lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 64


La noche se ha venido muy rápido. Hoy es el primer día de _________________ en Houston. Una de las tías de Emily es dueña de esa cafetería y esta le ha pedido de favor que acepte a ___________________ entre el personal. 

Y no tiene de qué quejarse. __________________ siempre ha sido aplicada en cualquier faena y esta no era la excepción. 

Por suerte hoy acababa el primer día. No había nada que le motivara más que saber que iba ver a Eli después de todo el día. La decisión de dejarla con Emily mientras ella trabaja en Houston le había costado toda una noche en aceptar. Pero no tenía otra opción. Por ahora debía aceptar cualquier propuesta de trabajo que le ofrecieran. No había mucho que pensar. Lo tomaba o lo dejaba. Pero vaya… cuanto le costaba… separarse de esa niña… 

El móvil de ________________ empezó a sonar. Esta se sacó el mandil que aun traía puesto y lo dejó sobre la encimera de la gran cocina de la cafetería. 

- ¿Hola? – contestó bajito. 

- Hola ¿me extrañas? 

- ¿Qué puedo hacer por ti, Maslow? - _____________ negó con la cabeza y se lo imaginó sonriendo en ese momento. 

- Puedes hacer muchas cosas por mí.

- ¿Sí? 

- Sí nena. No tienes una idea.

- Estoy trabajando ahora. 

- ¿Qué? - Travis enarcó una ceja. - ¿Dónde? ¿Y Elisabeth? 

- Al frente de mi edificio. – ______________ soltó un suspiro al escuchar el nombre de su hija. – Eli se ha quedado con Emily.

- ¿Quién es Emily?

- Una amiga.

- ¿Por qué?

- No podía rechazar este trabajo. 

- ¿Desde cuándo conoces a esa… amiga? 

- Por Dios, es mi amiga de la preparatoria, no va a pasar nada ¿vale? Te he dicho que cuando vea algo fuera de lo normal te lo diré. 

- Ya lo sé. Joder, que lo sé. Eres imposible, te he dicho que Tentation está en todas partes ____________________. 

Y tenía mucha razón. Pera ella nunca dejaría de odiar cuando la reprendía como a una niña pequeña. Maldición, ¡que no lo era más! Sabía cuidarse sola. A ella y a su hija. 

- ¿Podríamos hablar tranquilamente? - le preguntó suavizando la conversación. - Te extraño Travis. Extraño hablar contigo. – su dulce voz hizo contacto con el poco humor de Travis, cambiándolo completamente. 

- También te extraño nena. – le respondió con sinceridad. – solo quiero que estén bien…

- Y así es. – le tranquilizó. 

- Has… ¿has sabido algo de Justin? – preguntó él, incómodo… muy incómodo realmente. 

_________________ abrió más los ojos.

- No. – mintió. 

Travis guardó silencio celebrando muy dentro de sí.

- Quiero decirte algo. – se apresuró a decir él, antes de que ________________ pudiera decirle algo. Cerró los ojos con fuerza al otro lado de la línea y se llenó de valor. No podía seguir guardándose todo esto por más tiempo. 

- ¿Qué? – preguntó _________________ animada.

Alguien irrumpió en la cocina.

- ¿________________? – le llamó Christina, la pelirroja de veinte que también trabaja en el mismo turno con ella. 

___________________ se apartó el móvil.

- ¿Qué sucede? – le preguntó amable. 

- Alguien te está buscando afuera. 

- ¿A mí? - ____________________ enarcó una ceja. ¿Quién podría estar buscándola a estas horas?... de pronto muchas ideas pesimistas se le vinieron a la cabeza. Joder. Podía ser Emily. ¿Y si algo le había pasado a Eli? Su corazón empezó a latir con fuerza y toda la sangre se le subió a la cabeza, colgando la llamada de Travis, guardando el móvil y corriendo hasta el comedor de la cafetería. 

Pero al llegar, lo único que pudo encontrar fue a una mujer posicionada en una de las mesas. Una mujer que le llamó la atención e incluso se le hizo conocida. Entonces, la noche de ayer se le vino a la mente. Claro, era ella. La rubia estirada al lado de Justin. La misma que besó y apretó de la cintura. Y casualmente, la misma que ________________ hace dos años puso en su lugar. Al ver su rostro recordó exactamente las palabras que había utilizado con ella aquella noche en el club de Jazz de Atlanta: “______________ Peterson, mucho gusto, la novia de Justin.”… lo interesante, era que ahora lo roles habían cambiado.



La mirada de Marie recorrió a ________________ y viceversa. Por fin frente a frente después de dos largos años. 

- ¿Tienes tiempo? – le preguntó la rubia. Traía una cazadora de cuero roja, unos jeans y unas botas. 
__________________ se quedó mirándola sin responderle. Aun podía sentir la irritación que había sentido al ver a Justin junto a ella ayer. 

- Sí. – afirmo tranquila y sin intimidarse. A pesar de que la comparación entre ambas era bastante definidora. La ropa de Marie podía costar lo que _________________ ganaría en un mes ahí en Houston. Pero eso no cambiaba la gran diferencia que también había en el físico. __________________ tenía mucha ventaja, por ese lado. 

- Siéntate, si quieres. – ofreció Marie, señalando con la mirada el asiento de al frente. 

________________ miró a su alrededor, no había más que una pareja al otro extremo de la cafetería, comiéndose entre ellos, que por supuesto no la necesitarían. Así que lo hizo, jaló la butaca y se sentó sobre ella. 

Marie se inclinó y bajó la mirada, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. En la mañana, había decidido seguir a Justin hasta donde este había escapado. Encontrando así el paradero de ___________________. 

- Soy Marie Parker. – estiró la mano y __________________ la estrechó con la suya. – ayer pude verte en el club.

- Sí. Estuve ahí. – respondió __________________, sin abstenerse de nada. Vamos. Se había enfrentado a tantas cosas, podía con esto. 

- Supongo que debes saber quién soy ¿verdad? – enarcó una ceja, expectante. 

Entonces… ¿había ido por Justin?

- Sí. Creo que sí. Y supongo que tú también debes saber quién soy yo… ¿verdad? 

Ambas volvieron a mirarse. Los ojos verdes de Marie cambiaron de matiz. 

- Sí. Lamentablemente lo sé. – afirmó ella. – y estoy aquí por eso. 

- ¿Has venido en representación de Justin? Porque si es así, estás perdiendo el tiempo. 

- ¿Te sorprendería?

- La verdad no. Pero no creo que a Justin le haga falta que su novia venga a hablar por él. 

Marie alzó los hombros, desviando la mirada. 
Ligeramente ardida por las palabras de ___________________. Pero sabía controlarse. 

- A este juego podemos jugar las dos __________________. También conozco muy bien a Justin. Tal vez tanto como tú. Y sí, estoy aquí por él, pero también por mí. - se detuvo y observó a ________________. Una ola de celos invadió su interior al mirar y admitir lo preciosa que era. Pero eso no la derribaría. No ahora, que había logrado llegar hasta ella y por fin poder enfrentarle. – voy a ser muy clara contigo, porque tampoco me gusta perder el tiempo. Quiero que te alejes de él. 

La frase hizo que la piel de _________________ se erizara. Su corazón palpitó con fuerza, estaba llena de adrenalina y la vez con muchas ganas de discutir. Pero algo le debilitó, evitándole responder. 

- No puedes venir y jugar con él de esa jodida manera de nuevo. – le dijo, dejándola sin aliento. – no tienes una idea de cuánto sufrió cuando le dejaste. Pero yo sí. Y no quiero volver a verle así por una niñata indecisa como tú. 

__________________ tragó saliva. Vamos… respóndele Peterson… dile algo, maldita sea. 

- Y te lo vuelvo a decir. Quiero que te alejes. Que vuelvas a donde sea que te fuiste cuando le dejaste. Pero no quiero que le vuelvas a hacer lo mismo ¿vale? Justin y yo estamos mejor que nunca. No vas a arruinar todo esto con una simple aparición que seguramente para ti no significa nada ¿o sí? ¿me vas a decir que sigues enamorada de él después de dos años? Por favor __________________. Vete. O al menos no hagas que Justin vuelva a sufrir de nuevo tanto como lo hizo. 

- Yo también sufrí… - susurró ella. Sin saber otra cosa inteligente que responderle. 

- Si tú lo hiciste, puedo asegurarte que él lo hizo el doble…

La garganta de ___________________ se hizo un nudo grande. Grande y duro. Lleno de malditos recuerdos que ella también tuvo que superar.

- Joder. – se quejó Marie, levantando un poco la voz. Desvió la mirada y trató de tranquilizarse, pero su exasperación no le permitió. – lo dejaste hecho mierda ____________________. Se quedó sin amigos. Sin motivación. Sin nada. – trató de encontrar la mirada de _______________, pero ésta estaba perdida… perdida en todo el dolor que le proporcionaban esas palabras. Maldición. ¿Qué más tendría que soportar? – no había día en el que no pensara en ti, en el que no soñara contigo y se despertara desesperado en las noches recordando que te perdía. O las veces en las que le llamé y lo encontré completamente ebrio. ¿Quieres eso de nuevo? ¿Quieres permitir eso y volverte a ir? 

___________________ apretó los ojos. Y las lágrimas no pudieron contenerse ni un segundo más. Estaba explotando. Explotando de tanta desesperación. No podía con esto. No podía seguir soportando la idea del dolor que ella misma le había proporcionado a Justin cuando le había dejado. ¡Joder! ¿Y quién pensaba en ella? ¿En lo arrepentida que estaba? 

Se limpió las lágrimas y no dejó que Marie la viera llorando ni un segundo más. Se puso de pie, haciendo sonar la butaca. 

- No estoy aquí en New York para dejarlo de nuevo. Ni tampoco pretendo arruinar su relación. Te estás equivocando conmigo. 

- Tal vez. Pero no quiero verle sufrir de nuevo.

- No lo harás. Porque él y yo no volveremos a estar juntos nunca, si es que lo que te preocupa. Y por favor… - _______________ soltó un suspiro. Vamos Peterson. Puedes con esto. – si él tiene algo que decirme, que venga y me lo diga. 

- He venido por mí misma.

- Entonces espero que lo tengas claro, no va a pasar nada entre nosotros. 

Se dio vuelta y caminó de nuevo hasta la cocina. Encontrándola sola, se dejó llevar por las lágrimas y volvió a llorar. Como ayer. Solo podía darse cuenta de una sola cosa. La única persona que no encajaba en todo esto era ella. Ella y su aparición. Ella y Elisabeth. Ella y todo lo que había ocasionado. Por Dios… Justin tenía la vida hecha en New York, un buen trabajo y una buena novia… ¿ella iba a llegar de pronto y arruinar todo esto? Tal vez Travis tenía razón. Tal vez solo debía irse y no permitir que Justin se enterase sobre Eli jamás. No tenía por qué hacerlo. Todo esto era una locura. Había cometido una locura. Una más para la gran lista. Pero esta vez, no dejaría que su locura acabara con todo.

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