lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 70


La cerradura giró y abrí la puerta del departamento. 

La cabeza me da bastantes vueltas en este momento. Cierro los ojos con intención de mejorar mis mareos y los vuelvo a abrir, recuperándome. 

Son las ocho de la mañana y apenas hay luz en el ambiente. Quito las llaves y tiro la puerta. Esta se cierra sola y hace un ruido estruendoso que me aturde muchísimo. Mis manos palpan la pared en busca de los botones de luz. Los encuentro y aprieto con mis dedos el primero. Las luces se encienden y mis ojos logran divisar por primera vez lo que tengo alrededor. 

El departamento está sosegado. Las mismas cosas en su lugar. El mismo olor. El mismo ambiente acogedor. Y todo el mundo sigue igual. Y todo el mundo continúa a su ritmo y no se ha detenido. Solo mi mundo se ha detenido. Solo entonces puede analizar las cosas que han pasado durante las últimas veinticuatro horas. Yo en la cafetería de ___________________. Yo guardando su número en mi lista de contactos. Yo rompiéndole la boca a ese hijo de pu.ta que se propasó con ella. Yo pagando indemnizaciones. Yo emborrachándome. Peleando. Y sin poder recordar más de la noche anterior, mi mente se transborda hacia la mañana de hoy. 

Recuerdo despertar alterado sobre una camilla. Las discusiones con la enfermera y después observar a __________________ llegar al hospital. Mi corazón se acelera al saber lo que pronto mi mente va a recordar. 
Hemos hecho el amor. 

Suelto aire y cierro los ojos, recostándome sobre la pared cercana a la puerta principal. 

¿Qué mierda hemos hecho? 

Al cerrar los ojos, el sabor de su piel se impregna mágicamente en mi lengua y puedo sentir su sabor, su delicioso elixir en toda mi boca. Me estremezco y toda mi piel se eriza. Lo estoy recordando todo. Cada segundo se exhibe en mi mente como pequeñas escenas de una película. Aún puedo sentir a ___________________ moviéndose sobre mi cuerpo y la imagen dibujada en mi cerebro me excita. 
Siento todavía escuchar sus gemidos contra mi oído. Mi nombre entre sus jadeos. Maldición… trago saliva y respiro entrecortado. 

Sin embargo, el mundo sigue igual. Todo mi alrededor sigue igual. La historia no ha cambiado. Simplemente parece que todo está de cabeza ahora. Y después de todo… siento como cada sentimiento producido anteriormente, se convierte en una traición. Una traición dura y espesa que hace que mi cuerpo se tense. 

He traicionado a Marie. 

Golpeo la cabeza sobre la pared varias veces. ¿Cómo co.ño le he hecho esto? ¡Maldición! 

Hago de mis manos un par de puños y los aprieto hasta no poder más. He jodido todo. Lo he llevado todo a la mierda una vez más. 

Mis oídos se sitúan alertas al escuchar pasos entre el pasillo de habitaciones. Abro los ojos y me quedo petrificado al observar a Marie envuelta en lágrimas frente a mí. Trae una bata roja de ceda para dormir, va descalza y está ligeramente despeinada. 

- Está aquí. – traga saliva y me mira. Solo entonces puedo darme cuenta que está hablando por teléfono. – sí, perdone, muchas gracias por colaborar. – se disculpa y asiente un par de veces. – gracias. – cuelga la llamada y me mira una vez más. 

Sus ojos verdes brillan por el espesor de sus lágrimas contenidas. Está tensa. Tensa y llena de angustia. Verla así me destruye. Yo he ocasionado todo esto…, finalmente suelta aire y coloca su mano derecha sobre su frente, desacomodándose el cabello. 

- ¿Dónde has estado? – me pregunta sin mirarme.

- He tenido un accidente. – le digo. 

Marie endurece el rostro y vuelve la mirada hacia mí. 

- ¿Dónde has estado? – pregunta de nuevo con la voz sosegada.

Trago saliva. 

- Me han golpeado y abollaron mi auto, tuve que pasar la noche en un hospital. Eso es todo. – replico tratando de transmitir tranquilidad, pero logro exactamente lo contrario.

Sus ojos verdes me miran frustrados y colmados de ira. Tira el teléfono con fuerza a un lugar imperceptible y vuelve a buscar mis ojos.

- ¡Te he estado buscando toda la jodida noche! – grita desesperada. – ¡Maldición! 

Me quedo callado. Cállate Justin. Cállate y escúchala.

- ¡Eres un imbécil! – me grita de nuevo. Y puedo sentir que llora. Su voz se desvanece en la última palabra y su respiración es entrecortada. Percibo que va a seguir hablando, pero en cambio solo se envuelve en un llanto incontrolable. Llora… llora como nunca he tenido la oportunidad de verla antes… sus ojos están llenos de lágrimas y en un par de cortos segundos su rostro ha pasado a estar empapado por su llanto. 

Solloza fuerte y se aprieta el estómago. 

Estoy atónito. Nunca le he visto llorar de esta manera y solo entonces puedo darme cuenta de cuanto me importa. De cuanto me duele verla así. Algo dentro de mi interior rasga profundamente cada parte de mis sentidos. Simplemente estoy confundido y absorto. 
Se limpia las lágrimas con dureza, pasando sus manos por ambas mejillas. 

- ¿Por qué has hecho esto? – me pregunta ahora con la voz ronca e irritada. – joder Justin… ¿por qué? – vuelve a cuestionarme y ladea la cabeza. - ¿Qué está mal? – su voz vuelve a quebrarse e intento entender sus palabras. 

Mi mente se aclara y tal vez puedo tener una hipótesis de lo que ella se está refiriendo… y mi mundo se destruye, cayéndose abajo de a pocos… joder… no, no…

- Háblame. – me pide. Su mandíbula tiembla. 

- No sé a lo que te refieres. – lo niego todo. La mejor y más estúpida solución que se me ocurre en ese momento.

Ella ríe sarcástica y a la vez herida. Levanta los hombros y se voltea como si estuviera recobrando las fuerzas. 

- Acaban de llamarme del hospital. Has olvidado tu móvil ahí. Me dijeron que habían llamado antes a tu novia… - se voltea y fija su mirada sobre la mía. – a __________________ Peterson, pero que esta no le respondía las llamadas, así que han optado por llamarme a mí. El segundo contacto de tu lista de teléfonos. 

Mierda. ¿Cómo he podido ser tan idiota? 

- Me dijeron que te fuiste con ella ya hace un buen tiempo y que se suponía que estabas ya en casa reposando. – continúa hablando y con cada palabras se va haciendo más fuerte. – pero no estabas aquí. – su mirada se tensa. – respóndeme esto… ¿estabas con ella? 

Suelto aire e intento aplacar su mirada contra la mía. 

- Estabas con ella… ¿verdad? – vuelve a repetir esta vez desesperada. - ¿estabas con esa perra, no es cierto? – camina hacia mí y me empuja con ambas manos hacia la pared. Parte de mi cuerpo se tensa, quedándose petrificado y sosteniéndose ante la fuerza que Marie utiliza. El dolor de las heridas brota, pero nada de eso es más intenso que lo que ella me hace sentir con todo lo que dice. - ¡Respóndeme! – grita y golpea fuerte contra mi pecho con ambas manos. 

- Sí… sí estuve con ella. – respondo y trato de sostener sus muñecas con fuerza. Es difícil al principio, pero logro coger ambas y detenerlas. Pero ella sigue insistiendo. - ¡Detente! – le grito. Ella está perdida. Está perdida, dolida y herida. No sabe qué hacer y solo se desvanece sobre mi pecho al notar que se encuentra indefensa. 

Solloza fuerte contra mi pecho y baja sus brazos ahora indefensos. Los arropo con los míos y la abrazo. La abrazo fuerte mientras el ambiente se llena de sus jadeos. Cierro los ojos y acaricio su espalda suavemente. 

- Lo siento, lo siento mucho nena… - susurra contra su cabello. Y se lo beso, apretando su cuerpo contra el mío. – Marie, perdóname. – ruego. Pero ella no parece escucharme. Continúa llorando y no sé si podrá parar. – soy un hijo de pu.ta… - digo para mí mismo en voz alta. 

- Te has acostado con ella… - susurra contra mi cuello.

Abro los ojos y suelto aire… 

- ¿Por qué Justin? – pregunta indignada y aun con la voz entrecortada. – después de toda la mierda que te ha hecho. – susurra y sus palabras llegan a tocar cada parte de mi cerebro. Tiene tanta razón… ¿por qué lo hecho? 

- Cometí un error. – pronuncio casi inaudible. – lo siento… lo siento tanto…

Se queda callada y solo puedo escuchar el sonido de su respiración débil.

- ¿Qué sientes por ella? – me pregunta y se separa de mí, limpiándose las lágrimas. Ahora ha tomado otra posición. Está más calmada y parece segura de lo que dice. 

“¿Qué sientes por ella?”… 

- Sabes bien lo que ___________________ significó en mi vida. – las palabras salen de mi boca automáticamente. Ella abre los ojos. – el hecho de que haya vuelto me ha confundido. – respondo. 
Marie suelta aire y espera varios segundos para seguir hablando.

- Dime la verdad… por favor, antes de ser tu novia soy tu amiga… dime Justin, ¿sigues enamorado de ella? 

Su pregunta hace que mi piel se erice. 

- No. – niego y frunzo el ceño. No quiero analizar mis palabras en este momento. Solo quiero arreglar las cosas… - solo estoy confundido. – vuelvo a decirme y al subir la mirada puedo observar como una chispa de esperanza se asoma en su rostro. – perdóname… - suplico una vez más. Sus ojos buscan los míos y nos miramos. Subo mi mano derecha y estiro los dedos por todo su mentón. Mi otra mano hace lo mismo, pero tocan sigilosamente sus caderas y bajando también por su cu.lo. La acerco a mí y ella se desenvuelve y se aferra a mí de la misma manera. Está indefensa y no tiene fuerzas para detenerme. Lo aprovecho y choco su nariz contra la mía. – vamos a resolver esto ¿sí? – susurro y cierro los ojos, pegado a su rostro y sintiendo su aliento abrazador contra el mío. – voy a olvidarme de mi pasado. – mis palabras salen por sí solas y solo en ese momento puedo darme cuenta de cuán importante es esa mujer en mi vida. – Quiero esto ¿lo entiendes? Me encanta mi vida contigo. Es lo que quiero. – estiro los labios y logro besar los de ella, que se encuentran ligeramente mojados. – ni ella ni nadie va a impedir que esté contigo ¿vale? – Marie me besa suavemente y puedo verla sonreír después. – tú eres más importante que todo mi pasado.

***

Siete de la noche. 


- ¿Qué tienes con los celulares? – enarcó una ceja y miró a Eli con expresión dudosa. Su pequeña hija jugaba con las teclas de su móvil. - dame eso nena. – se lo quitó de sus manos suavemente y pudo percibir como le producía un llanto repentino y bastante manipulador. – hey, basta ¿vale? – apartó el móvil, colocándolo sobre la mesita de noche y cargó a Eli en brazos. 

La niña soltó un llanto bastante grande, haciendo sus mejillas aún más coloradas. 

- Cariño… - susurró __________________, meciéndola. – Elisabeth. – le llamó acurrucándose en su pequeño cuello. – no llores preciosa. – pero la pequeña no se detenía. Y verla de esa forma le hacía poner bastante nerviosa. - ¿Quieres el móvil? – el llanto se detuvo y en respuesta obtuvo un “sí” con la cabeza de parte de ella. Puso los ojos en blanco y cogió el móvil. - ¿lo quieres? – le preguntó juguetona.
Eli volvió a asentir, moviendo las coletas que tenía ambos lados. 

- M-ó-v-i-l. – pronunció _______________ deletreando y abriendo bastante la boca. Eli se quedó observándola quieta. – mó-vil.

- Móóó-vil – dijo ella. Su pequeña y bonita voz hicieron a _________________ sonreír. Le entregó el celular sin más y cogió a su hija en brazos para darle varios besos en la mejilla que le proporcionaron cosquillas. 

Siete de la noche y él no aparecía… 

Quizá se había arrepentido. ¿Sería posible que lo hiciera? “Por supuesto que sí…” 

Todo había pasado tan rápido que hoy en la mañana había sentido un enorme impulso por contarle sobre Eli. Pero no podía decírselo en ese momento. Justin necesitaba verla. Reconocerla con sus propios ojos. Necesitaba ella misma ver su expresión al hacerlo… el estómago se le llenaba de emociones cada vez que percibía ese momento y se lo imaginaba en la cabeza. Se lo había imaginado por dos largos años y ahora estaba tan cerca. 

Se mordió un labio y enredó su dedo índice en las ondas de la coleta de Eli. ¿Y ella? ¿Cómo se llevaría con su padre? El pensamiento también le arropó de sensaciones. Respiró hondo y dejó salir aire. Los días que había contado para este momento por fin estaban acabando. Y en realidad, por fin se había dado un espacio para ella. Sin importar absolutamente nada más, tal vez ahora era tiempo de ser feliz y contarle la verdad a Justin. ¿Por qué no? también tenía derecho. Había pasado por tanto. Merecía con bastante franqueza ser feliz completamente alguna vez. Necesitaba tenerlos a los dos en su vida. A Justin y a Eli en un mismo sitio. Era lo que tanto había anhelado y estaba a pocos minutos de poder presenciarlo. 
La espera se hacía eterna. Miró en su antiguo reloj de mano. Siete y diez minutos. Habían quedado exactamente a las siete, ¿habría tenido algún problema? 

De pronto el móvil empezó a sonar, asustando a Eli y haciéndola saltar en su sitio. 

Le dio el celular a su madre obedientemente y esta lo sostuvo en sus manos con la esperanza de ver el número de Justin en la pantalla. Pero no lo era. El dispositivo no reconocía el número. _______________ frunció el ceño. Apretó el botón verde y contestó.

- ¿Hola? – dijo esperando ansiosa que alguien respondiera en la otra línea. Un chirrido bastante estruendoso se escuchó y la señal y tuvo que apartar el móvil de la oreja. - ¿hola? – preguntó de nuevo. Se apartó el móvil una vez más y leyó el mensaje que aparecía en la pantalla: “NÚMERO DESCONOCIDO”… - ¿Travis? – dijo frunciendo el ceño. Eli se dio vuelta al escuchar el nombre de Travis en los labios de su madre. - ¿eres tú? – preguntó ___________________. Pero nadie respondía. Frustrada colgó la llamada y apartó el móvil a un lado. 
“Joder” se quejó interiormente y no le dio tiempo a nada, el móvil volvió a sonar y el mismo mensaje aparecía en la pantalla. 

Esta vez se puso de pie, dejando a Eli sobre la cama y contestó.

- ¿Aló? – dijo esta vez un tanto más irritada. Lo único que podía escuchar era el mismo chirrido esta vez más leve en la otra línea. – maldición, ¿esto se trata de una bro… - antes de terminar la oración, escuchó una voz grave y entrecortada, pero no podía descifrar nada de lo que decía. Era casi inaudible. - ¿Travis, eres tú? – su corazón empezaba a latir con bastante fuerza. – si eres tú por favor deja de jugar. – el chirrido paró y una voz dura y fuertemente clara se escuchó. 

- Por fin te encontramos, __________________ Peterson.

Su garganta se secó y abrió lentamente la mandíbula. 
Un miedo grande abarcó todo su interior y una sicosis le llenó todo el cuerpo. Asustada miró a todas partes. De arriba hacia abajo. De izquierda a derecha. Sus manos temblaban y le obligaron a soltar el móvil. Sin darse cuenta, estaba jadeante y se había quedado petrificada. 
Abrió bastante los ojos y se agachó a recoger el móvil, colocándoselo en la oreja. La llamada había finalizado. 

- Mierda… - susurró y sus ojos inspeccionaron su propio departamento de un lado para otro. Guardó el móvil en el bolsillo trasero de sus jeans, miró la puerta de su habitación y corrió hacia ella colocándole la seguridad. Empujó un viejo sillón que adornaba su habitación y lo colocó al lado de la puerta. Su miedo la obligó a tirar varias cosas también sobre esta. Corrió hasta el balcón y lo cerró abrochando todos los seguros. Cerró las cortinas con fuerza y corrió rápidamente hasta la cama, donde Eli la miraba sin entender nada. – Ven aquí nena. - Cogió a su hija en brazos, apagó las luces de su habitación y se metió en el baño personal de su habitación. 

Dejó a Eli parada sobre el váter y cerró la puerta del baño personal. Apagó las luces del baño de la misma manera. Eli soltó un gemido de susto, pero se le pasó al sentir los brazos de su madre arroparla con fuerza y elevarla, cargándola y llevándola dentro de la ducha junto a ella.

- No pasa nada. – le dijo tranquilizándola. Cerró las cortinas y se escondió con Eli en la esquina de la pequeña ducha. 

Su respiración estaba acelerada y el silencio reinaba en todo el lugar. Solo podía escuchar algunas palabras de Eli bastante inentendibles.

- Shh… - le dijo suavemente y su hija se quedó callada.

Pasó a tratar de tranquilizarse ahora a ella misma. Cerró los ojos y abrazó a Eli con fuerza. No se la llevaría… No se la llevarían… No se la llevarían… 
Su corazón estaba arropado de miedo pero no dudaba en enfrentarse a quién quisiera hacerle daño a ella o a su hija. 

Palpó el móvil en el bolsillo trasero de sus pantalones y lo sacó. 

Desesperada, encontró el número de quién buscaba y apretó el botón verde.

Travis contestó después de unos segundos.

- Habla Trav…

- Soy yo… 

- ¿__________________? – su voz se alarmó al escucharla. 

- Te necesito Travis. – le dijo sollozando contra el teléfono. – por favor ven… ven te necesito. Te necesitamos. – se quedó callada y abrazó fuerte a Elisabeth. – ellos están aquí.

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