lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 65

- Te preparé un té. – Emily apareció con una taza de té hirviendo y un sobrecito vació. – voy a partirle el culo a esa zorra, te lo juro.

- Tú no vas a hacer nada ¿vale? Ella no ha hecho nada más que restregarme lo que ya sabía. – _______________ tapó a Eli con una sábana limpia y le dio un beso en la frente. 

Después de todo, verle le había llenado de paz. No necesitaba más que todo eso en ese momento. Tranquilidad y ver a su hija. Era la única que no estaba enterada de ningún problema y eso le satisfacía. Le hacía estar en casa. En su lugar.

- Gracias. – ________________ se sentó sobre el borde de la cama y recibió el té que Emily le había preparado a causa de sus lágrimas. – estoy bien. De verdad.

- ¿Hasta cuándo ________________? – le preguntó una Emily con los brazos cruzados.

- ¿Cómo se ha portado Eli hoy?

- Tu hija es un ángel. Pero no cambies de tema. Quiero saberlo, ¿Cuándo se lo vas a decir?

- No voy a hacerlo nunca. - ________________ tomó del té caliente.

- ¿Qué? – gruñó Emily.

- Vas a despertar a Eli.

- Joder, ¡¿Qué?!

- Que no voy a decírselo. No quiero que lo sepa.

- ¿Ha sido por la zorra verdad?

- No. Es por Elisabeth y por mí. En dos años no le hemos necesitado y tampoco le necesitamos ahora. Además… Marie tiene razón… - Emily hizo una mueca al escuchar lo que ________________ decía. – no puedo llegar de un día para otro y decirle a Justin que tenemos una hija. Ni siquiera sé cuál va a ser su reacción. Puede rechazarme. Puede rechazarnos a las dos y va a ser mucho peor. No quiero exponerla a ella a que se encariñe con algo que ni siquiera sé si va a pasar ¿lo entiendes? Justin tiene una vida hecha aquí, que no me incluye ni a mí ni a Eli.

Emily soltó un suspiro, observando a su mejor amiga tomar esa taza de té hirviendo. A veces le desesperaba que fuera tan terca y decidida.

- Tú no puedes tomar esa decisión por ti misma.

- La he tomado desde hace mucho.

- No puedes __________________. Justin tiene que saberlo… por Dios, no puedes prohibirle todo esto. Además, no te estoy diciendo que entre él y tú tenga que pasar algo.

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Justin se quitó el bivirí. Atrás de él, Marie apareció, abrazándole los bíceps.

- Hola mi amor – dijo abrazándolo y deslizando sus manos hasta abajo.

- ¿Dónde estabas? – preguntó este, colocando sus manos sobre las de Marie y sosteniéndoselas.

- Mnh… ¿desesperado por verme? – dijo y le dio un beso suave sobre el hombro desnudo.

- Sabes que sí. – soltó una mano de ella y jaló la otra para tener a Marie frente a frente. – sabes que siempre estoy desesperado por verte. – se relamió los labios y se inclinó para besar el cuello de esta, que sonrío ante el taco de la boca de Justin contra su piel. Se dejó tocar por él, mientras este hundía sus manos entre su cadera. – estás preciosa. – le susurró con la voz dura, ronca y desesperada.

Ella enceró el rostro de Justin con ambas manos. Y en medio de varios besos húmedos y largos… sintió que no podía seguir ocultándole lo que acababa de hacer.

- Justin… - le llamó. Este subió la mirada a su encuentro. Aunque no muy a gusto. Necesitaba seguir besándola y así poco a poco…

- ¿Qué pasa? – preguntó ansioso.

- Necesito contarte algo. – Marie soltó un suspiro.

- ¿Qué ha pasado? – Justin enarcó una ceja. Ver a Marie así… solo le hacía pensar que ella acaba de hacer algo de lo que se arrepentía. La conocía bien.

- Yo… solo quiero que sepas que he hecho esto porque sentí que… no lo sé, que tal vez…

- Basta. Dímelo. ¿Qué ha pasado? – le preguntó realmente preocupado. Subió sus manos de las caderas de Marie y cogió suavemente su mentón, girándolo para besarle los labios. – Tranquila. – le dijo aliviándola. Ella asintió, cautivada por el sabor de sus labios.

- He ido a hablar con ____________________.

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- Es mi decisión. – volvió a sentenciar ___________________. – y ya… por favor, no quiero seguir hablando de Justin y todo ese lío. – dejó la taza sobre la mesita de noche y se tumbó en la cama con Eli al costado. – muchas gracias por todo nena, no sé cómo voy a pagarte todo esto. – dijo hablándole a Emily desde la cama.

- No tienes que pagarme nada cariño. Mientras la faena me de vacaciones te estaré ayudando en lo que pueda. Y además… - miró a ______________ con expresión enternecida y llena de fe. – porqué tengo esperanzas de que todo esto va a terminar bien… solo hace falta un poco de tiempo y quiero estar ahí para verlo.

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- Solo quise…

- ¿Qué has ido a hacer con ella?

- Solo hemos hablado.

- ¿De mí? – Justin frunció el ceño.

- De todo.

- ¿Qué es todo? – le preguntó exaltándose. Marie tragó saliva.

- Cálmate por favor. Solo le he dicho que se aleje de ti, es todo.

- ¿Qué se aleje de mí?

- Te he visto Justin. – este se separó de ella por completo. Caminando en distintas direcciones. Como si estuviera tratando de controlarse. - He visto cómo te pusiste cuando le viste de nuevo. Joder… yo solo quise que ella supiera todo lo que causó en ti cuando se fue… merecía saberlo.

- No quiero que vuelvas a hacerlo. – se volteó y fulminó a Marie con la mirada. – no quiere que vuelvas a meterte más en todo este asunto ¿vale? Esto no te incumbe.

La sangre de Marie se heló por completo y sus emociones, ahora todas juntas y convertidas en una sola, se volvieron un nudo en la garganta.

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- Adiós guapa, descansa. – se dirigió a _____________ y le dio un beso en la mejilla. A continuación, pasó a inclinarse y darle un beso a Eli en la frente, que dormía plácidamente. Era tan bonita… - nos vemos mañana. – susurró y se dirigió a la puerta de la habitación de ___________________, salió de ella e hizo lo mismo con la puerta principal.

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- He hecho esto por ti. No quiero… yo… no quiero que vuelvas a…

- ¡No tenías por qué ir a hablar con ella! – gritó él. - ¡Joder! Todo este maldito asunto es entre _____________ y yo. – gritó una vez más caminando desorbitado por todo el mini-gimnasio. Sus nervios se pusieron de punta y todo el control que había aprendido a manejar desaparecieron cuando ________________ volvió a sus pensamientos. Y supo que si no se iba de ahí pronto ocasionaría un jodido desastre.

Así que eso hizo. Cogió el bivirí que se había quitado hace unos minutos y lo llevó en sus manos hasta la puerta del mini-gimnasio, que abrió y cerró sin pensar las cosas y mucho menos… a quién dejaba ahí adentro.

++++

Varios minutos después, alguien tocó la puerta del departamento de ___________________. Esta se había quedado adormecida al costado de Elisabeth. Cuando pudo encontrar el móvil entre las sábanas y mirar la hora, notó que habían pasado quince minutos desde que Emily se había ido. Tal vez habría olvidado alguna cosa. Algo que no le sorprendía viniendo de su mejor amiga.

Se sobó los ojos y caminó saliendo de su habitación y cerrando la puerta de ésta. Encendió las luces del corredor y caminó hasta la puerta principal. Se pegó a ella y la abrió un poco, lo suficiente como para ver de quién se trataba…

- Perdón… - se disculpó él, pasando a aclararse la garganta y levantar la mirada para encontrarse con la de ___________________. - ¿dormías? – preguntó un Justin tímido y empapado por la lluvia de noche.


Narra Justin: 


Paso las manos por mi cabello. Húmedo y hecho una mierda. Y es ella justamente quién tiene que verme así. Trato de arreglarlo y peinarme de una manera que no parezca ridícula. 

- Hola… no… bueno, en realidad sí, pero ahora no. – sonríe y baja la mirada. Puedo reconocer que se ha ruborizado. 

- Perdona. Sé que es tarde. – me aclaro la garganta. Ella vuelve a sonreír. Una sonrisa preciosa, linda, limpia… tan inocente. Solo entonces puedo darme cuenta que he extrañado esto por años. Ni siquiera en sueños su risa se escuchaba tan bonita como ahora. Es mejor real.

- ¿Quieres pasar? – me pregunta ahora mirándome. Pero hay algo que le está incomodando. Lo reconozco perfectamente. Pero entonces… no sé qué decir.

Me quedo helado. ¿Es eso lo que quiero? ¿Quiero entrar? ¿Por qué estoy aquí de nuevo? ¡Joder!

- Sí… - susurro, inaudible. – bueno, si es lo que tú quieres.

- Tú has venido hasta aquí.

- Sí. Yo… vine porqué… no sé… este lugar me trae muchos recuerdos. – levanto los hombros y me quedo como un idiota sin saber qué decir. Ella me mira y al hacerlo siento como todo mi cuerpo se tensa y se llena de jodidos retorcijones. ¿Por qué me está mirando así? ¿O soy yo que lo estoy malinterpretando todo?

- Entra. – abre un poco más la puerta y puedo divisar el interior de su departamento. Está intacto. Tal cual y como hace dos años ella y yo le dejamos. El ambiente me hace sentir nostálgico.

Pongo un pie adentro y _________________ se hace un lado para dejarme pasar. Una vez adentro, cierra la puerta tras los dos.

- Se ha conservado.

- A mí también me sorprende. – dice alzando los hombros y de alguna manera puedo notarla nerviosa. Pero sé que no es por mí. Puedo percibirlo. Y entonces… otra vez puedo sentir que me está ocultando algo. – siéntate. – me dice señalándome con la mirada el mismo diván de hace dos años. Trago saliva. Maldición… lo recuerdo tan bien. Recuerdo tan bien cuando hicimos el amor aquí. En este departamento. Y lo hicimos tantas veces.

Mi cuerpo se tensa.

- ¿Quieres algo de tomar? – me ofrece cuando estoy sentando en el diván que me ha traído recuerdos de los dos.

- No. – niego con la cabeza. - ¿estás bien? – enarco una ceja. Me está transmitiendo esa inquietud que siento desde que he llegado aquí. Está preocupada y nerviosa.

- Sí. No es nada. – dice y sonríe.

________________, ____________________, __________________... aún sigue pensando que sus mentiras son buenas y que yo voy a creérmelas.

- Estoy bien, no me mires así. – me reprende y se sienta en el diván de al frente.

¿Por qué no se ha sentado a mi lado?

Suelto un suspiro. Tengo que concentrarme. Vamos. ¿Por qué estás aquí?... recuérdalo…

- Supe que Marie estuvo hablando contigo. – digo yendo rápidamente al meollo de la situación. _________________ abre los ojos, la he cogido desprevenida.

- Sí. Menuda conversación.

- ¿De qué hablaron?

- Ya pasó Justin. Ya lo tengo claro.

- ¿Qué? – frunzo el ceño. - ¿qué tienes claro?
Mi piel se eriza y por un momento siento que Marie le ha dicho más cosas de las que yo pensaba.

- Que debo alejarme de ti. – me mira. Nuestras miradas se encuentran y… y otra vez me siento desesperado. Trago saliva. – pero sin embargo eres tú quién está aquí ahora. – ladea la cabeza y sonríe, victoriosa. - ¿qué le voy a decir a tu novia la próxima vez?

Y esa mirada hace que mi cuerpo entre en calor.
Maldición, Peterson…

- Ella no tuvo por qué hacer eso. Se le ha pasado la mano.

- Fue muy clara conmigo. Y yo también lo fui. Estaba celosa, es todo.

- ¿Celosa por qué?

- Cree que tú y yo…

Se queda callada y piensa sus palabras. ¿Qué tú y yo qué nena?

- Pero le hice entender que se equivocaba. – se acomoda en el diván y baja la mirada, jugando con sus dedos.

¿Y se equivoca?

- Vale. Solo venía a disculparme… no va a pasar de nuevo.

- Quién debería disculparse es ella. Pero no te preocupes, no me ha afectado. – sé que miente, está evitando mis ojos y solo lo hace para que no reconozca lo que está sintiendo. Vaya. Cuanto la conozco.

- Supuse que no te afectaría.

Ella pone los ojos en blanco y mira a otra dirección.

- Tienes malos gustos.

- ¿En serio? – enarco una ceja. ¿Está hablando en serio? - Me han dicho siempre lo contrario. – la miro y muerdo mis labios suavemente al terminar la oración.
Y ella me corresponde la mirada. Y nos estamos mirando. Ninguno está desviando la mirada y es la cosa más jodidamente especial que me ha pasado en años. Extraño tanto sus ojos. Me… me ponen tanto… como ahora… y están pasando varios segundos, y no quito la mirada de ella ni ella de mí. Sí… sí… esto me encanta…

- Iré por algo de tomar. – me advierte, interrumpiendo nuestras miradas. Sacude la cabeza al ponerse de pie.

Pero al hacerlo, logro coger su mano derecha y apretarla. ____________________ se vuelve hacia mí. Mirándome.

- ¿Te pongo nerviosa? – enarco una ceja. Sus manos están humedecidas y eso no hace más que darme ventaja de la situación. Está tensa. Tensa por mí.

- Suéltame. – niega con la cabeza e intenta soltar su muñeca de mí, pero no se lo hago tan fácil. La cojo con más fuerza y la atraigo suavemente hacia mí. Y ella ríe al notar que su cuerpo se está moviendo por mí culpa. Y yo también sonrío. – basta… ¿qué haces? – me pregunta dulcemente.

Cuando puede voltea la mirada, se da cuenta que estoy puesto de pie y junto a ella.

- Me… duele… - susurra, indefensa, moviendo su muñeca entre mis dedos. Toca mis ojos con esa mirada tan deliciosa que sí… sí, me pone muchísimo. Suelto su muñeca. Pero no pienso dejarla ir a ella. Y no lo hago. Posiciono mi mano derecha en su espalda muy suavemente. __________________ baja la mirada, observando como mi otra mano se posiciona también atrás de ella.

Y de pronto estoy perdido una vez más.


La respiración de __________________ está acelerada y puedo sentir su aliento contra el mío. Estamos tan cerca… maldición… tan cerca.

- Quiero esto. – aplasto mis labios sobre los suyos y los muevo delicadamente a un ritmo agobiante. Sé que quiero besarla con fuerza pero me abstengo. La punta de mi lengua puede tocar un poco de sus labios y el tacto me enloquece y hace que me excite aún más. Mi polla se agita dentro de mis pantalones. Esto… esto nunca va a dejar de volverme loco.
Nos besamos y aprieto un poco su espalda, haciendo que sus senos se aplasten contra mi torso. Y es la sensación más excitante que he podido sentir durante años. Es nuestra sensación. La que ella siempre me ha hecho sentir.

Poco a poco voy abriendo un poco más los labios… y ella me deja introducir la lengua dentro de su húmeda boca. La toco más. Mis manos bajan hasta la curva que une la espalda y su delicioso culo. La escucho gemir. Un sonido angelical y dulce que cubre mis expectativas. Y aunque suena arrogante y egoísta, estoy tocando lo que es mío. Lo que me pertenece. Lo que hice mío hace dos años y hasta este momento no puedo dejar ir.

“No…” la escucho susurrar ahora. Pero no puedo detenerme. Y ella no se hace más que solo hablarme. Pero sabe que no la escucho. Que estoy perdida en ella. En su olor. En su magnífica piel.

Y me he olvidado de todo. Solo somos ella y yo.
Mi corazón se acelera y la excitación hace que mis ojos se cubran de lujuria. Mi erección crece y se aprieta entre mis pantalones. Y quiero follarla. Quiero hacérselo. Lo necesito tanto y lo necesito ahora.
Mis manos se esconden bajo el Jersey de ____________________ y toco su suave piel. Mis dedos hacen lo suyo y suben hasta el broche de su sujetador. Pero no lo suelto… simplemente toco la piel que está debajo de él. __________________ gime y sube sus manos hasta mi húmedo cabello por la lluvia y lo tocan, enredando sus manos en él.

- Te estoy mojando. – le digo, al soltar sus labios para poder mirarle. Cuando puedo verla, está húmeda en algunas partes gracias a mí. Y a la vez se ha sonrojado por lo que acabo de decirle. – con la lluvia, quise decir.

Y sin permitirle decir palabra vuelvo a inclinarme para besarla.

Sí nena… sé perfectamente que también te estoy haciendo mojar de otras maneras. Sonrío ante ese pensamiento mientras nuestros labios se juntan una vez más y esta vez más salvaje e intenso.

Sus manos arriba en mi cabello me hacen sentir en casa. Y algo en mi interior se enciende convirtiéndose en un impulso. Bajo mis manos desde su cintura hasta sus muslos, tocándoselos sin restricciones y cargo ambas piernas. ______________ vuelve a gemir, sosteniéndose de mi cuello. Nos separamos solo unos segundos, permitiéndonos respirar, pero volvemos a besarnos. Ahora estoy cargándola y muevo su cuerpo hasta una de las paredes más cercanas, estampándola suavemente en ella y pegando mi cuerpo al suyo también. _________________ enreda sus piernas en mis caderas y se suelta por un momento, para darme oportunidad de quitarme el bivirí húmedo que aun traigo.

Mientras lo hago, puedo observar su rostro también excitado. Me desea. Sé que me desea dentro de ella tanto como yo deseo estar dentro de su estrecho cuerpo. Me mojo los labios y dejo caer el bivirí en alguna parte del suelo. Ahora hago lo mismo con ella, quitándole ese jersey de una vez por todas y dejándola en ese exquisito encaje que le queda de puta madre. Me doy cuenta de que sus senos están más grandes y mi cuerpo se enciende. Todo. Absolutamente. Mi polla se agita una vez más entre mis pantalones y mis músculos se tensan. Quiero follarla. Follarla duro. No me importa qué, cuando, donde o como. Quiero hacerlo ahora y ya no tengo noción de si lo que estoy haciendo está bien.
Tiro el jersey al suelo y me hundo en sus senos. Mi lengua se expande y chupo uno de ellos suavemente. Puedo sentir las manos de _______________ apretarme el cabello y jalarlo por las sensaciones. Subo la mirada y lo hago de nuevo, esta vez observando la expresión de ___________________ al lamer sus senos. Ella se retuerce, mordiéndose el labio inferior con una fuerza brutal y a la misma vez jalándome el cabello. La sensación me hace llenar de lujuria y vuelvo a hacerlo. Esta vez más intenso. Saco uno de sus senos con las manos y lamo de nuevo. Suave y convirtiéndose en una tortura para ella. Sus pezones están erectos y hago contacto con ellos con la lengua. Y sabe tan malditamente bien. Lo hago de nuevo y ella gime con fuerza.

- Para por favor… para… - me ruega. Y siento desesperación en su voz. Pero aún no puedo lograr asimilar esas palabras. Todo mi cuerpo está encendido y solo tengo ganas de hundirme en su cuerpo. Concentrado, mis manos dejan de tocarla y las bajo hasta la cremallera de mis pantalones. Y estoy a punto de bajarlos, cuando ella enreda sus brazos en todo mi cuello y me abraza fuertemente. – no hagas esto por favor. – me pide y siento que está llorando.
Mis manos intentan subir y lo único que puedo tocar de ella son sus muslos. Mis dedos le acarician… y por un momento vuelvo a tocar tierra. ¿Cómo… como hemos llegado hasta aquí? Parpadeo y agito la cabeza tratando de reaccionar. Joder. ¿Qué estoy haciendo?
- No quiero que arruines tu vida por mí, por favor… por favor no lo hagas… - me ruega. La escucho sollozar y mi corazón se estruja al saber que llora. ¿Pero lo hace por mí?

- ¿Por qué lloras? – intento preguntarle. Ella me suelta suavemente y la ayudo a bajar sus piernas de mis caderas. Y ahí estamos. Una vez más.
Mirándonos. – … joder… lo siento mucho, no quiero que llores. – limpio sus lágrimas y todas las sensaciones han cambiado. Ahora solo quiero consolarla y saber por qué está llorando. La miro preocupado y ella no logra acumular las fuerzas para mirarme. Así que susurra algo con la mirada hacia el suelo.

- Vas a arruinar tu relación con esa mujer solo por un momento caliente. ¿Quieres eso? – sube la mirada y es como si estuviera llamándome la atención.

¿Un momento caliente? Por Dios, __________________, eres más que todo eso.
 

- Esto… esto no es así _________________...

- ¿Entonces qué es? – me mira y siento lo muy herida que está. 

- Tú nunca has sido un momento caliente, lo sabes muy bien.

- ¿Por qué no regresas con ella y terminas todo esto allá?

- Estás malinterpretado todo.

- ¿Querías hacer el amor conmigo? – frunce el ceño. – tú solo querías follar esta noche. Y no voy a dejar que eso arruine tu relación con ella.

- Pensé que no se llevaban bien.

- ¿Tienes idea de lo que estás diciendo? – me mira cabreada. ¡Maldición! Sé que tiene razón. Estoy echando a perder todo por un noche… pero yo no sé quién coño le ha dado esa idea de que ella es solamente un “momento caliente”. ¡Mierda!

Se separa de mí y recoge su jersey del suelo. Sabe que sigo mirándola, así que se coloca ridículamente de espaldas para ponérselo.

No hay nadie en el mundo que conozco mejor cada centímetro de tu cuerpo, nena. ¿De qué tienes miedo? Enarco una ceja, mirándola de espaldas…

- Tienes que irte. – me dice al voltear.

- ¿Por qué? – le reto.

- Porque quiero que te vayas.

- Pero quiero quedarme aquí.

- ¿Quieres comportarte por favor?

Frunzo el ceño.

- ¿Qué te molesta?

- Quiero que te vayas.

Trago saliva. Maldita sea… quiero quedarme y no sé por qué se ha convertido en un capricho. Hago caso omiso a sus palabras y camino en dirección a su habitación, que se encuentra cerrada.
_________________ abre los ojos y ágilmente llega mucho más rápido que yo, impidiéndome el paso completamente. Puedo sentir su nerviosismo una vez más. Está tensa. Joder… ¿Qué está pasando?

- Vete ahora mismo. – me dice esta vez mucho más cabreada que antes. Su mirada incluso puede con la mía. Está realmente molesta.

- ¿No me invitas a pasar?

- Vete o llamo a la policía.

Me río.

- Oh nena, eso ya no nos conviene ni a ti ni a mí. – acaricio su barbilla y ella la saca de mis manos, irritada.

- Lárgate Justin. – me dice una vez más. Sus palabras llegan a herirme ciertamente. – si de verdad sientes algo por Marie, vete ahora mismo de aquí. – me dice deicida. Mierda. Sabe muy bien cómo utilizar las palabras, como siempre lo ha hecho.

Sabe todo lo que me está haciendo sentir con esa oración… y lo pienso… lo pienso realmente. No puedo echar a perder todo esto por simplemente darle la contra. Ni siquiera sé muy bien lo que siento por ella ahora. No puedo arriesgarme…

Doy media vuelta e intento alejarme, hasta la puerta principal del departamento. Ella parece relajarse al saber que me estoy alejando de su habitación.
Entonces… se lo pregunto.

- ¿Por qué no quieres que entre? – le pregunto y volteo a mirarla. Sus ojos solo miran los míos. Hay una mezcla de ternura, de amor, de pasado… de cosas que no puedo descifrar. Mierda… ¿Qué me está ocultando? Pero no me lo dice. Y mis pensamientos hacen que mi mente empiece a imaginar lo peor. Frunzo el ceño. Por favor, Justin, ya déjala en paz. ___________________ ya no es nada tuyo. - ¿hay alguien ahí adentro? – pero ________________ no responde. Traga saliva y desvía la mirada de la mía.

Lo sabía.

Entonces un fragmento de la mañana de hoy se me viene a la memoria. _______________ saliendo de este departamento y riéndose con quién sabe quién. Maldición… debí imaginarlo. Ese hijo de puta está aquí.
Le sonrío sarcástico. Estoy herido, pero no quiero demostrárselo. Me abstengo de montar el escándalo más grande que mis impulsos quieren realizar. ¿Y qué te importa a ti si _______________ está con él ahora? ¡Basta por Dios! Contrólate… _________________ no es nada tuyo, no significa nada, no es nada, se acabó, no es nada más que pasado.

- Vale. Me voy. – le digo por fin, rindiéndome. Abro la puerta de su departamento y la cierro con fuerza antes de poder voltearme y ver su rostro por última vez. Porque sé que si lo hago voy a irme sobre ella y voy a pedirle explicaciones.

No es nada mío… me repito en mi interior. Y sí. Tengo razón. No es nada mío, ni volverá a serlo nunca. 

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