Podías llamarle de cualquier manera, pero “cobarde” no era una opción.
El ritmo de los latidos de su corazón le recordó a la última vez que había robado en Tentation. Desde ese día no había dejado de correr, escondiéndose de ciudad en ciudad y tratando de llevar una vida normal por el nacimiento de Elisabeth.
Por suerte, pertenecer a Tentation tenía sus benditas ventajas. Después de pasar una gran temporada en los centros de concentración, había adquirido muchísima valentía. Sabía controlar cada sentimiento, pero sobre todo el miedo. Manejaba con exactitud la manera de relajarse ante una situación desventajosa. Varias veces había escuchado la sirena de la policía detrás suyo, para entonces ya no perdía la concentración y conseguía seguir centrada hasta escapar y terminar la misión con éxito.
Pero entonces, llegó el momento en el que tuvo que memorizar cada táctica y llevársela consigo para huir lejos. No podía seguir robando con un embarazo de cuatro meses. Sus estados físico y emocional cambiaron totalmente. No se sentía en la capacidad de seguir descifrando códigos y huyendo de la policía. Y Tentation no podía cambiar esto. Era algo que en realidad nadie podía manejar. Temía por su hija, y era un miedo grande y fuerte que se extendía por cada parte de su ser, cada día más. Tenía que irse antes de que los demás notaran que estaba embarazada. No quería que nadie lo supiera y se burlasen de ella como ya lo venían haciendo por el simple hecho de ser mujer. O peor aún, que esos jodidos hijos de puta le hicieran daño por algún motivo estúpido. Entonces no se trataría solo de ella, que varias veces le habían jugado bromas pesadas, se trataría de Elisabeth que crecía día a día dentro de ella.
A pesar de que Travis siempre le había ofrecido una protección absoluta, no podía seguir atándolo… este era su lío y debía manejarlo ella misma y a su manera.
Terca y decidida, había huido a Washington, donde Eli había nacido. Gracias al cielo la mujer que le había ofrecido trabajo ahí, le había podido ayudar en los primeros meses después de dar a luz. Pues sin conocimiento de nada y sin ayuda de absolutamente nadie, la historia hubiera sido radicalmente distinta.
Entonces todo había tomado color. Era bastante satisfactorio ver a Elisabeth recién nacida. Era más que una simple niña. Era la muestra de toda su valentía, hazañas y todo lo que había tenido que hacer para poder tenerla. Y sí… después de mover y recorrer cielo y tierra, por fin podía tenerla entre sus brazos. Era suficiente. Era más que suficiente.
Travis la visitaba de vez en cuando. Y sus visitas se hacían cada vez más continuas. Al principio había temido acercarse a esa niña. Era la primera vez que veía un bebe o un simple humano que no le provocase golpear o follar. Era un sentimiento puro. Algo que jamás en todos sus años había experimentado. Una pequeña niña que ni siquiera podía hablar le producía sonrisas inexplicables. Era estúpido algunas veces. Estúpido para él, que no podía entender cómo es que de todas las personas del mundo, una sola y con simplemente meses de nacida podía ablandarle el corazón.
Se encariñó con ella, si podía decirse. Aunque seguía conservando esa pinta de malo y fumaba algunas veces en la misma habitación que ella. ¿Pero qué podía hacerse? Era la naturaleza de Travis y al parecer la de todos los chicos malos. Es más, le costó un poco admitir que de verdad le importaba esa niña, pero al hacerlo, empezó a frecuentar más a _________________.
Al mismo tiempo sus sentimientos hacia ella se hicieron cada vez más fuertes. __________________ Peterson era sexy, inteligente, valiente y preciosa. La combinación perfecta encerrada en un cuerpo. No podía dejarla ir, e irse a las misiones de Tentation cada vez se le hacía más difícil. Se estaba volviendo dependiente de dos mujeres. ¿Pero cómo coño se le llamaba a eso? En algún momento pensó estar volviéndose loco. No podía estar así por una mujer y una… que ni siquiera lo era todavía.
Y sí. Folló varias veces con otras mujeres y no sintió jamás la misma adrenalina que había experimentado con _______________ en Atlanta. Y ni siquiera llegaron a hacerlo. Jodida frustración.
Sin embargo sabía que no podía hacer nada contra eso. ___________________, además de centrarse solamente en su hija, no salía con nadie ni se relacionaba con algún tío.
Trabajaba en varias cafeterías al día y llevaba a Eli con ella en cada turno que podía. Muchos tíos bastante formales y otros casi no, le buscaron incontables veces, pero siempre terminaba negándose. Entonces… ¿Qué oportunidad tendría Travis ante todo eso? ____________________ estaba cerrada al amor, a cualquier lío, a cualquier cosa. Y sabía perfectamente por qué. El motivo le dolía de cierta forma. ¿Cuándo es que olvidaría a Justin de una vez por todas? Podía asegurarse que este ya la había olvidado fácilmente.
Intentó acercarse a ella, haciéndose su amigo y tratando de esa manera volverse algo más… pero terminó convirtiéndose en algo así como un hermano para ella. Un hermano que le tenía bastantes ganas y que moría por comerle la boca.
Dejó pasar el tiempo, confiando en que _______________ algún día le daría una oportunidad.
Fue entonces cuando meses después de bastante tranquilidad, ___________________ salió de la cafetería después de una noche llena de faena, con Eli en brazos. El taxi en el que iban había volteado en la esquina y una gran nube de humo se expandía en toda su cuadra. Había bastante gente en toda la pista que no permitía el pase al taxi. Así que bajó con Eli en brazos y trató de meterse entre la gente que estaba acumulada observando de dónde provenía el humo. Se quedó petrificada al observar que venía exactamente del pequeño departamento que ella estaba rentando. Permaneció metida entre la gente y observó varios minutos como el fuego consumía las ventanas de su departamento. La vista se le nubló y tuvo que salir de ahí antes de que el humo afectara su respiración y la de su hija. Minutos después la motocicleta de Travis llegó al lugar. Asustado, la buscó gritando su nombre entre toda la gente. Y cuando pudo verla, envuelta en pánico, lo único que pudo hacer fue abrazarla y llevársela a otro lado donde pudiera llorar con tranquilidad.
No era necesario pensar mucho en el culpable de todo lo sucedido, pues sabían perfectamente de que se trataba todo esto. Estaban buscando a ___________________. Las sospechas de ambos se hicieron factibles días después, ya que el dueño del edificio en el que ________________ alquilaba, le hizo una visita un tanto personal donde pudo entregarle una pequeña notita bastante deteriorada pero que todavía era entendible para leer.
No quiso someterse a ninguna intervención policial ni a peritaje. Joder, la policía no podía interferir con ella ni con Travis. Así que decidió huir una vez más…
Y de esa manera se la había pasado viviendo los dos últimos años. Decidió buscar a Justin para de alguna forma obtener protección de parte de él hacia Eli, pues prefería enfrentarse a Tentation sola que con su hija en algún momento. Pero la verdad es que no había nada concreto con él. Ni siquiera le había dicho sobre su hija todavía… ni siquiera sabía en qué condiciones estaban. Si eran amigos, conocidos o dos personas que tenía un pasado bastante comprometedor. Ni siquiera podía dar por sentado que todavía sentía algo por ella. Era tan malditamente confuso.
Después de dos años, no le sorprendía que todavía siguiesen buscándola. Esta guerra no acabaría hasta que ella llegase a enfrentarse a toda a esa mafia. La otra opción, era unírseles.
- Cálmate. – le dijo Travis en la otra línea. Parte de él había entrado en tensión por escuchar el tono de voz de ____________________. – tranquilízate… - repitió y esperó ansioso a que ella respondiera. Pero no obtuvo palabras de regreso en varios segundos.
__________________ trago saliva. Lo único que la podía aliviar era que tenía a Eli con ella y no le pasaría nada mientras así estuvieran. Sus jadeos se escuchaban en medio de la oscuridad. Deseaba llorar con tanta fuerza…
- Respóndeme joder. – farfulló él, irritado.
- Estoy aquí. – dijo ella recobrando las fuerzas. Escuchó a Eli gemir asustada por la oscuridad.
- Hemos pasado por esto __________________. Sabes lo que tienes hacer.
- No puedo… no puedo… Elisabeth está aquí. – susurró contra el teléfono bastante nerviosa.
Travis golpeó con fuerza el timón de su auto. Deseaba tanto estar con ella en ese momento. Era él quién necesitaba tranquilizarse. Vamos, confiaba en __________________.
- Todo va a salir bien nena. – le dijo tratando de apaciguarla. _________________ volvió a guardar silencio. Esta vez apartó un poco el móvil de su oído y se dedicó a escuchar los sonidos que provenían de afuera del baño personal. Su respiración se hizo más rápida y su piel se heló en solo segundos.
De pronto, el sonido de la puerta principal.
___________________ apretó el móvil con las manos.
Hizo su mayor esfuerzo por guardar silencio y se dedicó a escuchar. Estaban dentro.
- ¿Qué está pasando? – preguntó Travis aun en la línea telefónica. Pero __________________ no le prestaba atención.
Agudizó el oído y percibió varios pasos en el pasillo de su departamento. Apretó la mano libre en un puño. Sus dedos helados tocaron su palma.
Eli levantó la mirada, buscando el rostro de su madre y solo pudo ver la claridad de sus ojos al mirarla diciéndole que todo iba a estar bien.
__________________ subió el móvil al oído.
- Están aquí. – repitió.
- Sabes lo que tienes que hacer.
- Van a entrar… van a entrar Travis, van a llevarse a Elisabeth. – dijo en un ataque de desesperación. Jamás había sentido tanto pánico en su vida. – la van a alejar de mí maldita sea… - sollozó en silencio.
- ¡Joder claro que no! – gritó él. - ¡maldición ___________________! Puedes hacer esto.
Sus oídos capturaron varios pasos más. Su corazón palpitaba con fuerza cada vez que escuchaba nuevos sonidos. Podía percibir por el número de pasos que solo se trataba de una persona, era algo que había aprendido en Tentation. Pero eso no le tranquilizó. Y los gritos de Travis solo le aturdían más… esta era la peor sensación que alguien más podría sentir.
- ¿Dónde estás? – preguntó Travis.
- En el cuarto de baño. – susurró _____________________.
- ¿Elisabeth está contigo?
- Sí… - volvió a susurrar ella.
- ¿Traes el arma?
_________________ cerró los ojos con fuerza, resignándose.
- No… - le dijo frustrada. – está en mi habitación.
- Sal de ese cuarto de baño, ve y saca el arma.
A ________________ se le secó la garganta.
- No voy a dejar a Elisabeth sola. – le dijo decidida.
- Por una maldita vez en tu vida has lo que te digo. Quiero esto para protegerlas a las dos ¿vale? – le dijo irritado. Esperó su respuesta y desesperado siguió gritando. - ¡Respóndeme maldita sea!
- No me regañes por favor… - rogó ________________ contra el teléfono. Sus nervios estaban de punta y los gritos solo le hacían estremecerse. Necesitaba concentrarse.
Travis soltó aire...
- Perdón nena. Perdóname. – se disculpó.- confío en ti ____________________. Sal de esa habitación y deja a Eli ahí. No va a pasarle nada.
Sus palabras entraron por fin en la cabeza de ___________________.
- Enséñale a Eli que su madre es la mejor.
++
Colgó la llamada y salió de la ducha con Eli en brazos. Se apresuró a encender las luces del cuarto de baño.
- Juega con esto. – le dio el móvil y Eli lo recibió gustosa. La sentó sobre el váter y abrió sigilosamente la puerta del baño. Pero no podía irse… se volteó y se puso en cuclillas para observar a su hija jugar con el aparato. – vuelvo enseguida, nena. – le dijo y tragó saliva. Haría esto por ella.
Aun podía escuchar los pasos fuera de su habitación. No tenía mucho tiempo que perder, así que salió del cuarto de baño y corrió rápidamente hasta su armario. Abrió el primer cajón y buscó desesperada entre ropa interior una manta de seda blanca. La palpó y la sacó. La manta de seda escondía una bonita Glock 25 que ella ya había utilizado antes. Tragó saliva al mirarla. Era como si estuviera observando a la __________________ bohemia y salvaje que había participado muchas veces en Tentation. La otra _________________. La chica mala y despiadada que salía de los bancos con grandes botines de dinero y fumaba puros cuantas veces quería. Cerró los ojos con fuerza y la cargó desplazando la parte trasera.
Encogió el brazo y la Glock le rozó el hombro. Caminó en esa posición hasta la puerta de su habitación y sin esperar más colocó la oreja sobre la puerta. Los sonidos se hicieron más intensos. Sentía la adrenalina en la garganta. Dios, esto era tan malditamente fatigador.
Sin tiempo a pensar las cosas, abrió la puerta y apuntó con la Glock hacia la frente aún sin encontrar a alguien. Miró a ambos lados sin moverla cabeza y se quedó quieta en su lugar.
Lo pasos se detuvieron. El departamento estaba quieto y en paz. Pudo divisar la puerta principal semi-abierta con la seguridad completamente violada. Se tensó un poco y apretó el arma entre sus manos.
Se movió lentamente observando su entorno en cada paso que daba. Agudizó el oído y gracias a la tranquilidad del departamento pudo escuchar sonidos desde la cocina. Caminó sigilosamente sin dejar de apuntar, tensando bastante sus brazos y concentrándose. Al llegar al pequeño peldaño que separaba la cocina del pasillo, se mordió un labio y pensó en Eli… en ella y solo en ella… su niña estaba en peligro. Se tragó su maldito miedo e intercedió en la cocina apuntando hacia todos los lados, pero no había nadie. Bajó los hombros y cuando volteó, encontró a un hombre apuntándole en las narices.
El hombre era alto, de barba blanca y sin cabello. Traía una cazadora de cuero y pantalones del mismo material. Lo único que hizo fue apuntarle en la frente al verla por fin.
____________________ entreabrió los labios, pero el verle al frente no le llevó a bajar el arma. Al contrario, siguió apuntándole. Y parecía de nunca acabar. Los segundos corrían y ambos seguían con las dos armas cada una apuntando al otro. Rogó en su interior porque no hubiera nadie más en todo el departamento. Elisabeth estaba sola joder… entró en pánico y subió la mirada ante el calvo.
- ¿Qué quieren de mí? – preguntó dándose por vencida solo en palabras.
El calvo la observó sin timidez. Fue más bien como una inspección a toda la anatomía de __________________ y deteniéndose en algunas partes.
- ¿Quieren matarme? – la voz de ________________ se quebró en medio de las palabras.
- Antes tal vez yo podría hacer un buen uso de ti. – sonrió el tipo.
__________________ endureció la mirada.
- Baja esa arma, muñeca. – le dijo de nuevo. Movía la mandíbula mascando un palillo de paja.
- Tú primero.
El calvo sonrió.
- ¿Qué quieren de mí? – volvió a preguntar ___________________.
- Tu jodido culo robando bancos. – le respondió irritado. – tu delicioso culo sacando dinero y llevándoselo.
La querían de vuelta…
- Vale. – respondió con seguridad y parte de su plan ya ideado hace varios segundos en su cabeza, daría resultado si demostraba esa actitud. – iré contigo si es lo que quieres.
- No me creas tan estúpido Peterson.
- Es tu maldito problema si no crees en mí. Solo sé que a alguien le va ir muy mal si no regresa conmigo y en vez de eso me dispara. - ___________________ bajó el arma. La expresión del calvo se relajó. Bajó la tensión y miró a ________________ sin entenderle. - ¿A dónde muevo mi bonito culo? – preguntó divertida.
El calvo bajó el arma.
- Déjame follarte o te disparo, nena. Y no me va importar si luego me cortan los huevos por eso.
__________________ trató de controlar su expresión déspota. Mierda. Hombres…
- Vale. – volvió a responder tranquila. – pero va a tener que ser otro día. – de pronto todo sucedió tan rápido.
Al sentirlo cerca, se apresuró a coger el brazo del tipo con sus manos, apretarlo y doblarlo hacia atrás. El calvo gimió, abriendo los ojos con fuerza. Tuvo que estirar los dedos para poder hacer circular la sangre de su brazo. Al hacerlo, el arma calló al suelo. ________________ la pateó con fuerza y logró perderla de vista.
El tipo la miró y puso resistencia en su cuerpo, quitándose a _______________ de encima y llegando a tumbarla sobre el suelo. Al caer, se estiró y alcanzó una pierna del hombre, la apretó y la empujó con toda la fuerza de sus brazos haciéndolo caer hacia atrás.
La adrenalina corría por todo su cuerpo. No tenía tiempo para pensar las cosas… se puso de pie y pudo ver en sus reflejos que el hombre hacía lo mismo, así que se volteó rápido y estiró ambos brazos hacia él, mostrándole el arma.
Él tragó saliva.
- ¿Enserio? – dijo enarcando una ceja. – mátame preciosa, me he cansado de perseguirte. Otros vendrán por ti. Y te van a coger. A ti y a la puta menor… - sonrió satisfactoriamente mostrándole los dientes amarillos. – las van a follar a las dos.
El pequeño silencio se vio interrumpido por el sonido de la bala desprendiéndose de la Glock de ___________________. Directo al pecho. Disparó una vez más y observó la sangre salpicar de donde había llegado a parar. El calvo dejó de moverse y sus ojos se quedaron en blanco.
Entonces no había nada que pudiera borrar el hecho de que acababa de matar a un hombre por primera vez.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y el arma se la cayó de las manos, colocando estas sobre su rostro y acariciándoselo con nerviosismos y desesperación. Miró el cadáver. La sangre salía a borbotones proveniente de su boca y un charco bastante grande se extendía en el piso.
Lo único que podía escuchar eran sus jadeos y el sonido fuerte de su corazón. De pronto las mejillas se le humedecieron. Estaba llorando y no lo había notado.
Sus ojos se centraron en ese hombre que había ido decidido a matarla o a follarla. Que ahora yacía muerto en la cocina de su departamento. Y quiso llorar. Llorar con fuerza. O solo esconderse. O solo correr. O solo volver a tener esa vida normal. Solo volver a ser ________________ Peterson, la cajera de un simple banco que jamás había robado otro. Que jamás había matado. Quiso jamás haberse unido a esa mafia de mierda. Quiso ser una niña. Una niña pequeña sin sentido común de las cosas. Quiso… quiso tan solo sentirse protegida.
El llanto de Eli desde el baño le ayudó a reaccionar de cierta forma. Corrió rápidamente hasta donde su hija se encontraba, gracias al cielo a salvo. La abrazó. La abrazó fuerte y sintió como Eli lloraba contra su hombro por el susto que se había llevado gracias a la bala. El sonido de su llanto le fortaleció. No estaba sola. Había hecho todo esto por ella… porque jamás… jamás dejaría que algo le pasara alguna vez.
Primero, moría ella.
- ¿Dónde estás? – preguntó Travis.
- En el cuarto de baño. – susurró _____________________.
- ¿Elisabeth está contigo?
- Sí… - volvió a susurrar ella.
- ¿Traes el arma?
_________________ cerró los ojos con fuerza, resignándose.
- No… - le dijo frustrada. – está en mi habitación.
- Sal de ese cuarto de baño, ve y saca el arma.
A ________________ se le secó la garganta.
- No voy a dejar a Elisabeth sola. – le dijo decidida.
- Por una maldita vez en tu vida has lo que te digo. Quiero esto para protegerlas a las dos ¿vale? – le dijo irritado. Esperó su respuesta y desesperado siguió gritando. - ¡Respóndeme maldita sea!
- No me regañes por favor… - rogó ________________ contra el teléfono. Sus nervios estaban de punta y los gritos solo le hacían estremecerse. Necesitaba concentrarse.
Travis soltó aire...
- Perdón nena. Perdóname. – se disculpó.- confío en ti ____________________. Sal de esa habitación y deja a Eli ahí. No va a pasarle nada.
Sus palabras entraron por fin en la cabeza de ___________________.
- Enséñale a Eli que su madre es la mejor.
++
Colgó la llamada y salió de la ducha con Eli en brazos. Se apresuró a encender las luces del cuarto de baño.
- Juega con esto. – le dio el móvil y Eli lo recibió gustosa. La sentó sobre el váter y abrió sigilosamente la puerta del baño. Pero no podía irse… se volteó y se puso en cuclillas para observar a su hija jugar con el aparato. – vuelvo enseguida, nena. – le dijo y tragó saliva. Haría esto por ella.
Aun podía escuchar los pasos fuera de su habitación. No tenía mucho tiempo que perder, así que salió del cuarto de baño y corrió rápidamente hasta su armario. Abrió el primer cajón y buscó desesperada entre ropa interior una manta de seda blanca. La palpó y la sacó. La manta de seda escondía una bonita Glock 25 que ella ya había utilizado antes. Tragó saliva al mirarla. Era como si estuviera observando a la __________________ bohemia y salvaje que había participado muchas veces en Tentation. La otra _________________. La chica mala y despiadada que salía de los bancos con grandes botines de dinero y fumaba puros cuantas veces quería. Cerró los ojos con fuerza y la cargó desplazando la parte trasera.
Encogió el brazo y la Glock le rozó el hombro. Caminó en esa posición hasta la puerta de su habitación y sin esperar más colocó la oreja sobre la puerta. Los sonidos se hicieron más intensos. Sentía la adrenalina en la garganta. Dios, esto era tan malditamente fatigador.
Sin tiempo a pensar las cosas, abrió la puerta y apuntó con la Glock hacia la frente aún sin encontrar a alguien. Miró a ambos lados sin moverla cabeza y se quedó quieta en su lugar.
Lo pasos se detuvieron. El departamento estaba quieto y en paz. Pudo divisar la puerta principal semi-abierta con la seguridad completamente violada. Se tensó un poco y apretó el arma entre sus manos.
Se movió lentamente observando su entorno en cada paso que daba. Agudizó el oído y gracias a la tranquilidad del departamento pudo escuchar sonidos desde la cocina. Caminó sigilosamente sin dejar de apuntar, tensando bastante sus brazos y concentrándose. Al llegar al pequeño peldaño que separaba la cocina del pasillo, se mordió un labio y pensó en Eli… en ella y solo en ella… su niña estaba en peligro. Se tragó su maldito miedo e intercedió en la cocina apuntando hacia todos los lados, pero no había nadie. Bajó los hombros y cuando volteó, encontró a un hombre apuntándole en las narices.
El hombre era alto, de barba blanca y sin cabello. Traía una cazadora de cuero y pantalones del mismo material. Lo único que hizo fue apuntarle en la frente al verla por fin.
____________________ entreabrió los labios, pero el verle al frente no le llevó a bajar el arma. Al contrario, siguió apuntándole. Y parecía de nunca acabar. Los segundos corrían y ambos seguían con las dos armas cada una apuntando al otro. Rogó en su interior porque no hubiera nadie más en todo el departamento. Elisabeth estaba sola joder… entró en pánico y subió la mirada ante el calvo.
- ¿Qué quieren de mí? – preguntó dándose por vencida solo en palabras.
El calvo la observó sin timidez. Fue más bien como una inspección a toda la anatomía de __________________ y deteniéndose en algunas partes.
- ¿Quieren matarme? – la voz de ________________ se quebró en medio de las palabras.
- Antes tal vez yo podría hacer un buen uso de ti. – sonrió el tipo.
__________________ endureció la mirada.
- Baja esa arma, muñeca. – le dijo de nuevo. Movía la mandíbula mascando un palillo de paja.
- Tú primero.
El calvo sonrió.
- ¿Qué quieren de mí? – volvió a preguntar ___________________.
- Tu jodido culo robando bancos. – le respondió irritado. – tu delicioso culo sacando dinero y llevándoselo.
La querían de vuelta…
- Vale. – respondió con seguridad y parte de su plan ya ideado hace varios segundos en su cabeza, daría resultado si demostraba esa actitud. – iré contigo si es lo que quieres.
- No me creas tan estúpido Peterson.
- Es tu maldito problema si no crees en mí. Solo sé que a alguien le va ir muy mal si no regresa conmigo y en vez de eso me dispara. - ___________________ bajó el arma. La expresión del calvo se relajó. Bajó la tensión y miró a ________________ sin entenderle. - ¿A dónde muevo mi bonito culo? – preguntó divertida.
El calvo bajó el arma.
- Déjame follarte o te disparo, nena. Y no me va importar si luego me cortan los huevos por eso.
__________________ trató de controlar su expresión déspota. Mierda. Hombres…
- Vale. – volvió a responder tranquila. – pero va a tener que ser otro día. – de pronto todo sucedió tan rápido.
Al sentirlo cerca, se apresuró a coger el brazo del tipo con sus manos, apretarlo y doblarlo hacia atrás. El calvo gimió, abriendo los ojos con fuerza. Tuvo que estirar los dedos para poder hacer circular la sangre de su brazo. Al hacerlo, el arma calló al suelo. ________________ la pateó con fuerza y logró perderla de vista.
El tipo la miró y puso resistencia en su cuerpo, quitándose a _______________ de encima y llegando a tumbarla sobre el suelo. Al caer, se estiró y alcanzó una pierna del hombre, la apretó y la empujó con toda la fuerza de sus brazos haciéndolo caer hacia atrás.
La adrenalina corría por todo su cuerpo. No tenía tiempo para pensar las cosas… se puso de pie y pudo ver en sus reflejos que el hombre hacía lo mismo, así que se volteó rápido y estiró ambos brazos hacia él, mostrándole el arma.
Él tragó saliva.
- ¿Enserio? – dijo enarcando una ceja. – mátame preciosa, me he cansado de perseguirte. Otros vendrán por ti. Y te van a coger. A ti y a la puta menor… - sonrió satisfactoriamente mostrándole los dientes amarillos. – las van a follar a las dos.
El pequeño silencio se vio interrumpido por el sonido de la bala desprendiéndose de la Glock de ___________________. Directo al pecho. Disparó una vez más y observó la sangre salpicar de donde había llegado a parar. El calvo dejó de moverse y sus ojos se quedaron en blanco.
Entonces no había nada que pudiera borrar el hecho de que acababa de matar a un hombre por primera vez.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y el arma se la cayó de las manos, colocando estas sobre su rostro y acariciándoselo con nerviosismos y desesperación. Miró el cadáver. La sangre salía a borbotones proveniente de su boca y un charco bastante grande se extendía en el piso.
Lo único que podía escuchar eran sus jadeos y el sonido fuerte de su corazón. De pronto las mejillas se le humedecieron. Estaba llorando y no lo había notado.
Sus ojos se centraron en ese hombre que había ido decidido a matarla o a follarla. Que ahora yacía muerto en la cocina de su departamento. Y quiso llorar. Llorar con fuerza. O solo esconderse. O solo correr. O solo volver a tener esa vida normal. Solo volver a ser ________________ Peterson, la cajera de un simple banco que jamás había robado otro. Que jamás había matado. Quiso jamás haberse unido a esa mafia de mierda. Quiso ser una niña. Una niña pequeña sin sentido común de las cosas. Quiso… quiso tan solo sentirse protegida.
El llanto de Eli desde el baño le ayudó a reaccionar de cierta forma. Corrió rápidamente hasta donde su hija se encontraba, gracias al cielo a salvo. La abrazó. La abrazó fuerte y sintió como Eli lloraba contra su hombro por el susto que se había llevado gracias a la bala. El sonido de su llanto le fortaleció. No estaba sola. Había hecho todo esto por ella… porque jamás… jamás dejaría que algo le pasara alguna vez.
Primero, moría ella.
Cómo adoro este capítulo.
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