Metió las llaves en la cerradura y abrió. El olor a casa le asentaba bien. Después de un día entero redactado cosas para el señor McCain, no había mejor cosa que llegar a casa. Cerró la puerta tras ella, y guardó las llaves de nuevo en su bolso. Cuando miró la hora, pudo notar que se habían hecho más de las seis de la tarde, ¿de que servía haber regresado temprano si igual había tardado? Negó con la cabeza interiormente.
Caminó exhausta por la cocina y tomó una soda del refrigerador. Abrió con cuidado la lata de Coca-Cola y tomó un sorbo de esta. Mientras ingería, un hombre a medio vestir apareció tras ella.
- Peterson. – le llamó tras ella. ______________ dio un salto en su sitio. Abrió un poco más los ojos y se volteó ante el llamado. Oh por Dios, Travis.
Este la recibió con una sonrisa fina en los labios. Tenía el cabello ligeramente mojado y algunas gotas de agua cayendo en todo el torso. Aquel bóxer caía de entre sus caderas y hacía imaginarse a cualquiera toda el gran volumen de su miembro. Unas piernas grandes y gruesas que también conjugaban con su cuerpo entero. Y esos ojos, azules, preciosos, que la miraban a ella con todo el deseo del mundo. Aunque ______________, no se atreviera a aceptarlo todavía.
Pero demonios…¿Por qué se fijaba en Travis de esa manera? Parpadeó y golpeó interiormente sus pensamientos.
- ¿No vas a desearme feliz cumpleaños? – dijo y abrió los brazos. ________________ negó con la cabeza en su interior. No, no podía…
- Feliz cumpleaños. – le dijo aun manteniendo una distancia prudente. Lo miró despectiva y se dio vuelta para no prestarle atención.
Atrás, Travis sonreía de oreja a oreja.
- ¿Solo así, Peterson? – le pregunto con una voz ronca y –aunque ella no quisiera aceptarlo- muy, muy sensual.
- ¿Qué esperabas? – le retó ella. Volvió a voltearse. Encontrándose una vez más con la sonrisa maliciosa de Travis y sus ojos puestos en ella. ¿Qué buscaba? Se preguntó a ella misma.
- No lo sé, un abrazo… ¿tal vez? – enarcó una ceja.
- Ha sido mucho que te haya dicho feliz cumpleaños. – lo miró una vez más, esforzando sus ganas de parecer despectiva con él. Con mucho esfuerzo, pudo lograrlo. Dejó la Coca-Cola en la encimera de la cocina y quiso dirigirse a su habitación, caminando decida y pasando por su costado.
La mano de Travis la cogió del codo, volteándola para él. Una electricidad poderosa se abrió entre ellos. Oh, mierda…
- ¿Por qué siempre tan molesta conmigo? - enarcó una ceja. Ambos rostros peligrosamente cerca. Ambas respiraciones chocando y juntándose peligrosamente.
- Suéltame. - le pidió _______________. Apenas podía utilizar su voz. Y al hacerlo, notó la poca fuerza que su garganta le proporcionaba.
- ¿Por qué? – enarcó una ceja de nuevo. ____________ quiso gritar. - ¿por qué siempre tan cabreada y de mal humor conmigo?
- Eres insoportable, es todo.
- ¿Lo soy?
- Sí, y ahora suéltame o te juro que grito. – le advirtió ella. Podía sentir el cuerpo húmedo de Travis tocar el suyo. Aquel sentimiento le provocaba cosas que jamás imaginó con él. ¿Por qué? Se hacía esa pregunta.
- Grita, me gusta cuando haces eso. – le sonrió y apretó el brazo de __________ un poco más, incluso hasta llegar a lastimarla.
- Eres tan repugnan…
- Oh… muñeca, perdóname. No soy un príncipe azul, pero sé hacer algunas cosas que podrían quedar en tu memoria para toda la vida.
Ambos sostuvieron la mirada. Jo.der, rayos, maldición… ¿Qué pasaba? ¿Qué empezaba a pasar entre ellos? _______________ dudó por un segundo si escapar sería su mejor opción, tal vez la idea de quedarse ahí… le gustaba… un poco.
- ¿Qué quieres? – le preguntó una ____________ decidida. - ¿sexo? – enarcó una ceja y lo miró brindándole una pequeña sonrisa. – lo siento mucho, pero has venido al lugar equivocado.
- Eso dices ahora.
- ¡Estás loco! – gritó desesperada. - ¡suéltame, joder! – gritó un poco más fuerte.
- ¿O qué?
Ella soltó un suspiro, aturdida y asustada, pero muy… muy dentro de ella, algo le ordenaba que no se separara de él.
- Me haces daño… - le advirtió. Ambos bajaron la mirada hacia el brazo de ______________.
- Todo lo que ganas por no decirme que te hice… para que me odies tanto.
- ¿Te importa mucho saber?
- Solo quiero estar bien contigo.
- ¿Por qué? En unos días te irás, ¿de qué te sirve estar bien conmigo?
La última frase de ______________ no ayudó mucho a la situación. Ella misma no podía examinar bien sus palabras. Acababa de decirle… ¿Qué le molestaba que se fuera en unos días?
- Tú, eres imposible Peterson. – miró directamente sus ojos. ____________ no pudo evitar devolverle la mirada. Recorrió su rostro con la mirada. Que sensual podía ser si lo examinaba con otros ojos. Los ojos del deseo. Por ese lado, tenía todas las de ganar. Era brutalmente sexy, guapo y atorrante. Malvada combinación que en él quedaba perfecta. - ¿qué?... – le susurró. _____________ no reaccionó hasta después. - ¿quieres besarme? – Travis mojó sus labios. Ella parpadeó muy rápido. Coño. ¿Qué estaba diciéndole? ¡Reacciona _____________!
- Aléjate de mí Travis. – lo empujó y aprovechó que él había soltado su brazo.
- Me gusta mucho cuando dices mi nombre.
Se miraron. Esta vez, no había que impidiera que _____________ saliera corriendo de ahí. Pero aun sabiendo eso, ella no quiso irse de ahí, no podía… se había quedado inmóvil ante su irremediable presencia.
Cuando de pronto, unas llaves se introdujeron en la cerradura de la puerta principal, abriéndola por completo.
La escena que logró presenciar Justin, no era nada buena.
La vista se le nubló. Solo podía ver lo malo y problemático de todo eso. Solo podía ver a Travis en bóxer y a ______________ ligeramente colorada y muy cerca de él. Los miró a ambos. Pero en especial a _________________.
- Justin… - susurró ella y sus ojos se llenaron de esperanza. Al menos ya no estaría a solas con Travis.
Justin endureció los pómulos. Sus músculos se tensaron de pies a cabeza. Hace mucho no experimentaba la sensación de cabrearse tanto por un simple hecho. Pero ahora, lo estaba reviviendo. Su sangre hervía.
- Listo para esta noche ¿amigo? – le llamó Travis.
Justin frunció el ceño.
- Tengo dos entradas para el pub del centro, el mejor de la ciudad. – le dijo cabreado y hablándole sin mirarlo.
¿Dos entradas? ______________ soltó un respiro.
- Dime cuando estés listo. – dijo sin querer hablar más. Le dio una mirada torturante a __________ y quiso decirle muchas cosas, pero en vez, se las guardó y caminó hacia la habitación.
Oh Dios… sus celos incontrolables de nuevo. ___________ quiso abrazarlo y besarlo, sabía que esa era la única manera de curar todos esos sentimientos. Lo siguió hasta la habitación, sabía que arreglar las cosas con él… esta vez… sería muy difícil. Y no se equivocaba.
Narra Justin:
Entro en la habitación. Mis pómulos arden. Esto ha sido… ¿demasiado? No sé exactamente si puedo describirlo de esa manera, pero me siento de tal forma, exhausto.
¿Ella tendrá alguna idea cuan jo.dido estoy?
Entra a la habitación con expresión sensible. Como si le gustara verme cabreado y ardiendo en celos. ¿Pero quién entiende a las mujeres? Disfrutan viendo a los hombres en etapas que ni siquiera nosotros podemos entender.
- ¿Cómo te ha ido? – me pregunta. Su dulce voz me hace estremecer. Sí… exactamente ahí, de pies a cabeza, pasando por el punto más débil de todo mi cuerpo.
No respondo y me quito la camiseta, dejándola tendida sobre la cama. Tomo asiento en el borde de esta y procedo a quitarme las converse.
______________ se queda callada, no puedo mirarla, pero me la imagino frunciendo el ceño.
- Gracias por preguntar, a mí me ha ido bien. – continúa hablando. Puedo sentir el movimiento de la cama cuando ella sube y camina de rodillas hasta el otro extremo, donde yo me encuentro. Oh, jo.der, no hagas esto _______________.
Desisto. Vamos, tengo que ser más fuerte que esto. Me inclino y me quito las converse ferozmente. Con dureza. Tratando de reprimir todo el deseo que tengo por olvidarme de todo el problema anterior, tumbarla y hacerle el amor desenfrenadamente.
- Te extrañé… - conozco ese tono de voz, ha sido con sinceridad. Y eso no hace más que darme fuertes ganas interiores de acabar con toda esta mierda. Hasta se me ha olvidado…¿por qué estoy enfado con ella? – enserio. – vuelve a decirme. Puedo sentir su voz aún más cerca, no por favor… se está acercando.
- No lo parecía. – logro decir. Me pongo de pie antes de que ella proceda a tocarme y entonces toda la molestia se me vaya. Oh sí, estoy muy orgulloso de mí.
La escucho refunfuñar atrás de mí. El reflejo me indica que ha cruzado los brazos. No ____________, no caeré tan rápido esta vez.
- ¿Enserio? – me dice con un tono desafiante. Me volteo. Me está mirando. Tiene las mejillas rojas. ¿Será por Travis?
- ¿Parece que bromeo?
- Es que no lo entiendo…¿qué tengo que hacer para demostrarte que solo tú me importas?
Trago saliva y endurezco la mandíbula.
- ¿Qué estaban haciendo? – pregunto. Mi pregunta la deja con la boca abierta, tal vez sintiéndose ofendida. Pero no retrocedo, realmente quiero saberlo.
- Hablábamos. – enarca una ceja.
- No soy idiota. – le digo irritado.
- Te comportas como tal.
La miro frustrado. Mis manos empiezan a sudar. Me siento estúpidamente jo.dido. Un idio.ta celoso. ____________ me saca de quicio.
- Estabas muy nerviosa, sé cómo y cuáles son las razones que te hacen poner en ese estado. Te conozco ______________, a ti, tus actitudes, tu cuerpo entero.
Cada precioso centímetro. Cada uno. Que he recorrido gustoso.
_____________ traga saliva. ¿Eso significa tal vez que he descubierto algo?
- Solo hablábamos, ya sabes cómo es Travis… tal vez se le pasó la mano un poco.
- ¿Se le pasó la mano? – enarco una ceja. Mi mirada oscurece. Celos aún más grandes se abren por todo mi cuerpo. Solo tengo pensamientos para una cosa. Quiero golpearlo. Mucho.
- Quiero decir… a veces dice cosas que no quiere decir.
- ¿Qué te dijo? – le pregunto apretando los puños sin darme cuenta. _______________ baja la mirada hacia ellos, puedo notar su rostro empalidecer.
- Nada. De verdad. Solo me dijo que estaría unos días aquí, eso fue todo.
- Te pregunto algo…¿de verdad luzco tan idiota como para creerme eso? – mi tono de voz pasa de duro a enojado. Una mezcla de ambos. La miro completamente cabreado.
______________ entreabre los labios. Pestañea un par de veces rápidamente y frunce el ceño.
- Eres imposible.
- Me lo han dicho antes.
- Qué bueno que lo tengas claro.
- Sí, y mucho.
Frunce el ceño una vez más y endurece la mirada. Sé lo mucho que debe estar odiándome. Terminar de recorrer la cama con las rodillas y se sienta sobre el filo. No sabe que decirme, su rostro está pensativo, tiene una respuesta inteligente que darme, como casi siempre.
Levanta el rostro. Nuestras miradas se encuentran. Aun así, la encuentro condenadamente sexy. Tiene el cabello desarreglado, despeinada, me hace recordar a cuando le hago el amor y amanece de esa manera… me estremezco, el pensamiento hace que algo se forme en mis pantalones. Estamos peleando, pero no dejo de tener ganas de hundirme en su cuerpo.
Desvío la mirada.
- ¿Por qué haces esto? – me pregunta. Su voz es cálida. ¿No está molesta?
- Simplemente necesito recordarle al mundo que eres mía.
Esboza una sonrisa casi imperceptible. Es pequeña, pero puedo sentir que coloca el ambiente menos tenso.
- ¿Soy tuya? – enarca una ceja.
Mía, preciosa, solo mía.
Me quedo callado, quiero que ella lo diga, lo grite… que es mía. Desabrocho mis pantalones, puedo observarla mirando mis caderas… de acuerdo, esto me pone muchísimo. Cuando termino de hacerlo, me volteo y abro la puerta del baño de la habitación.
______________ se queda sobre el borde de la cama, confundida.
- ¿Tomaras una ducha? – me dice. Logro entender el mensaje. Quiere tomar una ducha conmigo. Bienvenidas seas, pero no hoy, hoy me toca hacerte sufrir al menos un poco. Siéntelo nena.
- Sí. – le afirmo. Camino hacia adentro del pequeño cuarto de baño y mis pantalones caen un poco más, debajo de mis caderas, dejando ver la etiqueta del bóxer.
Nos miramos. Mis músculos se tensan. Cuanto te deseo _______________. No tienes idea cuanto me provocaría ducharme contigo. Mi boca se seca. Vamos, sé fuerte, solo esta vez.
Cuando siento que mi respiración empieza a agitarse, decido cerrar la puerta del baño casi en sus narices. Lo sé, me desea, dentro de ella, justo ahora, puedo sentirlo aunque ambos estamos separados por una puerta de madera. Siento su anhelo en mi erección. Es fuerte.
- ¿Es enserio? – me pregunta pegada a la puerta. Su voz es suplicante.
- Quiero tomar una ducha solo. – miento. Abro el grifo de la ducha y dejo caer el agua. Sonrío en mi interior y exteriormente también lo estoy haciendo. Sí, se siente muy bien. Necesito al menos una disculpa de su parte. ¿Siempre tengo que ser yo quién pida perdón? No esta vez. Entonces, tengo la sensación de que esta será una noche muy larga.
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