña.

- Al menos ella lo hace.

- Yo también. De verdad… nos haces falta.

Él tragó saliva. Mierda. No, por favor. Si seguía iba a terminar por dejarlo todo por ella…

- Quiero hacerte una pregunta y respóndeme con la verdad ¿vale?

- Vale.

- ¿Has visto ya a Justin?

_________________ cerró los ojos suavemente y los volvió a abrir.

- Sí. – admitió.

- ¿Cuándo?

- Hace tres días.

- ¿Y él… él lo sabe?

- No. Y por favor, no pienso decírselo todavía. Tengo mis razones. Si le digo alguna vez lo de Eli, es una decisión que yo misma voy a tomar.

Travis se quedó callado.

- Será como tú quieras. – le dijo sintiéndose liberado.

A ______________ le sorprendió la respuesta. Al menos él era menos insistente que Emily…

- ¿Y ha pasado algo?

- ¿Cómo qué? - _________________ se mordió un labio, rogando porque no preguntara más.

- ¿Se han… ya sabes, han… que reacción tuvo al verte? – dijo cambiando totalmente el sentido de su pregunta.

- Él tiene novia ahora, Travis. Otra. Han pasado dos años y él ya tiene una vida aquí.

Travis endureció la mandíbula.

- ¿Estás bien?

- Sí. – mintió.

- Bueno. Eso quería, que lo estuvieras. Me tienes a mí, no lo olvides. – soltó aire en la otra línea y cerró los ojos… imaginando de alguna manera que la tenía junto a él otra vez. A ella y a su magnífica piel. A sus magníficos ojos y a su impecable boca que había deseado probar desde hace tanto tiempo.

- ¿En qué piensas? – dijo ella contra el teléfono.

- En ti.

“En ti y en las cosas que podría hacerte si estuvieras aquí”

- Pues sigue así, Maslow. – sonrió y observó la hora en el móvil. – tengo que hacer dormir a Eli, ¿me llamas luego?

- Sí preciosa. Cuando tú quieras.

Relamió sus labios una vez más y visualizó a __________________ en la mente. Siendo ella quién mojaba sus labios. Quién le abrazaba. Quién le desnudaba completamente y quién lo tocaba de pies a cabeza. Solo ella podía tener el bendito derecho a hacérselo. No quería a ninguna otra mujer en su cama, a ninguna otra a quién follar, la quería a ella… a toda ella… con él, haciéndeselo duro y la vez suave… salvaje pero sutil, como ella… en una mezcla entre lo bueno y lo malo.

La quería a ella, para besar cada centímetro de su cuerpo y así poder sentir sus gemidos contra su boca.
Maldición… esto podía con él. ______________ aún seguía al teléfono contándole un par de cosas más. Y él, desnudo, y en aquel baño personal, moría por tenerla ahí y acabar con todas esas sensaciones.

- Hablamos luego, hasta mañana.

- Hasta mañana nena. – dijo colgando la llamada.
Y volvió a cerrar los ojos. Imaginándosela… mierda… mierda… mierda… ¿llegaría el día en el que dejaría de satisfacerse solo y pudiera ser ella quién lo hiciera?

No hay comentarios:

Publicar un comentario