lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 67

Dos días después. Y este jodido martes no podía estar peor. Había más faena que nunca y tenía el estrés ocupando cada parte de su tenso cuerpo.
Observó la pantalla del portátil y revisó las estadísticas que estaba analizando desde hace un buen rato. El sonido de la lluvia le acompañaba. ¿Es qué no había un solo día en el que en New York dejara de llover? Justo hoy necesitaba un día lleno de sol y un poco de buen humor. Pero encontraba todo lo contario.

Esto era pesado y frustrante.

Soltó aire y recostó su espalda en el asiento. Joder… este definitivamente no era el ideal de nadie. Jamás pensó llegar a estar encerrado en una oficina, con un ordenador al frente y con muchos folios a su alrededor. ¿Era esto lo que siempre había deseado? No podía quejarse. Le remuneraban tremendamente bien… pero si alguien, unos años atrás, le preguntaba qué futuro tendría, definitivamente nunca hubiera respondido que tendría ese tipo de vida.

A veces llegaba a pensar que le faltaba más adrenalina a toda su vida. A él mismo. Es que después de tantos años en Tentation su cuerpo se había acostumbrado a eso. Y a veces… a veces de verdad llegaba a pensar que extrañaba toda esa jodida mafia y lo implicaba esta. A veces… de verdad, sentía que toda esa mierda le hacía falta. Que era parte de su vida. Que de alguna manera se había convertido en parte de él y que todavía estaba impregnada como una plaga a su cuerpo. Tal vez sí… tal vez Tentation sí era parte de él. Su parte oscura. Una parte que nadie conocía, ni siquiera Marie…

Solo había alguien que de verdad lo había amado en ambas facetas.

Y ahora que la recordaba… no la había vuelto a buscar más, desde la última vez que fue a su departamento.

El recuerdo le atormentaba. Mierda… tal vez se había portado mal con ella y había interpretado las cosas equivocadamente. Podía recordar la estúpida escena que él mismo montó antes de despedirse de ella. Una escena de celos equivocada. ¿Y si ahora estaba cabreada con él?... ¡Que no te importe! Gritó su subconsciente. “Has llegado tan lejos como para flaquear por una tontería”… y sabía que su interior tenía razón. “Vamos Justin, has pasados dos años sin ella y no ha sido tan malo, puedes con esto, solo un día más” … solo un día más… pero… ¿Y si ella se había ido de nuevo? ¿Y si le había dejado una vez más? ¿Y si tenían que volver a pasar dos años más para poder verla? Su cuerpo entró en desesperación y reaccionó contra el estrés acumulado durante los últimos días.

- No. – susurró agitado. No podía haberse ido de nuevo. No otra vez.

Pero cabía en las posibilidades. Hace una semana que no sabía de ella… ¿por qué no le había buscado? ¡Joder! ¡¿Por qué tendría que buscarte?!

- Mierda. – se quejó. ¿Por qué era tan vulnerable? Estaba creando una versión en su cabeza que le destruía.

Si ____________ volvía irse otra vez… Dios mío… sonaba tan doloroso en su propio interior.

Se puso de pie y abandonó la oficina aun con ________________ en los pensamientos. Necesitaba verla solo una vez más. Pero se aseguraba y creía en sus propias mentiras, al decir que solo iría a cerciorarse si seguía en New York…

++++

- Mesa dos, Peterson. Hay un hombre que acaba de llegar. – le indicó Christina, llegando a la cocina. _______________ asintió y se amarró el delantal por la espalda.

Hoy sí que había bastante trabajo. Lo cual definitivamente le favorecía.

Cogió la pequeña tabla de apuntes y caminó hasta la mesa que Christina le había dicho.

- Bienvenido a Houston, ¿Qué pue… - ______________ se quedó sin aliento.

- Quiero un café. Caliente. – sentenció él. Mojó sus labios al terminar la palabra y volvió a recalcarla. – muy caliente, por favor.

- ¿Descafeinado? - ____________ enarcó una ceja.

- Sí. Lo prefiero así. – dijo Justin, con una sonrisa pícara en los labios, pero que significaba muy dentro de él, que estaba contento por verla aun trabajando en Houston. Aun en New York. Cerca de él. Era todo lo que necesitaba.

- ¿Algo más?

- ¿Qué más puedes ofrecerme? – levantó una ceja y observó el bonito uniforme de ____________. Una falda tubo negra y una camiseta de lana blanca, con el delantal del mismo color. Aun así lucía perfecta. Perfecta y sexy. Deseable y sexy. Buena. Buenísima.

- Tenemos todo lo que hay aquí en la carta. - ____________ señaló profesionalmente varios nombres en la carta que había en la mesa. No la intimidaría su repentina aparición, que obviamente, era para saber de ella. Se inclinó un poco y siguió señalando más nombres.

La vista de Justin se concentró en algo más que simplemente lo que ______________ le mostraba. Estaba atento a esas piernas largas y envueltas en esa falda que ceñía su bonito culo. Al verlo sonrió. Sentía que sus manos correrían solas al alcance de ese bonito trasero y lo acariciarían. Sus fantasías se hicieron más grandes al verla mover los labios mientras hablaba. Que deliciosa boca. La vio acariciársela con la punta de su lengua. Y cuanto deseó introducir su lengua también y jugar con la de ella.

- Entonces, ¿quieres algo más?

A ti. Te quiero a ti.
 

- Un muffin, por favor. – le dijo al recordar lo primero que _____________ había mencionado. 
Esta apuntó en la pequeña tabla.

- Vuelvo enseguida. 

- ¿No te preguntas que hago aquí? – le dijo antes de que ella desapareciera.

- Creo que ya lo sé.

- ¿Enserio? – Justin frunció el ceño.

- Sí. Vienes a tomarte un café como todo el mundo. – caminó sacudiendo las caderas a propósito hacia la cocina.

Él no puedo evitar sonreír al verla caminar de esa manera. Cuanto la conocía… esa no era su forma de caminar, de ningún modo. Pero sin embargo, quería llamar su atención y el acto le llenaba de ternura.
“Siempre vas a llamar mi atención, nena… así pasen los años”.

Esperó paciente a que _______________ llegara con su pedido y jugó con su móvil mientras tanto. Se preguntaba de pronto… ¿cuál sería el número de ____________ ahora?

De pronto esta apareció con su café caliente y el muffin sobre una bandeja.

- Gracias. – dijo él, gustoso.

______________ asintió. Parte de su cuerpo se sentía tenso y nervioso por la presencia de Justin. Pero sabía que si actuaba natural y profesional, no lo haría tan notorio.

- ¿Me das tu número?

- No le doy mi número a ningún cliente. - ____________ sonrió y él no pudo evitar verse contagiado por su preciosa sonrisa.

- Creo que sé más de ti que un simple cliente.

- Pero ahora estoy trabajando, lo siento.

- Solo quiero tu número.

- ¿Para qué? ¿Vas a llamarme? No quiero problemas con tu novia luego por encontrar mi número ahí. Te ganas un lío. Y lo digo enserio, tengo que trabajar. – se dio media vuelta y se acercó a otra mesa en donde la habían llamado también.

Justin frunció el ceño. Qué mujer. Hasta con su carácter le ponía. Siempre tan jodidamente terca. Se puso tenso y tomó del café, que hervía sobre la mesa.
Mientras tanto, no pudo quitarle los ojos de encima. Distraído por su precioso cuerpo, piernas y culo… Dios mío… le ponía tanto, le debilitaba tanto verla… era tan tentador y obsesivo. Era la imagen más deseada que había visto jamás.

La vio desaparecer en rumbo a la cocina. Y para su sorpresa, segundos después, un mensaje de texto llegó a su móvil haciendo vibrar la mesa.

De: 053… 8:34 pm.
Text: Este es mi número, tonto.

Una sonrisa grande apareció en los labios de Justin. Guardó el número de _______________ y tecleó algo en su móvil.

De: Justin 8:37 pm.
Text: Tardaste mucho en dármelo, nena.

Esta vez vio que ______________ volvía de la cocina con una bandeja llena de tazas de café para la mesa siguiente a la de él. ¿Es que nunca se quedaba quieta? Este trabajo era aturdidor. Estiró la mano, llamándola, pero a él se acercó otra chica. Menuda y pelirroja.

- ¿Puedo ayudarle? – se ofreció Christina. Desde hace un buen rato había deseado acercarse a la mesa dos. La mesa de Justin. Sus deseos estaban cumplidos ahora, que podía ver a ese Dios griego frente a frente.

- ¿Conoces a la señorita Peterson? – Justin enarcó una ceja, inquietando a Christina y su autocontrol. Dios, que bueno estaba ese hombre.

- Sí... – dijo embelesada. ¿Pero por qué le preguntaba por _____________?

- ¿Sabes si tiene novio o algo así?

La garganta de Christina se secó.

- No sé mucho de ella, en realidad es nueva aquí.

- Sí… pero… ¿le has visto con alguien? – se apresuró a preguntar Justin. Había deseado preguntarle esto a alguien que tuviera contacto con _______________.

- ¿Está interesado en ella? – Christina enarcó una ceja. Y aunque aquella frase había herido parte de su apresurada ilusión con él, le parecía algo tan dulce que estuviera interesado en _________________. Además era tan apuesto…

Justin sonrió.

- ¿Te parece?

Christina enrojeció.

- Sí. Así parece.

- Quiero la cuenta. – dijo cambiando de tema y señalando con la mirada la taza de café y el muffin intactos. Solo había ido ahí para saber de ella, y ahora que la había visto, podía irse.

- Claro. Son doce dólares.

Justin sacó el dinero y lo puso sobre la mesa.

- Gracias. – dijo mirándola duro y sutil a la vez. Derritiéndola por completo. Christina asintió y se encaminó a la cocina totalmente embelesada por aquel hombre.

Y este esperó ver a _______________ una última vez. Sus ojos pudieron captarla atendiendo a un hombre solo que se había sentado en la esquina de la cafetería, junto a la gran mampara de vidrio. Traía pinta de ebrio y le sonreía a ella cada vez que podía. Sin mencionar que saboreaba sus labios cada vez que miraba a ________________ en cada parte de su cuerpo.

Justin se tensó. Vio a ___________ comportarse profesionalmente, como hasta con él lo había hecho, y también pudo reconocerla incomoda por atender a ese imbécil que no dejaba de comérsela con la mirada. Tragó saliva y endureció los pómulos sin apartarle la mirada.

______________ se volteó con el pedido de aquel hombre en las manos y trató de caminar a toda prisa hacia otra dirección, pero entonces, recibió una cachetada fuerte de aquel hombre en el culo.

- Mueve ese trasero guapa, quiero el café ahora mismo. – le dijo riéndose de su anterior acto. ____________ cerró los ojos, tratando de no exaltarse demasiado por lo sucedido. Botó aire y pudo notar que media cafetería se había dado cuenta de lo que aquel hombre había hecho con ella. Jodida humillación.

Abrió más los ojos cuando divisó a Justin venir hacia su dirección. La piel se le enfrió y su corazón empezó a dar latidos fuertes al verle caminar hacia ella. Su mirada no era buena. Su rostro no era bueno. Estaba molesto. Solo ella podía reconocerle… no podía creer que esto iba a pasar… joder… no… vamos, Justin, contrólate…

- ¿No me has escuchado? Muévete – el hombre volvió a hablarle… pero ella se había quedado helada.

- ¿Qué has dicho pedazo de gilipollas? - y estaba ahí. Ardiendo en furia y en ira.

- ¿Pero quién coño eres tú? – preguntó el hombre, que accedió a ponerse de pie después del insulto vocalizado por Justin.

______________ tragó saliva. Maldición…

- Por favor… basta, Justin… - susurró desde atrás.

- Hazle caso a la señorita y déjala, le ha gustado que toque su precioso culo.

La oración quedó en el aire. Y el hombre ebrio voló, debido al puñetazo en la mandíbula, desde su sitio hasta el exterior de la cafetería, traspasando de esa manera la mampara de cristal y rompiéndola en mil pedazos.

Oh no…


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