miércoles, 12 de junio de 2013

Capítulo 75


Su infancia había sido un completo infierno.

Nadie además de él conocía cada sentimiento exacto que había vivido en su niñez. Le había tocado crecer tan rápido, madurar de un día para otro y aprender a defenderse de sus propios demonios. 

Es que nadie podría comprenderle nunca. Aunque no lo demostrara, vivía con el resentimiento de no haber tenido una familia normal en el pasado. Sinceramente, ahora le importaba muy poco si su familia estaba bien o mal. Con el paso del tiempo había aprendido a vivir solo y a preocuparse por él. ¿Por qué iba a hacerlo por alguien más, si nadie nunca lo había hecho por él? Era frustrante recordar cada escena de su infancia, y aun peor era cuando en su cabeza se le presentaban recuerdos de su jodido pasado. Y vaya, que jodido había sido ser Justin Bieber de dieciséis. O un Justin Bieber de diecisiete. Siempre metido en problemas y buscándole líos a otros. 

Pero no era exactamente Justin la razón de su forma de ser. Aunque él se repetía mil veces que esa era su naturaleza, sabía perfectamente que había algo que le había hecho volverse así. Porque un tipo normal no era impulsivo, grosero y violento de un día para otro. Le había pasado suficiente como para volverse de esa manera y no tener opción a cambiar.

Significaban muchas cosas. Cosas que le jodían en lo más profundo de su corazón, pero que afloraban rápidamente cuando estaba solo. Y ahora precisamente lo estaba.

Caminaba entre la gente mientras fumaba un Derby. Sus ojos estaban lo bastante hinchados y la verdad es que ya no le provocaba llorar más. Y aunque buscaba exactamente una palabra para describir su estado actual, no podía encontrarla. No podía describir como se sentía interiormente, sin embargo se esforzaba en analizar las cosas en un ángulo mejor que el de hace unas horas, donde no podía pensar más que con los puños. 

Entonces volvió a tensarse al recordar cada palabra de ___________________. Jamás habían discutido tanto ni se habían dicho tantas cosas de esa magnitud. Pero es que no había sabido de que otra manera reaccionar ante lo que _________________ le había contado. 

Y otra vez… otra vez quiso gritar y desquitarse con el primero que sus ojos veían pasar. Dejó salir humo de su garganta y siguió caminando en una dirección que él no conocía. Su cuerpo estaba en la tierra, pero sus pensamientos habían volado lejos desde ya hace mucho. Y en lo único que podía centrarse… era en ____________________... en ella y en esa niña la cual le había mencionado. Su piel se erizó al imaginársela, sintiendo una gran opresión en el corazón. Maldita sea… ¿una niña? ¿Su hija? Pero es que… ¿de qué manera podía creerle? Y Dios, él no sabía nada de esas cosas. Absolutamente nada. ¿Cómo podría asimilar el hecho de que tenía una hija de dos años? ¿Ella iba a aceptarle? ¿Iba a aceptar al padre más problemático del planeta? La idea le horrorizaba. Dios… por supuesto que no. No le iba a aceptar. Le iba a tener miedo como casi todas las personas que le conocían verdaderamente. Porque en su interior todavía veía a ese Justin prepotente y gilipollas que había causado miedo en muchas personas. Y en ella también lo haría. En esa pequeña niña también lo haría. 

El cigarrillo se consumió y de pronto no tenía otro más. Jodido vicio. Tuvo que caminar sin nada calentándole la boca. Recordaba que en la adolescencia ese había sido su método de escape ante el mundo en el que tenía que vivir. Pero no había sido algo a lo que hubiera estado prohibido. Todo lo contario, desde que había cumplido los treces años su padre le había enseñado a fumar. Con el paso de los meses, ya sabía hasta follar. Y era un experto por lo mismo. 
Poco después, sus habilidades fueron aumentando. No solo sabía fumar, follar o defenderse de cualquier cabrón, sino que también sabía robar. Un arte sucio, pero en concreto un arte. 

Cuando su familia se quedó sin nada por las innumerables deudas que tenían pendientes, las cosas en su casa se pusieron realmente más duras que antes. Entonces todo se hizo más difícil. Ya no eran solamente las deudas, eran sus padres, las malditas discusiones diarias y el carácter de ambos. No había un solo día en el que los dos no se refugiaran en alguna droga barata. Y él les veía. Les veía consumirse de esa manera y no había nada que le doliera más en ese momento.

Amigos de su familia pasaban por la misma situación económica. Básicamente dos familias más. El padre de una de ellas trabajaba en el banco de Washigton pero le habían despedido de un día para otro, dejándolo sin nada. Sin embargo conocía cada código existente. Sabía lo suficiente como para robar una cantidad pobre en un día cualquiera, pero… ¿y si lo hacían más grande? ¿y si llegaba a robar más dinero con la ayuda de más personas? El padre de Justin coleccionaba armas en el sótano y tenía varias que podía cargar y utilizar en cualquier momento que quisiera. Entonces, de un momento a otro… lo tenían todo. Armas y el conocimiento de código y horarios de aquel banco. Solo les hacía falta un par de pasamontañas. Un par de trajes… y una tentación. Una que distrajera y atrapara cada sentido. Fue entonces cuando la madre de Justin se vistió gustosamente bien aquella noche. Atrajo la atención de todos tíos presentes y fue más que suficiente su presencia como para distraer a medio sistema policial. 

Desde ese momento, todo había comenzado. Los robos se hicieron más grandes e internacionales. Fue Francia en donde la familia Bieber, Maslow y Butler se establecieron. Y con ellos, tres jóvenes problemáticos, impulsivos y de catorce años: Justin, Ryan y Travis. 
Y desde entonces había crecido prácticamente solo. Sus padres se alejaron de él y empezaron a concentrarse en la mafia que cada vez crecía más y más. Su vida empezaba a ser cruda y el hecho de ver que todo su entorno robaba, le había producido un pequeño trastorno de adicción al dinero. 

Y ahora que lo recordaba… parte de su internamiento a rehabilitación también había sido por eso. No solo por ser un chico problemas, sino también por la ambición de tener dinero con él todo el tiempo. 

De pronto se detuvo… habían sido demasiados recuerdos para una sola tarde. Habían sido demasiados sucesos para una sola tarde. Ahora solo su interior le hacía hacerse una pregunta: “¿Iba a permitir que sucediera lo mismo con esa niña?” por primera vez pensaba con claridad y dejaba de ser tan egoísta. ¿Ella merecía realmente todo esto? El asunto era entre él y _____________________. Todo su pasado y la historia que habían construído juntos… ahora solo la unía una niña de dos años que ni siquiera conocía, pero que algo en su interior le aseguraba que le pertenecía. 

Dios… ¿Qué debía hacer? ¿por qué esto tenía que ser tan malditamente difícil? Prácticamente había jodido todo con _________________. Sí. Esta vez sí. Esta vez más que nunca. Esta vez no le iba a perdonar. Ambos se habían herido con palabras realmente fuertes. ¿Pero cómo hacerle entender que no esperaba esa noticia de su parte? Maldita sea… solo había actuado como su instinto le había dicho que debía. ¡Pero no era él! Por favor, claro que no lo era. 
Deseaba tanto protegerla de Tentation, su propia mafia… deseaba tanto protegerla a ella como a… a esa niña. 

Por otra parte, tenía lo de Madrid… pero en su cabeza no había nada que importara más que __________________. Porque vamos… a pesar de haberse comportado como un completo idiota, aún quedaba algo cuerdo en él. 

Y necesitaba ese poco de cordura para arreglar las cosas… y aunque sabía lo mucho que ______________ debía estar odiándole, necesitaba hablarle. Quisiera o no. 

Palpó el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón.

+++

Travis había estado con ella la mayor parte del tiempo. Había inspeccionado la zona y se había dado con la sorpresa de que nadie sospechoso estaba merodeando el edificio de ______________. Pronto se había ido, ayudándole a transportar a casa de Emily algunas cosas que para _________________ eran de mucha importancia.

De pronto no había nada en su departamento además de su cama y las sábanas que estaba sacando. De pronto no habían más que recuerdos. Muchos recuerdos. Muchas sonrisas. Lágrimas y decepciones. Amor… mucho amor… y peleas… y gritos… y todo eso lo dejaría atrás esa misma noche. 

Sin pensarlo más, retiró las sábanas puestas sobre el colchón. No tenía mucho que perder. Ahora que lo pensaba, la reacción de Justin había significado suficiente para ella. Y no necesitaba más. Tenía muy claro que él no iba a aceptar nunca que tenían una hija. ¿Acaso esperaba otra cosa? Sí… muy diferente. Pero no le necesitaba. _______________ podía con esto y además ya no sentía el remordimiento por no contarle nada al padre de su hija. Elisabeth iba a crecer bien junto a ella y no iba a sucederle nada mientras viviera. 

Respiró hondo y trató que nada le debilitara esta vez. 
Entonces el móvil sonó. _________________ alcanzó el bolso y lo retiró de ahí. El número de Justin aparecía en toda la pantalla. Maldita sea… ¿Qué demonios quería esta vez? Colgó su llamada sin antes contestarle, pero este insistió, insistió e insistió. 
Por Dios, era tan desesperante. 

Apretó los puños y presionó el botón verde totalmente disgustada. 

- Ah… - Justin se aclaró la garganta. - ¿podemos hablar?

- Depende. 

- ¿Depende de qué?

- ¿De qué quieres hablarme?

- Quiero verte. Tengo varias cosas que decirte.

- ¿Más? No por favor, tú tienes un viaje a Madrid y no deberías estar perdiendo tu tiempo conmigo.

- Joder ________________, no te portes así conmigo. – se quedó callado y por primera vez trató de hallar las palabras adecuadas. – esto… esto ha sido bastante difícil para mí. – dijo con sequedad. No quería demostrarle nada más. No quería quebrarse todavía. - ¿crees que todo esto es sencillo?

Ella guardó silencio.

- Solo voy a hablar contigo si prometes estar calmado. – susurró _______________ contra el teléfono.

- Bien. Voy para allá. 

_______________ frunció el ceño.

- No Justin. Solo por teléfono. No quiero verte. – le dijo hablando con toda la sinceridad que podía ser posible. – te lo juro, no quiero.

- He sido un imbécil. – susurró él ahora. – pero entiéndelo, por Dios… esto es tan difícil. – volvió a guardar silencio. No sabía que más decirle sin quebrarse completamente. 

- Lo siento. Pero si quieres decirme algo será por aquí. 

Que terca era…

- No pienso abrirte la puerta. – insistió _____________________. 

- No pienso entrar por ahí.



 Narra Justin: 


¿Alguna vez has sentido tanto miedo de arruinar el único futuro que posees? Y no es algo que pueda controlar. Es exactamente todo lo contrario. Está en tu cuerpo y no puedes detenerle. Es más fuerte que tú. Que tus jodidas ganas por luchar contra ti mismo y tus monstruos interiores. ¿Me equivoco? ¿Acaso no has luchado nunca contigo mismo o has odiado cada segundo tu manera de ser? Se trata de eso. Y aunque nadie puede comprenderte, el miedo siempre intentará gobernarte. Aunque sabemos muy bien que es totalmente inexistente. El miedo no existe, existió o existirá. Siempre serás tú quién le nombre y lo culpe de todo lo que no puedes lograr. Como yo… que tuve un pasado de mierda, y no quiere perder lo único que tiene.

Mis pies tocan el suelo. Al menos ellos sí pueden tocar tierra. 

El aire golpea mi cabello y lo despeina suavemente. Hace frío. Tanto frío… cierro los ojos y detrás escucho el ruido de los autos pasar. Es lo único que me hace recordar en qué lugar estoy. 

Estiro los brazos y mis manos tocan el frío cristal de ambas ventanas cerradas. Estiro los dedos. He estado aquí antes. Hundo la cabeza y cierro todavía más fuerte los ojos. Mi interior está reposando. Simplemente estoy intentando buscar un lugar adecuado en mí. 

Estar aquí en su balcón me estremece. Puedo oler cada recuerdo. Cada primera vez. Aquí le hice el amor tantas veces y le prometí que jamás nos separaríamos. Aquí le dije ese tipo de cosas que alguien dice cuando está enamorado hasta los huesos. Todavía puedo sentir cada palabra rozando mis oídos. Cada cosa es tan fuerte. 

Sin embargo estoy aquí. Mis brazos están tensos contra su ventana y no estoy seguro aún si debería entrar y hablarle de nuevo. Pero… ¿Quién iba a decirlo? ¿Quién iba a decir que estaría aquí después de tanto tiempo? ¿Quién iba a decir que pasaríamos por tanto? Que hoy solo nos uniría una niña de quién no tengo conocimiento. Y que… y que después de todo seguiría sintiendo lo mismo por ella. 

Trago saliva y levanto la cabeza. Mis ojos se clavan en mi reflejo. Me estoy mirando contra esas ventanas forradas en cortinas de seda y también puedo observar el paisaje de New York detrás de mí. Sus luces. Su movimiento. Presiono los pómulos y a la misma vez bajo mis brazos de ambos cristales. Poco a poco la yema de mis dedos toca las manijas de ambas ventanas. Las acaricio. Tengo que hacer esto. Por ella. Por mí. Y por… y por esa niña. Mis dedos presionan ambas manijas y las giro, abriendo ambas ventanas hacia el interior. 

Suelto aire. Doy unos pasos hacia adelante y las cortinas interiores bailan debido al viento. Cierro las ventanas detrás de mí y me apego a ellas después de haberlas cerrado. Adentro todo está vacío. Solo la cama de _______________ sigue posicionada en el mismo lugar pero totalmente desvalijada. La tenue luz de su habitación no me permite ver nada. Afino la mirada e intento buscarla. Entonces puedo darme cuenta de que está en frente de mí, pegada a la pared de su habitación. Nuestros ojos se encuentran. No puedo evitar mirarla de pies a cabeza. Y al detenerme en su mirada, puedo saber que todavía sigue herida por toda la mierda que le he dicho. 
Todavía está ahí ¿pueden creerlo? Es la única persona en el mundo que sigue aquí después de conocerme verdaderamente. La única que es capaz de enfrentarme y que… , algo que me ha dejado de sorprender, tiene el jodido valor de quererme a pesar de todos mis monstruos interiores. 

Ambos nos quedamos callados por varios e interminables segundos. El viento corre, el ruido de los autos pasa, el mundo gira… la vida sigue… pero ambos estamos aquí, mirándonos y podría jurar que podríamos hacerlo infinitamente. Tal vez es nuestra única manera de no discutir. Y la verdad… por mí está bien… quiero quedarme así por un buen tiempo…

- ¿A qué has venido? – dice ella, rompiendo el silencio. De inmediato todos mis sentidos se encienden. Mojo mis labios y clavo la mirada en el suelo. De pronto no sé qué decirle. De pronto me encuentro intimidado frente a ella. Joder… tiene el poder más grande y poderoso sobre mí. 

- No lo sé… - digo con sinceridad. – joder, de verdad no lo sé… - susurro esta vez. Estoy perdido y confundido de nuevo, cuando hace unos segundos sabía muy bien que decirle y cómo reaccionar. – solo quise… quise hablar contigo. – algo dentro de mí quema. 

- No se puede hablar contigo. – me dice y sé que está mirándome. Lo siento en los reflejos, pero todavía no tengo el valor y la fuerza para mirarla también. 

- No digas eso… - susurro y al terminar la oración me doy con la sorpresa de que un gran y duro nudo se ha formado en toda mi garganta. Maldita sea. Mis ojos se han humedecido rápidamente y la posición de mi mirada hace que mis lágrimas quieran caer más rápido. 

Esto es una mierda…

Mientras logro retenerme, puedo mirar a _____________________ de reojo. Se ha adelantado unos pasos al escuchar mi voz quebrarse en mis últimas palabras. La noto alerta, preocupada y mirándome. Esto me llena el corazón. Me hace desearla. Me gusta tanto cuando se preocupa por mí. 
Sin embargo todavía no logro hallar las palabras adecuadas. No quiero discutir más. No… por favor, no más… 

Intento subir la mirada y puedo notar su semblante nervioso y asustado por mí. 

- Perdóname. – le digo suavemente. Vuelvo a enterrar la mirada en el suelo. – yo… Dios… estoy muy asustado… - susurro y puedo sentir como las palabras salen de mi boca automáticamente. – .Nada de lo que dije es verdad ________________. Lo sabes tan bien. – subo la mirada y me doy cuenta entonces que mis mejillas han empezado a mojarse por las lágrimas saladas. Me paso las manos sobre la nariz y limpio con rudeza. – yo… yo no sabía qué hacer… - me detengo. La estoy mirando y puedo verla mordiéndose un labio, aguantando también sus ganas de llorar. Por Dios _______________, solo llora conmigo, lo necesito. – no sé nada de estas cosas. No sé nada de niños… de hijos… de ser padre… - me quedo en silencio una vez más y varias escenas se pasean por mi cabeza, inundándome de lágrimas. Pero ya nada me importa. Solo quiero llorar como un idiota. – jamás tuve un padre que se preocupara por mí. – admito y siento que no le he dicho esto a nadie. - ¿Cómo voy a ser un buen padre si nunca tuve uno? – enarco una ceja y mis lágrimas vuelven a mojarme las mejillas y hasta la boca. 

Paso las manos sobre mi rostro y limpio rudamente una vez más. Y al quitar ambas manos, mis ojos la divisan. Está en frente de mí y no ha podido contener más sus ganas de llorar. Verla me reconforta, pero no entiendo porque sigo llorando como un jodido imbécil. Sin embargo llorar con ella no es algo que me moleste. Me ha visto en cada faceta posible. Me conoce tan bien.

- Perdóname tú a mí. – me dice. Lentamente posiciona ambas manos sobre mis mejillas y me aprieta suavemente, hasta hacer que su nariz choque contra mi barbilla. – por ser tan egoísta contigo, por decirte esto de la peor manera posible. - cierro los ojos y me dejo hacer por ella. Abajo mis manos se mueven, colocándose en su lugar favorito, su delicada cintura. Me envuelvo en ella y abro lo ojos para poder mirarle. Me siento en casa, mientras la escucho. En mi lugar. – por pensar en mí y solo en mí muchas veces, lo lamento tanto. – asiento y verdaderamente también necesitaba escuchar un perdón de su parte. Poco a poco sube sus manos y enreda sus dedos en todo mi cabello, despeinándolo y haciéndolo a su manera. 
Entonces su olor envuelve mi cuerpo. Su piel fresca está contra la mía y siento… siento que le necesito mucho… que le he necesitado siempre…

- No voy a ser un buen padre. – digo una vez más. Por primera vez estoy diciendo lo que más me aterra en todo el mundo. _______________ hunde su rostro en todo mi cuello. Su nariz y respiración me alivian. Sin embargo algo dentro de mí se enciende. La tengo contra mí, metida entre mi cuello y le estoy tocando la espalda. Maldición… 

No me dice nada. Ha colocado ambas manos sobre mi espalda y me aprieta contra ella. Su rostro ha bajado hasta mi pecho y lo está llenando de besos pequeños que me da seguidamente. Sus labios apretados contra mí me hacen desearla. Me está excitando muchísimo. Pero el acto también me llena de ternura. Esto… esto era lo que necesitaba… 

- No estás solo en esto. – susurra y se acurruca entre mi cuello una vez más. No sé porque tengo la impresión de que está sonriendo. Y tal vez llego a entender de qué es porque por fin esta guerra se ha acabado. – también estuve muy asustada hace dos años y no voy a dejarte solo Justin. Nunca más.

“Nunca más” 

Mis ojos vuelven a humedecerse. La estoy mirando. Parte de mi cuerpo se ha tensado por tenerla cerca, pero la otra parte está vulnerable y analizando cada cosa que ha pasado en mi vida los dos últimos años. Nadie podría creerme, sin haber vivido cada cosa conmigo. 

- Se parece mucho a ti. – me dice mirándome. Sus ojos están repletos de ternura y una felicidad infinita. Está sonriendo y su sonrisa es la cosa más hermosa que has podido ver jamás.

Mis manos le aprietan la cintura. 

- No me digas esas cosas… - bajo la mirada y sonrío. No sé por qué, pero sonrío.

- Es la verdad.- vuelve a decirme emocionada. Sus brazos enredan mi cuello y no deja de mirarme enternecida. 

- Vaya. – digo y me quedo callado. Es tan… no lo sé… tan difícil de asimilar que alguien puede haber nacido de nosotros dos. Nuestras miradas se encuentran, sus ojos han vuelto a humedecerse y creo que es porque me ha visto tan confundido por todo esto. – todavía… me cuesta… - susurro, buscando las palabras.

- Lo sé. – me sonríe. 

- Pero voy a superarlo. – asiento y la miro verdaderamente decidido. 

- También lo sé. – ladea la cabeza y puedo notar aún más debido a la luz, sus ojos empapados. – confío en ti.

Me quedo callado, después de esbozar una sonrisa frente a ella. Segundos después, de tan solo estar abrazados y mirándonos… quiero preguntarle algo.

- ¿Cómo se llama? – susurro, porque sé que puede escucharme.

- Elisabeth. 

Su nombre resuena en mi mente por un tiempo. La miro, está expectante y emocionada… es tan bonita… tan sutil y el nombre me encanta. Algo en él hace que también me emocione y no sé por qué. 

- Es… precioso.

- Ella lo es.

- Solo si también se parece a ti.

Suelta una sonrisa, ruborizándose.

Y estamos ahí… después de haber peleado tan salvajemente como pudimos… pero disculpándonos, y eso es más importante que todo.

- Ella el único motivo por el que estoy aquí. – me mira a los ojos y no sé porque esa frase la he sentido tan ofensiva.

- ¿Cuándo planeabas decírmelo? – le pregunto suavemente. 

- Yo… - baja la mirada y traga saliva. Pronto acaricia mi pecho con ambas manos. – pensé incluso en no decírtelo.

Abro más los ojos, mirándole. 

- ¿Qué? 

- No te enfades conmigo. Nunca me ha gustado pedirle ayuda a nadie. Quise decirte esto muchas veces pero fueron muchas más las veces en las que te vi con una vida hecha y con un futuro sin nosotras. No fue fácil para mí verte con Marie esa noche y lo sabes muy bien. No quería derrumbar tus planes o aturdirte con una noticia de ese calibre. Sin embargo, si no te lo decía, jamás dejaría que a Elisabeth le hiciera falta un padre. Iba a ser ambos para ella. 
Me quedo mirándole. Joder… es tan… admirable… y es preciosa… y es tan malditamente valiente y terca. Entonces puedo entender perfectamente porque me enamoré de ella. 

- ¿Y ahora qué? – la miro, entretenido.

- ¿Sobre qué?

- ¿Qué planeas hacer ahora que ya lo sé todo? – enarco una ceja. Se queda calla y me mira totalmente inocente. – no creo que tengas un plan para esto, Peterson. Porque yo sí sé lo que voy a hacer contigo.
Se muerde un labio y mira los míos fijamente ¿me ha leído la mente?

- Quiero recuperarte. – le digo y aprieto su cuerpo contra el mío. – recuperarte y que las cosas vuelvan a ser las mismas. Que vivamos juntos… juntos los tres. – ella sonríe y de nuevo sus ojos se han llenado de lágrimas. – solo necesito un tiempo para adaptarme, pero prometo darles lo mejor de mí. – se cubre los labios con una mano y yo la aparto suavemente. Está llorando. – quiero protegerlas, conmigo ninguna maldita mafia va a hacerles daño ¿sí? – sus lágrimas en amabas mejillas me hacen estremecer. Y no puedo detenerme. Esto es más fuerte que yo, que todas las cosas que nos han pasado y todos los problemas que hemos vivido. El sentimiento sigue intacto y tanto ella y yo lo sabemos muy bien. 

Sus labios están mojados por las lágrimas y pronto están tan cerca de los míos, mucho… tanto que puedo sentir su aliento caliente y suave abrazarme. 

- Te quiero. – susurro. Surge dentro de mí y mierda… cuanto he necesitado decírselo en todo este jodido tiempo. Estoy aliviado. Se lo he dicho por fin y no ha sido tan malo como pensé. Pronto se inclina sobre mí de puntillas y su boca toca la mía con delicadeza. Besándome… besándome a su manera… besándome como tanto me gusta… entonces… ¿a quién quiero engañar? – Te amo, gatita.

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. - Quiero recuperarte. – le digo y aprieto su cuerpo contra el mío. – recuperarte y que las cosas vuelvan a ser las mismas. Que vivamos juntos… juntos los tres. – ella sonríe y de nuevo sus ojos se han llenado de lágrimas. – solo necesito un tiempo para adaptarme, pero prometo darles lo mejor de mí. – se cubre los labios con una mano y yo la aparto suavemente. Está llorando. – quiero protegerlas, conmigo ninguna maldita mafia va a hacerles daño ¿sí? – sus lágrimas en amabas mejillas me hacen estremecer. Y no puedo detenerme. Esto es más fuerte que yo, que todas las cosas que nos han pasado y todos los problemas que hemos vivido. El sentimiento sigue intacto y tanto ella y yo lo sabemos muy bien.

    Sus labios están mojados por las lágrimas y pronto están tan cerca de los míos, mucho… tanto que puedo sentir su aliento caliente y suave abrazarme.

    - Te quiero. – susurro. Surge dentro de mí y mierda… cuanto he necesitado decírselo en todo este jodido tiempo. Estoy aliviado. Se lo he dicho por fin y no ha sido tan malo como pensé. Pronto se inclina sobre mí de puntillas y su boca toca la mía con delicadeza. Besándome… besándome a su manera… besándome como tanto me gusta… entonces… ¿a quién quiero engañar? – Te amo, gatita.

    AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH esto me mato !! *muriendo lentamente*

    ResponderEliminar
  3. estoy muriendo es la historiia mas apasionada mas romantica que eh leido diios estoy tan emocionada de leer el siguiente cap diios el quiero recuperarte y el te amo gattita eso me matooo diios que emocion susana sos la mejor escritora de el mundooooo

    ResponderEliminar
  4. "- Te quiero. – susurro. Surge dentro de mí y mierda… cuanto he necesitado decírselo en todo este jodido tiempo. Estoy aliviado. Se lo he dicho por fin y no ha sido tan malo como pensé. Pronto se inclina sobre mí de puntillas y su boca toca la mía con delicadeza. Besándome… besándome a su manera… besándome como tanto me gusta… entonces… ¿a quién quiero engañar? – Te amo, gatita."

    NO PUEDO AMAR MÁS ESTA NOVELA! Escribís genial :)
    Seguila por favorrrrrrr

    ResponderEliminar